✒Acto V.
Los pasos se acercan, Sae mantiene la cabeza agachada en cumplimiento de las instrucciones. Aunque no puede verlo, sabe que el Emperador está acercándose. La tensión en el aire es palpable, y Sae siente su corazón latir más rápido con cada segundo que pasaba.
De pronto, cierto aroma en el lugar le resulta bastante familiar, lo cuál le intriga.
En ese instante, los pasos se detuvieron y el silencio se apodera de la sala. Sae sigue sin atreverse a levantar la cabeza, manteniendo sus ojos fijos en el suelo. Sin embargo, puede sentir la presencia del Emperador, su mirada escrutadora recorriendo a cada uno de los concubinos.
Finalmente, la voz del Emperador resuena en la habitación. Una voz profunda y autoritaria que llena el espacio.
—¿Cuál es tu nombre, Omega?
Pregunta por su majestad en un tono sereno como ligeramente grave, y Sae se estremece ante ello. Un impulso lo lleva a alzar la mirada en ese momento al reconocer esa voz, sus ojos verdes se encontraron con los de Ryusei. La sorpresa y las emociones contradictorias lo dejaron momentáneamente sin habla.
No puede creer a quien está viendo posado frente a él. Incluso nota cierta picardía oculta en sus ojos. No puede ser alguien más con los mismos rasgos, se trata del mismo Ryusei que conoció la noche pasada. Pestañas rubias, delineado debajo de los ojos y esa tez morena que seguro al contacto es ardiente.
Leila Safiya no tarda en regañarlo, recordándole que no esta permitido levantar la cabeza sin la autorización clara del Emperador. Sae siente la vergüenza y el calor subir a sus mejillas, bajando la mirada rápidamente. En su interior, las emociones son un torbellino. Sigue sin poder creer que el Alpha que se había cruzado en su intento de escape, el mismo que le había ofrecido refugio, se trate del Emperador mismo.
Las palabras de desprecio y enojo hacia el Emperador que había sentido hasta ese momento se mezclan con la sorpresa y la incredulidad. El conflicto en su corazón es tan abrumador. Había aborrecido al Emperador por lo que él considera su culpa en su situación actual, pero jamás había imaginado que el hombre que lo había ayudado fuera el líder del Imperio donde ahora se encuentra.
Aquel que le compartió un poco de su calor en la cama y le envolvió con sus feromonas exóticas para adormecer lo.
Sae esta en un dilema emocional, enfrentando la contradicción entre sus sentimientos confusos hacia el Emperador y la realidad que tiene frente a él. Mientras lucha por procesar esta revelación, la presencia del Emperador continúa dominando la habitación, y la expectación en el aire es ciertamente palpable, sobre todo porque el Alpha rubio mostró repentino interés en el pelirrojo, a ojos de los demás.
Después de esos breves segundos en los que sus miradas se cruzaron, Sae traga con dificultad y responde al Emperador con voz apenas audible.
—Que hermoso nombre tienes, pelirrojo.— elogió, el Omega asiente ligeramente, todavía un poco confuso y con ese conflicto de emociones, sin atreverse a mirarlo nuevamente.
La presencia del Emperador llena la sala por un instante más antes de que se retire para continuar su día con sus deberes, dejando a todos los concubinos en un estado de expectación y nerviosismo. La mujer encargada de supervisarlos se acercó, y los concubinos comenzaron a hablar en susurros, comentando sobre lo que acaba de suceder.
Las reacciones son variadas. Algunos expresan sorpresa al ver al Emperador más joven de lo que llegaron a imaginar, aunque igualmente imponente con su altura y presencia. Los comentarios sobre su apariencia atractiva no faltaron, algunos lograron verlo de reojo. Hubo felicitaciones en voz baja, algunos murmullos de envidia y celos entre los concubinos.
Leila Safiya toma la palabra y dirige la conversación hacia la acción del Emperador al dirigirse únicamente a Sae. Hay intriga en el aire, y algunos concubinos comparten sus teorías sobre por qué el Emperador había mostrado un especial interés en el pelirrojo. Hay quien insinuó incluso que quizás el Emperador está buscando algo más en él que solo un concubino, o también que sencillamente le llamó la atención el color de pelo de Sae junto a ese color de piel marfil.
Entre los murmullos y las especulaciones, la mujer mayor se acerca a Sae y le brinda algunos consejos discretos. Le habla sobre cómo comportarse si el Emperador le dirige nuevamente la palabra, recordándole la importancia de ser respetuoso y responder con educación. Sae asiente, tomando en cuenta cada palabra que la mujer le dice, consciente de que su vida en el palacio esta tomando un rumbo completamente inesperado pero sigue sin tener nada precioso.
Pero algo dentro de él, no se rinde en buscar escaparse. Solo necesita mucho tiempo y planificar algo mucho mejor.
Aunque no cree que su camino sea fácil, puesto ahora que el Emperador sabe que ya lo intento, quizás sea mucho más precavido apartir de ahora.
(...)
La noche cae en el Palacio Imperial y los concubinos se reunieron en un pequeño comedor que les queda dentro de la habitación, listos para cenar. El aroma de especias y hierbas llena el aire mientras los sirvientes traen los platos. Los concubinos se acomodaron en su lugar, dispuestos a disfrutar de una comida que les brinda un atisbo de lujo en medio de su nueva realidad.
La cena consiste en una selección de platos propios de la región, como cordero asado con arroz y frutas secas, acompañado de verduras cocidas y pan recién horneado. Es un banquete suntuoso y perfecto para trece personas, que contrasta con las restricciones que experimenta en su vida diaria.
A pesar que sus comidas no son tan variadas o se mantiene en proporciones estrictas, son los suficientemente nutritivas para mantener la salud de cada uno de ellos.
Mientras comparten la comida, Leila Safiya entra en la sala acompañada de la servidumbre. El murmullo de conversaciones se apacigua a medida que todos la observan. Ella lleva un mensaje importante para compartir.
La mujer explica que el Emperador ha hecho un pedido especial con la excusa de conocerlos un poco mejor. Explica de manera precisa, clara y detallada, que cada concubino debe escribir una carta corta y sincera en la que expresara qué regalo desearían recibir como obsequio por su estadía en el palacio. La idea es que los concubinos compartan sus deseos y preferencias con el Emperador, quien esta dispuesto a concederles un regalo que reflejara su buena conducta y sus esfuerzos por adaptarse a su nueva vida, y de alguna forma también consentirlos para que no se sientan tan tristes por estar lejos de sus familias.
La noticia es recibida con entusiasmo y emoción. Algunos concubinos comenzaron a planear sus cartas de inmediato. Muchos optaron por solicitar joyas exquisitas, desde aretes de piedras preciosas hasta collares y pulseras ornamentadas. Otros mencionaron la idea de recibir ropa nueva y elegante, ansiosos por vestir atuendos que los hicieran sentir más especiales como realzar sus figuras para así poder verse mucho mejor frente al mismo Emperador.
Sin embargo, hubo una carta en particular que destacó entre todas. No solo por ser la más corta de todas, sino también su contenido que resonó profundamente en el corazón del Emperador al momento de leerla. Sae, el pelirrojo concubino, ha escrito solo una palabra que ha dejado un cúmulo de emociones a Shidou.
"Libertad"
El Emperador lee la palabra una y otra vez, sorprendido por la audacia y la sinceridad de ese deseo. Esa única palabra encapsula la lucha interna y el anhelo profundo de Sae por recuperar su libertad como esclavo y concubino en ese lugar, su autonomía y su vida fuera de los muros del Palacio Imperial.
Tomándose su tiempo, Shidou Ryusei lee cada una de las cartas, haciendo anotaciones aparte sobre los regalos que los concubinos han solicitado. Pero cuándo llegó a la carta de Sae, siente que algo debe hacer al respecto.
Después de leer y considerar todas las cartas, el Alpha se retira para preparar los obsequios que ha prometido. Los concubinos esperaron ansiosos, sin imaginar que sus deseos pronto se materializaran de formas muy distintas. En el corazón de Shidou Ryusei, resuena la petición de libertad de Sae.
A pesar de ser ya muy tarde, decide mandar a llamar al Omega de cabellos rojizos y orbes verdes para hablar seriamente con él con respecto a su pedido.
La noche ya envuelve al palacio cuando un inesperado golpeteo resuena en la puerta de la habitación de los concubinos quienes se miraron entre sí, sorprendidos y algo preocupados. La puerta se abre y un guardia del Emperador, junto con Leila, entran en la habitación. Su presencia genera un revuelo de incertidumbre entre los concubinos.
La mujer anuncia que el Emperador desea ver al Omega Sae. Las miradas se posan en el pelirrojo, quien se levanta con cierta irritación en su expresión. Ha estado a punto de caer en un sueño reparador y aquel inusual llamado lo toma por sorpresa. Pregunta con un tono de extrañeza por qué el Emperador quiere su presencia a altas horas de la noche.
Leila Safiya simplemente responde que el Emperador desea tener una conversación seria con él, posiblemente relacionada con lo que había escrito en la carta. Los otros concubinos murmuran entre ellos al escuchar dicha respuesta de la mujer, especulando sobre las posibles razones detrás de la convocatoria. Algunos sugieren que puede ser un regaño por haber pedido algo tan audaz o raro en su carta.
Sae suspira, aceptando la situación y comprendiendo que no tiene otra opción más que acudir. Se alista rápidamente, asegurándose de lucir lo más presentable posible dadas las circunstancias. Acompañado por la mujer y el guardia, se dirigieron hacia la habitación del Emperador, aquella que la noche pasada conoció y nunca pensó volver a ir, al menos no tan pronto.
Una vez llegaron a la puerta de su habitación, los guardias los dejaron solos junto a Leila, Sae entra, manteniendo su mirada agachada en señal de respeto. El corazón late acelerado en su pecho mientras se para frente al Emperador, quien lo observa en silencio. Sae se arma de valor y finalmente habla, preguntando con cierta precaución por la razón de su llamado a esas horas de la noche. La incertidumbre y el nerviosismo lo invaden, mientras espera la respuesta del hombre que esta frente a él.
Antes de llegar ahí, el Itoshi pensó en muchas posibles razones de porque lo mandó a llamar solo a él tan repentinamente. Lo que le escribió en la carta no le parece suficiente, siente que puede haber algo más. Pensó en otras causas como que tal vez el Emperador ahora sí piensa llamarle la atención por haber intentando escapar la noche anterior, o por como se comportó esa vez, quizás quiera incluso tomar medidas drásticas. Pero no fue su culpa realmente, no imaginaba que aquel joven Alpha fuese el mismo gobernante. Solo por eso está nervioso y un poco asustado, nada más.
Durante semanas junto al resto de concubinos había escuchado de la misma Leila y otras personas de la servidumbre sobre que el Emperador no perdona a nadie, ninguna falta de respeto, amenaza o traición. Ahora está seguro que se refieren a Shidou Ryusei y no al padre de esté, al anterior gobernante. Pero también había escuchado que a veces es muy serio o se divierte solo cuando hay violencia y sangre de por medio. Por lo cuál no es de fiarse estar con él a solas.
Quizás debería comenzar a temer por su vida. Es difícil que alguien con tanto poder no se aproveché de esté.
Shidou esta sentado en un cómodo diván, apoyado sobre cojines de seda mientras mira al pelirrojo con un semblante más relajado. Aparentemente, no tiene intenciones de regañarlo en ese momento. Observa al Omega con curiosidad y es entonces que comienza a hablar.
—¿Alguna vez pensaste que el hombre que conociste la otra noche sería el Emperador?—cuestiona con una leve sonrisa, sin dejar de apreciar los gestos del chico frente a él.
Sae lo mira de reojo, un poco sorprendido por la pregunta pero niega lentamente.
—No, en absoluto.—responde con sinceridad, agregando:—Pensé que sería alguien más viejo y, bueno, menos...—hizo un gesto vago con la mano, volviendo a mirar al suelo.—Imponente.
Shidou asiente con comprensión.
—Mi padre, el anterior Emperador, murió hace un par de meses. Probablemente los concubinos que fueron traídos aquí apenas hace menos de un mes, no se enteraron de su fallecimiento. Por eso algunos rumores pueden llevar a malentendidos.
Sae se sorprende por la revelación. Shidou continúa, su tono es suave y apacible, no suena molesto.
—Puedes alzar tu mirada, Sae. No es necesario que seas tan tímido. Estamos en confianza.—comenta gentilmente. El pelirrojo está siendo demasiado respetuoso y educado a diferencia de la última vez.
Pero lo entiende, aquella vez, el Omega no sospechó ni un poco que se tratase del gobernante del Imperio Vorrang, pero ahora que tiene el conocimiento de quién es, prefiere mostrar su distancia y sumisión, justo como se lo han enseñado en el Palacio.
Aunque debe admitir que extraña su actitud despreocupada, retadora y desvergonzada que portaba antes de saber su posición en el Palacio.
Sae alza la mirada con una expresión seria, incluso un poco molesta e indignada. Sin embargo, aún con esa mezcla de emociones, sigue siendo una imagen increíblemente cautivadora a ojos del moreno.
El Omega no deja de parecerle tal vez, la criatura más bella que han visto sus ojos, pero a la vez, su expresión puede parecer tan fría como sus guardias en combate. Le resulta tan increíble que puede que jamás se saque su mirada de la mente.
—¿Por qué no me dijiste que eras el Emperador en ese momento?—formula con firmeza, casi parece que le está reclamando. Realmente no parece tener miedo a las consecuencias por hablarle así a su Majestad. El Itoshi todavía tiene la, quizás mala costumbre, de sentirse como un príncipe y hablarle del mismo modo a otro gobernante, sobre todo porque Ryusei luce tan joven que se le hace un poco difícil verlo con ojos de Emperador.— ¿Por qué no me castigaste por haber descubierto mi intento de escape?—señala con intriga.
Shidou inclina la cabeza, como si estuviera pensando en sus palabras antes de responder, medito un poco, pero realmente, no tuvo que pensarlo mucho.
—Me pareció divertido pasar un poco de tiempo contigo sin que supieras quién era en realidad.—comenta con una sonrisa traviesa y expresión relajada.—En cuanto a tu escape, puedo decir que ya tenías suficientes problemas en ese momento. Además, sabía que no podrías ir muy lejos.—hace una breve pausa, mientras toma un poco de agua.— Y, para ser sincero, estaba...—corrige, suspirando al final.—Estoy un tanto intrigado por ti.
Palabras: 2,467
Escritor: JaquiiAleWorld
Fecha de publicación: Domingo 27 de agosto del 2023
Fandom: Blue Lock
Nota del escritor:
Actualización rápida wow. Ando aprovechando cada tiempo libre que tengo para adelantar lo más que puedo en borrador, así que en eso me siento calmado.
Nos vemos!
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