Capítulo 31.
— ¡Qué maravilla! — exclamó ___, mientras corría en dirección al lago. Estaba utilizando un traje de baño color blanco, y se veía hermosa. — ¡Ay, el agua está muy fría! — reí levemente, mientras la miraba a la distancia.
Como quisiera no tener esta maldición, para poder ir a su lado y bañarnos juntos. Aunque creo que moriría avergonzado, antes siquiera de llegar hasta donde se encontraba.
—Es una pena que no podamos ir nosotros también, ¿no crees Ranma? — mi padre se encontraba sentado a mi lado, observando el lago. —Una ducha fría nos vendría muy bien a ambos— asentí.
—Bueno, parece que hoy estás llena de vida, querida sobrina— el señor Soun se paseaba con una toalla rodeando au cuello, ¿la ropa que llevaba se podía hacer pasar por traje de baño?
—No vale la pena quedarse metida en la tienda, cuando estamos tan cerca de esta belleza— señaló el agua, y luego sonrió ampliamente, antes de sumerjirse.
Sonreí. Al menos ella lo estaba disfrutando.
—Oye Ranma— giré en dirección a la voz que me llamaba.
— ¿Akane? — cuestioné.
—Si, bueno, es que me gustaría que hablaramos de alg-
— ¡MALDITA SEA MAESTRO, LE HE DICHO QUE ME DEJE EN PAZ, SUS ANTEPASADOS DEBEN ESTAR AVERGONZADO DE USTED! — me levanté de inmediato, al escuchar los gritos de ____.
Su codo se encontraba aprisionando la cabeza del maestro Happosai contra las rocas.
—Ya verá viejo asqueroso— murmuré, mientras caminaba en su dirección.
Una mano me detuvo, sosteniéndome con fuerza del hombro.
—Deja que ella le castigue, Ranma— el padre de Akane mantenía su vista fija en la castaña.
—Si— fue mi única respuesta.
Ella es lo suficientemente capaz de defenderse sin mi ayuda.
Narra ___.
Me levanté con lentitud, observando cada movimiento del maestro. Aparentemente no estaba en condiciones de molestarme, o al menos no por un rato.
— ¡Mis niñas! — en cuanto estuve más metida en el agua del lago, escuché ese grito y algo golpeó contra mi espalda, perdí el equilibrio y caí de frente.
Sin contar que una roca estaba tan cerca mío.
Narra Ranma.
El corazón se me aceleró, y me moví de inmediato.
No llegué a tiempo.
Observé cómo mi novia se golpeaba con fuerza la cabeza, y la corriente del lago se llevaba su cuerpo inconsciente.
— ¡MAESTROLE JURO QUE LE HARÉ VER EL INFIERNO! — grité, mientras saltaba se roca en roca. Happosai trataba de mantenerse adherido a la espalda de ___.
—Ranma hijo fue un accidente, te juro que yo no quería— gruñí con fuerza, y casi me ahogo con mi propia saliva, en cuanto ví lo que parecía ser el final del lago.
Definitivamente, era una cascada. Tendría que mojarme para poder sacar a ___, y evitar el impacto.
No lo pensé dos veces.
Me lancé al agua, y por los pelos logré alcanzar su mano. No había rastro de ese anciano, el muy astuto debió de haberse escapado en cuanto vió lo mismo que yo.
Con algo de esfuerzo, arrastré a mi pareja hasta la orilla. Sin duda estabamos algo lejos de donde se encontraban los demás.
— ¿___? Por favor despierta— odié tener que escuchar mi voz como mujer, en esta situación. —Vamos, tienes que despertar— rogué.
Después de unos interminables minutos, un pequeño quejido salió de sus labios.
Y luego llevó la mano a su cabeza y vomitó agua.
Acaricié su espalda, la preocupación me carcomía.
Narra ___.
La cabeza me dolía por montones, ¿qué diablos había pasado?
—Está bien, estoy aquí— me giré levemente, para toparme con Ranma en su versión mujer.
— ¿Cielo? — cuestioné, mientras una oleada de dolor me abrumaba.
—Sí, anda, dejame ayudarte a que te levantes— mis piernas temblaron, al tiempo que mi novio trataba de levantarme. —Odio no ser hombre— gruñó, al ver que eramos casi de la misma estatura.
No pude evitar sonreír.
—Gracias— murmuré, y besé su mejilla.
[. ♡ .]
—Bien, estamos perdidos— Ranma terminaba de retirarse la ropa, quedando así tan solo en su bóxer y camisa. —Nos tocará pasar aquí la noche— se giró para verme, sus ojos irradiando preocupación. —La noche empezará a caer pronto, ¿no tienes frío? — asentí levemente, mientras me abrazaba a mí misma.
—Me duele la cabeza— susurré, más para mí misma que para él. . . ¿O ella?
—Ven aquí— extendió ampliamente sus brazos, a lo que yo sonreí y me acerqué a él, rodeándole con los míos.
Sus labios se posaron en mi cabeza, y le sentí temblar. Claro, el no era un chico tan afectivo, pero me hacía sentie mut feliz que tratara de ayudar.
—Podemos caminar un poco más— asintió y nos separamos, casi le rogué que me tomara de la mano.
Mientras nos adentrabamos más en aquel bosque, varias veces el estómago de ambos rugió. Hacía horas que no comíamos nada, y dado que estabamos perdidos, no es como si tuvieramos mucha opción.
La noche nos vino arriba, y con ella, un frío endemoniado.
—Deberíamos volver a la cueva— murmuró, estuve a punto de acceder, hasta que visualicé algo poco usual.
—Ranma, mira eso, ¿no son aguas termales? — señalé hacia nuestro frente, y corrí hasta él. — ¡Lo son! Vamos a entrar— ni siquiera había pestañeado, cuando ya un desnudo cuerpo femenino se estaba tirando de un salto al agua.
El cabello negro fue lo primero que vi, luego escuché la gloriosa voz de Ranma, el cual gritaba de alegría.
Con cuidado me retiré el traje de baño, y lo dejé junto a las rocas. Mi novio estaba de espaldas, para cuando me adentré.
—Quien diría que aquí se encontrarían aguas termales, ¿no crees? . . . uhm— el agua me cubría para cuando se dió la vuelta, pero estoy segura de que lo había notado.
—El agua está muy buena, ¿no te parece? — Ranma seguía mirandome, como si de un fantasma se tratase. — ¿Qué? — cuestioné.
— ¿Estás uhm. . . desnuda? — asentí levemente, y el retrocedió.
—Estás siendo dramático, nos bañamos juntos todos los días. Además, tu también estás desnudo, y no te lo he reprochado— dije, al tiempo que me sentaba en una roca.
Cerré los ojos y me relajé, sintiendo el agua calentar mi piel, era muy agradable.
— ¿Segura que esto está bien? — me sobresalté al escuchar la voz de mi pareja.
—Este. . . Si, no estamos haciendo nada malo— admití, abriendo los ojos para verle.
Estaba sentado junto a mí, con un ligero sonrojo. Sus ojos no se atrevían a dar con los míos, más bien, miraba siempre hacia el otro lado, como si estuviera evitando a toda costa el verme.
—Ranma, dime algo. . . ¿Tienes planeado hacerme tu esposa? — casi temí su respuesta, pero necesitaba saberla.
—Pues por algo ya te dí el anillo de promesa— mi corazón dió un vuelco al escuchar aquello, y no pude evitar sonreír ampliamente.
—Hey, estamos solos, no tengas tanto miedo— conduje mis manos hasta sus mejillas y le hice mirarme.
Para este punto, el pobre parecía un tomate.
—Te quiero— musité, mientras juntaba nuestras frentes.
—Yo. . . Bueno— asentí, no era necesario que lo dijera. —También te quiero— susurró.
No sé quien se movió primero, pero cuando menos me dí cuenta, estabamos besándonos en las aguas, estando ambos en medio de la nada.
Narra Akane.
—No hemos podido econtrarlos— bajé la mirada, al escuchar esas palabras.
—Mañana continuaremos con la búsqueda, por ahora es mejor dormir— añadió el tío Genma.
—Pero— traté de insistir, sin embargo ellos negaron.
—Puedes estar tranquila, Akane. Ranma se sabe desenvolver en estos casos, y estoy seguro de que ellos sabrán sobrevivir una noche solos. A lo mejor estan dormidos ahora mismo— papá se metió en su tienda.
—Yo no lo creo. . . — murmuré.
—Debes confiar en ellos, Akane. Ambos estarán bien, te lo aseguro— asentí ante las palabras de Kasumi, sin seguir muy convencida.
Esperaría, y cuando todo el mundo estuviera dormido, entonces saldría yo a encontrar a Ranma por mi propia cuenta.
Narra ____.
Esto no estaba nada bien.
No sé si era el calor de las aguas termales, o el calor corporal de Ranma, pero me sentía algo mareada y fuera de mí misma.
Estaba sentada en su regazo, tratando de recuperar el aliento, tras nuestros besos fogosos de hace unos instantes.
—No creo que estemos preparados para esto— dijo mi novio, mientras me miraba.
¿Estaría algún día preparada para perder la virginidad con él? No tenía respuesta a ello.
—Quiero. . . Quiero ir un poco más allá— admití. —Pero tengo miedo de que luego no podamos parar— Ranma asintió.
—Pienso lo mismo— agregó.
Las ganas de seguir eran muy latentes en mi, casi tanto como el latido de mi corazón, el cual se aceleraba cada vez más.
Yo quería. . .
—Solo un poco— pedí, mirándole a los ojos.
Quería que me acariciara, aunque fuera mi cintura desnuda.
—No puedo irrespetarte así— emitió, casi con pena.
—Yo quiero que lo hagas, asi que tienes mi consentimiento y no es una falta de respeto— sus manos temblaban, mientras se posaban en mi cadera.
—Yo. . . No me creo capaz— declaró.
Pero sus ojos claramente me indicaban que si quería.
Me armé de valor, era solo un poco, al fin y al cabo.
Narra Akane.
Daba vueltas en mi saco de dormir, ¿en qué estarían metidos aquellos dos?
No podía creer lo que estaba pasando, tampoco parecía poder asimilar que mi prima estaba saliendo con el chico que me gustaba, con mi prometido.
¿Cómo es que las cosas habían terminado así de mal? No comprendo, ni siquiera si me lo explican.
Es como si su amor fuera de la noche a la mañana, sabía que se llevaban bien, pero no pensé que fuera a pasar a cosas tan serias, como lo había hecho.
Y lo peor de todo, es que parecía que todos lo aceptaban con total normalidad, y eso me molestaba aún más.
No era justo, él debía de casarse conmigo, yo era su prometida, pero decidió quedarse con mi prima.
Y eso hacía que me hieviera la sangre.
Narra ____.
Suspiré, mientras sentía los dedos de Ranma acariciar mi pecho.
—Son muy suaves— murmuró.
No supe que responder a eso. Estaba segura de que mis mejillas estaban encendidas.
—Me siento extraña— murmuré, mientras observaba sus manos, bajo el agua, cubrir mis pechos. —Digo, ambos tenemos 17 años, tenemos planes de comprometernos y nos amamos, pero. . . — suspiré, reposando mi frente en el hombro de Ranma.
—Está bien, no tenemos que hacer esto, quiero tomarme mi tiempo— en cuanto su tacto se alejó de mí, me sentí vacía.
Salimos de las aguas termales y nos vestimos, caminamos en silencio de vuelta a la cueva, y al llegar nos recostamos en el suelo, abrazados.
Ranma besó mis labios de manera corta, antes de que ambos quedaramos dormidos.
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