★𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 6★


25 de abril del 2022







La sala estaba silenciosa, demasiado para el gusto de Nagumo. Solo se escuchaba el sonido de las tijeras al cortar la tela, el de las máquinas de coser y el de los lápices dibujando tontos patrones de ropa en un papel.

Bufó por cuarta vez en esa mañana. Era el día más aburrido de las últimas semanas. No tenía entrenamiento de baloncesto y sus compañeros de especialidad ya tenían planes. Atsuya se había marchado con su hermano a donde el señor perdió la gorra para hacer un poco de turismo por Tokio. Ellos eran de Hokkaido así que Kanto ofrecía sitios ideales para visitar. Y Asuto había ido a la piscina con Norika, Raffaele y Hiura.

Sus siguientes opciones le habían fallado también, Haizaki había ido a ver la competición de su hermano que se celebraba ese mismo día. Aunque no era una competición de la federación, más bien una pequeña que se celebraba localmente a las afueras de Tokio con un par de premios, que a él le parecían cutres, para los ganadores. Una buena forma de ir calentando para el regional y las clasificatorias del nacional.

Leonardo por supuesto también había ido, no fuera a ser que se muriera si se perdía a su novio dando brincos de un sitio a otro. No entendía muy bien que le veían de divertido a ver competiciones de parkour, la vez que fue para ir a animar a Reina se aburrió como una ostra y por eso negó la invitación de aquella vez. Solo Midorikawa y Kiyama fueran ya que Suzuno y Aphrodi estaban ocupados.

—Si te aburres márchate —le espetó Suzuno ya harto de escuchar sus quejas, suspiros y ver como ya no sabía ni como acomodarse en su silla—. Me molestas.

—Tú también eres mi mejor amigo cubito de hielo —dijo en un tono ñoño para claramente molestar al albino.

—¿Por qué pediste que te dejaran estar aquí? —preguntó Arisu mientras dejaba una caja con hilos y agujas sobre la mesa— Claramente no te entusiasma ver como trabajamos en diseño de moda.

—Porque no tengo nada mejor que hacer —dijo—. Aunque con lo muermo que es esto tal vez estaría mejor en mi habitación.

—Pues entonces lárgate —volvió a decir Suzuno.

—No, porque si me voy eso te gustaría, y no estoy aquí para complacerte.

Suzuno rodó los ojos al ver la amplia sonrisa que Nagumo formó. Ese pelirrojo era la cosa más molesta que había tenido la lamentable suerte de conocer. ¿Por qué seguía hablándole para empezar? No, ni siquiera se acordaba de por qué le habló por primera ver y por qué seguía juntándose con ese grupo de desquiciados que no tenía más remedio que llamar amigos.

—¿Y vosotros como os habéis dejado enredar para esto? —preguntó Haruya mirando a otros dos presentes que como él no formaban parte de esa especialidad.

—No nos dejamos —contestó Yuna.

—Nos amenazaron y extorsionaron —completó Sadao.

—Bonita amistad ¿eh? —rió Terumi.

Yuna salía de su habitación con la intención de poner el canal local de deportes de Tokio en la televisión de la sala común. Quería ver que tal les iba a sus compañeros en la competición. Pero salió en el momento justo para presenciar como entre Suzuno y Aphrodi sacaban a rastras a Sadao de su habitación.

Arisu estaba viendo la escena también algo desconcertado y con pena por el de pelo negro. Se hizo un silencio incómodo en el que se limitaron a mirarse los unos a los otros cuando notaron la presencia de Yuna en el pasillo. Al final ella también terminó por ser llevada de alguna forma al taller de costura y diseño, no estaba segura ni ella misma de cómo sucedió eso.

—Necesitábamos unos modelos para probar la ropa —se excusó el rubio.

Yuna permanecía quieta en el centro de la sala mientras Afuro le ponía algunos alfileres al vestido que le había hecho ponerse. No estaba terminado, ni mucho menos, pero ya se notaba que iba a ser algo increíble en cuanto lo estuviera.

Sadao también llevaba un traje creación de Suzuno. El albino le ayudaba a ponerse la chaqueta después de hacer unas cuantas modificaciones a la camisa y el pantalón.

Los diseños de Aphrodi se caracterizaban por ser llamativos y atrevidos. Le gustaba jugar mucho con los colores y los patrones. Hacer diseños locos que nunca nadie se atrevería a hacer pero él sí. Mientras que el estilo de Suzuno era más sobrio y elegante, aunque no por ello menos sorprendente. Mientras que los diseños de Aphrodi sorprendía por lo extravagantes y diferentes que eran, los de Suzuno lo hacía por lo delicados que se veían, casi como si no fueran de ese mundo.

—¡Ay! —se quejó Sadao— Me has pinchado con el alfiler.

—Ya lo sé, es para ver si así dejas de moverte.

—Es la tercera vez, a este paso voy a salir de aquí hecho un queso gruyer.

—Prometo que te devolveré el favor creándote el mejor conjunto para cuando tengas una cita —le dijo Aphrodi a Yuna.

—Pues ya puedo resignarme a que nunca me devuelvas el favor —soltó una risa amarga.

—¿Por qué dices eso? Guapa, lista, atlética, futura kyudoka de éxito... ¿quién no querría salir contigo? —frunció el ceño— Lo haría yo mismo de no ser porque soy gay y tengo novio.

—Eres muy amable Aphrodi, pero digamos que no estoy muy interesada en ese tipo de cosas en este momento. Quiero centrarme en graduarme y hacerme un hueco en las ligas profesionales. Además, no considero que tenga demasiada suerte con ese tema.

Aphrodi la miró, aunque Yuna no le devolvió la mirada. Arqueó una ceja y siguió metiendo alfileres al vestido.

Yuna era una persona a la que no conseguía aún entender del todo. Siempre mostraba ese lado frío, calculador e indiferente a los demás, tenías que esforzarte en quitar capas de introversión para llegar a su lado cálido y amigable. Pero si dabas un paso en falso y la cagabas podía revertirse en un solo minuto todo lo que habían logrado en semanas e incluso meses.

Puede que el problema residiera ahí. Habiendo tantas personas en el mundo nadie parecía tomarse el tiempo que se necesitaba para conocerla. Le daba un poco de lástima. Por eso es que se alegraba de poder estar a su lado como amigo y ver que también tenía una buena relación con otros compañeros como Shiryu, Shiro o Nosaka. Últimamente incluso había podido entenderse mejor con otros estudiantes como Mackenzie, Atsuya o Sadao.

—¿Cómo creéis que le irá a los de parkour? —preguntó Sadao— Hasta yo estoy nervioso, no me quieto imaginar como estarán ellos.

—El profesor Jun estaba con ellos ¿no? —comentó Arisu— Yuna puede preguntarle que tal les va.

—Ah sí, fueron Jun y Bernard como profesores de apoyo junto a Diana —recordó Nagumo.

—Son un duo un tanto peculiar —rió Aphrodi—. Tu hermano y él se conocían de antes ¿verdad? —le preguntó a Yuna

La chica asintió ya que sabía que fueron compañeros en Mirai.

—Solo espero que no tengan ningún problema.






















—¿No crees que te has pasado? —preguntó Bernard.

A parte de los tés y dangos que habían pedido en la cafetería el camarero trajo dos enormes bolsas con varias cajas cada una. Cada caja tenía al menos media docena de dangos en su interior. Demasiado para cualquier persona.

—No son solo para mí obviamente —rió Jun—. Son un pequeño recuerdo que le voy a llevar a Raiden, Jinyan y los demás.

—Sigo pensando que son demasiados.

Jun dejó las dos bolsas en una de las sillas que habían quedado libres en esa mesa. Los alumnos estaban haciendo compañía a los chicos de parkour en lo que la competición daba comienzo.

Esta se había dividido en dos partes por la gran afluencia de competidores ya que era abierta a todo practicante de la disciplina, desde novatos que acababan de empezar hasta personas con años de experiencia. Obviamente los novatos no ganarían, pero a los mejores se les daría un pequeño premio de reconocimiento, como si jugaran en una especie de sub-liga.

Esa mañana Endo ya había hecho su parte ya que en el sorteo salió como competidor en la primera mitad. Shiryu y Reina por otra parte aparecerían en la segunda, casi al final. Las exhibiciones se retomarían sobre las cuatro de la tarde para dar así tiempo a los espectadores a tomar un almuerzo rápido, justo como Bernard y Jun hacían en ese momento.

—Le echas demasiado azúcar —dijo Jun al ver como Bernard vertía al completo el pequeño sobre que le habían dado con su té.

—Me gusta lo dulce.

—Para empezar ¿quién le echa azúcar a un té verde?

—Loss amantes de lo dulce ¿algún problema? —Bernard alzó la cucharilla apuntando a Jun amenazante.

Obviamente iba en broma y el peliverde soltó una suave carcajada ante esto.

—Vaya, el gran Bernard Girikanan bromeando. No pensé vivir lo suficiente para verlo.

Se llevó la taza con su té inglés a los labios. El sabor era ligeramente más amargo de lo que solía serlo puesto que a él así le gustaba. Muy opuesto al sabor que tendría el té de Bernard en ese momento, casi podía sentir la diabetes desde su lugar.

—Tampoco soy un robot sin sentimientos ¿sabes?

—Claro que lo sé. Pero digamos que no eras famoso en la academia precisamente por tu trato fácil.

—¿Con tan malos ojos me veíais?

Jun se lo pensó antes de contestar. La verdad es que Bernard siempre cargaba una expresión seria. Además de esa aura que no invitaba a hablarle amigablemente como si nada.

Muchos en Mirai durante su época como estudiantes le temían demasiado como para acercarse a él. Incluido Jun. Siempre se lo había tenido como una figura inalcanzable, como una persona que a pesar de estudiar con ellos estaba a años luz de distancia. Era por esto que cuando se le acercó para hablar por primera vez y descubrió que nada de eso era cierto fue una gran sorpresa.

Jun había sido la primera, y probablemente una de las pocas personas, que vio el lado más afable de aquel esgrimista frío e imperturbable como el hielo.

—Sabes qué, mejor no contestes —se resignó Bernard—. Tengo la sensación de que esa respuesta no será buena.

—Oh venga, luego cambiaste —Jun le dio un toque amistoso en el brazo—. Te supiste ganar a nuestros compañeros al final.

—Pero no era a ellos a los que me quería ganar —balbuceó de forma que Jun no entendió lo que había dicho.

Aunque preguntó Bernard cambió de tema.

—¿Qué hiciste después de graduarte? —preguntó repentinamente— Me gradué un año antes que tú y en seguida volví a Rusia. Escuché sobre tu concierto en Moscú dos años después. Quise ir a verte y saludarte... pero pensé que estarías enfadado conmigo después de dos años sin contactarte.

—Y lo estaba —frunció el ceño.

Bernard no se esperaba esa respuesta. Jun era más del tipo; "oh no pasa nada", "entiendo tus motivos" o "solo espero que no vuelvas a hacerlo". Esa clase de persona que era casi incapaz de enfadarse o restregarte algo.

Aunque ese era el Jun de hacía siete años. Las personas cambiaban.

—Eras básicamente mi mejor amigo, y de repente ¡puf! Desapareciste de mi vida de un día para otro —su ceño se suavizó—. Al menos veo que estás bien y que todo te fue bien después de la academia. Me alegro mucho, de verdad. Solo no vuelvas a hacer algo así ¿de acuerdo?

Pero Jun seguía siendo Jun. Daba igual cuantos años pasasen. Tenía esa habilidad de enternecer a los demás y hacer que se preocuparan por él incluso cuando era él quien quería tomar el rol de preocupado o enfadado.

—Lo prometo.

Y Bernard lo decía en serio. Después de todo la razón por la que había hecho algo así siete años atrás ya no le preocupara en lo más mínimo. Había dejado de tener el poder de infundirle miedo o respeto.

—¡Queridos telespectadores, hemos vuelto aquí en TV Tokio con la competición de parkour local! Docenas de participantes se han reunido en la capital para enseñar de qué son capaces ante todos ustedes, y una buena parte de ellos ya lo ha hecho —hablaba el presentador en la televisión que la cafetería tenía en una esquina—. Ha llegado el momento de ver a los jóvenes restantes que esperan pacientes su turno para impresionarnos.

—Ya va a empezar —avisó Bernard a lo que Jun asintió.

—Démonos prisa —se bebió lo que restaba de su té de un trago.
























Shiryu miraba la pista delante de él. Era la misma que todos los participantes anteriores habían completado. Estaban en un enorme parque en el que usaban estructuras de este mismo como pruebas u obstáculos además de las que habían añadido en diferentes puntos.

Se iban a valorar diferentes cosas: el tiempo empleado en realizar el recorrido, la dificultad de los trucos realizados, la ejecución de estos y el espectáculo que mostraras. Estaba decidido a hacerlo lo mejor posible porque era la primera competición del año, y aunque no fuera importante para las competiciones organizadas próximamente por la federación sí que quería demostrar lo que podían esperar de él.

Aunque las personas a su alrededor gritaban y vitoreaban impacientes por que comenzara su turno, impacientes por ver una nueva demostración de saltos y piruetas que parecían imposibles de imitar, él solo escuchaba el sonido de su respiración. Solo quería escuchar eso. Porque aunque el público podía ser tu mayor aliado también podía ser el mayor obstáculo de todos los que había allí. Sus aplausos o abucheos podían calar más ondo de lo que cualquier persona del público creía.

También podían hacer que los atletas perdieran su concentración. Y aunque Shiryu disfrutaba de los alagos y los aplausos, siempre lo hacía al final. Nunca verías al mayor de los hermanos Haizaki regodearse al inicio o durante el trascurso de un circuito. Jamás.

Escuchó la sirena que daba inicio a su carrera. El primer obstáculo fue sencillo, unas escaleras del parque que debía bajar, no de la forma tradicional, por supuesto. Una voltereta hacia el frente fue suficiente para ir calentando. Después llegaron las pequeñas construcciones de colores que habían puesto a lo largo del camino recto. Eran de diferentes tamaños y formas e impedían que pasases corriendo sin más. Había que treparlas o saltarlas si querías continuar, no fueron un problema para el chico.

Llegó a la parte donde estaba el mayor salto, en el filo del barandal de piedra vio la caída de tres metros. Dio un pequeño salto a la vez que giraba el cuerpo para agarrarse a la baranda con las manos mientras el resto de su cuerpo colgaba. Con un leve impulso alcanzó a poner sus pies sobre una estatua de un tejón que había justo debajo, un poco a la izquierda. Aprovechó el impulso para de nuevo regalar una voltereta, esta vez doble y hacia atrás, al público y los jueces.

Había una parte del circuito que él había notado que quedaba un poco vacía. El camino de 10 metros hasta llegar al último de los obstáculo, no cometería el error de los otros competidores de solo correr dejando vacíos varios segundos en su exhibición, uso los propios banco de madera a ambos lados del carril para dedicar algunos trucos más que la verdad se veían de una dificultad considerable.

Por fin llegó a la última parte, una pared vertical de otros tres metros que debía de subir al igual que había bajado la anterior. De manera perpendicular por detrás pasaban las escaleras que permitían subir normalmente. A diferencia de otros participantes él las aprovechó para subir más rápido, pero no por ello de manera más aburrida ya que subió el muro en tres saltos que le hicieron llegar arriba casi pareciendo una maldita cabra montesa. Como si fuera normal para cualquier persona hacer eso y no te pudieras partir la crisma si lo intentabas y salía mal.

Solo él y Endo había subido de esa manera, cada uno dando su toque y demostrando el nivel que Mirai Academy otorgaba a sus deportistas. En cuanto terminó todos aquellos que habían estado observando desde diferentes partes del parque aplaudieron. Esta vez Shiryu sí que se recreó un poco más entre las ovaciones pero en seguida marchó a reunirse con sus amigos.

La opinión que más le importaba en aquel momento era la de su novio que le recibió con un abrazo y un beso que jamás se le hubiera ocurrido rechazar. Un beso demasiado fogoso para el sitio donde estaban.

—Ey ya, no os comáis aquí —escucharon decir a Mackenzie.

—Vais a salir en la tele por hacer cochinadas en público —rió Midorikawa.

Leo se dio cuenta de su error y avergonzado regresó a su sitio en el banco al lado de Kiyama. El pelirrojo le dio unos golpecitos en la espalda como apoyo.

—Veo que te has divertido ahí —Haizaki se acercó a su hermano.

—Deberías enfrentarte a mi algún día —dijo retándolo Shiryu.

—Cuando tú me aceptes a mi un enfrentamiento en boxeo.

Shiryu soltó una carcajada y estrechó la mano de Ryohei.

—Muy bien Haizaki —habló Diana que se acercó al grupo—. Como siempre, solo trata de tener menos distracciones durante los entrenamientos. Mejorarías mucho más y más rápido.

El peligris no le dio demasiada importancia a sus palabras, aunque de todas formas asintió.

—Yagami prepárate, sales después del competidor que va ahora —avisó la profesora a su alumna.

—Hay treinta y dos competidores y tan solo tres chicas, se ve algo desequilibrado —comentó Kiyama.

—Suele pasar en las competiciones mixtas —dijo Endo—. Muchos chicos piensan que las mujeres no podrían igualarles el ritmo, que deben quedarse en las competiciones femeninas. Las chicas se desmotivan e incluso en ocasiones llegan a ser acosadas e insultadas en las competiciones mixtas, por ello no suelen participar muchas.

—Por suerte eso solo pasa en los niveles bajos, hay algunos idiotas que deben madurar —rodó los ojos Shiryu—. En los niveles profesionales ya no pasa eso.

Shiryu notó como Mackenzie apretó los puños sobre sus piernas. Sabía que ver todo aquello la frustraría más de lo que ya lo estaba, pero había insistido tanto en que la dejara acompañarlos que no pudo negarse. Después de todo ahora que no podía participar en las competiciones lo único que le quedaba era observar.

—Bueno pero nuestra Reina le da mil vueltas a todos, incluso a vosotros dos —aseguró Midorikawa— ¿No es cierto? —pero no recibió respuesta— ¿Reina?

La chica de mechones azules estaba absorta en su propio mundo. No estaba escuchando la conversación de sus amigos, se limitó a tomar un trago de su botella de agua y caminar hacia el lugar en el que daba comienzo el circuito pues el chico que iba antes que ella y después de Shiryu ya había comenzado.

—¿Qué le pasa? —preguntó Haizaki.

—No es nada, siempre está así de seria antes de empezar —dijo Endo.

Aun así Shiryu enarcó una ceja no muy seguro del estado de su compañera.

—Oye ¿por qué no vamos a tomar algo cuando nos marchemos para celebrar vuestra victoria? —propuso Midorikawa.

—¿Ya estas dando por hecho que van a ganar? —preguntó Kiyama.

—Por supuesto.

—Ni hablar, después volveremos directamente a la academia, tenemos que hacer la reunión postcompetencia —intervino Diana tajante.

—Aguafiestas —susurró Midorikawa para que la mujer no lo escuchara.

Aun así Bernard le dio un leve codazo en señal de que no debía decir esas cosas. Menos con la entrenadora presente a tan solo unos metros.

—¡Próxima participante, Yagami Reina! —anunció la persona que vigilaba en el punto de inicio.

De nuevo como en todas las veces anteriores se escucharon vítores y aplausos. También algún abucheo absurdo y por suerte opacado de algún imbécil.

La sirena sonó una vez más en aquel día y el turno de Reina dio comienzo. Aunque ya desde el principio empezó mal. Para ojos inexpertos no hubo casi diferencia, pero para ojos de competidores y público experimentado era obvio que había salido tarde. No pasó desapercibido para Shiryu, Endo y Diana.

La primera prueba le salió perfecta, increíble incluso. Estaban seguros que obtendría unas de las puntuaciones más altas en esa parte. Esto no duró hasta el siguiente obstáculo pues en uno de los saltos tropezó perdiendo un poco el equilibrio y teniendo que apoyarse en una pared para no caer, se recuperó rápido y siguió.

—¿Un error? —preguntó Endo acercándose a Shiryu.

—Reina no comente errores, y tampoco tiene despistes como esos —aseguró frunciendo el ceño.

Llegó al salto de tres metros. Se preparó e hizo el mismo truco de Shiryu de girar para agarrarse del filo mientras colgaba para luego tratar de apoyarse en la estatua. Solo que calculó mal y los compañeros de Yagami se dieron cuenta al instante.

El pie de Reina resbaló, no consiguió la estabilidad suficiente y al bajar al suelo cayó de lado golpeando su costado contra el suelo. Se vio doloroso.

—¡Reina! —gritaron Shiryu y Endo a la vez corriendo hacia el lugar donde la chica permanecía aún.

Diana también fue corriendo siendo seguida por Bernard. Cuando Kiyama y Midorikawa quisieron ir también Jun lo impidió.

—Dejad que ellos se encarguen —pidió con un gesto serio.

Vieron como Reina se reincorporaba pero permanecía sentada mientras un auxiliar médico de los que habían contratado para la competición la examinaba. No parecía que pasara nada grave ya que la chica se levantó por su propio pie, pero parecía agarrarse el brazo con una mueca de dolor.

—Se ha hecho daño —aseguró Maya—. En el hombro probablemente.

Solo pudieron ver como el auxiliar se la llevaba con él y Diana los seguía.



















Y hasta aquí el capítulo de hoy con el secuestro de Yuna y Sadao por parte de los miembros de diseño de moda y la competición de parkour con final regulero :")

Espero que os haya gustado el chisme y el final inesperado.

En los próximos capítulos si no mal recuerdo ya se vienen un par de cosas más bonitas. Sin dejar el drama adolescente que caracteriza este slice of live XD

~Nova/Dreamer

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