Hak x Yona
Dedicado a Sweet_Meli
El Secreto De La Luna
¿Qué tan dramático podría ser besar a esa chica llorona bajo el cielo nocturno?
Había pasado algún tiempo desde la última vez que le mostró a la luna sus lágrimas mientras dormía, pero ahí estaba, deshaciéndome el alma, llorando con alguna pesadilla de la que no era capaz de salvarla. Se encontraba lejos, en un mundo que yo no podía tocar, en donde no podía existir un ella y yo como iguales, en donde sólo éramos una pequeña princesa al cuidado de un desaliñado sirviente.
Esa noche, no se levantó a practicar con el arco como de costumbre, estaba muy agotada como para saber de sí misma y yo era muy cobarde como para acercarme sin permiso; quería tocarla, secar sus lágrimas o llorar con ella para tragarme su dolor, quería acariciarle el rostro y desgastarme en su cuerpo. Pero era imposible, y si me atrevía a hacerlo mientras estuviera tan vulnerable, su fragilidad me ataría y me vería incapaz de mantenerme tranquilo.
—¿No deberías dormir? —Una voz infantil se escabulló desde mis más preciosos recuerdos— ¡Hey, Hak! Juega con nosotros —sonrió el pequeño bastardo de Soon Won en la forma del niño que solía considerar mi hermano—. ¡Yona está esperando por nosotros!
—No... detente —murmuré—. ¿Cómo te atreves a pronunciar su nombre después de lo que hiciste? —dije iracundo, conteniendo mi rabia a sabiendas que sólo era un fantasma del pasado y cerré los ojos en un esfuerzo por hacerlo desaparecer— Ya, vete.
—¿Lo que hice? —dijo inocentemente— ¿Por qué debo irme si quiero permanecer a su lado? —sollozó— Oye, Hak.
—Basta... déjame solo.
—¿Hak? —La voz aquel niño seguía llorando, Soo Won seguía llorando—... Hak, Hak. ¡Hak!
Abrí los ojos y la ilusión se había desvanecido, era la princesa quien ahora me llamaba entre sueños. Sin pensarlo dos veces, corrí a asegurarme de que estuviera bien y palmeé su hombro en casi una caricia cuando su mano buscó la mía y la apretó aun dormida.
—Hak... —lloró por mí—. No me dejes sola... Hak.
—Estoy aquí —suspiré—. No podría apartarme de ti aunque quisiera.
Me senté a su lado, reclinándome en mi propia lanza hasta caer rendido, sin soltar la mano de la princesa. Por la mañana, un vergonzoso despertar nos recibió a ambos. Su rostro se enrojeció al notar la calidez de mi mano en la suya y lo mismo sucedió conmigo. Se veía graciosa, pero sobretodo, se veía tan delicada y hermosa como siempre, incluso cuando sólo acababa de levantarse.
—¿P-por qué estamos tomados de la mano? —inquirió avergonzada y solté su mano con cierto pesar.
—Anoche no dejabas de lloriquear por mí y cuando me acerqué, no importó cuánto me resistiera, no dejaste ir mi mano una vez la tuviste en tu poder. No te hagas ideas raras en la cabeza —resoplé—. Pervertida.
—¡¿Yo?! —Sus mejillas se enrojecieron aun más e hizo un puchero— ¡Tú lo eres! ¡Hak, pervertido!
—Sí, sí. Como digas, sólo estaba cumpliendo con mi trabajo.
—¿Eh?
—"Hak, Hak", ¿cómo iba a ignorar que me llamaras de esa forma tan desesperada? Es mi trabajo protegerte. —La miré a los ojos y me acerqué ligeramente a su rostro para impedir que apartase la mirada—. Escucha, princesa. No importa lo que pase, aun si mi cuerpo se desgasta o si me quedo sin aliento, permaneceré vigilándote. Jamás voy a apartarme de tu lado, aunque me cueste la vida.
—No —dijo débilmente mientras sus ojos se enrojecían, listos para volver a quebrarse en llanto—, ¿cómo te atreves? No vuelvas a decir eso.
—¿Princesa? —La miré confundido.
—Hak, no quiero que tomes tu vida tan a la ligera —Levantó el rostro y se acercó a mí bruscamente, atormentándome al dejar tan sólo unos leves centímetros de distancia entre nuestros labios—. Yo voy a hacerme fuerte y te protegeré. Así que no permitiré que arrojes tu vida por una inútil como yo. Sólo espera un poco y ya no tendrás que cuidar de mí, lograré que mires mi espalda en vez de yo mirar siempre la tuya. Hak, haré que necesites de mí.
La firmeza y seguridad de sus palabras me arrebató una sonrisa, no podía dejar de mirar aquellos ojos llenos de lágrimas que eran sólo mías y para mí. La brisa ondeó truenos rojizos al viento como si las hebras de su corta cabellera se fundieran en el color del despertar del cielo; esos cabellos rojos tan seductores que se atrevió a cortar alguna vez en un arrebato de pánico por miedo a perderme. Yona era mi princesa en lo más profundo de mi inmoralidad, pero en realidad yo le pertenecía sólo como una herramienta para su supervivencia, como su primer aliado tras haber sido exiliados del castillo, y como el único amigo de su infancia que no la había traicionado. Ella no sabía que ya la necesitaba, que me había atrapado por completo y que justo ahora me moría por atraparla a ella.
—Ten cuidado, princesa. Si me hablas de esa forma, puede que ya no sea capaz de contenerme.
Mitigué la sonrisa de mi rostro... Contrólate, contrólate, contrólate. No pierdas el temple, la asustarás de nuevo.
—¿Hak? —pronunció dulcemente, regresándome a la realidad— ¿Por qué habrías de contenerte?
Su mano alcanzó mi mejilla y ya no supe qué hacer. La aparté, no podía tenerla tan cerca sin peligro alguno porque entonces en peligro acabaría convirtiéndome yo. Me alejé y fui con los demás. Más tarde, no me despegaría de su lado, pero me pasaría el resto del día evitando tener alguna conversación demasiado larga con ella para así lograr evadir el tema, haciéndola enojar sin darme cuenta.
La noche cayó con lentitud agobiante y mis más impuros deseos comenzaban a crecer, haciéndose más y más molestos. No podía huir por siempre, no podía enfrentarme a ella, tampoco era capaz de alejarme y correr lejos del imperio como un fugitivo del amor.
Amor.
Que palabra tan poderosa y ambigua... ¿Qué es y por qué existe? ¿Por qué viene a nublarme el juicio cuando ni yo mismo sé qué siento exactamente? Sólo soy un pervertido enredado en la red de una pelirroja, ¿o es que realmente he sido cautivado a tal grado por ella? ¿Es esto amor? ¿Y por qué me tortura ahora...? No. Siempre ha sido así. Siempre me hice a un lado porque siempre creí que era incorrecto acercarme. Ella estaba enamorada de Soo Won, mi amigo, y él la amaba; pero la traicionó, me traicionó y traicionó al reino, ¿entonces esa situación qué me convertía a mí? Ese imbécil ahora era un obstáculo para mí, incluso para la princesa. Desde nuestro exilio del castillo, todo en mi cabeza suele regresar a él. A veces me pregunto si seré capaz de atravesarlo con mi lanza si llegara a ponerse en mi camino. ¿Tendría que estar la princesa en peligro para que yo pudiera atacarle sin dudar?
—Hak —pronunció la mujer que me revolvía la mente y desmoronó mis pensamientos en ese instante.
Estábamos en campo abierto, con la noche sirviéndonos de techo y el césped de alfombra; gradualmente, el exterior ya se había vuelto nuestro hogar. Ella se acercó y se tumbó en el suelo, invitándome a sentarme a su lado y obedecí, listo para rendirme ante el dolor y sellar aquellos sentimientos impensables.
—Lo siento si te hice enojar —sonrió en una disculpa triste.
—Yo soy quien debería disculparse, me he comportado como un niño.
—Está bien.
—¿Lo está? —La miré.
—Recuerdo mi sueño... Morías en él, junto con mi padre. —Su rostro se ensombreció—. Intentabas protegerme y me sentí tan inútil, tan sola.
Sus palabras se clavaban en mí letra por letra y yo me hería a mí mismo al forzarme a pensar en la realidad, en que no tenía permiso de abrazarla, de quedarme con ella, de tocarla, de sentirla... De hacer todas aquellas cosas que no podía evitar pensar cuando me hablaba con tal apego.
—Hak, yo no sé qué haría si llegaran a alejarte de mi lado. Es por eso que... —Se giró para darme la cara, aun en la oscuridad pude notar que estaba sonrojada y de repente el corazón comenzó a latirme con fuerza—. ¡Es por eso que...! —Mordió su labio inferior y sentí la necesidad de gritarle que acabara la endemoniada frase de una vez— ¡Es por eso que...! ¡
Hak! ¡No quiero que te contengas más!
Abrí los ojos de par en par, ella no podía ser consciente del peso de lo que acababa de decir. No es que la princesa fuese una idiota pero era sólo una niña. El corazón se me salió del pecho un instante. Yona se abalanzó sobre mí y me abrazó hasta hundir su cara en mi cuello, acelerando más y más mis latidos con su pequeña respiración dibujándose en mi piel. Estaba al borde de perder el control, me estaba volviendo loco.
—No sabes lo que dices —susurré.
—Eres tú el que no entiende que yo te he estado buscando todo este tiempo. Había alguien a quien creí amar, alguien a quien creí odiar, pero al final me di cuenta de que sólo sentía tristeza por él, porque en realidad extraño vivir como cuando era una niña tonta y feliz que jugaba a diario con dos idiotas.
»Nunca me di cuenta de que la única persona que me daba algo que sentir con tal fuerza eras tú, porque tú has estado ahí para mí más que nadie y tú me has arrancado a este viejo amor del pecho, ocupando su lugar. No. Él, Soo Won ya no existe en mi pecho como tú existes y lates ahora... Hak, di algo o voy a ponerme a llorar.
Pero no dije nada. La aparté de mí, no podía creer que ahora de mis ojos se desprendían pequeñas lágrimas. Estaba tan feliz y tan confundido, aunque sólo por esa noche me atreví a dejarme llevar, a despojarme de las cadenas de la razón y dejar que mi cuerpo se moviera por su cuenta. Me sentí libre por primera vez en mucho tiempo. Casi sin notarlo, las lágrimas cesaron y me incliné en un movimiento letárgico hasta unir, temeroso, mis labios con los suyos. Ella no me apartó, se quedó quieta y la empujé hasta tirarla sobre el césped, dejando en aquel dulce y desesperado beso todos los impulsos que había detenido a lo largo de los años, fundiéndome en su boca con la pasión de la bestia en la que me había convertido; pero sin dejar de ser gentil porque justo en ese momento acababa de desnudar mi mayor debilidad ante la mujer que amaba. Separarnos se convirtió en nuestra mayor tragedia; sin embargo, necesitaba decir algo para recobrar un poco de mi cordura, para creer que aquello era real y no un cruel sueño.
—Más nunca te dejaré ir —susurré en su oreja, logrando que se estremeciera. Sonreí.
—No te dejaré hacerlo —sonrió.
—No podré protegerte si me dejo llevar.
—Yo cuidaré tu espalda a partir de ahora.
Sólo me acerqué de nuevo y la volví a besar. Era imposible que resultara, pero sólo por esta noche me permití ser yo mismo y demostrarle cuánto la amaba y cuánto la necesitaba. Por esta noche, la luna guardaría nuestro secreto en su profunda luz y las estrellas nos observarían, celosas de pecar al igual que nosotros. Por esta noche ya no seríamos una princesa y su desaliñado sirviente; sólo éramos Yona y Hak, una mujer y un hombre complementando uno la pasión del otro hasta que se nos acabara el aliento, porque ya mañana saldría un sol ajeno a nuestro pecado nocturno y volveríamos a lastimarnos el uno al otro porque no podríamos estar juntos tan fácilmente. Quizás, sólo por las noches, la luna guardaría nuestro secreto y nos dejaría desaparecer en medio de su noche.
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