✒Acto VII.
08 Octubre.
El nuevo día amanece sobre el vasto palacio con una calma habitual. Sae se despierta sintiendo la suavidad de las sábanas bajo sus dedos mientras se acomoda para sentarse en su cama. Las primeras luces del sol se filtran tímidamente por las cortinas, llenando la habitación con tonos dorados. Los otros concubinos, un poco somnolientos, empiezan a moverse en sus camas cercanas, despertando poco a poco en ese nuevo día.
Tras acomodar cada uno su cama lo cuál forma parte de su rutina, Sae se une al grupo para desayunar en el comedor común. El aroma de pan recién horneado y frutas frescas llena el aire mientras conversan en voz baja, anticipando lo que el día podría traer para ellos.
Luego del desayuno, llega el momento de las lecciones. En la sala de estudio, junto con los demás concubinos, Sae escucha atentamente las palabras del instructor que les enseña las sutilezas del idioma local. La escritura y la pronunciación son diferentes a lo que conocía en su reino, pero se esfuerza y es tan aplicado que por ello resulta ser el mejor en la clase, aunque aún tiene que mejorar detalles en su escritura, al menos el hablado le sale mucho mejor y cada día mejora su pronunciación.
El tiempo pasa rápidamente, y después de la lección de idioma, llega el momento de aprender a bailar. El ambiente cambia mientras el grupo se dirige al salón de baile, donde una melodía suave comienza a llenar el espacio. Sae observa atento cómo el concubino con el que había discutido tiempo atrás, Karim, se mueve con una gracia y elegancia asombrosas. Los otros aplaudieron al final de su actuación, y aunque Sae no entiende mucho de baile ya que no es lo suyo, no puede evitar reconocer la habilidad del más joven.
El sol sigue su curso en el cielo, y con la tarde llega el almuerzo. Se sentaron en torno a una mesa llena de platos variados, disfrutando de los sabores tradicionales del lugar que les ofrece su nueva vida en el palacio.
A medida que la noche cae, Sae regresa a su habitación y se acomoda en su cama una vez más. Observa la tenue luz de las velas que iluminan su espacio personal, reflexionando sobre cómo había transcurrido su día. No había habido ninguna señal del Emperador, pero eso no lo sorprendió; sospecha que Shidou tiene responsabilidades abrumadoras en su día a día, después de todo es el gobernante de todo un Imperio grande y poderoso.
Si ya de por sí gobernar un reino es difícil y ocupado, no se imagina todo un imperio, incluso aunque tengas a gente a tu servicio que te ayude, sigue siendo bastante laborioso.
Antes de dejarse llevar por el sueño, Sae recibe una noticia inesperada junto al resto de concubinos: al día siguiente tendrían el honor de conocer a la madre del Emperador. El anuncio llevó un murmullo de anticipación entre los concubinos, ya que la madre del Emperador es una figura de gran importancia en el palacio. Todos deben estar presentables y mostrar el máximo respeto. Sae cierra los ojos, sintiéndose un poco nervioso por el encuentro que se avecina, pero también intrigado por conocer a la mujer que ejerce tanta influencia en ese mundo desconocido para él.
(...)
09 de Octubre.
El sol de la mañana derrama un brillo dorado sobre el palacio cuando Sae se une a los demás concubinos para el desayuno. La anticipación llena el aire mientras esperan la llegada de la madre del Emperador, una figura de gran importancia en ese mundo. El comedor esta lleno de un murmullo emocionado mientras los concubinos se miran entre sí, preguntándose qué esperarían de ese encuentro.
Finalmente, la madre de Shidou Ryusei hace su entrada. Vestida con ropas elegantes y adornada con joyas relucientes, emana un aura de autoridad y gracia. Todos admiraron su cabello largo oscuro amarrado, adornando una tiara de diamantes rubís, su tez blanca y orbes rosados, iguales a los de su hijo. Todos los concubinos, incluido Sae, se inclinaron respetuosamente ante su presencia tal como han sido educados. Ella recorre el lugar con una sonrisa amable, saludando a cada uno de ellos con una mirada que parece escudriñar sus almas.
Luego de su breve recorrido y revisar bajo que condiciones viven, la madre del Emperador toma asiento en un trono pequeño que había sido dispuesto para ella. Un silencio respetuoso llena la sala mientras los concubinos esperan instrucciones o palabras de su parte.
Entonces, la mujer se presenta primero bajo su nombre de pila, siendo Himari, explicando incluso que significa girasol, agregando que es proviene de un lugar llamado Nihon y posee el apellido de su difunto esposo, Shidou.
Para aquellos muy pocos conocedores en geografía, como Sae, saben que Nihon queda en el continente asiático, por lo que se da una idea de que muy probablemente ella igual fue una concubina en su momento de un lugar extranjero, bastante lejano.
Asiente hacia los regalos que están dispuestos en una mesa cercana. Los ojos de los concubinos brillaron de emoción al ver las cajas elegantemente envueltas y los diversos obsequios que representan el favor del Emperador.
Uno a uno, los concubinos se acercaron para recibir sus obsequios. Joyas brillantes, telas finas y zapatos elaborados son presentados con gracia y respeto. Sin embargo, cuando llega el turno de Sae, una pausa incómoda llena la habitación.
No hay un regalo frente a él, cosa que causa intriga en todo el lugar.
Los murmullos comenzaron a extenderse entre los concubinos, mezcla de sorpresa y especulación. Algunos observan a Sae con curiosidad, otros con una pizca de conmiseración. Sin embargo, Sae permanece imperturbable, manteniendo su expresión serena y seria de siempre.
La madre del Emperador observa la situación con una mirada evaluadora. Ella solo atina a decir, más bien a murmurarle al pelirrojo que su obsequio todavía está preparándose, causando mayor intriga en el Omega.
Después de un rato agradable en presencia de la madre del Emperador, la atmósfera se vuelve más relajada. Ella comparte anécdotas y anhelos, mostrando un lado de sí misma que pocos llegan a conocer. Los concubinos escuchan con atención y respeto, sintiéndose agradecidos por la oportunidad de estar en su compañía.
Finalmente, llega el momento en que Himari decide retirarse. Los concubinos, incluido Sae, se inclinaron respetuosamente mientras ella deja la habitación con una sonrisa y una mirada que parece contener un misterioso entendimiento.
Sin embargo, justo antes de que la madre del Emperador se marchara por completo, uno de los concubinos, conocido por su talento para el baile, da un paso adelante. Su expresión muestra determinación, como si hubiera planeado cada palabra cuidadosamente.
—Excelencia.—comenzó, su voz resonando con una confianza que sorprende a muchos.—Nosotros, algunos de los concubinos, hemos estado ensayando un baile. Un baile que representa nuestro respeto y admiración por su gobierno. Nos encantaría tener la oportunidad de presentárselo a su hijo, cuando él tenga tiempo libre, por supuesto.
La mujer mayor parpadea con sorpresa, pero pronto una sonrisa intrigante curva sus labios. La audacia del concubino parece haber llamado su atención de manera especial. Después de un breve momento de contemplación, asiente con un gesto elegante.
—Eso suena como una propuesta interesante.—responde con una nota de complicidad.—Estoy segura de que mi hijo estará encantado de presenciar tal demostración de dedicación. Asegúrense de avisarme con anticipación para que pueda hacer los arreglos necesarios.
El concubino asiente, visiblemente emocionado y agradecido por la respuesta de la madre del Emperador. Mientras ella se retira, dejando al grupo de concubinos en un zumbido de conversación animada, una mirada significativa y desafiante es dirigida a Sae desde aquel concubino de nombre Karim. Es como si hubiera un entendimiento implícito entre ellos, una especie de duelo sutil pero intenso que se esta gestando.
Con la partida de la madre del Emperador, una sensación de anticipación y tensión llena el aire. Los días en el palacio parecen estar llenos de sorpresas y desafíos, y Sae se prepara para enfrentar lo que viniera con la determinación tranquila que ha aprendido a cultivar.
Después de que Himari se retirara, un ambiente de expectación y charlas animadas llena la estancia. Sin embargo, entre las risas y los susurros, una figura se destaca por su actitud burlona y maliciosa. Karim, el concubino conocido por su destreza en el baile y por su lengua afilada.
Él castaño se acerca a Sae con una sonrisa maliciosa, acompañado por un grupo de amigas concubinas que se unieron a su tono mordaz.
—Vaya, parece que alguien no recibió su regalo.—comienza, su voz llena de ironía, siempre acompañado de otras dos concubinas.—¿Qué hiciste, pelirrojo? ¿Le pediste algo tan absurdo al Emperador que ni siquiera pudo cumplirlo?—cuestiono con lástima.
Sae mantiene su expresión imperturbable, intentando ignorar las provocaciones de Karim. Sabe que no vale la pena entrar en su juego, pero las palabras ridículas y absurdas siguen perforando su limitada paciencia.
La situación escala cuando una de las concubinas que a veces comparte charlas amigables con Sae decide intervenir, Fátima. Su voz resuena con una mezcla de firmeza y cansancio.
Aquella joven que a veces luce tímida, ha hablado por él.
—Karim, si estás tan seguro de tu propia belleza y de que el Emperador caerá rendido ante tu baile, ¿por qué sigues molestando a Sae? ¿Envidia de que sea más hermoso que tú?—cuestiona mirándolo incrédulo.
Karim se gira hacia la concubina desafiante, sus ojos azules chispeantes con desprecio.
—No tienes idea de lo que estás hablando.—espeta, su tono lleno de condescendencia.
La concubina no se amedrenta. Ya está harta de los comentarios ofensivos que lanza hacia ellos, de creerse lo mejor en todo el grupo.
—Tal vez deberías enfocarte en demostrar tus habilidades en el baile en lugar de intentar menospreciar a otros para sentirte mejor contigo mismo.—replica con determinación, aunque en el fondo tiene miedo de que Karim la lastime, ella sabe que puede defenderse. Es la más alta del grupo, no está flacucha y tiene fuerza en masa muscular.
El intercambio de palabras continúa durante unos momentos, cada vez más tenso y enconado. Sin embargo, la discusión se vio interrumpida por la llegada de uno de los asistentes que anunció la hora de las lecciones de estudio. La concubina que ha defendido a Sae aprovecha la oportunidad para despedirse con una mirada significativa hacia Karim antes de seguir al asistente.
Sae, aunque afectado por el enfrentamiento verbal, también se alegro por el apoyo inesperado, algo que jamás olvidará y por supuesto, en su momento agradecerá, siente que ya no está tan solo ahí.
También sabe que las tensiones en el harem no se resolverían de un día para otro, pero se siente fuerte para lo que pueda avecinarse. Con un suspiro, se prepara para seguir adelante y enfrentar sus lecciones, recordando que esta en el palacio por una razón, y no permitirá que las provocaciones de otros lo distrajeran de su objetivo.
Conseguir su libertad.
No importa lo que le costase.
Palabras: 1,837
Escritor: JaquiiAleWorld
Fecha de publicación: Viernes 01 de septiembre del 2023.
Fandom: Blue Lock
Nota del escritor:
Un capítulo cortito ya que no sucedió algo tan dramático, pero en los siguientes se vendrá.
También advierto que el tal Karim saldrá mucho en próximos capítulos.
Y creo que el próximo capítulo es un tanto extenso.
N
os vemos!
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