★𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 9★
23 de mayo de 2022
Dejó caer la cabeza sobre la mesa. Quizás un poco fuerte porque sintió su frente rebotar, pero no iba a reconocerlo.
—Nagumo, por favor —habló Suzuno en un tono amenazante—. Por eso no quería estudiar contigo.
—Yo tampoco cubito de hielo —habló el pelirrojo sin levantar la cabeza de la mesa.
—Venga, ánimo, sé que es una lata pero a la larga lo agradecerás —dijo Tatsuya.
—¿Por qué tengo que estar aquí con vosotros mientras los demás se han ido a jugar al paintball? —se quejó.
—Porque has suspendido los parciales de mitad de trimestre, imbécil —le recriminó Suzuno—. Y es por tu culpa que estamos aquí ayudándote a tí y a ese otro idiota a estudiar —señaló también a Hiroto.
Kiyama no estaba muy de acuerdo con que Suzuno se refiriera de esa manera a sus amigos. Pero era lo normal en él, así que ya estaban acostumbrados, por lo que se limitó a suspirar. Al menos Hiroto no se había enterado pues repasaba matemáticas junto con Nishida.
Era una suerte que la esgrimista estuviera disponible. No solo era muy buena con las matemáticas, al punto de tener el nivel de los de tercero, sino que era muy buena explicando. Y tratándose de los cabezas huecas de Hiroto y Nagumo era lo mejor que les podía haber pasado.
Además el grupo de estudio había quedado más reducido de lo que tenían planeado en un principio. Aphrodi había quedado para hacer una videollamada con su novio, con quien, por culpa de la diferencia horaria y las obligaciones de ambos, le era bastante complicado coincidir normalmente. Así que era una oportunidad que no podía dejar pasar. En sus propias palabras «ni en broma desperdicio la oportunidad de ver a mi ángel por ver vuestras burdas caras». Había sido muy amable.
Además esa misma mañana Yuna propuso el plan del paintball. Aunque en realidad era un plan que llevarían a cabo solo ella, Shiro, Nosaka y Nishikage, pero al que se acabaron apuntando otra brigada entera de estudiantes al enterarse. Reina y Midorikawa eran dos de esos estudiantes que se habían acoplado al plan. Por último Sadao había quedado ya con Otani para ir a la ciudad. Midorikawa insistió en que eso era una cita a pesar de que el azabache lo negara hasta el hartazgo.
Por ello, el grupo se había visto reducido solo a él, Suzuno, Nagumo y Hiroto. Una muy mala combinación. Nishida había sido la luz en ese pozo en el que ya había caído al darse cuenta de la situación.
—Por último despejas la y —dijo Miyako apuntando algo en la libreta—. Y con esto así por fin obtienes las tan buscada y aclamada x.
—Vaya —Hiroto pareció quedarse sin palabras por unos instantes—. Te explicas mejor que el profesor.
La chica rió.
—Exageras.
—No, en serio. A ese viejo no hay quien lo entienda. Además se enfada cada vez que dices que no has entendido algo.
—¡Cierto! —intervino Nagumo en la conversación— Le ofende que no entendamos a la primera. Como si sus explicaciones fueran perfectas y nosotros unos idiotas.
—Porque sois unos idiotas —apuntó Suzuno.
—Bueno... Es verdad que el profesor Kawamura es un poco estricto... —reflexionó Miyako— Pero ya veréis como lo sorprenderéis en los finales —asintió con una mirada decidida—. Os voy a ayudar a sacar tan buenas notas que no podrá volver a miraros así.
—Eres tan adorable que me vas a hacer llorar —fijo Nagumo limpiando una lágrima imaginaria.
Suzuno negó con la cabeza rodando los ojos.
—Vas a tener que esforzarte mucho —le advirtió a la castaña antes de sacar su teléfono.
Escuchó quejas de Nagumo y un bufido de Hiroto. Obviamente no les hizo ningún caso. Cuando entró a instagram solo para pasar el rato por culpa del aburrimiento que ya cargaba encima, vio que Leonardo había publicado algo nuevo. Leo era de hecho otro de los que se había apuntado al día de paintball.
Al leer la descripción de la foto supo que era muy probable que a partir de ese día Fudo no fuera el único de la academia que pudiera presumir de haberse llevado un puñetazo de Yuna. Rezaría por su alma de no ser porque le daba igual si se llevaba el golpe o no.
«A lo mejor tendríamos que haber dejado a Nagumo ir. Con suerte lo hubieran matado a él» pensó.
Yuna se pegó a la pared lo máximo que pudo. Miró a Shiro, que estaba también cubierto con un muro solo separado de ella por un enorme hueco que te dejaría expuesto. La chica se acercó al filo del muro y trató de asomarse un poco para ver qué pasaba al otro lado. No pudo ver mucho antes de que algo pasara a gran velocidad delante de sus ojos dejando atrás un sonido fuerte.
Yuna se echó para atrás de inmediato viendo como el tronco de un árbol estaba marcado ahora con pintura verde, un verde bastante fluorescente. Se miró la ropa asegurándose de que ella misma no tenía pintura encima, aunque la máscara de protección que llevaba puesta le complicaba un poco la labor.
Miró a Shiro al ver que estaba limpia y este le hizo una señal con la mano. La entendió. Era la misma señal que usaban siempre que iban juntos a aquel lugar y terminaban en el mismo equipo.
Giró sobre sus talones dirigiéndose al otro extremo del muro que la protegía. Escuchaba voces, las voces de sus amigos y compañeros, ahora convertidos en rivales, pero no podía estar segura de lo que decían.
Escuchó tras eso nuevos disparos en la dirección contraria en la que ella estaba y supo que Shiro estaba llevando a cabo su papel como distracción. Se asomó nuevamente esta vez con su arma en alto y esta vez pudo ver con claridad a Midorikawa que dejaba expuesto la mitad de su cuerpo al disparar al Fubuki mayor. No se lo pensó y disparó.
Una mancha de pintura rosa fluorescente en su abdomen indicaba que estaba eliminado. Esto sirvió de alerta para Mackenzie que estaba a su lado y se ocultó nuevamente.
Yuna pudo aprovechar el repliegue de la bailarina para cambiar de punto ocultandose ahora varios metros mas al este. Justo dentro de lo que alguna vez fue un almacén y que ahora estaba abandonado. Solo tenía de hecho tres de las cuatro paredes que debería, pero sus paredes de piedra la protegerían casi de todos los francos y el cuadrado que había sido una ventana le dejaba tender una emboscada desde allí. No tardó en ver a su nueva víctima: Atsuya.
El menor de los hermanos Fubuki había quedado en el equipo contrario, junto a Midorikawa, Mackenzie, Leonardo, Norika, Nishikage y Nae. Mientras que Shiro y ella misma jugaban, no, combatían, junto a Nosaka, Raffaele, Reina y los dos hermanos Haizaki; Shiryu y Ryouhei.
Apuntó y disparó. Ni el propio Atsuya supo como había esquivado eso y gracias a sus grandes reflejos disparó de vuelta. Yuna tuvo tiempo de apartarse de la ventana. Cogió una gran bocanada de aire y volvió a asomarse lista para esta vez sí darle, Atsuya ya no estaba.
Miró de un lado a otro sin conseguir localizarlo, chasqueó la lengua al saber que había perdido su oportunidad y volvió a ocultarse entre los muros del almacén. No esperaba encontrarse de frente con su propia víctima apuntando hacia ella.
—Vaya, parece que tú pierdes, al fin van a vencer a la imbatible —rió, pero la risa no le duró mucho.
Yuna escuchó uno de esos disparos inconfundibles, supo que Atsuya no había sido pues no sintió el impacto de la bola de pintura. Cuando el chico se giró para mirar hacia atrás, Yuna pufo ver la mancha de pintura rosa en su espalda.
—Eso te pasa por tanto hablar y poco hacer —se acercó a ellos Reina.
Escuchó a Atsuya bufar y soltar una maldición entre dientes. Echó un último vistazo a Yuna antes de salir de allí sin hacer o decir nada más.
—Gracias por eso —dijo Yuna a su compañera.
—No quería que se le inflara el ego —se encogió de hombros—. Se volvería insoportable.
—¿Sabes cómo vamos?
— Bastante bien, ganando por ahora. Del otro equipo ya solo quedan Mackenzie y Leonardo, del nuestro aún estamos tú, yo y los Haizaki. Maya eliminó a Shiro antes.
—Es una estrategia arriesgada, pero gracias a eso pude eliminar a Midorikawa y cambiar de lugar, nos habían acorralado —explicó la peliverde—. Aunque casi lo estropeo todo al dejarme sorprender por Atsuya.
—Ven, sé donde están los chicos.
Reina hizo un gesto con la mano para que Yuna la siguiera y esta así lo hizo. Llegaron a un claro del campo donde estaba todo lleno de manchas de pintura rosa y verde bastante reciente. De hecho aún se veían impactar algunas bolas de pintura en diferentes puntos. Ninguno de los dos lados cedía ni un ápice y Yuna y Reina tuvieron que reunirse con sus compañeros con cuidado para no ser un daño colateral de ese intercambio de cosas bonitas.
—Sí sabes que el que está ahí es tu novio verdad —fue lo primero que dijo Reina al encontrarse de frente con los dos hermanos.
—Sí.
—¿No te da miedo darle un balazo a Leo y que luego se enfade y no te hable?
—Nah, Leo no es así. De hecho lo que haría de verdad que se enfadara y no me hablara sería no tomármelo en serio como rival —expuso su punto el peligris.
—¿Solo quedamos nosotros? —preguntó Haizaki.
—Casi perdemos a Yuna, que es nuestra MVP, pero al final logré traerla hasta aquí.
—Vale tenemos que aprovechar que los superamos en número para ganar esta partida —dijo Yuna—. Cada uno de nosotros atacará desde un lado: Haizaki de frente, Shiryu por atrás, Reina por la derecha y yo atacaré desde la izquierda. Ellos solo son dos, y aunque logren eliminar a dos de nosotros los otros dos podrán eliminarlos a ello y ganaremos.
—Me gusta el plan —admitió Reina—, aunque me gustaría más si no cabiera la posibilidad de llevarme un balazo. ¿Sabéis los cardenales que salen por el impacto de una de esas bolas?
—Es lo que hay, princesa, andando —dio la orden Shiryu para que el plan de Yuna se pusiera en marcha.
Yuna esquivó por los pelos una bola de pintura que Maya le había disparado. Parecía ser que la chica había puesto el ojo en ella, maldijo su suerta.
—Hay tres personas más, ve a por otro —susurró manteniendo su espalda pegada al tronco de un árbol que la cubría de milagro.
Con Mackenzie vigilándola y lista para disparar en cuanto la viera dar un paso no podía moverse de allí. Al menos eso significaba que si estaba tan pendiente de ella no podía vigilar a sus otros tres compañeros, Leo no podría aguantar mucho tiempo solo defendiendo la posición. Estaba claro que Yanagawa la consideraba la más peligrosa y quería eliminarla lo antes posible. Era tanta su desesperación por ello que se movió dejando que Leo la cubriera para ir a por Yuna ella misma.
Yuna asomó el cañón de su arma, sin poder asomarse ella misma para apuntar, y disparó. Así no le daría a nada pero también estaba desesperada porque Mackenzie estaba a punto de hacerle jaque mate. En efecto, la peliazul no tuvo casi que esforzarse por esquivar ya que las bolas de pintura rosa no estaban ni cerca de darle, mientras que sus bolas verdes eran cada vez más certeras y peligrosas.
Leo apenas podía mantener a sus tres rivales a raya. Trató de retroceder y alejarse de la pequeña plataforma en el centro para cambiar de lugar a uno que lo cubriera más en lo que su compañera regresaba. Haizaki empezó a disparar sin miramientos en cuanto detectó su movimiento e intención de huir. El moreno no estaba dispuesto a dejar que la oportunidad de ganar se le escapara de las manos.
Leo se agachó usando el pequeño muro para protegerse pero al girar tan rápido resbaló. Había tres escalones para bajar de la plataforma de cemento en la que estaba subido, no era tan alto, pero un golpe desde ahí iba a doler. Trató de girar su cuerpo para poner sus manos y suavizar un poco el impacto. Fue entonces que sintió que ya no caía y alguien lo había agarrado.
Levantó la mirada viendo a Shiryu, no sabía en qué momento le había dado tiempo a llegar hasta él, y aunque supo que había estado destinado a ser eliminado por uno de los Haizaki, en ese momento solo pudo agradecer que así fuera.
—Vaya, gracias por el servicio —dijo pasando sus brazos por los hombros de su novio—. Me gusta el sistema de seguridad de este sitio.
Shiryu rió, aunque Leo no podía verlo por las máscaras que llevaban sí que escuchó una ligera carcajada. Le dieron ganas de arrancársela para besarlo, se contuvo al saber que ahora podía hacer algo que, aunque no tan delicioso sí igual de satisfactorio.
—Tú pierdes, amor —dijo desconcertando a Shiryu.
Cuando se alejó de Imperiale vio que su hombro estaba manchado de pintura verde. ¿Cuándo demonios había...?
La sonrisa malévola del italiano no duró mucho ya que su brazo se manchó de rosa a los pocos segundos. Obra de la querida Reina.
—A coquetear fuera del campo —dijo pasando de largo.
Leonardo chasqueó la lengua y se cruzó de brazos. Le había interrumpido su bello momento de gloria. Ryouhei también fue corriendo junto a la de mechones blancos pues esa partida aún no había terminado.
No tardaron en acudir en ayuda de Yuna. Mackenzie casi había llegado hasta ella, pero al sentir la presencia de los dos la chica se distrajo el tiempos suficiente para dejar reaccionar a la arquera. Yuna salió al fin de detrás del árbol y le asestó un disparo en la espalda eliminando al último miembro activo del equipo contrario y dándole la victoria a su equipo al fin.
Midorikawa agarró la botella de agua como si fuera la última que quedaba en la tierra. En cuanto sintió el agua fría refrescar su boca y garganta se encontró mucho mejor.
—Madre mía que calor y que sed —dijo y Raffaele asintió.
—Además todas estas protecciones y la máscara no ayudan. Solo dan más calor.
—Encima tampoco es que sean tan útiles —se quejó Nae—, mirad, ya se me está poniendo morado —señaló un cardenal en su brazo.
Era justo el sitio donde la bala de pintura que le disparó Shiro y la había eliminado impactó.
—Pero ha sido divertido —dijo Norika reuniéndose con ellos—. Creo que es algo que repetiría en cuanto pudiera.
Raffaele le dio la razón a su novia rodeándole la cintura con su brazo para darle un beso que la chica no le negó.
—Por favor, vosotros dos también no —se escuchó a Atsuya a lo lejos—, ya tenemos suficiente con esos dos —señaló con el pulgar a Leonardo y Shiryu.
Los dos chicos permanecían a un lado del grupo hablando en su propia burbuja y con una actitud bastante cercana. Casi se sentía como si todos los demás sobraran en esa escena, como personajes de relleno en una película.
—Eres un aguafiestas —le recriminó Ryuji.
Atsuya rodó los ojos y fue a reunirse con su hermano. Este salía de la pequeña tienda junto a Yuna, Nosaka y Nishikage. Era una suerte que ademas del campo para el paintball hubiera una tienda de recuerdos allí. Era donde no solo habían comprado el agua, sino también los bocadillos que algunos comían.
—¿Qué es eso? —preguntó Atsuya señalando la bolsa que Yuna traía consigo.
—bombas de humo —dijo alzando la bolsa y abriéndola un poco permitiendo a Atsuya ver el contenido.
—Parecen latas —señaló.
—Ya verás cuando las abra —dijo Nosaka—. Es todo un espectáculo.
—Todos nos sorprendemos bastante la primera vez que lo vemos —asintió Shiro.
Leo y Shiryu que habían estado escuchando la conversación se acercaron al grupo. A Leo le llamó la atención bastante la mención de las bombas de humo.
—¿No es peligroso? —preguntó el italiano, a lo que Yuna negó.
—Solo hay que tomar dos medidas: no abrirlas en interior y no abrirlas en día de mucho viento. No es bueno respirar el humo.
—Ademas siempre que venimos aquí compramos de diferentes marcas y formas para probarlas —indicó Nishikage—. Es prácticamente una tradición.
—Bueno, ahora vayamos a comprar algo de comer ¿sí? Tengo hambre y hemos ido directamente a por esto —dijo Nosaka.
—¿Podéis cuidarlas? Volveremos en seguida —pidió Yuna.
Leo extendió las manos en seguida recibiendo la bolsa y viendo a los otros cuatro alejarse de nuevo en dirección a la tienda.
—Ni se te ocurra —dijo entonces Shiryu.
Atsuya alzó una ceja sin entender a qué se refería el mayor con esa frase tan contundente y sin contexto. En cuanto vio a Leo haciéndose el loco tuvo una ligera idea de por donde iba la situación.
—No he dicho nada.
—Pero lo llevas escrito en toda tu cara —señaló Shiryu.
—¿Qué hacéis aquí? —Midorikawa y Nae se acercaron a ellos dos— ¿qué es eso? —preguntó el peliverde.
Mackenzie, Reina y Haizaki, que recién salían de la tienda se acercaron a ellos. Al verlos a tofos reunidos Norika y Raffaele también se acercaron.
—¿Son bombas de humo? —preguntó Mackenzie.
—¿Has usado una alguna vez? —preguntó Atsuya.
—No, pero Yuna y los demás siempre suben una foto o video a las redes cuando las usan —explicó—. Aunque sino me equivoco tú si sabes usarlas ¿no? —miró a Shiryu.
Leo se sorprendió ante las palabras de la chica.
—Así que querías ocultármelo.
—Viene una vez con ellos y me enseñaron a usarlas, pero eso no significa que vaya a ayudarte a... —pero se interrumpió de repente formando una amplia sonrisa— Pensándolo mejor, ¿quieres que te ayude?
Leo no sabía qué había hecho cambiar de opinión al chico pero no iba a desperdiciar la oportunidad. Asintió alejándose un poco del grupo, sabiendo que necesitarían espacio para usarlas.
—¿Qué planeas? —preguntó Reina arqueando una ceja.
—Cuando impida que Yuna y los demás se enfaden con él me deberá una —dijo sin dejar de sonreír—. Y yo siempre me cobro mis deudas.
—¿A qué se refiere? —preguntó Nae cuando Shiryu se fue.
—Créeme, no quieres saber —negó Mackenzie.
Después de una semana sin Rapsodia aquí traigo este capítulo donde vemos a algunos estudiantes pasarla bien compitiendo en algo que no tiene nada que ver con Mirai Academy. También vemos a otros que no se lo pasan tan bien lamentablemente.
El próximo capítulo se viene con un poquito más de drama así que se podría decir que es la tranquilidad antes de la tormenta :')
Nos vemos la semana que viene.
~Nova/Dreamer ♥
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