¿Alguna vez has amado a alguien con una intensidad que quema?

Una de las ideas acerca del amor es que es irracional. Y es cierto. El amor no entiende de fronteras ni entiende de etnias. Por no entender, el amor no entiende de mundos ni de leyes divinas.

Por eso, hasta el mismísimo ángel caído es capaz de sucumbir al amor y a sus peligros. Él, cuyo lema es el desdén por toda vida más allá de su reino. Él, que juró odiar a los descendientes del cielo y a los que les rendían culto; que añoraba corromper una a una aquellas almas devotas para así poder torturarlas entre las ardientes y eternas llamas del infierno.

No obstante, el amor es una trampa en la que hasta él puede caer.

Y enamorarse del diablo tampoco es algo sencillo. Nadie en su sano juicio puede sentir algo semejante por la encarnación del mal, por la viva imagen de todo aquello que desprecias.

Pero como ya se ha mencionado, el amor es irracional.

¿Será capaz la bestia de no ser su víctima? ¿O será capaz la victima de no sucumbir ante la bestia?