Capítulo XXXV: Lección
Mi estadía en New York se ha extendido más de lo que esperaba. En parte había restado importancia a eso, porque tenía con quién entretenerme. Alguien que ha resultado ser una mentira. Mientras estoy aquí parado viendo por el cristal las luces de los edificios y fumando un cigarrillo, mis pensamientos afloran sin control, pero llegan a un solo punto.
London es la única que ha echado a la basura mis intenciones. Es la que elige al chico bueno en vez del malo, es la que no necesita ninguna lección y es la que se había acercado un poco a descontrolar mi corazón.
Mi determinación por acorralarla se desploma en el momento en qué me enteraba que London y mi amigo son amantes. Detesto recordar esa circunstancia, al dejar que mi ser vacilara, queriendo cegarme con recuerdos de un pasado que he dejado congelado en el tiempo.
De pronto, siento una gran desolación aplastándome. Algo que se ve irrumpido cuando mi celular suena. Lo saco de mi bolsillo para verificar quién se atreve a llamarme a estas horas de la noche.
En la pantalla se enmarca su nombre.
London.
¿Por qué me llama? Le he dado la oportunidad con los 400.000 dólares de alejarse de mí, y ahí está, llamando cuando siempre he sido quien lo ha hecho.
¿A qué estás jugando?
Doy clic en aceptar y dejo que sea ella quien hable primero.
—¿Random? —La escucho indecisa, algo nerviosa.
Trago mi orgullo para seguir su juego.
—¿Qué quieres? —pregunto seco.
—Tengo un problema —susurra, en voz baja, como si quisiera que alguien más no la escuchara.
De seguro debe estar con él.
—¿Y qué tengo que ver en eso? —cuestiono.
Mantengo mi dureza al momento de hablarle, no le daré un espacio para bajar mi guardia.
—Rompí los cheques —empieza a decir—. Estaba con coraje que dañé todos los cheques que me has dado. Mi amiga... —titubea—. Mi amiga era la única razón por la que aceptaba el dinero y tu trato, por eso hice pedazo cada uno, porque no tenía sentido utilizar algo que era para salvar su vida. —Puedo escuchar al otro lado de la línea que se le escapa un suspiro—. Ahora es mi vida la que está en riesgo.
¿Y espera que le crea eso?
A pesar de que no tiene manera de hacerme darle más dinero. El retiro del mismo en el banco debe ser bajo mi autorización personal, y no solo por un cheque que tiene mi firma. Sé que no ha retirado el monto; no, hasta ahora. Estoy aburrido de su juego aceptando que es el momento preciso de concluir el mío.
—Lo siento, London. —Exhalo un poco de humo del cigarrillo—. Debes aprender una lección: un verdadero chico malo no le interesa tu bienestar, no le interesa nada que venga de ti excepto el sexo; te diría que el dinero, pero no lo tienes.
—¡¿Qué?! —suelta.
—Adiós, London. —puntualizo—. olvídate que existo.
Cuelgo.
Al menos aprenderá que conmigo nunca se debía de haber metido. Solo espero que termine esta semana para marcharme lejos de aquí.
*Dejo esto por aquí y salgo corriendo :V
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