━━━Capítulo 01 | La Carta del Vaquero
Jeon JungKook estaba sentado en su amplio escritorio de roble, en su cabaña rústica y solitaria, rodeada de vastas praderas y montañas. La luz de la tarde entraba por la ventana, proyectando sombras en las gruesas vigas de madera.
Tenía el ceño fruncido mientras se inclinaba sobre un papel en blanco, con un lápiz en la mano. Sus dedos, acostumbrados a las riendas y el trabajo duro, no se sentían cómodos sosteniendo algo tan delicado como un lápiz para escribir una carta.
Jungkook suspiró, maldiciendo entre dientes.
—Maldito sea, ¿cómo se supone que se escribe una carta decente? —murmuró, presionando el lápiz contra el papel con tanta fuerza que casi lo rompió.
Tomó aire y comenzó a escribir, su caligrafía tosca y desordenada:
"Estimado Señorito Sobong Minsiuk..."
Se detuvo, mirando la frase inicial. Arrugó la nariz, sintiendo que algo no estaba bien.
—"Estimado"... ¿Eso no es demasiado... educado? —refunfuñó, rascándose la cabeza. Era consciente de que no tenía los modales de la alta sociedad, pero quería hacer un esfuerzo por el joven hijo del banquero, un omega que estaba lleno de elegancia y formalidades. JungKook sintió que la formalidad no era su estilo, pero también sabía que no podía simplemente decir lo que pensaba.
Volvió a intentarlo:
"Hola, Sobong Minsiuk..."
—¡No! —exclamó, tachando con furia la frase—. Suena como si estuviera escribiéndole a uno de los chicos del rancho.
Suspiró nuevamente, su frustración aumentaba. Intentó de nuevo:
"Quería invitarle a visitar mi rancho, donde hay caballos que... demonios, no, no es eso lo que quiero decir..."
Jungkook estaba al borde de romper la carta en pedazos, pero se detuvo. Le había tomado días reunir el valor para escribir esta maldita carta, y no podía rendirse ahora.
—A la mierda con todo, lo intentaré una vez más, no debe ser tan difícil como ayudar a una vaca a parir —se dijo, respirando profundamente antes de continuar:
"Señorito Minsiuk, le escribo con la esperanza de que acepte una invitación a mi rancho. Las praderas están llenas de flores y el viento sopla suave como... eh... como las crines de un caballo al galope..."
Se detuvo y se quedó mirando la línea que acababa de escribir. Su rostro se contorsionó en una mueca de desagrado.
—Eso no tiene ni maldito sentido, Jungkook. No sé cómo demonios piensan los poetas, pero esto es ridículo —refunfuñó—. "Como las crines de un caballo al galope"... —se burló a sí mismo, arrugando el papel en un puño—. Debo estar loco.
Pero no podía detenerse ahora. Tomó otro papel y comenzó de nuevo, esta vez sin intentar ser poético:
"Señorito Sobong Minsiuk:
Me gustaría invitarle a un paseo por mi rancho. Los caballos están en buena forma, y podría mostrarle algunas de las mejores vistas de estas tierras. Si le parece bien, podría traer a su chaperón... no que me importe demasiado, pero supongo que es lo adecuado..."
Jungkook volvió a leer la carta, su expresión seria y concentrada. No estaba seguro de si era lo suficientemente adecuada, pero ya había malgastado demasiado tiempo en esto. Hizo un último esfuerzo para agregar algo que sonara menos rudo:
"Espero que acepte la invitación y tengamos una tarde... agradable.
Sinceramente, Jungkook Jeon."
Jungkook dejó el lápiz a un lado y soltó un suspiro de alivio mezclado con irritación. Sabía que no era la mejor carta del mundo, pero era lo mejor que podía hacer. La plegó con cuidado, la selló y la dejó sobre el escritorio.
—A ver qué demonios dice cuando la lea —murmuró mientras se levantaba, estirando los músculos rígidos.
Antes de salir para entregársela a un mensajero, lanzó una última mirada a la carta, como si aún dudara de su contenido.
—Bueno, Minsiuk, espero que no pienses que soy un idiota por esto... aunque probablemente ya lo pienses —se dijo a sí mismo mientras salía de la cabaña.
El mensajero se ajustó el sombrero, montó su caballo y cabalgó hacia el pueblo con la carta bien guardada en su bolsillo. Aunque el solitario y rudo JungKook no lo admitiera, su corazón latía con fuerza ante la idea del hermoso omega paseando en su rancho.
Jungkook cabalgaba por las polvorientas calles del pequeño pueblo donde la mayoría de los días transcurrían en un tranquilo sopor.
Aquel día, tenía una lista de mandados, pero su mente estaba distraída con una única preocupación.
La carta que le había enviado al omega Sobong.
La sola idea de que Minsiuk pudiera rechazar su invitación lo tenía inquieto. Jungkook estaba convencido de que su tono áspero y sus modales poco refinados no eran adecuados para alguien como Minsiuk, quien era elegante y formal.
—Hey, Mingyu, ¿cuántos más mandados tenemos por hacer? —preguntó Jungkook, tratando de esconder su ansiedad mientras iban caminando por la plaza del pueblo.
—Solo nos queda pasar por la mercería y luego a la herrería, —respondió el sheriff Kim Mingyu con una sonrisa—. Pero parece que estás más preocupado por algo más.
—No, solo... pensaba en el rancho y en cómo debo... mejorar la cerca del corral, —dijo Jungkook, apretando los dientes—. Mira, mejor vámonos ya.
Justo en ese momento, sus ojos captaron una figura elegante caminando con un parasol color rosado. Era Minsiuk, acompañado de su chaperón. La vista del omega, con su andar refinado y su sombrilla que combinaba con su elegante ropa, hizo que Jungkook sintiera un nudo en el estómago.
—¡Vamos, Mingyu! —exclamó Jungkook, tirando de la manga de su amigo—. No quiero perder tiempo. Nos vamos ahora mismo.
Mingyu, sorprendido por la reacción de Jungkook, lo siguió sin decir una palabra. Minsiuk, al ver a Jungkook, levantó el parasol para protegerse del sol y trató de llamarlo.
—¡Señor Jeon, espere! —gritó Minsiuk, acelerando el paso.
Jungkook apretó el paso, cada vez más desesperado por evitar el encuentro.
—¡Señorito Minsiuk, no corra! —reprendió el chaperón—. ¡Es inapropiado para su posición!
El omega intentaba alcanzar a Jungkook, pero sus pasos eran menos agiles en sus elegantes zapatitos de charol. La velocidad y el terreno no ayudaban. En un giro inesperado, Minsiuk tropezó con una piedra, cayendo de rodillas con un grito sofocado. El parasol se inclinó torpemente, casi volando del brazo del omega.
—¡Señorito Sobong! —exclamó Jungkook, arrodillándose junto a Minsiuk—. ¿Está bien?
—Sí, sí, estoy bien, —respondió Minsiuk con un rubor en sus mejillas mientras se levantaba, ayudado por Jungkook—. Solo... quería decirle que acepto su invitación. Estaba a punto de buscarlo para decírselo.
Jungkook se quedó en silencio por un momento, sorprendido. No esperaba que Minsiuk aceptara su propuesta, especialmente de esa manera.
—¿De verdad? —preguntó Jungkook, tratando de sonar casual pero sin poder esconder su alivio—. Entonces, ¿qué le parece si quedamos mañana por la tarde? Prometo que no será tan tosco como mi primera impresión.
Minsiuk sonrió tímidamente, mientras su chaperón lo miraba con desaprobación por el contacto no permitido.
—Perfecto. Me encantará.
Jungkook ayudó a Minsiuk a acomodar su parasol, y le hizo una inclinación torpe, algo que no era común para él.
—Entonces, hasta mañana, señorito Minsiuk, —dijo Jungkook con una sonrisa genuina que intentaba esconder su nerviosismo.
Minsiuk asintió, y mientras se alejaba con su chaperón, Jungkook se permitió un suspiro de alivio, al menos hasta el próximo día en el rancho.
Me imagino a
Jungkook así:↓
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la historia?
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