✒Acto III.
Inesperadamente, el joven Emperador como hijo único; Shidou Ryusei, llega al Palacio mucho antes de lo previsto.
Su madre; una mujer bella que a pesar de poseer cuarenta años, luce más joven de lo que resulta siendo a veces confundida como una hermana mayor, de tez blanca, cabello oscuro como la noche y orbes rosados, se queda despierta hasta muy tarde apenas le dieron aviso de cuando su hijo aproximó al Palacio, ésto para recibir a su querido Shidou ya que no lo había visto en casi un mes entero, quién ha llegado cansado de un largo viaje pero con noticias espléndidas a sus oídos, contándole cuánto territorio han logrado obtener y como su Imperio cada vez más va creciendo y obteniendo riquezas de todo tipo, así como lo imperable que son y que absolutamente nadie osa retarlos. Lo despide con un beso afectuoso en la frente y esté se dirige inmediatamente a su habitación, pidiendo a los sirvientes que le lleven la cena a su recámara y no tarden mucho en hacerlo ya que realmente viene hambriento a pesar de haber almorzado en su viaje, pero eso fue hace bastantes horas y no se compara con la comida recién hecha en casa por los mejores cocineros de su tierra.
El joven Shidou camina rodeado de al menos un par de guardias que harán la vigilancia nocturna hasta su exclusiva habitación, ellos quedándose afuera y él entrando como cerrando detrás de sí la enorme y pesada puerta para proseguir a cambiarse de ropa luego de darse un breve como tibio baño para relajarse y sentirse más fresco antes de cenar.
Claro que esa es la rutina que tenía planeada, sencilla y cómoda, la cual se ve demorada debido a que lo primero que logra observar es su cama completamente desordenada, cosa que le desconcierta, sin sábanas y las almohadas tiradas al piso, es realmente extraño ya que la servidumbre siempre se encarga de dejarla en orden y limpia, incluso a pesar de haber estado fuera tantos días, no es excusa para dicho desorden. Pero lo que verdaderamente llama aún más su atención es aquella figura en medio de la oscuridad.
Aquella silueta misteriosa, delgada—de hecho al principio se asustó un poco porque pensó que se trataba de algún fantasma o espíritu maligno—como un poco pequeña, nota su presencia casi de inmediato, por lo que dicha figura se mantiene quieto y en silencio lleno de desconfianza, vacilante y mirando cuidadosamente los movimientos del recién llegado.
La luz de la luna baña al intruso en un aura etérea, destacando cada detalle de su figura. Un cabello pelirrojo que brilla como un fuego suave bajo el resplandor lunar.
Los ojos verdes de la misteriosa figura parecen capturar la misma luz de la luna, destellando con un matiz enigmático. Sus pestañas largas y oscuras enmarcan la intensidad de su mirada, que expresa cierta desconfianza y determinación a partes iguales. Shidou observa las ropas que viste y se ajustan a su singular cuerpo: túnicas y tejidos finos que parecen resaltar su figura esbelta y curvas suaves, el estilo de vestimenta típico de la corte, pero con un toque distintivo que lo hacen destacar. Shidou seriamente se pregunto si se trata de un hombre o una mujer, porque sus rasgos le resultan tan agraciados y hermosos que no sabría descifrarlo con claridad, tuvo que mirar su pecho para darse una mejor idea de su género.
A medida que el rubio se acerca sigilosamente, sin atreverse a interrumpir el hechizo que ha caído sobre el momento. Se siente atraído por la figura misteriosa, como si fuera un lienzo detallado que ha cobrado vida en su propio palacio.
Los guardias se mantiene fuera de la habitación, respetando la privacidad de su Emperador pero vigilando los alrededores.
A unos escasos tres metros de distancia, Shidou nota cómo las sábanas amarradas están dispuestas de una manera inusual. La comprensión llegó de repente: aquel misterioso pelirrojo tiene la intención de escapar por el balcón. Un sentimiento de urgencia como intriga se apodera del joven rubio, pero también una extraña fascinación que lo mantuvo cautivo en su lugar por unos largos segundos, tal vez incluso minutos.
La figura en el balcón se mueve, sintiendo su presencia. Shidou casi pudo oír los latidos acelerados de su propio corazón mientras se acerca un poco más, buscando su mirada. Los segundos parecieron estirarse en un suspenso etéreo, y finalmente, los ojos verdes del intruso se encontraron con los suyos.
Ninguna palabra fue necesaria en ese momento. Las emociones parecen fluir en el aire entre ellos, como hilos invisibles que los conectan en un explosión de atracción y misterio. Shidou se encuentra a sí mismo deseando comprender más, ansiando desentrañar los secretos que yacen detrás de esos profundos e hipnotizantes ojos verdes.
El silencio entre ellos es tenso. El rubio olfatea a su alrededor , su habitación huele más encantadora de lo usual. Cómo algún tipo de esencia, es extraño pero le gusta.
El Emperador se acerca un poco más, ahora a una distancia donde podría hablar si quisiera. Pero en ese momento, las palabras parecen superfluas. Su mirada intensa quiere transmitir más de lo que cualquier frase podría expresar.
Shidou se da una bofetada mental, cuestionandose porque se queda así de callado y quieto cuando él es valiente, un gobernante, él no le tiene miedo a nada, es a él a quien le deben tener miedo, respeto y arrodillarse mientras suplican por misericordia.
Entonces disminuye más la distancia entre ellos, no tanto debido a que la silueta realmente parece prepararse para saltar del balcón sujetandose de la enredadera de sábanas que creo, pero está lo suficientemente cerca para hablar claro y moderadamente bajo. Lo ve con curiosidad mientras sigue apreciando su belleza y le pregunta:
—¿Quién eres tú?
La extraña figura parece pensarlo un poco, parece incluso molesta o indignada, pero extrañamente, no parece tener miedo.
—He venido a robarte. ¿Y tú?
Aquello deja en incertidumbre al rubio, no sabe si por la osadía de decir aquello o por preguntarle quién es. ¿En serio no lo conoce? Aunque ahora que lo escucha de cerca, tiene la fuerte sospecha de que realmente es un extranjero, alguien que no pertenece ahí, ya que después de todo, ese cabello pelirrojo y ese color de piel tan clara como el marfil, no es común en sus tierras, pero escucharlo hablar, determinado pero suave a la vez, puede percibir cierto acento diferente.
—¿No sabes quién soy yo?
Esta vez es el turno de la extraña figura de mirar atentamente al contrario. Primero, cabe aclarar que desde hace rato detecto el aroma dominante del rubio, rápidamente supo que se trata de un Alpha. El cual tiene una combinación de aromas exóticos que no le es tan fácil de etiquetar pero resultan atrayentes.
Algunos de sus mechones rubios caen como pestañas sobre su frente, con un toque oscuro alrededor de ellos, como si estuvieran delineados. Sus ojos son de un tono rosado inusual, profundos y penetrantes. La piel morena que recubre sus músculos le confiere un aire ardiente y enérgico, a pesar de su juventud aparente.
El hombre es alto y musculoso, sin exagerar, pero con una presencia que no se puede ignorar. Sus ropas son notables, con un toque de adornos y detalles que indican su posición en la corte. Joyas brillan en su cuello y muñecas, destellando en la tenue luz de la habitación. No viste, sin embargo, la formalidad extrema que el pelirrojo ha llegado a ver un poco en otros, pero aún así, su atuendo es llamativo y elegante.
Apenas puede ver los rasgos de su rostro, pero lo poco que percibe es suficiente para capturar su atención. Su mirada se centró en los ojos rosados, en la forma en que reflejan la luz de la luna. Una extraña mezcla de emociones lo invaden, una combinación de desconfianza y curiosidad.
"¿Quién es este hombre que se mueve con tal confianza en la habitación del Emperador?¿Tal vez algún pariente de esté?"
La luna arroja sombras y luces sobre su figura, creando un juego de contrastes que solo añaden a su misterio.
El hombre se acerca al balcón, su figura perfilada por la luz de la luna. Aunque Sae está a punto de desaparecer en las sombras, no puede evitar sentir que esos ojos rosados lo buscan, como si lo hubieran detectado en su escondite. Una especie de conexión efímera parece formarse entre ellos, aunque ni una palabra se hubiera pronunciado.
Sae siente que su corazón later más rápido de lo normal, como si estuviera envuelto en un enigma que apenas comienza a desvelarse, aunque el se excusa que puede ser nervios o miedo de ser capturado y que todo su plan se arruine, además que posiblemente castigado. Observa al hombre con atención, absorbiendo cada detalle, cada rasgo de su presencia en la habitación. El Palacio del Emperador, con sus secretos y su majestuosidad, ha sido testigo de su encuentro silencioso y cautivador.
—¿Algún guardia del Palacio?¿O un verdugo que vino a matarme?—dice con cierta ironía, aunque más que un guardia, está seguro que se trata de alguien más. Debido a sus ropas, parece alguien con poder y voz en ese lugar, pero le parece demasiado joven para ser el Emperador.
Shidou le mira incrédulo, no puede creer que no sepa quién es él, ya que si vas a robar algún lugar, debes investigarlo bien.
Él es el gran Emperador, el conquistador temido.
—¿Por qué vendría a matarte?
—¿No es obvio que quiero escapar?
—¿Quieres escapar, o robarme?¿Y que has venido a robarme? Si eres un ladrón tendré que capturar te y llamar los guardias...—menciona para suspirar, hasta darse cuenta que el aroma que tanto le cautivó desde hace un rato, no se trata de algún incieso o flores que perfumen la habitación, sino que el responsable lo tiene frente a él, lo cuál le llena de más curiosidad e interés.—Eres un Omega.
Debió saberlo desde que lo vio, desde sus ropas y su figura, tiene frente a un Omega, tal vez de su misma edad y posiblemente el más hermoso con el que se ha encontrado.
Sin embargo, no es tonto. Tampoco le inspira mucha confianza, pero quiere conocerlo un poco más.
—Tú un tonto por apenas notarlo. —bufa cruzado de brazos.
Ryusei no sabe si reírse, enojarse o tensarse. Insultar al emperador a menos que sea su familia directa, es un delito, puedes ser castigado o si quiere, asesinado. Pero esté chico luce tan fresco y testarudo, no sabe quién es él en verdad y habla sin tapujos. Es realmente interesante, ¿Cuánto más puede durar ésto?
—¿Cómo te llamas, pelirrojo?—pregunta sonriente.
—Me llamo It...—se detiene en seco, recordando amargamente a su familia. Tiene vergüenza y enojo de decir su apellido, de revelar que viene de una familia real extranjera y que fue traído ahí con cuidado bajo la etiqueta de concubino. Prefiere mejor ocultar su apellido.—Solo dime Sae.—suspira encogido de hombros.
—Sae... ¿no eres de por aquí, verdad? Tienes toda la pinta de ser extranjero.—pregunta bastante animado, pero el nombrado no parece tener muchas ganas de conversar, sino que está un poco distraído pensando cómo quitarse a ese hombre de encima y escapar.
—¿Quién eres?—pregunta Sae con cautela, manteniéndose en guardia aunque ya no esta oculto en las sombras.
Esta seguro que no es un guardia, ellos no visten así y probablemente ya lo hubiera capturado, pero le intriga saber porque no los ha llamado.
El rubio sospecha que si menciona su apellido, definitivamente sabrá quién es, así que decide mantenerlo en secreto solo un poco más, hasta descubrir más del pelirrojo.
—Me llamo Ryusei.—responde el hombre, sus palabras son tranquilas pero tienen un tono de autoridad.
Ninguno ha revelado apellidos ni títulos, como si ambos estuvieran decididos a mantener una cierta distancia y discreción. Después de todo, apenas se están conociendo.
Sae asiente en respuesta, sintiendo la tensión en el aire. Se pregunta quién puede ser esté tal Ryusei y qué papel tiene en el Palacio del Emperador. Sin embargo, antes de que pudiera formular más preguntas, las palabras de Ryusei lo sorprenden.
—Veo que tienes hambre.—dijo Ryusei, y Sae siente que su estómago lo delata en un rugido ruidoso e involuntario. El rubor sube a sus mejillas mientras asiente en silencio.
—Si lo deseas, puedes quedarte aquí y cenar conmigo.—continua Ryusei, y Sae lo mira con cierta incredulidad. No esperó tal oferta, y mucho menos después de su intento de escape. Pero Ryusei tiene razón en un punto: no habría forma de que lograra huir.
Él puede atraparlo, no sabe si puede noquearlo, pero le explicó que incluso aunque logre salir del Palacio, en los alrededores hay un montón de guardias armados.
Después de un momento de indecisión, Sae asiente lentamente.
—Está bien.— responde con una voz suave pero audible. Aunque su orgullo le dice que debió haber rechazado la oferta, la realidad es que está hambriento y la idea de compartir una comida es tentadora.
Ryusei sonríe ligeramente, como si entendiera la lucha interna de Sae, además que le causa tanta intriga cada una de sus expresiones y gestos bonitos.
—No te preocupes.—dijo con una tranquilidad que parece genuina.—Nadie más sabrá de tu intento de escape. Será nuestro pequeño secreto.
Sae se relaja considerablemente ante esas palabras, más decide no bajar la guardia ante la presencia de dicho Alpha del que apenas conoce su nombre. Parece que Ryusei no tiene intención de delatarlo, al menos por el momento.
—Gracias.— murmura, sintiéndose un tanto avergonzado por su acto impulsivo.
Ryusei se mueve hacia una mesa cercana, donde enciende algunas velas para proporcionar más luz en la habitación. El ambiente se vuelve más cálido y acogedor, Sae comienza a sentirse un poco más cómodo en presencia de este misterioso hombre mientras esperan la cena.
—¿Eres uno de los concubinos del Harem?— pregunta Ryusei mientras se acomoda en su asiento y con evidente interés en el tema.
El pelirrojo asiente de manera insegura, sintiendo un nudo en la garganta. No sabe porque ser señalado como concubino le hace sentir humillado, como si fuese un insulto terrible.
—Sí, soy uno de ellos. Aunque aún no hemos tenido el honor de conocer al Emperador en persona.—explica desganado.
Ryusei asiente en comprensión, aunque su mirada se vuelve un tanto pensativa.
—A veces, las cosas pueden cambiar más rápido de lo que uno espera.— comenta enigmáticamente. Pero al Omega no le dió mucha importancia su comentario o lo que realmente quiso decir.
—¿Está bien que estemos en la habitación del Emperador? Sé que él no vendrá hasta dentro de un par de días, pero no sé si sea correcto estar aquí...—menciona con cierta precaución.
—No te preocupes, no me regañaran por estar aquí, y ordenaremos este desastre antes de qué él regresé.—le promete, nunca se había divertido tanto desde que era un niño, fingiendo no ser el ser con más autoridad en el Imperio frente a otro.
—¿Seguro que podemos estar aquí?
—Seguro, soy un gran amigo de su Emperador y me deja quedarme en su propia habitación.—comenta encogido de hombros, el contrario sigue cuestionando si creerle o no.
Sae lo mira con curiosidad, pero antes de que pueda hacer más preguntas, un suave golpe en la puerta llama su atención. Se alarma un poco, pero el moreno le detiene, diciéndole que se calme y guarde silencio, que él irá a recibir.
Ryusei se pone de pie y se dirige hacia la puerta rápidamente,
—La cena ha llegado, mi señor.— anuncia un sirviente desde afuera, pero para suerte del rubio, no le llamaron su majestad frente al pelirrojo.
Al ser más de una bandeja, tiene que hacer doble viaje, con tal de que nadie entre ahí.
—Parece que es hora de cenar.— avisa con una sonrisa.—Siéntete libre de quedarte y compartir la comida conmigo.
Sae asiente y decide digustar como acompañante del Alpha a su lado. En ese momento, una extraña sensación de intriga y curiosidad se apodera de él. Hay algo en Ryusei, algo que despierta su interés de una manera que no puede explicar y trata de esconder.
Palabras: 2,701
Escritor: JaquiiAleWorld
Fecha de publicación: Jueves 24 de agosto del 2023.
Fandom: Blue Lock.
Nota del escritor:
Si termino mis tareas a tiempo, probablemente actualice pronto.
Agradezco aquellos que se toman el tiempo de comentar, eso me anima bastante.
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