Capitulo 9 - Inmolación
El título de este capítulo es "Inmolación" que significa "Sacrificarse por el bien de otra persona".
Anteriormente:
Katsuki sonrió muy amplio, como nunca en su vida; estaba realmente feliz. Estrechó a Izu mas cerca de él plantando un cálido beso en su frente perlada por el sudor.
-Te entregaré cada flor en el mundo, así que por favor se mi rey- dijo Katsuki susurrándole al oido.
Izuku se acurrucó en su pecho y cerró los ojos quedándose dormido. Era la primera vez que experimentaba la sensación de un celo un poco aliviado, no lo habían penetrado, pero había sido suficiente para que logrará sentirse mejor por el momento. Sonrió de firma dulce, escuchando el palpitar del corazón del Sultán bajo su oído.
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Capítulo 9.
Inmolación.
(Mirio).
Cubierto por una capucha blanca de lana Mirio estaba de pie en los muros que creaban una barrera entre el mar y la ciudad; al frente estaba el océano abierto y detrás de él un estanque de presa. Observo el sol elevarse por encima del mar. Había volado durante días hasta la famosa ciudad portuaria de Rifu, reconocida por tener los mercados más diversos, era una zona de paso y descanso, muchos viajeros iban y venían. Muchos otro se quedaba días vendiendo cosas traídas desde lugares remotos y unos cuantos se quedaban de por vida, si había un lugar para buscar información, sin duda, era Rifu.
Las casas fueron construidas bajo grandes arcos de piedra y en varios desniveles como si fuesen escaleras; arboles crecían entre las calles y las enredaderas trepaban por los muros más viejos; las escalinatas de piedra caliza fueron construidas sin ningún orden, parecían raíces alrededor de la cuidad.
Las personas salían de sus casas inundando la ciudad. Mujeres cargaban cantaros vacíos sobre la cabeza mientras sostenía a niños de la mano. Muchos se dirigían directo al puerto, donde los botes pesqueros zarpaban hacia el océano, navegados por hombres de piel rojiza y anchos sombreros de paja.
Mirio aspiró el aire salado y sonrió. Esta era la primera vez que estaba tan lejos del reino de Candor desde que fue nombrado sultán. Bajó saltando entre los edificios, estaban tan juntos que no representaba ningún problema.
Sobre la calle multitudes de personas iban en ambas direcciones eludiendo a Mirio, quien era mucho más alto que las personas de Rifu. Todos tenían cabelleras blancas y piel roja.
Los mercados estaban apostados flanqueando las calles hasta donde terminaban. Había alimentos como animales colgando con los músculos expuestos y pescado aún vivos en peceras de cristal sucio. Otros exhibían telas y joyas. Todo llamaba la atención de Mirio y sonreía bastante.
Caminó adentrándose en la ciudad. Escuchaba ruido en cualquier dirección; hombres gritando al exhibir sus mercancías, personas conversando en las esquinas, otros más jugando en tableros con fichas que nunca había visto, varios hablaban idiomas que desconocía.
En el centro de Rifu Mirio busco un lugar de descanso, llevaba días sobre el lomo del Roc y tenía el cuerpo adolorido. Se dirigió a una posada de cuatro pisos con el nombre de "Lana de Oveja".
Abrió las puertas y fue golpeado por un fuerte olor, apestaba a Omega, aquella posada era muy usada por los Omegas debido a lo barato y pobre del lugar. El encargado en la recepción saltó al oler a Mirio, no era normal que un alfa usara ese lugar y menos uno con un aroma tan destacado, el de un sultán.
Las tablas crujían bajo el peso de Mirio. Los sofás en el lobby estaban rasgados y desteñidos. La madera fue ennegrecida por el tiempo, tenía un tono verdoso, quizás era musgo debido a la humedad de la ciudad.
-¿Cuánto es por la noche?- Preguntó Mirio observando al encargado que se escondía tras el mostrador.
-Son... 2 florines la noche- Dijo el pequeño omega rubio sin verlos a los ojos. Mirio nunca había escuchado sobre esa moneda, de un saco que colgaba de su cintura extrajo una moneda de oro y la coloco frente en el mostrador.
-¡Esto es demasiado!- gritó horrorizado al ver la moneda -¡Un Nokdan de oro equivalen a por lo menos 1000 florines! ¡No puedo aceptarlo!-
Mirio puso la mano sobre el cabello del omega y lo revolvió con gentileza. El joven levanto la mirada para encontrar la amable y cálida sonrisa de Mirio.
-No es nada- Dijo Mirio y caminó por el pasillo hacia la derecha
-Buscaré una habitación vacía yo mismo. Me quedaré unos días. Prometo no ser una molestia-
El omega permaneció callado y ruborizado, era la primera vez que un alfa lo trataba con tanta consideración. Observó como Mirio se iba por el pasillo, le llamó un poco la atención que no traía puesto ningún calzado.
Mirio recorrió el pasillo. El suelo estaba lleno de agujeros y rechinaba por la húmedad; por los muros de madera vieja corrían cucarachas. Las puertas que flanqueaban el corredor tenían letreros de "no molestar" o fuera de uso. Al fondo del pasillo quedaba una libre. Un distraído omega salió de la habitación contigua golpeando con Mirio.
-Lo siento- Dijo el chico de cabello negro, alzo la mirada para encontrarse una radiante sonrisa -yo... yo...-.
-Mi nombre es Mirio, parece que seremos vecinos-
Mirio paso de largo entrando a la habitación y cerrando la puerta tras él. El chico se quedó viendo la puerta unos segundos antes de volver en sí.
-Yo soy... Yosetsu- Dijo muy despacio, luego se palmeo la frente - Ah... eres un idiota Yosetsu ¿A quién le hablas?-
El omega siguió su camino avergonzado por su tonto comportamiento.
Mirio pasó la mirada por la habitación. Solo había una cama con mantas grises por el uso prolongado y no tenía una pata, en su lugar era sostenida por un par de ladrillos. Sonrió feliz. Amaba la aventura.
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(Taishiro).
Taishiro se recostó sobre el lomo del Roc volando de regreso al reino de Shams, las plumas del Roc se metían éntre los de dedos de sus pies descalzos. Veía el cielo y poco a poco se fue perdiendo en los recuerdos.
(Reino de Alharara: 13 años atrás)
Taishiro descansaba sobre la hierba en el sahn frente al howz. Sostenía un libro de pasta café de cuero. La lengua escrita pertenecía al tagalo, un idioma de una región remota. A sus trece años Taishiro manejaba 4 idiomas diferentes. A donde quiera que fuese siempre iba acompañado de un libro con temas complejos. Matemáticas, astrología, química y muchas materias distintas.
Mirio jugaba en la orilla del howz metiendo la mano al agua intentando no mojarse. Pero en cada ocasión solo conseguía quedarse desnudo, así que la única prenda que vestía era una camisa de lino gris que llegaba hasta sus tobillos.
Mirio corrió desde el howz hasta el muro del fondo a toda velocidad.
-¡Lo lograre!- gritó Mirio, este era su séptimo intento en el día de atravesar el muro.
Taishiro escuchó un fuerte golpe y levanto la cabeza, pudo ver a Mirio inconsciente y desnudo sobe la hierba... por séptima vez.
Suspiró y bajó la mirada hacia las paginas, pero escuchó un par de pasos acercándose. Sus fosas nasales se abrieron, reconocía el olor, era su padre.
El sultán Toshinori, un gigantesco alfa, una montaña hecha hombre.
Saltó de su lugar poniéndose el libro bajo la axila y corrió al encuentro con el sultán. En el umbral de la entrada Toshinori se detuvo girando la cabeza de un lado a otro.
Taishiro se detuvo frente al hombre. Apenas y le llegaba a la cintura. Sonrió viendo como sostenía una caja blanca envuelta con un lazo de seda azul. Ese día Taishiro cumplía trece años.
-¡Padre!- Gritó Taishiro con una sonrisa
-¡Mira lo que aprendí!
Taishiro cerró los ojos y fue envuelto por una delgada aura dorada, poco a poco fue despegándose del suelo hasta que estuvo levitando unos centímetros antes de volver a tierra.
-¿¡Lo viste!? Es increíble- Dijo Taishiro, pero Toshinori no le había prestado atención, seguía rebuscando entre el sahn con la mirada. Taishiro dejó de sonreír y se cruzó de brazos.
-Ellos... no está aquí- Dijo Taishiro.
Toshinori se giró sin decir nada y caminó por los corredores del palacio.
Taishiro abrió la boca ¿Acaso había olvidado darle su regalo? Lo siguió, intento mantener el paso, pero las zancadas del sultán eran demasiado largas, así que tuvo que trotar.
-¿Padre no olvidas algo?- Preguntó Taishiro con una sonrisa
-Es verdad- Dijo Toshinori -olvide los otros regalos de Katsuki-
Taishiro sintió como algo lo golpeaba en la columna y lo recorría por la espalda.
-Sabes...- Dijo Taishiro intentando mantener la sonrisa -Hoy es mi cumpleaños-
-¿Si?- Pregunto Toshinori confundido -Dile a los sirvientes que te consigan lo que quieras. Debo encontrar a Katsuki para darle este obsequio-
Taishiro se detuvo en abrupto y solo vio como su padre seguirá avanzando pos lo corredores.
Unos meses después de eso Taishiro se encontraba caminando junto a Mirio por los pasillos en dirección al salón del trono, las pisadas de los pies desnudos de ambos hacían eco por los muros; Taishiro avanzaba leyendo un libro de pasta azul. Mirio estornudo y se desvaneció uniéndose en el suelo.
-Otra vez no...- Se escuchó la voz de un sirviente del piso inferior -¿príncipe está bien?-
Taishiro no prestó atención y continúo caminado con la mirada perdida entre las letras.
Antes de llegar a las puertas de la sala del trono, estas se abrieron con una ligera explosión, Katsuki salió con las manos echas puño y la cejas juntas por el enfado. Kirishima caminaba detrás de él sin decir nada.
Taishiro pudo notar la sangre en las manos de Katsuki, su habilidad era tan salvaje que cada vez que la usaba sin cuidado salía lastimado. Al pasar a su lado cruzaron palabras y continúo hasta entrar en la sala.
Toshinori miraba por las ventanas hacia el reino se Alharara.
-¡Padre!- Dijo Taishiro con una larga sonrisa
- ¡Hoy pude dominar a cinco guardias alfa!-
-Interesante...- Toshinori parecía perdido y distante -¿Puedes traer a Katsuki de regreso?-
Taishiro dejo caer el libro mordiéndose el labio -¿Acaso me escuchaste?-
-¿Puede ser rápido? Es importante- Dijo Toshinori ignorado por completo a Taishiro, inclusive no noto que se traba de su propio hijo quien le hablaba.
Taishiro dio media vuelta y salió de la sala.
El chillido del Roc despertó a Taishiro. Se incorporó solo para ver en las lejanías el reino de Shams. Una larga y delgada sonrisa se extendió por su cara.
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(Yami y Kirishima).
(Reino de Alharara: 14 años atrás).
Katsuki era llevado de la mano por Nana, su madre. Ella vestía un hanfu blanco, su cabello caía tan abajo que las puntas tocaban el suelo. Katsuki volteo hacia arriba para encontrarse con la sonrisa de su madre. Recorrieron los pasillos muy despacio.
-Mirio rompió el jarrón- Dijo Katsuki.
-Por quinta vez, no estás en problemas- Dijo Nana.
-¿Por qué papá siempre me llama? Me hace aprender cosas que no entiendo- Katsuki miro hacia el suelo y apretó más fuerte la mano de Nana.
Nana solo sonrió y suspiro - Esta vez yo tengo una sorpresa para ti, esto no tiene que ver con tu padre -
Ambos se detuvieron frente a una puerta corrediza y Nana la deslizo. Un niño de cabello rojizo corría en círculos persiguiendo una mariposa, se detuvo al sentir a Nana y Katsuki observándolo.
-Bueno, Katsuki - Nana puso las manos en la espalda de Katsuki y lo empujo ligeramente dentro de la habitación
- Diviértete -
Ella cerró la puerta dejándolos solos. Por unos minutos se miraron sin decir nada.
La mariposa se revoloteo de arriba abajo y se posó en el cabello de Katsuki. De inmediato frunció el rostro mostrando los colmillos.
-¡Largo maldita cosa!- Gritó Katsuki agitando las manos sobre su cabeza, la mariposa voló lejos y Katsuki la persiguió intentado atraparla sin ningún exito.
Kirishima sonrió y corrió junto con él intento atraparla.
-¡Bastardo!- grito Katsuki
- ¡Por que estas tan cerca de mí! ¿¡Quién demonios te crees!?-
-¡Soy Kirishima!- Respondió entre risas.
-¡Estas muy cerca! ¡Aléjate! - Grito Katsuki, Kirishima solo reía corriendo a su lado.
Afuera, a un lado de la puerta Nana sonreía mientras escucha a su hijo jugar.
Escuchó como los jarrónes se rompían y las estanterías caian al suelo.
-Tendré que limpiar luego- dijo Nana mirando hacia afuera por las ventanas del corredor.
Un mes después del encuentro ambos iban a cualquier lado siempre juntos, Katsuki gritaba hacia Kirishima, pero nunca le pedía que se fuera.
(Reino de Shams, presente).
-Así fue como conocí a Katsuki- Dijo Kirishima sonriendo al recordarlo. Yami miraba el desierto mientras lo escuchaba.
Estaban sentados en la muralla exterior del reino Shams, median más de trecientos metros. Yami había extendido su sombra para cubrirlos a ambos del sol.
-Es una buena forma de conocer a alguien- Dijo Yami distante.
-¿Por qué decidiste ser el guardián del príncipe Izu?- Preguntó Kirishima tocando la sombra sobre su cabeza, le parecía algo extraña.
-Yo...- Respondió Yami, pero bajó la cabeza, en sus ojos había algo diferente.
- Debía hacerlo, después de todo es culpa mía que el ahora este así-
Kirishima parpadeo confundido, no creía haber escuchado bien -¿Qué quieres decir con eso?-
Yami abrió la boca para hablar, pero un Roc sobrevoló la muralla interrumpiéndolos. Ambos se pusieron de pie y el olor de Taishiro los puso alerta. Bajaron de un salto de la muralla con dirección al palacio.
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(Katsuki).
En la terraza del palacio Katsuki estaba sentado en el balaustre mirando el cielo, arrancaba las hojas de las vides solo para verlas crecer, Izu le dedico una mirada fija y paro de hacerlo.
La escasez de comida y agua eran cosas del pasado. Miró hacia Izu y sonrió. Desde su llegada las cosas seguían mejorando, pero él sabía que no sería así por mucho. Debía solucionar el compromiso arreglado que tenía con la hija de la emperatriz sangre azul y no sería algo fácil.
Izuku estaba sentado en el suelo de la terraza alrededor de él crecía césped y una gran oreja de elefante que lo cubría del sol. Izuku tomaba flores del pequeño campo que crecía alrededor de él, después las anudaba formando coronas de flores.
De vez en cuando una sonrisa aparecia en su rostro, pero luego se desvanecía.
Katsuki caminó hasta la pequeña área de pasto que crecía alrededor de Izu, sintió la hierba bajo sus pies descalzos y se sentó con las piernas cruzadas frente a él, Izu levantó la cabeza y coloco una corona de flores sobre la cabeza del sultán.
-Katsuki- Dijo Izu sonriendo.
- Hay tanto que no se de ti- Katsuki tomó a Izu del mentón y acercándose despacio lo beso. Desde hace tiempo que habían dejado de saltar esas chipas de rechazo. Luego se alejó para ver un ligero sonrojo en la cara de Izu
-Eso es nuevo... -
-¿Cuál es tu color favorito?- Preguntó Katsuki.
Izuku vio hacia los lados y parpadeo muchas veces -Katsuki- fue la respuesta
-¿Y tú aroma favorito?-
-Katsuki- Respondió Izu. El sultán sonrió complacido. Algo en su interior se alegraba de que todas sus respuestas fueran "Katsuki".
Una sombra cubrió el reino por unos segundos, Katsuki saltó delante de Izu mostrando los dientes y juntando las cejas, producia un sonido parecido a un gruñido. Taishiro estaba de pie en la terraza, había saltado del Roc.
-Linda corona, muy adecuada para una bestia salvaje como tú- Dijo Taishiro Mirando hacia el jardín -Una bestia y su jungla o ¿Su reino?-
-¿Has venido a perder otra vez?- Dijo Katsuki molesto
Taishiro enarco una ceja -Según recuerdo fue tu creatura la que nos venció-
Katsuki gruño -Bastardo, no eres bienvenido en mi reino-
Una sombra negra se deslizó hasta la terraza Yami aparecio, desde el jardín Kirishima saltó de entre las copas de los árboles. Miraron muy fijo a Taishiro sin decir nada.
-Deben arrodillarse ante un sultán- Dijo Taishiro, sus ojos fueron fríos como sus palabras.
Kirishima había sido criado para obedecer a la realeza, dobló un pocos las rodillas, pero la mano de Yami en su hombro lo saco del trance.
-Tú no eres mi sultán - Dijo Yami caminado hasta Izu. Kirishima fue detrás. Izu levantó la cabeza hacia Yami y extendió una corona de flores hacia él.
Yami se inclinó para que Izu pudiese ponerla.
-No importa- Dijo Taishiro -He venido a hablar de cosas más importantes. Hay algo que debes saber del reino de la Luna-
Taishiro caminó hacia el salón dónde Katsuki trabajaba en el papeleo del reino.
-Yami, ven conmigo- Dijo Katsuki. Yami asintió y fue con él.
- Kirishima cuida de él -
Ambos caminaron dentro del salón. Izu se levantó, miraba fijo a Kirishima quien se sentó frente a izu.
Kirishima vio con asombro el pasto que crecía alrededor de él, sin aviso sintió como le puso una corona de flores sobre la cabeza.
-Katsuki- Dijo Izu sonriendo.
-Mi nombre es Kirishima- Respondió palpando la corona de flores.
Izu se le quedo viendo un momento. -Kat... Katsuki-
-No, Kirishima- Repitió otra vez, apuntándose a sí mismo con el dedo.
-Kat-su-ki- Respondió Izu muy despacio.
-ki-ri-shi-ma- Deletreo abriendo la boca y gesticulando de forma exagerada.
-¿Katsuki?- Dijo Izu ladeando la cabeza
Kirishima continuo intentado que dijese su nombre.
Dentro del salón el ambiente era tenso. Taishiro y Katsuki intercambiaban miradas, Yami no parecía perturbado por el ambiente.
-Escúpelo ¿Qué es?- Preguntó Katsuki.
-Siempre tan impulsivo- Dijo Taishiro moviendo la cabeza de un lado a otro.
-Seré breve. El reino de la luna está muriendo, debes regresar esa criatura a ellos-
-Yami- Dijo Katsuki.
-La fuente de vida del reino, era el príncipe Izu. Sin él estarán condenados- Respondió Yami.
-No tiene sentido ¿Por qué entonces el asqueroso sultán quería matarlo?- Preguntó Katsuki.
-Ellos no sabían que el príncipe era la luz del reino- Respondió Yami.
-¿Piensas condenar un reino inocente por tu egoísmo?- Preguntó Taishiro, no le importaba el reino, pero deseaba presionar a Katsuki. Tenía que hacerlo si quería conseguir alejar esa creatura de su hermano.
-¡No son inocentes! ¡Se merecen la muerte!- gritó Yami tomando por sorpresa a ambos, reacciono a su comportamiento y solo agacho la cabeza.
Katsuki deseaba preguntar, quería entender que le habían hecho a Izu, pero lo dejaría para después.
-No importa, volveré a mi reino- Taishiro caminó por la puerta hacia los corredores saliendo de su vista. Conocía bien a su hermano, sabía que no se quedaría de brazos cruzados sin ver otra vez ese reino con sus ojos.
-No iré. Él es mío- Dijo Katsuki.
-Mi señor- Dijo Yami -He pensado esto durante años. Si el príncipe Izu enfrentará a su padre, quizás podría ayudar con el trauma que dejó en él, con usted cerca para protegerlo quizás podría pasar algo-
Katsuki lo pensó, era verdad que un enfrentamiento con sus miedos podrían hacerlo avanzar. Debía intentarlo, pero aun así no deseaba exponerlo a más sufrimiento.
Katsuki salió hacia la terraza e Izu se puso en pie y caminó hasta él; cada paso que daba dejaba una marca de césped y flores que crecían. El sultán lo encerró entre sus brazos y depositó un beso en la cabeza de Izu.
- No quiero que sufras- Susurró Katsuki.
- Pero quiero conocer a tu verdadero ser-
-Mi señor ¿Qué es lo que decidio? - pregunto Yami.
-Regresaré al reino de la luna- Respondió Katsuki - Kirishima y tú cuidaran el reino mientras no estoy-
-A la orden mi señor- Dijo Yami inclinándose.
-¡Eh!- Gritó Kirishima- ¡Yo quiero ir!-
-Bastardo, deberías aprender un poco de obediencia como Yami- Dijo Katsuki.
Yami tomó la mano de Kirishima y lo llevó hasta la balaustra de la terraza
-¿No quieres pasar tiempo conmigo?- preguntó Yami mientras lo arrastraba.
Kirishima abrió la boca para replicar, pero la cerró ruborizado.
-Yo... si quiero- Susurró Kirishima. Ambos saltaron hacia el jardín perdiéndose entre las hojas.
-Llévame al reino de la luna- Dijo Katsuki, sintió como Izu se estremeció entre sus brazos, pero aún era incapaz de desobedecer una orden.
Se alejó de Katsuki y estiro la mano hacia el cielo, una campana de plata apareció entre su mano y la agitó haciéndola repicar.
Una sombra emergió del suelo como agua y se apilo hasta que un corcel negro estaba delante de ellos. El cuerno de madera blanca en su cabeza ya no tenía hojas, solo una rama seca y delgada. Katsuki esperó a que la noche callera para partir.
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(La bruja de hielo).
Tres figuras en capuchas negras se arrodillaban frente a la emperatriz. Ella sonreía desde el trono.
-Hay una misión para ustedes- Dijo la emperatriz - Viajaran a Shams y recolectaran información. Hay algo ocurriendo en ese reino-
La reina alzó la mano y el salón inundando en luz fue devorado por la oscuridad; frente a los guardias aparecieron tres soles dorados, uno de ellos tenía un pequeño orbe de luz orbitándolo.
-¿Mi señora?- Dijo uno de los encapuchadas sin entender lo que veían.
-Cada sol representa uno de los sultanes actuales- Dijo ella y luego apuntó hacia el pequeño orbe de luz
- Recolecten toda la información posible de cada reino y averigüen quien es él-
-Sí, señora- Dijeron los tres al unísono.
-Una vez completen la misión, pueden divertirse un poco- La emperatriz hizó una señal para que se marcharan. Los tres encapuchados se perdieron entre la oscuridad.
Ella contempló el orbe blanco que orbitaba uno de los soles.
-Pequeña estrella ¿Qué es lo que escondes?- Dijo la emperatriz y cerró los ojos para dormir en medio de la oscuridad, los tres soles se apagaron dejando la pequeña esfera de luz girando sola.
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(?????).
Un chico se revolvía bajo las cobijas de lana. La cabaña de madera en la que paso la noche tenía polvo sobre los muebles y había telarañas en las esquinas. Bichos largos de muchos pies reptaban por el suelo. El olor de un lugar que no había sido abierto en años corrompía la cabaña.
Al pasar de las horas los ojos se acostumbrarían lo suficiente para poder ver en aquella oscuridad.
El chico rodó cayendo de la cama levantando una nube de polvo, tosió y arrojo las cobijas lejos.
El cabello apuntaba en cualquier dirección y su piel tenia algunas manchas de suciedad. Había llegado la noche anterior buscando un refugio del frio, no le importo el hedor del lugar mientras pudiese tener las pelotas calientes.
Se levantó y estiro los brazos con un largo bostezo. Llevaba unos pantalones de lino que le cubrían solo un poco más arriba de sus tobillos. Amarrado al cuello tenía un grueso collar de cuero negro. En ninguno de los brazos tenían alguna marca de casta.
Caminó hasta la ventana y de un fuerte golpe tumbo las tablas de madera podrida que la sellaban. Los rayos de luz le hirieron los ojos, frente a él se extendió un prado verde; estaba en un valle rodeado por un anillo de montañas.
-¡Bien!- Dijo sonriendo, mostrando una fila de dientes blancos - ¡Hora de buscar comida!.
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(Izu).
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El cielo oscuro era perlado por estrellas, no había luna en lo alto. Los relieves del desierto tenían el aspecto de un mar negro que parecía mecerse mientras ellos avanzaban por el aire a lomos del Shadhavar.
Para Izu que podía ver en la oscuridad no era problema, pero Katsuki no dejaba de forzar la vista, no podía ver más allá del crin de él corcel ondeando en el viento y eso lo molestaba.
Katsuki permaneció en silencio durante el camino pensando en la mejor forma de enfrentar a Izu contra su padre sin exponerlo a más sufrimiento. Fue inútil cada escenario terminaba con Izu volviendo al inicio, una marioneta sin voluntad, se perdían entre esos pensamientos, pero solo eran producto de los miedos en su mente.
La arena arremolinándose y las piedrecillas chocando unas con otras se escucharon cerca. Izu tembló entre los brazos de Katsuki. No sentía nada en ese momento y su cuerpo solo reacciono ante los recuerdos, los temores y pesadillas no solo se habían grabado en las memorias más profundas de Izu, cada una de las cicatrices que se borraron con el tiempo le ardieron como si fuesen abiertas otra vez; su cuerpo aun recordaba los terrores de cada día, terrores que solo Yami e Izu conocían.
-Estoy aquí- Dijo Katsuki cerca del oído de Izu, luego lo envolvió con los brazos y lo acerco más a su cuerpo.
-Ahora soy tu sol, no dejare que la oscuridad te atrape otra vez- Le dijo el Alfa.
El Shadhavar relincho y un hueco se abrió en la cúpula de arena, volaron hasta llegar al reino. Las piedras blancas emitían una lánguida luz manteniendo una sofocante penumbra.
Katsuki bajó del corcel, sujetando a Izu de la mano avanzó por el camino de piedra blanca hacia el palacio. Los árboles se encorvaban mirando el suelo y las hojas tenían un aspecto café oscuro igual que todas las plantas.
Izu abrió los ojos contemplando el reino, su mano se aferró más fuerte a la de Katsuki.
El aire ardía al respírar, el aroma resultaba espeso como si intentasen succionar grasa por la nariz, pero no era insoportable solo molesto.
Sombras aparecían entre los edificios mirando desde las ventas, Katsuki no le dio importancia y siguió el camino, nadie se atrevería a retarlo.
Cruzaron la entrada hacia el palacio por el arco de piedra, Izu no había levantado la cabeza solo miraba hacia el suelo. Katsuki se mordía el labio, verlo así le provoco un dolor en el pecho.
Caminaron por los pasillos del palacio, el hedor se intensificaba a medida que se acercaban a la sala del trono. Katsuki entrecerraba los ojos intentado enfocar la mirada, la luz se volvía débil y solo identificaba siluetas difusas en el corredor.
Se detuvieron en el marco de la entrada, la sala del trono estaba oscurecida, Katsuki arrugó la nariz por el olor a cuerpos sudados y carne descompuesta.
Izu comenzó a temblar pues los vagos recuerdos reptaban por su espalda, casi toda su memoria fue suprimida por el trauma, no recordaba mucho la diferencia entre un día y otro.
Katsuki gruño, él podía haber utilizado su aura para iluminar, pero necesitaba provocar en Izu el mayor impacto emocional.
Entre la oscuridad Katsuki escuchó los sigilosos movimientos de alguien más, el pútrido aroma no conseguía esconder la esencia del sultán de la luna; para Katsuki él tenía un olor más asqueroso que la sala. Se escabullo hasta detenerse detrás de ellos.
"¿Piensa atacar por la espalda? Quizás esto funcione". Pensó Katsuki.
El sultán de la luna saltó tomando a Katsuki por la espalda y llevándolo hasta el suelo entre la oscuridad.
Izu se quedó en pie temblando podía ver lo que ocurrió, la sala del trono y lo que el sultán de la luna había hecho.
-¡Es mío! ¡Mío, mío, mío, mío! - Gritó el sultán golpeando repetidamente el rostro de Katsuki; no opuso resistencia y recibió todos los golpes, el sultán estaba ya loco y siguió arremetiendo y arañando, pero Katsuki no planeaba defenderse
-¡Devuélvemelo! ¡Es Mío! - continuó gritando mostrando sus dientes podridos entre los vendajes de su rostro.
Izu veía como Katsuki era castigado y su cabeza rebotaba contra el suelo de mármol con cada golpe.
Los ojos del Ómicron temblaron, poco a poco dejo de ver a Katsuki y se vio a sí mismo en el suelo siendo molido a golpes por su padre. Era un recuerdo que lo atormentaba.
La sangre se derramó de la cabeza de Katsuki.
Los ojos de Izu se cristalizaron y gotas se agolparon en las comisuras de sus ojos.
El sultán loco gruñía como una bestia; tomó el brazo de Katsuki y lo giro en un movimiento rápido. El sonido del hueso partiéndose en dos hizo eco en los oídos de Izu, Katsuki profirió un fuerte grito, pero aun así no se defendió.
El corazón de Izu latió rápido, le dolía. Vio como su padre ya desquiciado continuaba dando golpes. Las piernas de Izu temblaron, intento avanzar, pero algo lo retenía, algo ataba sus pies, abrió la boca pero no salían palabras solo sonidos rasposos acompañados de aire.
-D...- Izu intento hablar, pero su tono de voz era muy bajo
- De...t...-
El sultán continuo golpeando, de la cara de Katsuki brotaba demasiada sangre.
Los recuerdos llegaban como truenos ensordecedores a la mente de Izu, su cabeza le palpitaba y le dolía. Su cuerpo se estremecía con el sonido de cada golpe.
En ese momento algo quería salir del pecho de Izu, pero sentía las manos de su padre cubriendo su boca, sosteniendo sus pies. Las cadenas de años de tortura lo asfixiaban.
-De...e- Habló Izu, otra vez muy bajo sin poder temriqnr de formularas palabras.
-D...n...te- Las lágrimas se derramaron de sus ojos, levantó el brazo muy despacio como si pesara una tonelada.
En el rostro del sultán de la luna había una mirada inyectada en sangre y llena de satisfacción viendo al sultán del sol sometido por sus manos, extrajo una daga de entre sus ropas y la elevo, estaba listo para tomar la vida de Katsuki.
Dejo caer la daga, Katsuki cerró los ojos si esa era la forma de traer a Izu lo aceptaría, la daga se clavó en su pecho hasta que solo era visible la empuñadura.
Algo dentro de Izu se rompió, como si la misma daga lo hubiese atravesado a él. Sus ojos se llenaron de un fulgor plateado, su cuerpo fue envuelto por un aura muy diferente, esta no eran ondas tranquilas, eran mareas salvajes rugiendo y azotándose contra los muros.
-¡Basta!- Gritó Izu, su aura se expandió cubriéndolo todo, las piedras que habían perdido su fulgor revivieron, no solo en el salón del trono, todo el reino se ilumino.
Los árboles se llenaron de hojas verdes y frutos, las flores abrieron sus botones y el pasto enverdeció otra vez. Las aguas corrieron por los ríos.
En la sala del trono podía verse ahora el producto del pútrido aroma; los cuerpos de la madre de Izu y sus hermanos estaban tirados en charcos de sangre seca con extremidades faltantes, los gusanos se retorcían entre los intestinos de sus vientres abiertos y las moscas volaban por el salón. El sultán los había matado y comido parte de ellos para sobrevivir.
Izu avanzó, sus ojos tenían una mirada llena de odio, los colmillos sobresalían de su boca. Antes de darle cualquier oportunidad al sultán, Izu agitó la mano y el aura golpeo al sultán arrojándolo contra el trono, un crujido se escuchó por toda la sala, la columna del sultán se partió, sus piernas no volverían a moverse, pero seguía gruñendo como una bestia mientras se arrastraba.
Izu se inclinó y tomó a Katsuki entre sus brazos. Él respiraba muy agitado.
-Lo... siento- Dijo Izu entre lágrimas y sollozo, las cadenas que una vez lo ataron ahora se habían roto, era libre.
-Lo siento tanto, Katsuki... ¿Por qué llegar tan lejos por algo como yo? Eres un estúpido. Yo... no puedo sanarte -
- ¿A quién llamas estúpido? Imb...Imbécil - Dijo Katsuki había una enorme sonrisa en su cara llena de sangre, estaba feliz de poder escuchar a su verdadero príncipe
- ¿Cuántas veces.. ma...más te lo ten...go que repetir?... Te amo. Quiero escu...charte decirlo... - Dijo katsuki con debilidad. estaba comenzando a perder la conciencia y su vida se le escapaba.
Izu se mordió los labios, estaba feliz de escucharlo, pero la idea de perderlo lo destruía. Odiaba tanto a su padre, le había arrebatado todo y ahora se llevaría a Katsuki tambien.
- Yo... te amo, Katsuki - Dijo Izu con lágrimas en el rostro y voz temblorosa.
Para Katsuki todo había valido la pena, sus hermanos podrían tomar su lugar en el reino e Izu viviría por su cuenta, cuidaría de Yami y Kirishima y ellos de él
-Está... muy oscuro...- Dijo Katsuki, a pesar de que las piedras iluminaba más que nunca, pero sus ojos se veían opacos -Como pudiste vivir en esta oscuridad -
Izu contenía el llanto, sentía algo atorado en la garganta y los ojos le ardían por las lágrimas. No estaba dispuesto a vivir sin él, no esa noche ni cualquier otra.
- Tú prometiste ser mi sol para iluminar la oscuridad - Dijo Izu con voz quebrada.
- La luna es quien ilumina las noches más oscuras, déjame ser por una vez la luz que te ilumine, no caminaras solo por ese oscuro sendero - dijo Izuku luego sacó la daga del pecho de Katsuki y la apuntó contra su pecho, Katsuki intentó detenerlo, pero el cuerpo no le respondía.
-De...Detente- estaba muy débil, había perdido demasiada sangre y no era capaz de moverse más. Izu solo le devolvió una sonrisa y sin un rastro de duda clavó la daga hasta que el filo se hundió por completo. No podía salvar a Katsuki, pero no dejaría que se fuera solo.
Fuera del reino, en el cielo oscuro algo sucedía; apareció la luna llena más grande que nunca, precia estar muy cerca de la tierra y no solo eso, el mismo sol había aparecido también en el cielo; la mitad era gobernada por el día y la otra mitad por la noche, ambos astros estaban compartiendo el cielo.
Todos los reinos fueron testigos de algo imposible.
Izu abrazó a Katsuki esperando el final. Antes de que perdiera la conciencia, pudo ver dos figuras en la distancia acercándose. El cansancio tomó lo último de Izu y se desplomo en el piso, con las poca fuerza que tenía Katsuki lo abrazo acunándolo cerca de él y así ambos cayeron en la profunda oscuridad. Izu solo pudo escuchar una voz muy familiar llamándolo por su nombre mientras el corazón de ambos dejaba de latir.
Continuará.
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Hasta aquí el capitulo de hoy queridos lectores. ¿Les gustó? esperamos que si, UwU, les aclaro de una vez que aún no es el final, ya que probablemente lleguen a pensar que este es el penúltimo capítulo por lo que esta ocurriendo pero. nop. Aún falta mucho de nuestra amada historia~~ habrán notado también que hay una escena de un personaje como "(?????)" este personaje será clave para la historia pero no se revelará quien será hasta su debido momento 7v7 quien adivine se lleva un premio(? haha
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Por otro lado este es el pequeño video que hice para ustedes con la escena dibujada de Izu con kacchan y el sultan de la luna hecho por Yukarietd en twitter :'( preparen sus pañuelos y el cloro.
espero que les guste.
Y esto es todo por hoy, si les gustó no olviden regalarnos su estrellita y comentario, nos hace feliz leerlos siempre :'3 gracias de nuevo a todos quienes nos siguen cada domingo y nos vemos aquí el próximo domingo para el capitulo 10!!! ~~~ besos!.
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