XII. Charly al rescate
CHARLY CRUZ
—¿Qué tal estás papá?
—Mi amor, yo estoy bien ¿y ustedes que tal está todo por allá en Japón?
—Todo bien pa, extrañándolos demasiado.
—Y si, hace meses que no venís por acá mi amor -le reproché. Realmente cada día hacía más falta mi princesa, me acostumbré tanto a tenerla que cuando se fue simplemente sentí un vacío de los que se aprende a vivir, pero siempre está ahí.
—Sí pa, pero es que vos también podrías venir a visitarme, pegarte unas vacaciones por acá -suspiró y vi su carita regañándome por lo que sonreí levemente.
—Eso sí, pero ahora justamente no es el mejor momento...-solté un poco desganado.
—¿Y eso por qué?
Agaché la cabeza mientras observaba a mi bebé, estábamos en una vídeo llamada ya que la extrañaba mucho y por fin, luego de coordinarnos por muchos días habíamos coincidido con un rato libre por el cambio de horario.
—No quería contarte nada para no preocuparte pues, pero últimamente las cosas no han estado bien con Yeimy. Es más hace unos días se fue del apartamento...-suspiré. Finalmente estaba solo en mi oficina y conversar con mi hija me serviría para relajarme un poco y tener otra visión del asunto.
—Pero ¿qué pasó? Obvio que puedes contarme pa, es más te exijo que me cuentes. No me gusta estar aquí tan lejos y sentirme tan desconectada de todo lo que pasa con ustedes -soltó ella en tono de indignación y preocupación.
—Nada mi amor, lo que pasa es que...¿te acordás del pequeño que te hablé del Hogar?
—Sí, pa. Romeo se llamaba ¿cierto?
—Sí, mi amor. Bueno fuimos a visitarlo de nuevo y todo bien, ósea el peladito es un dulce como te conté. Pero de la nada, a la encargada del Hogar se le ocurrió hablarnos de la posibilidad de adoptar y ser una familia de acogida, y pues Yeimy se puso muy mal con el tema.
—¿Qué? -soltó impresionada. —Pero pa, claro que se iba a poner mal. Ahí de la nada, el tema de la maternidad y de la adopción no es algo sencillo y menos para ella. ¿Ustedes habían hablado antes de eso?
—No -aclaré y ella abrió los ojos. —Pero mi amor, te juro que yo tampoco sabía nada, me pillo de sorpresa como a ella.
—Bueno pero, vos me has hablado de Romeo y se nota que tienes un cariño muy especial con ese pequeño y seguramente a vos te encantó la idea ¿no?
—Pues no te voy a mentir mija, la verdad es que sí. Romeo es chico muy chimba y más allá de eso, después de saber su historia, de conocerlo ahí, yo sentí una conexión muy fuerte con él.
—Bueno papá, yo entiendo que estás feliz y eso me alegra -soltó ella mirándome. —Pero tómate las cosas con calma y sobre todo, dale espacio y comprensión a Yeimy que como te dije es un tema difícil para ella ¿ok?
—Sí, hija eso hice. Y eso voy a seguir haciendo. Por lo menos, estoy más tranquilo porque volvió a la casa hace unos días.
—Pero eso es muy bueno, si ustedes se adoran papá, todo estará bien.
—Si, mi amor, vos sabés que aunque sea una orgullosa y terca, ella es lo más importante para mí junto a vos y a Erik obviamente.
—Si lo sé -soltó sonriendo. -Bueno, te tengo que dejar que ya tengo que ir a estudiar. Hablamos más tarde o mañana ¿vale?
—Si, princesa, cuando vos quieras. Aquí estoy para ti siempre, a tu servicio -solté con una gran sonrisa.
—Te amo papá.
—Yo también, te amo mucho princesa -solté y tiré besos a la cámara. Esto se sentía como un recargo de buena energía al espíritu y al alma. Lo mejor que me pasó en la vida son mis hijos y mi familia.
***
—Don Charly, disculpe que lo moleste, soy Juliana Fontes del Hogar.
—Sí, no se preocupe. Cuénteme, qué necesita.
—Lo que pasa es que Romeo tuvo un accidente en el Hogar y llamé a la ambulancia, pero no vienen, se están demorando mucho. Necesito urgente un vehículo que lo traslade al Hospital -indicó algo desesperada.
—¿Ahora? -solté y eso sonó tan estúpido en cuanto lo pronuncié.
—Sí, ahora sí es posible.
—Ya voy, no se preocupe. Nos vemos.
No cuestioné más, agarré mi teléfono y las llaves y partí al auto evitando a todos los que se me cruzaron en la empresa. No sabía la gravedad de lo que le había pasado a Romeo, pero si sabía que tenía que llegar, tenia que ayudarlo.
Como tenía un trayecto de alrededor de diez minutos en el auto manejando hasta el lugar, pensé en llamar a Yeimy para contarle lo que estaba pasando. Le marqué y me sonó ocupado. Rechisté y mire el tráfico, esperando que no avanzarán lo más rápido posible, los nervios me estaban apoderando.
Cuando llegue al lugar me bajé rápidamente del auto e ingresé al Hogar. Ahi Juliana me estaba esperando y me indicó dónde estaba la enfermería del lugar para que fuéramos por Romeo.
—Perdóneme don Charly por molestarlo. Si no fuera urgente y yo tuviera mi auto funcionando no lo hubiera molestado. No sé me ocurrió alguien más a quien llamar.
—No se preocupe, todo bien. Le agradezco que me llamara y confiara en mí para esto.
Tomé a Romeo entre mis brazos, él estaba apenas con los ojos abiertos, se notaba que estaba débil. Salimos rápidamente al vehículo y manejé al Hospital.
Mientras estábamos en la sala de emergencias conversaba con Juliana para saber que había pasado.
—¿Qué le pasó exactamente al chiquitito? -pregunté mientras los dos yacíamos sentados esperando alguna información del doctor.
—No sabemos muy bien, sólo sabemos que se desmayó al parecer por falta de vitaminas -y acto seguido, agachó la mirada tomándose la cabeza.
—¿Y cómo pasó eso pues? ¿Ustedes no se preocupan de su alimentación? -cuestioné abriendo los ojos y con el ceño fruncido.
—Sí, por supuesto que sí. Los niños reciben su desayuno, almuerzo y cena todos los días gracias a la alimentación del Gobierno. Pero lamentablemente no damos a basto para vigilarlos siempre y al parecer, Romeo no se alimentó bien en estos días.
—Yo comprendo que la situación es difícil, pero entonces ¿Qué se puede hacer para mejorarlo? ¿Cómo nos vamos a asegurar que el peladito coma? -solté preocupado.
—Señor Cruz, por supuesto que nos interesa la integridad de Romeo. Y ahora que supimos de esta situación le pondremos más atención, pero así como asegurarle que no tendrá más problemas eso si no podemos hacerlo. Son muchos niños y hay un montón de situaciones cómo éstas, todos los días.
Me pase la mano por la cabeza nervioso y frustrado. Necesitaba saber algo de Romeo, que estaba bien y que estaría bien. De pronto, el teléfono me sonó y observé el nombre "Yeimy" así que contesté rápido.
—Hola Charly, ¿qué pasó?
—Hola princesa. Estoy en el Hospital.
—¿Y eso? ¿Qué pasó Charly? ¿Vos estas bien?
—Sí, princesa, yo estoy bien. Tuve que venir porque Juliana me llamó por Romeo, se descompensó y se desmayó en el Hogar y nadie podía traerlo al Hospital.
—Oh, comprendo. Sabés que, espérame ahí, que voy para allá.
—¿Seguro princesa?
—Sí, todo bien. Espérame ahí.
—Vale, nos vemos.
***
Cuando Yeimy llegó pude notar que me estaba mirando hace algunos segundos, me paré desganado de la silla y caminé hacia ella. Nos encontramos y me abrazó conteniéndome y pasando sus manos por mi cabello dejando algunas caricias. Mientras yo sólo me dejaba llevar por las emociones que mi corazón dictaba entre sus brazos, notaba como mi cuerpo se relajaba con ella, simplemente Yeimy era mi mejor remedio y mi peor enfermedad al mismo tiempo.
La miré y dejé un beso corto en sus labios mientras ella me acariciaba las mejillas suavemente.
—Bueno, ¿saben algo más?
—No, por ahora no. Estamos esperando que venga el doctor a decirnos algo.
Juliana y Yeimy se saludaron e intercambiaron un par de palabras sobre Romeo, la verdad es que no preste demasiada atención, estaba sumido en mis pensamientos y preocupaciones, esperaba que pudiera mejorarse realmente y que el diagnóstico no fuera algo grave. Recordé las situaciones parecidas que viví con mis hijos, cuando Vanessa estaba metida en las drogas y terminó en el Hospital y cuando salve a Erik del incendio y también cuando corrió peligro con Titano. La sensación era de incertidumbre, miedo, y desolación, era un vacío que comenzaba a calar dentro mio. De pronto, el doctor que recibió al pequeño apareció y se dirigía hacia nosotros.
—Hola, ¿ustedes son familiares de Romeo García cierto?
Nos acercamos y Juliana dijo: —Sí, yo soy la encargada del Hogar donde reside Romeo.
—Bueno, les cuento que el niño está bien -suspiré aliviado en cuánto escuche esas benditas palabras de su boca. —Se desmayó por la falta de ingesta de alimento durante las últimas 12 horas o más, lo que se sumó a la falta de sueño, por lo que cayeron sus defensas, esto lo sabemos por los indicios de fatiga muscular, sudoración, entre otros y además porque tenía el azúcar bajo los valores de referencia –no pude evitar mirar a Juliana como en descargo de rabia, sin embargo, sabía que la culpa no era del todo suya, por lo que rápidamente corrí la mirada y agache la vista sopesando por todo lo que había tenido que pasar Romeo.
—¿Pero va a estar bien doctor? —preguntó Yeimy.
—Sí, estará bien. Le inyectamos suero y le dimos algunas vitaminas para que se recupere. Ya le estabilizamos el nivel de azúcar en su sangre y está todo bien con eso. Al ser tan pequeño, aconsejamos que se quede la noche aquí, pero es sólo por precaución.
—Que bueno doc.
Juliana me miró algo complicada.
—Todo bien, dejen a Romeo acá yo me encargo de lo que salga el Hospital.
Yeimy tomó mi mano y por primera vez en muchos días, me sentí respaldado, sentía que pese a lo difícil que le resultaba el tema y aunque no estuviéramos de acuerdo del todo, estaba ahí entregándome su apoyo y contención.
—Sí, igualmente hay otro tema que quisiera conversar, pero no sé si prefiere que lo hagamos en privado.
—No, doctor, todo bien. Charly ha hecho mucho por el pequeño así que él también puede estar presente y saber sobre la salud de Romeo.
Le sonreí a Juliana en agradecimiento.
—Bueno, señores. La verdad es que por la edad de Romeo y los antecedentes que tiene, tanto de él como de su madre, hay una posibilidad que él tenga TCA, es decir, trastorno de la conducta alimentaria.
—¿Cómo así? -cuestionó Juliana.
—Miren, Romeo tiene todos los indicios, pero para saberlo con mayor certeza y para ser lo más responsable posible, tendría que verlo específicamente un nutricionista y un pediatra que podrían ayudarlo con todo el tratamiento que necesita. Yo no puedo diagnosticarlo, tiene que ser un especialista, sólo les advierto para que tengan ojo y Romeo comience el tratamiento que necesita.
—Dios, eso sí que se nos vuelve complicado. Eso requeriría un costo económico con el cual la Fundación no cuenta, el tratamiento, los medicamentos, el traslado, la atención...
—Bueno –interrumpi a Juliana, sabiendo que no era un tema que incumbiera al doctor. –Ahí nos pondremos de acuerdo para hacerle el tratamiento a Romeo, nuevamente muchas gracias por todo.
—Una pregunta doc, podemos pasar a verlo ¿cierto?
—Sí, podrían hacerlo pero ahorita mismo esta dormido. Seguramente despierte en un rato o con más seguridad mañana, igualmente les aseguro que él está bien.
—Ok, vale doctor.
—¿Vamos a tomarnos un café y conversamos?
—Sí, me parece bien.
Caminamos hasta el lugar. Nos pedimos tres café simples y yo me pedí un sándwich, llevaba horas sin comer y el estómago se me estaba retorciendo.
—Primero que nada Charly, yo quería agradecerle sinceramente. Sin usted no hubiésemos llegado tan pronto y además, por lo de pagar las gastos del Hospital. Se lo agradezco mucho, ya que los bonos no cubren todos los tipos de accidentes o enfermedades de los niños en el Hogar.
—Todo bien, no es nada. Me encanta poder aportar un poco aunque sea y más si se trata de Romeo.
Juliana sonrió y Yeimy también.
—Yo lo que quiero saber es que va a pasar con el tema de salud de Romeo. ¿Con todo eso del posible trastorno?
—Es complicado Charly. Cómo dije antes, los recursos no dan abasto y aunque el seguro cubre la atención médica no cubre el tratamiento los medicamentos que necesites y además de que tendría que tener alguien que lo traiga a las atenciones médicas.
Suspiré y Yeimy pasó su mano por mi espalda acariciándola.
—¿Y hay alguna forma de conseguir algún tipo de bono, ayuda o subvención en estos casos? -cuestionó mi novia al lado mío.
—Eh... si, tenemos apoderados que mensualmente nos ayudan con dinero voluntariamente. Sin embargo, como les digo las necesidades más urgentes son los cuidados básicos y su alimentación.
—Bueno pues, seguro Romeo está durmiendo por la hora que es. Lo mejor será que nos vayamos y vengamos mañana por él. No quiero abusar de su confianza, pero usted podría...
—Sí, claro, faltaba más pues. Yo mañana temprano vengo a buscarlo y se lo llevó al Hogar. Además quiero saber cómo está él.
—Nos vemos mañana, adiós. Les estoy avisando sobre Romeo y muchísimas gracias por todo.
Nos despedimos y salimos al apartamento. Nos acostamos de inmediato, había sido un día largo y necesitábamos descansar.
—Todo estará bien Charly -susurró ella y dejó un beso en mi frente.
—Sí vos estas conmigo sí, seguro que sí.
Ella sonrió y por primera vez sentía que habíamos dejado todo atrás y todo se volvía a acomodar.
—¿Charly?
—¿Si, mi amor?
—No sé si es un poco precipitado lo que diré... Pero creo que deberías hacerlo.
—¿Qué? -cuestioné acomodándome en la cama.
—Eso Charly. Que deberías intentar adoptar a Romeo.
—¿Cómo así?
—Su situación es horrible Charly. Creo que deberías tomártelo con calma como dije antes, pero después de lo hoy, cuando te vi intercediendo comprendí que sos bueno para él, que verdaderamente lo puedes ayudar.
Suspiré mirándola.
—Hey, no tienes que sentirte presionada a decir algo así por quedar bien conmigo princesa.
—No, la verdad es que estoy siendo completamente honesta Charly.
—Bueno, gracias. Pero ya veremos más adelante ¿Si? -suspiré mientras pasaba una mano por su cabeza y su cabello, observándola y queriendo analizarla, a ella y a su mente. Las ideas que tenía en la cabeza, sin embargo, claramente no era algo fácil de hacer. Mi corazón me decir que Yeimy no se sentía preparada aún y que sus palabras simplemente habían sido un impulso repentino, provocado por la presión de la situación que habíamos vivido hoy. Así que preferí no cantar victoria y simplemente no sobre analizar las cosas.
—Gracias por tu apoyo hoy, lo necesitaba -sume rompiendo el silencio y afirmando lo único de lo que tenía certeza, ella se había comportado como aquella Yeimy que alguna vez me enamoró y que seguía haciéndolo, aquella chica que se preocupaba por el resto, que con gestos y miradas transmitía tranquilidad en los otros. Y que su apoyo era incondicional en situaciones difíciles porque ella sabía precisamente lo duro que era pasar por dificultades estando absolutamente solo.
—De nada -susurró ella de vuelta con una sonrisa en su rostro cerrando los ojos, me acerqué y le robe un beso dulce en sus labios de buenas noches. Mañana sería un día muy largo, y esperaba que no estuviera lleno de lo imprevistos como lo había sido hoy y que fuera un poco más tranquilo.
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