28

La mirada de ambos está fija en los ojos del contrario, la mano derecha de Jimin, acaricia y jalonea los mechones de cabello húmedos. Las manos de Jungkook, recorren la piel de la espalda del castaño hasta detenerse ya sea en sus glúteos, cintura o muslos.
El chico posa su frente sobre la del millonario, los movimientos pélvicos del mayor se unen en una deliciosa y fogosa danza junto al vaivén de caderas del menor.

Jimin extiende su cuello elevando su rostro, cierra sus ojos al sentir dolor y placer que poco se desvanece al sentir las manos de Raven, recorriendo su cuerpo desnudo.

—Jungkook —articula con voz cansina y excitada.

En definitiva, los cuerpos de ambos se vuelven uno solo cuando hacen el amor.

—Jimin —suelta el mayor, presionando con ambas manos los glúteos del castaño, mientras deja salir su esencia dentro.

Jeon reposa su sien sobre el hombro izquierdo del chico, Park a recuesta su rostro sobre la camisa de vestir color blanco del millonario. Sus respiraciones son algo que se le podría llamar descoordinación. Inhalan y exhalan mientras las manos de ambos tocan de forma tierna y acogedora el cuerpo del otro.

—Se te hace tarde —dice el menor, con voz agitada rompiendo el silencio.

—No importa —susurra Jeon, dejando un beso sobre la clavícula de Jimin.

—Claro que importa, debes ir a trabajar —dice entre risas el castaño.

—Prefiero quedarme a tu lado —confiesa el pelinegro.

—Creo que fue suficiente con el día de ayer —le recuerda el menor, mientras con sus manos hace el cabello del mayor hacia atrás.

—Está bien —murmura Jungkook.

El pelinegro, alza el cuerpo del chico para salir de su interior, provocando que un leve quejido abandone la boca del menor.

—Jimin —lo llama Raven.

Sin decir nada, el castaño toma el rostro del mayor con sus manos haciendo que ambos se miren fijamente.

—Déjame cuidarte —le pide el pelinegro—. Déjame quererte como nadie más lo ha hecho y como nadie más lo hará. Permíteme ser y hacerte feliz, déjame ayudarte.

—Jungkook —musita el castaño. —¿Me quieres en serio? —lo cuestiona.

Jeon, suelta una carcajada, Park, alza sus cejas y lo mira asombrado.

—Vamos a dejar algo en claro, corderito —habla Raven—. No voy por la vida diciéndole a todo con el que tengo sexo que lo quiero. Te lo digo solo a ti porque me gustas y porque me tienes, y ya.

—No tengo nada para ofrecerte, Raven —replica el menor, descendiendo su rostro.

—Claro que sí —dice Jungkook, alzando el rostro del castaño con su mano derecha. —Tienes lo que necesito y lo que quiero junto a mí —puntualiza el mayor.

El millonario deja un beso sobre los labios del menor, se pone de pie cargándolo, lo deja sobre el colchón y luego se gira para cambiarse de ropa para poder ir al trabajo.

—Le pedí a Dave, vernos en mi oficina —comenta Jeon, mientras se coloca un pantalón limpio.

—Ok —se limita a decir el castaño.

Jungkook coge otra camisa para reemplazar la que utilizaba con anterioridad, toma el saco, se lo coloca y se mira en el espejo de la habitación.

—Si quiero —dice repentinamente el castaño.

—¿Quieres qué? —pregunta el millonario, girando sobre sus talones.

—Estar a tu lado —murmura, nervioso el chico.

Una enorme sonrisa surca los labios del millonario, camina a pasos rápidos hacia la cama y se lanza a los belfos de Jimin.

—Deja de besarme —le pide el castaño, entre el beso.

—No puedes pedirme eso —dice Jungkook, alejando su boca de los labios del chico.

—Si continúas besándome no iras a la oficina. Necesito descansar, me duele la espalda y los muslos —le explica el castaño.

—Está bien —susurra Raven, sobre los labios de Jimin. —Si necesitas algo dile a Mark y a Camile. ¿Entendiste? —lo cuestiona.

—Sí, entendí —contesta el chico.

—Nos vemos en la noche, corderito —se despide Jungkook, con esa sonrisa enorme adornando su atractivo rostro.

—Ya vete —bromea Jimin, al escuchar ese sobrenombre.

—Te quiero —alza su voz Raven, mientras camina hacia la puerta de la habitación.

—Cuídate —es lo que salen de los labios del castaño.

Jimin se ducha y se arregla y luego baja a la cocina, saluda a Camile y luego a Hope, desayuna y deja a la pequeña rubia en su sillita mientras le ayuda a secar los trastes a la sirvienta.

—Camile —la llama el castaño.

—Sí, joven Jimin —articula amablemente la mujer.

—¿Alguna vez Raven ha querido o amado a alguien? —interroga.

—Sí, pero fue hace mucho tiempo, cuando su padre y su abuelo fallecieron su vida cambio, no tenía mucho tiempo para él, así que termino su relación. Solo tenía encuentros…, usted sabe —sonríe la sirvienta. —Pero luego de la muerte de su hermana, se descontroló, no encontró la mejor manera para desahogarse debido al vacío que Rosee dejaba en su vida, así que desahogaba el estrés con mujeres y hombres, y hasta con Joy —le comenta la sirvienta. —Claro, el joven Raven nunca tuvo la intención de querer tener algo serio con las personas con las que se relacionaba —agrega Camile.

El timbre suena, la mujer seca sus manos y deja a Jimin y Hope solos en la cocina, mientras el menor continúa secando los trastes.

—Joven Jimin —escucha de nuevo la voz de la sirvienta.

—Jiminie —escucha decir.

Deja el trapo sobre la mesa del lavabo y se gira.

—Chanyeol —pronuncia asombrado y asustado acercándose a su hermano. —¿Qué haces aquí? —lo cuestiona Jimin, cuando ha llegado hasta el peligris.

—Necesitamos hablar.

El menor niega mientras evita que su hermano tome su mano.

—Es sobre Anne y no es una puta broma. Papá y Sana esperan en el auto.

Jimin asiente, mira a Camile y luego a Hope.

—Yo la cuido —habla la sirvienta.

—Gracias —susurra Park casi inaudible. —Dime de que se trata —le pide insistente.

—Ella quiere decírtelo personalmente —espeta Chanyeol, mientras se detienen frente a la puerta principal.

—¿Ella quién? —inquiere Jimin, cuando ambos han salido de la casa.

—Ella —dice el peligris, señalando a la madre de Jungkook.

—La familia está completa —verbaliza la castaña con sorna.

—Llamaré a Jungkook —farfulla Jimin.

—No, no lo harás —lo señala Marie, mientras agita una hoja.

—Jimin —lo llama Sana, saliendo del auto.

—Les diré lo que todos ustedes harán —se dirige la castaña a toda la familia Park. —Ustedes tres —señala al padre y hermanos de Jimin—. No volverán a pisar Londres a menos que quieran que compre su mugrienta tienda.

Sana mira a su padre, el cual aún espera dentro del auto.

—Tú —señala a Chanyeol. —No dirás una sola palabra porque dejarás de ejercer tu profesión. Me encargaré de ello —habla con seguridad Marie. —Y tú, querido —señala a Jimin—. Te vas a marchar de la casa de mi hijo.

El castaño niega.

—Sino lo haces jamás volverán a ver a su hermanita —los amenaza Marie, sonriendo ladinamente. —Un solo chasquido de mis dedos y haré que este papel desaparezca —confiesa, agitando una y otra vez la página—. Y tú y todos ellos no volverán a ver a la niña jamás.

El castaño, bufa, presiona sus dientes mientras lucha para que sus lágrimas no abandonen sus ojos.

—Y con lo de decirle a mi hijo. Díselo y verás como expongo su matrimonio de mentiras ante todo Inglaterra. Espero y seas bueno consolándolo porque perderá la custodia de Hope.

Jimin traga grueso, baja su mirada mientras su mente busca una alternativa.

—Un gusto en verlos, llamaré mañana por la mañana a la casa y sabre de tu decisión —habla la castaña para luego subir a su auto.

—No digas algo ahora —le pide Chanyeol. —No cuando no has pensado bien las cosas —le acinseja.

El menor asiente.

—Creo que primero debemos hablar —suguiere con mesura, Sana.

—Claro —susurra Jimin.

Los hermanos Park, caminan hacia la puerta del jardín.

—Jimin —lo llama su padre desde el auto.

El castaño gira su rostro un poco y mira sobre su hombro hacia el auto.

—Ahora no, papá —habla Jimin, intentando sonar normal.











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