━━━Capítulo 04 | El Primer Paseo en Eros

La tienda de encajes de la señora Park era un bullicio de colores y susurros.

El cálido sol filtraba sus rayos a través de las vitrinas, iluminando los delicados tejidos que colgaban en perchas. En medio de esta escena encantadora, el señorito Sobong Minsiuk recorría los pasillos, acompañado por su chaperón, el señor Baek.

—El encaje de esta temporada es realmente exquisito, señor Baek —comentó Minsiuk, deteniéndose frente a una colección de encajes florales—. Creo que el verde esmeralda le sentaría maravillosamente a mi madre.

El señor Baek asintió con una sonrisa complacida. Justo en ese momento, la puerta de la tienda se abrió y un par de nuevas figuras hizo su entrada.

Kim Beomjin, entró seguido por su esposo, el sheriff Kim Mingyu. Los niños Jae y Jiho, de seis y cuatro años, respectivamente, trotaron detrás de ellos con la energía típica de su edad.

Beomjin estaba a punto de mirar los encajes cuando notó la presencia de Minsiuk. Sus ojos se iluminaron y se dirigió con pasos elegantes hacia él.

—¡Ah, qué coincidencia! No esperaba encontrar a un conocido en esta tienda. No había tenido tiempo de presentarme, soy Kim Beomjin, y este es mi esposo, el sheriff Kim Mingyu. Y nuestros pequeños, Jae y Jiho —Beomjin hizo una inclinación cortés y luego extendió su mano hacia Minsiuk—. Es un placer conocerle al fin, señorito Sobong.

Minsiuk aceptó el saludo con una sonrisa educada, sintiendo una chispa de curiosidad por el omega sofisticado que tenía delante.

—El placer es mío, señor Kim. ¿Qué les trae por aquí?

—Estamos buscando encajes para mejorar el vestuario de nuestros pequeños, y para mí, claro está —respondió Beomjin, riendo ligeramente—. Aunque mi esposo insiste en usar esas botas sucias de siempre, no puedo evitar intentar darle un poco de estilo.

Mingyu, al escuchar el comentario, soltó una risa baja mientras se rascaba la nuca, luciendo un poco avergonzado.

—Beomjin tiene razón. ¿Cómo se puede estar en una tienda de encajes y no buscar algo bonito para uno mismo? —dijo Mingyu, sonriendo con cariño hacia su esposo.

Minsiuk, divertido por el intercambio, observó cómo Beomjin examinaba los encajes con meticulosa atención. Los niños, Jae y Jiho, se acercaron a Minsiuk, mirándolo con curiosidad y admiración.

—¿Te gustan los encajes, pequeño? —preguntó Minsiuk a Jae, quien asintió enérgicamente.

—Sí, ¡y me gustan mucho los tuyos también! —dijo Jae, mirando el elegante conjunto de Minsiuk con admiración—. ¿Te gustaría casarte conmigo?

Las risas llenaron el aire en la tienda mientras Minsiuk se sonrojaba y Beomjin trataba de contener una risa encantada.

—¡Oh, eso es muy halagador, pequeño! —dijo Minsiuk, inclinándose ligeramente—. Pero creo que tendré que decir que aún no estoy listo para el matrimonio con alguien de tu alta clase social. Sin embargo, me encantaría conocerlos mejor. ¿Qué les parece si me acompañan a tomar el té a mi casa? Así podríamos seguir hablando de encajes y moda.

Beomjin asintió rápidamente, emocionado por la invitación y encantado con la amabilidad de Minsiuk. No siempre estaba cerca de personas tan refinadas.

—¡Eso suena perfecto! —dijo Beomjin—. A los niños les encantaría. ¿Verdad, chicos?

Los niños gritaron un “¡Sí!” unánime, y todos se dirigieron hacia la salida de la tienda.

Minsiuk y Beomjin siguieron conversando animadamente sobre encajes y moda mientras se dirigían a la casa de Minsiuk.

La mansión Sobong estaba adornada con elegancia y opulencia, reflejando la riqueza de la familia banquera. Minsiuk estaba sentado en el gran salón con el señor Baek que permanecía atento pero visiblemente incómodo.

La habitación estaba llena del aroma del té recién hecho, mezclado con el delicado perfume que Minsiuk había elegido para la ocasión. Los invitados ya estaban presentes, el sheriff Kim Mingyu y su esposo Kim Beomjin, quienes habían llegado con sus dos pequeños hijos, Jae y Jiho, que correteaban alrededor de la sala, jugando a esconderse entre los muebles elegantes.

Beomjin, con su porte sofisticado y su mirada aguda, se acomodó en una silla cercana a Minsiuk, mientras Mingyu se sentaba al lado de su pareja. Los niños estaban sentados en una pequeña mesa, disfrutando de pastelitos y galletas.

—¿Entonces, Minsiuk, te está gustando tu nuevo hogar en el pueblo? —preguntó Beomjin, con una sonrisa inquisitiva mientras servía el té.

—Sí, señor Beomjin, —respondió Minsiuk, con una leve sonrisa—. Es un lugar hermoso y tranquilo. Estoy aprendiendo mucho sobre la vida en el campo.

El señor Baek, que estaba sentado al otro lado de la mesa, frunció el ceño al escuchar la conversación. No compartía el entusiasmo de los demás.

—¿Ha habido algún alfa que haya captado tu atención? —preguntó Beomjin, un destello travieso en sus ojos—. Aquí en el pueblo, por ejemplo.

Minsiuk, que estaba tomando un sorbo de su té, se sonrojó ligeramente al oír la pregunta. Miró hacia el suelo, sonriendo tímidamente.

—Bueno, he tenido un encuentro con el señor Jeon JungKook, uno de los terratenientes más ricos de la región.

Los ojos de Beomjin brillaron al escuchar el nombre.

—¿Jungkook? ¡Es un buen amigo de Mingyu y mío! ¿Y qué te pareció?

Minsiuk levantó la vista, su rostro aún enrojecido.

—Es... un hombre muy impresionante. Él me regaló un caballo blanco llamado Eros, que es muy hermoso. No estoy seguro de qué pensar, pero...

Beomjin se inclinó hacia adelante, con una sonrisa de complicidad.

—Parece que ha dejado una impresión en ti. Mingyu y yo lo conocemos bien. Es un buen tipo, aunque a veces un poco tosco.

El señor Baek, que había estado escuchando en silencio, no pudo contener su desdén.

—Tosco es una palabra amable para describirlo. Es un hombre sin modales y sin refinamiento. No veo qué puede tener de atractivo.

Mingyu se volvió hacia Baek con una mirada de advertencia, mientras Beomjin mantenía su sonrisa.

—Todos tenemos nuestras propias opiniones, señor Baek. Pero JungKook ha sido siempre un buen amigo para nosotros —dijo Mingyu seriamente.

Minsiuk miró de uno a otro, sintiendo la tensión en el aire. Decidió cambiar el tema para aliviar la incomodidad.

—Señor Beomjin, ¿cómo estan Jae y Jiho? Los veo muy felices.

Beomjin se volvió hacia sus hijos con ternura.

—Están bien. Jae está aprendiendo a montar, y Jiho sigue a su hermano en todo.

Mientras la conversación continuaba y el té se servía, Minsiuk se permitió un breve suspiro de alivio. Aunque el ambiente se había vuelto un poco tenso por el comentario del señor Baek, estaba contento de que los Kim no compartieran su opinión negativa sobre JungKook.

A fin de cuentas, lo que importaba era cómo él se sentía acerca de los gestos del alfa, y hasta ahora, esos gestos habían sido más que amables.

El sol de la tarde iluminaba las vastas tierras de la hacienda de Jeon JungKook, donde el aire era limpio y los campos parecían extenderse hasta el infinito. Un imponente caballo blanco, Eros, brillaba bajo la luz solar, moviendo la cabeza con impaciencia mientras esperaba junto a su dueño. JungKook acariciaba el cuello del animal con una mezcla de orgullo y cariño.

A unos metros de distancia, Sobong Minsiuk observaba la escena con una mezcla de nerviosismo y emoción. Vestido con elegancia, su porte contrastaba con la rusticidad del campo. Minsiuk había crecido en la ciudad, rodeado de comodidades, y esta era su primera experiencia cercana con un caballo.

Jungkook se acercó al omega, extendiendo una mano con una sonrisa tranquilizadora.

—No te preocupes, señorito. Eros es un caballo manso, y yo estaré aquí todo el tiempo. Solo hay que subirse y dejar que él haga el resto.

Minsiuk miró la mano extendida y luego al caballo. Respiró hondo, reuniendo valor, y tomó la mano del alfa. La piel áspera de JungKook contrastaba con la suya, mucho más suave, y el contacto le hizo sentir una inexplicable corriente de seguridad. Sin embargo, cuando JungKook lo sujetó por la cintura para ayudarlo a montar, el señor Baek intervino rápidamente.

—¡Señor Jeon! —exclamó con severidad, caminando hacia ellos con pasos firmes—. No es adecuado que un alfa toque de esa manera a un omega, y menos en un lugar tan abierto.

Jungkook alzó las cejas, sin soltar a Minsiuk.

—¿Cómo espera que el señorito suba sin ayuda? —replicó con calma, sin dejar de sostener la cintura de Minsiuk.

Minsiuk, que apenas había logrado montar al caballo, se sonrojó profundamente. La cercanía del alfa, tan directa y natural, lo había tomado por sorpresa, y ahora, con el señor Baek reprendiendo a JungKook, se sintió aún más incómodo.

—No es... —balbuceó, intentando defenderse—. No es nada, señor Baek. Solo me estaba ayudando.

—Aun así, —insistió el señor Baek—, las apariencias importan, y debe mantener la distancia, señor Jeon.

Jungkook soltó a Minsiuk con un leve suspiro, pero en lugar de responder al chaperón, se dirigió al omega con una sonrisa tranquilizadora.

—Está bien, ahora solo relájate. Eros te llevará despacio, solo deja que él sienta que estás a gusto.

Minsiuk asintió, aún algo tenso, pero decidido a no decepcionar al alfa que le había regalado tan magnífico caballo. Jungkook dio un paso atrás, observando cómo Minsiuk intentaba adaptarse al movimiento del caballo.

—Ahora, solo sigue el compás. Deja que tus caderas se muevan con él, como si estuvieras bailando, ¿entiendes? —le explicó, sus ojos fijos en los de Minsiuk.

—¿Como si estuviera... bailando? —repitió Minsiuk, un poco desconcertado.

Jungkook sonrió y asintió.

—Exactamente, como un vals suave. Eros hará todo el trabajo. Tú solo tienes que dejarte llevar.

El caballo comenzó a caminar despacio, sus pasos resonando sobre la tierra, y aunque al principio Minsiuk se sentía fuera de lugar, comenzó a relajarse, siguiendo el consejo del alfa.

—Eso es, ahora vas entendiendo —Jungkook observó con aprobación, aunque manteniendo una distancia que, para su disgusto, consideró prudente por la mirada vigilante del señor Baek.

Pero la armonía duró poco. El chaperón, siempre presente, se acercó de nuevo.

—Es suficiente por hoy, señorito —dijo con tono firme—. No queremos que se agote o se lastime.

Minsiuk no pudo evitar sentir una punzada de desilusión. Apenas había comenzado a disfrutar del paseo. Su mirada se dirigió hacia Jungkook, quien, al captar la expresión del omega, no lo pensó dos veces. En un rápido movimiento, montó a Eros, situándose detrás de Minsiuk y tomando las riendas.

—¡Señor Jeon, ¿qué hace?! —exclamó el señor Baek, visiblemente alarmado.

—Solo lo que el señorito Minsiuk desea —respondió Jungkook con un guiño—. Aguántate bien, Minsiuk. Vamos a hacer que Eros se luzca.

Antes de que el señor Baek pudiera detenerlos, Jungkook hizo que Eros comenzara a galopar. El viento comenzó a silbar en sus oídos y Minsiuk sintió el pulso acelerarse, no solo por la velocidad del caballo, sino también por la proximidad del alfa a su espalda.

—¡Esto es... increíble! —exclamó Minsiuk, entre risas nerviosas, mientras el paisaje comenzaba a pasar a toda velocidad.

—Así es la libertad del campo, señorito —respondió Jungkook con una sonrisa que Minsiuk no podía ver, pero que sin duda sentía en la voz del alfa—. A veces, hay que dejar que el viento te lleve, sin pensar en más.

El señor Baek, que se había quedado atrás, gritaba con desesperación por la falta de decoro y el peligro, pero su voz se fue apagando mientras los dos se adentraban en las praderas.

Mientras cabalgaban, Minsiuk sintió una sensación de libertad que nunca había experimentado en la ciudad.

Y, por primera vez, entendió por qué tantos hablaban con tanto cariño y respeto de Jeon JungKook, el alfa vaquero que había capturado no solo la tierra, sino también su curiosidad y quizá algo más.

¿Qué les pareció

el capítulo?

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