Capitulo 14 - Lazo de hermanos
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En la lejanía un gigantesco cuervo volaba en dirección a Shams. Sobre el lomo la emperatriz sangre azul, también conocida como la bruja de hielo, estaba de pide con los brazos cruzados mostrando una apacible le sonrisa. Su capa se movia transformandose en una espesa bruma que la seguía por detrás como una avalancha de nieve que se extendia cubriendo todo el horizonte. nubes grises avanzaban a su paso bloqueando la luz del sol.
Taishiro tembló en su lugar incapaz de moverse. Los copos de nieve caían junto al vapor que escapaba de su boca. Pronto todo el cielo de Rimalon fue cubierto por la nube gris. Los habitantes de cada reino miraban al cielo confundidos y asustados, nunca habían visto nubes como aquellas.
El gigantesco cuervo aterrizó sobre las enredaderas que se habían hecho cenizas. Estaba frente a katsuki quien volteo hacia arriba, pero sus ojos no tenían brillo. La emperatriz caminó sobre la cabeza del cuervo viendo fijamente a katsuki.
-Arrodíllate ante la emperatriz- Dijo Tamaki saliendo de entre los edificios, arrojandole el cuerpo inconsciente de Yami a un lado.
-Yo me encargo- dijo la emperatriz, Tamaki hizo una reverencia y guardo silencio.
- Tu emperatriz está aquí-
Los ojos de la bruja destellaron y como si una fuerza invisible lo aplastara, la cara de katsuki se estrelló contra el suelo. Cada habitante había caído arrodillado y no solo en Shams, si no también en Candor, Alharara, Alhilal y cada pequeño poblado, habían caído bajo el poder de la emperatriz. Todo Rimalon tenía su cabeza contra el suelo el cielo se cubrio por una nube gris que se arremolinaba amenazante.
-Bien- Dijo la emperatriz
- Hay una boda pendiente que celebrar entre mi hija y tú. -
Dijo con su apacible sonrisa tan helada como la nieve que había traído consigo.
Capitulo 14
Lazo de hermanos.
Izu miraba todo el tiempo la flor que katsuki le había regalado haciéndolo recordar el calor de sus labios sobre su mejilla. Habían pasado varias semanas desde que se fue del reino de Shams, desde entonces el desierto de Rimalon solo continúo apilando nieve hasta quedar sepultado bajo un manto blanco, ya no eran para nada las cálidas tierras que solían ser.
Escuchaba las gotas de agua caer del techo de la caverna a la que había sido llevado. Gracias a la ayuda de Oboro pudo controlar sus dones pues él también era de una casta extraña y entendía a Izu mejor que nadie, ahora Izu se encargaba de mantener la caverna caliente derritiendo las capas de hielo que no dejaban de formarse.
Oboro entró con un saco de papas pero Izu no le miró tan solo suspiro.
-¿Por qué existo?- Se pregunto Izu muy bajo. Oboro se detuvo y lo vio recargado contra el muro de la caverna con la cabeza baja, arrojó el saco sin cuidado y se aproximo a él.
-¡Para cambiar el mundo!- Dijo sonriendo mientras se quitaba un pesado abrigo de piel. Izu levantó la cabeza y lo miró confundido
-¿Cambiar el mundo?- repitió el omicron con una mueca confusa, Oboro se sentó a su costado.
– Mi madre era un Omicron, como tú-
Izu analizó aquellas palabras, pero no dijo nada.
-Ella nació de una forma muy peculiar, también era un bruja.-
En su tiempo con Oboro, Izu había leído muchos libros sobre el continente de las brujas, aquellos seres tan diferentes, sin casta, otra especie. El reino de las brujas solo era habitado por mujeres de largas vidas y extraordinarias habilidades. Una bruja nacía de una forma muy especial, cuando una mujer bruja adulta estaba lista para engendrar una nueva bruja, es decir una hija, tenía que buscar un lugar con un valor sentimental muy grande y en el sembrar una semilla de una flor que tuviese un significado único para ella. Debían regarlas durante un año con su sangre y abonar la tierra con su magia; la flor crecería tan alta como una persona y al abrirse un bebé estaría dentro de ella, una nueva bruja.
-El continente de las brujas tiene prohibido que ellas se relacionen con hombres, cualquiera que lo haga encontrará la muerte o al menos así era antes de que la actual emperatriz tomara el continente- Explicó Oboro mirando el techo de piedra.
-Mi… abuela, sembró la semilla de mi madre en el desierto. Ella era una bruja de hielo y el calor del lugar fue deteriorando su salud, pero ella quería tener una hija ahí. Solo tenían una oportunidad en la vida de engendrar. Mi abuela calló tan enferma que ya no pudo seguir su labor, pero no estaba dispuesta a dejar morir a su hija. Un día dos hombres agonizando cruzaban el desierto, mi abuela los salvó y como favor les pido que regaran esa flor con su sangre hasta que está se abriera. Los hombres aceptaron, era dos alfas. Cuándo por fin se abrió, ahí estaba, una niña con una marca única en su pecho. Una Omicron-
-¿Tú eres hijo de una Omicron?- Preguntó Izu en sus ojos se asomaba un brillo de esperanza, la historia de Oboro le estaba revelando que él también podía tener hijos como un omega.
Oboro se giró y sonrió radiante, tocó la marca detrás de su cuello sintiendo nostalgia.
-¿Dónde está tu madre?- Preguntó Izu quería hablar con ella.
-No lo sé... - Dijo Oboro mirando a otro lado. - No la recuerdo, mi abuela me crío en el reino de la luna, cuando cumplí cuatro años nos fuimos lejos de ese lugar, nunca tuve la oportunidad de hablar con ella y si fue así... Era muy pequeño como para recordarla.
-¿Tú viviste en ese reino?- Preguntó Izu
-Si... -
-Ya veo... ¿Pero cuál es mi propósito?- cuestionó Izu aún sin llegar a una respuesta concreta. Oboro movió los labios de un lado a otro meditando sus próximas palabras.
– Los Betas generan el flujo del mundo por eso están en medio, en todo lugar; los Alfas guían por eso están en la cima; los Omegas son la base, un soporte que guia a los Alfas y Betas y engendran más descendencia. Todo en equilibrio-
Oboro hizo una larga pausa para tomar más aire.
-Los Omicron... protegen el equilibrio que Alfas, Betas y Omegas crean, cuando algo grave va suceder un Omicron aparece- Oboro se giró despacio hasta encontrar los ojos plateados de Izu
- Tu deber es derrocar a la emperatriz... -
-Yo… no puedo. Estoy solo... -
Oboro tomó la mano de Izu y le sonrió
- Sabes, el deber de los míos es ayudar a los Ómicron...-
-¿Los tuyos?-
Oboro se giró mostrando la marca en su cuello, el símbolo de π. (Pi)
-Los hijos de los Omicron tenemos el deber de transformar el mundo- Oboro se puso en pie. –Mi madre podía ver el futuro y ella le dijo a mi abuela que un día yo debía buscar al Omicron que nacería en los desiertos para guiar el mundo-
Extendió su mano hacia Izu
– No estás solo y se quién más podrá ayudarnos, ven conmigo-
Izu miró la mano que le extendía aquel chico luego miró la flor que le dio katsuki y recordó cada momento con él, en Yami y Kirishima. Alzó la vista de nuevo y con decisión tomó la mano de Oboro y una bruma se generó bajó los pies de ambos formando una nube.
Volaron dentro de la caverna, integrándose por largos túneles, hasta que al frente pudieron ver una luz.
Al salir los copos de nieve cayeron sobre sus cuerpos, la montaña tras ellos estaba cubierta de nieve al igual que el desierto, era casi imposible distinguir algo entre la niebla que cubría todo. El aura de Izu los cubría manteniéndolos a salvo del frío.
-¿A dónde vamos?- pregunto Izu
-Con un viejo amigo, espero que aún siga vivo-
La nube aceleró, volaron durante horas, Izu pudo ver un muro negro que se alzaba alto sobresaliendo de las nubes.
-¿Qué es este lugar?-
-Es dónde habitan los alquimistas- dijo Oboro y sobrepasó por encima del muro eludiendo las puntas de las chimeneas.
Descendió casi en picada hasta una vieja casa que estaba en medio de dos grandes almacenes. Bajaron de la nube y Oboro avanzó con dificultad por la nieve hasta abrir la puerta de madera. Izu ingresó cerrando la puerta detrás de él, había poca luz en el interior de esa casa. Pudo ver en el fondo una chimenea, casi apagándose y delante un sofá largo y viejo. El fuego de la chimenea provocaba que la sombra de las cosas se alargaran hasta difuminarse entre las sombras.
-¿Quién es?-
Izu escuchó una voz débil provenir desde el sofá, apenas pudo entender lo que decía. Oboro caminó hasta estar delante del sofá. Las brazas crepitaban haciendo eco en el silencio.
Oboro se inclinó sobre el sofá sonriendo. Izu se quedó de pie en su lugar.
-Te ves horrible- Dijo Oboro
-¿Has venido a quitarme la casa?... Es tuya, ya no me servirá.-
Dijo Hitoshi en medio de fuertes tosidos pero Oboro negó con la cabeza.
– No, He vendió por ti- hizo una señal para que Izu se acercará y obedeció dando pasos lentos hasta estar a su lado para ver a Hitoshi, estaba muy delgado, de sus labios corrían pequeñas marcas rojas de sangre.
Hitoshi giró sus ojos grises y deslucidos hacia Izu. Las ojeras eran círculos casi morados como el color de su cabello.
Luego regresó la vista a Oboro esperando una respuesta.
– Él es quien te salvará -
Respondió Oboro, Hitoshi se quedó observando a Izu, pero no lo veía bien, solo una mancha borrosa.
-Yo no estoy seguro- Dijo Izu dudando, vio como aun bajo las mantas Hitoshi temblaba.
Oboro tomó a Izu de la mano y lo inclinó hasta que estuvo arrodillado frente a Hitoshi. Hubo silenció.
Ahora podía escuchar la respiración irregular de Hitoshi, el sonido burbujeante que parecía provenir desde sus pecho. Dolía de solo mirarlo. Izu movió la mano muy lento, temblando. La puso sobre la mejilla de él. Estaba frío, muy frío. Una lagrima recorrió la mejilla de Izu.
-No se que hacer-
Hitoshi puso su mano sobre la de Izu y mostró una débil sonrisa
-Es muy cálido, muy... agradable- hizo una pausa para toser arqueándose y quejándose del dolor
-Morir sintiendo está calidez no será tan malo, sería como irse a dormir-
Izu se mordió el labio y empezó a negar con la cabeza – No, no digas eso- La voz le salió estrangulada. Oboro solo permanecía expectante.
La chimenea por fin se apagó, tan solo podían verse venas rojas en los carbones ardientes. Una luz blanca cubrió la habitación, Hitoshi sintió como su cuerpo se llenaba de una sutil tibieza, era reconfortante, el dolor se había ido. Vio hacia Izu notando como su cabello se mecía como una tranquila flama azul y blanca, también sus ojos grises brillaban. Sus pecas destellaban como un camino de estrellas que cruzaban los pómulos y el arco de la nariz.
-Estoy muerto... - Dijo Hitoshi, sonriendo
–...Tu debes ser un malaika que ha vendió por mi-
Izu se acercó hasta poner su frente contra la de Hitoshi y entrelazo su mano con la de él
– No, aún no es tu hora- Izu aspiro profundo luego exhaló
– Te imploro madre, sánalo, cuídalo, ámalo-
La marca de Izu comenzó a radiar luz igual que la de Hitoshi y Oboro.
-Sirvan a mi causa y nunca pasaran hambre o frío otra vez- Dijo Izu casi en trance.
Oboro asintió sin pensar, la marca detrás de su cuello fue rodeada por un círculo.
Hitoshi asintió y la marca en su brazo también fue radiada por un círculo luminoso.
La luz se desvaneció regresandolos a las sombras. Hitoshi parpadeó una cuantas veces, ya podía ver, a pesar de la oscuridad pudo ver la cara de Izu y la sonrisa en su rostro. Se miró las manos sorprendiendose al notar que la piel de su cuerpo ya no era del mismo tono, era tan blanco como la nieve. Se escuchó la risa de Oboro.
-¡Pareces una de las patatas que tanto odias!- Dijo entre risas.
-Deberías verte tú - Dijo Hitoshi. Oboro levanto las manos alarmado, era tan pálido como los otros dos frente a él.
-¡Este color es horrible!- Oboro se quedó un momento pensando al notar que acaba de insultar a Izu con ello. -Pero en ti se ve genial Izu-
-Si la chimenea estuviese encendida- Dijo Hitoshi, y una enorme flama emergió de la boca de la chimenea, casi tocando el techo. Los tres calleron hacia atrás.
-¿Que demonios fue eso?- Preguntó Oboro.
-¿Puede ser verdad?- Hitoshi se veía incrédulo -Luz- dijo en voz alta
La habitación fue iluminada como si el sol estuviera entrando por las ventanas.
-¿Qué es esto?- Preguntó Izu
Dejando de ver sus manos Hitoshi se giro lento hacia los dos que esperaban una repuesta.
– Es la habilidad con la que nací, pero era tan débil que usarla casi me mataba, Puedo hacer que muchas de mis palabras se vuelvan realidad, pero no sé cuál sea el límite... -
-Deberías pedir ser más hermoso- Dijo Oboro -Pareces un …-
-Muerdete la lengua- Dijo Hitoshi, sin terminar de hablar y Oboro rodó sobre el suelo maldiciendo por el dolor de haber mordido su lengua.
-Ahora se cómo callarte- Dijo Hitoshi
Izu solo veía sonríendo como ambos peleaban pero parecían felices a pesar de estarse molestando.
Hitoshi se giró hacia Izu y tomó sus manos entre las suyas -¡Gracias!-
Izu sonrió.
-Venimos por ayuda no lo olvides, tenemos una misión que cumplir- Dijo Oboro y Hitoshi asintió.
-Es una misión peligrosa-
-Morir cerca de ti es lo único que me asusta- Dijo Hitoshi
-Nadie morirá mientras yo este de pie- Izu Dijo con tono serio, el Alfa y el Pi se tensaron en repuesta.
Taishiro caminaba de un lado a otro de la celda. Mirio estaba de pie mirando por los barrotes, podía ver el cielo gris y varios copos de nieve entrando por la pequeña abertura. Había intentado crusar los muros con su don pero la celda había sido sellada por la magia de la emperatriz. Katsuki no se había movido de su lugar, no había hablado desde que Izu se había marchado. Yami se había sentado a su lado y Kirishima del otro.
-Tengo hambre- dijo Mirio. Yosetsu estaba dormido sobre el suelo, Mirio lo había cubierto con su caftán, así que estaba con el torso desnudo, para sus hermanos era normal verlo sin ropa, pero en ese momento nadie podía prestar atención a esos detalles.
Taishiro se quedó en pie viendo con irá hacia Mirio.
- ¿Algún día tomarás las cosas con seriedad?-
Mirio no se molesto en mirarlo, ya conocía esas palabras, se había encargado casi de bloquearlas en su mente durante toda su vida.
Taishiro dio dos grandes pasos y giró con brusquedad a Mirio por el hombro.
-Soy el mayor y debes escucharme cuándo te habló- Dijo Taishiro temblando de irá.
Unas pequeñas y temblorosas manos se aferraron al brazo de Taishiro.
-¡S-Suéltalo!- Dijo Yosetsu, tenia miedo, pero quería proteger a Mirio.
Taishiro bajó la mirada al tembloroso Omega. Su aura se expandió arrojándolo contra el muro dónde se golpeó tan fuerte que escupió sangre.
-Puedo olerte- Dijo Taishiro, mirándolo como si fuera algo menos que humano
- Como una pequeña puta como tú se atreve a tocarme con sus sucias manos. Quizás lo quieras ocultar, pero puedo oler perfectamente cada una de las marcas que han dejado en tu cuerpo, bastar…-
Taishiro no pudo terminar de hablar, Mirio envuelto en su aura lo giro por el hombro y dio un golpe en su mejilla y luego una patada en el estómago arrojándolo contra el muro pero fue repelido por la magia de la emperatriz y arrojado nuevamente contra Mirio quien lo recibió con un nuevo golpe en la nariz. En un paso rápido Taishiro se frenó e intento tomar a Mirio por el brazo, pero solo lo atravesó.
Mirio ya no estaba sonriendo.
- ¿Quién eres tú para hablarle asi?, crees saberlo todo, pero siempre has sido el más idiota de los tres-
Mirio dio un puñetazo más en la mejilla izquierda de Taishiro.
-¿Quien podría amar a alguien tan arrogante y controlador como tú?, por eso nunca lo entenderás... Por eso padre nuca te amo, eres solo un pretensioso- Gritó Mirio esta vez con una ráfaga de colores.
Los ojos de Taishiro se abrieron en sorpresa y se llenaron de odio, apretó los labios hacia atrás mostrando sus dientes que apretaba con tanta fuerza que sus encías palidecieron.
Sabía que no podía tocar a Mirio de forma normal, así que se volvió hacía Yosetsu listo para terminarlo con un golpe, pero Mirio se interpuso recibiendo todo el impacto en el abdomen. Escupiendó algo de sangre.
Taishiro sonrió con malicia y comenzó a dar un golpe tras otro sin parar.
Katsuki apareció en medio de los dos y coloco las manos en sus caras, hubo una fuerte explosión y fueron arrojados a extremos opuestos poniendo distancia.
-Siempre han sido un verdadero dolor de culo- Dijo Katsuki en voz baja -¿No era esto lo que tanto deseaban, eh? -
Mirio tomó a Yosetsu y lo ayudó a sentarse, al ver al pequeño Omega pudo comprender finalmente los sentimientos de Katsuki hacia Izu, el dolor de ver sufrir a quien amas, no podía ni imaginar el dolor que sentiría por perderlo, así que suspiro y se arrodilló poniendo la cabeza en el suelo.
-¿Qué haces?- Dijo Taishiro – ¡Un sultán nunca debe inclinar su cabeza! -
-¡Lo siento!- Dijo Mirio en voz alta, Yosetsu también se inclinó al lado de Mirio sin decir nada.
-Lo siento tanto hermano, yo fui quién trajo a ese sujeto que se llevó a Izu. ¡Yo no quería que esto pasará! ¡Perdóname!- dijo mirio casi temblando y con un rostro lleno de culpa.
Katsuki caminó despacio hasta estar delante de Mirio. Puso la mano en sus hombros y lo levantó muy despacio para luego abrazarlo.
-No importa- Dijo Katsuki
- Tuve tiempo para pensarlo, si tú no hubieras traído a ese tipo que se lo llevó, él ahora estaría aquí en esta celda con nosotros. Al menos él pudo escapar-
Mirio se quedó en Shock y las lágrimas rodaron por sus ojos. Katsuki se puso en pie y caminó hasta el muro y vio el cielo por la rendija del techo.
Yosetsu abrazo a Mirio y el sultán lo encerró entre sus brazos. Ambos se habían enamorado en todo lo que había durado su viaje juntos, Mirio podía notar que Yosetsu era un omega de buen corazón y sin dudarlo le había robado el alma desde que aceptó cuidarle.
-Esto es ridículo- Dijo Taishiro mirándo a Katsuki con frustración – Deberías estar molesto, triste y golpeando todo como la bestia irracional que eres-
Katsuki lo ignoró y contempló el cielo, los copos de nieve caían sobre él y la suave brisa fría lo relajaba.
Taishiro apretó la mandíbula
-¡Yo fui quién les dijo en donde estaba, Yo fui quién lo hizo dudar de si mismo y que se alejara!- Gritó Taishiro desesperado.
-Lo sé- Dijo Katsuki -Ese extraño sujeto me lo contó-
Taishiro se quedó mudo, movía la boca, pero no salían las palabras.
-Ríndete ya... - Dijo Kirishima irrumpiendo también en la discusión.
-Fuiste el más listo y el más idiota a la vez. Ahora solo nos queda esperar por el final- continuo para luego poner la mano sobre la de Yami y posteriormente abrazarlo.
-No... esto no... Ustedes deberían estar furiosos, deber…-
-¡Suficiente!- Grito katsuki interrumpiendo a Taishiro.
– Tú deseabas que yo me casará con la hija de ese monstruo, bien... tu maldito deseo se ha cumplido... Ahora callate-
-Yo…Yo…- Taishiro calló de rodillas sobre la piedra fría.
-Ya no importa... Una vez que acepté la mano de ella frente a otro dios moriré en ese momento- dijo Katsuki haciendo que todos le miraran incrédulos.
-¿Qué demonios dices?- Preguntó Kirishima.
-Es difícil de explicar... Si yo me caso con ella, moriré al instante por la unión que tengo con Izu, fue una condición de la diosa de la luna-
Kirishima saltó del lado de Yami, que lo veía con tristeza. Caminó hasta detenerse frente a Katsuki.
-¡Tenemos que evitarlo! ¡Hay que hacer algo!-
Katsuki no respondió.
-¡Debemos deten…!- los brazos de Yami se enrollaron en la cintura de Kirishima y recargo la cabeza contra su espalda.
-Yo deseo pasar estos momentos contigo...- Dijo Yami. Katsuki y Kirishima se miraron y sin decir nada más, ambos volvieron hasta el muro donde se sentaron de nuevo y Kirishima abrazó de nuevo a yami.
-¿Por qué siempre eres tú?- Dijo Taishiro con los puños sobre la piedra.
- ¿Por qué siempre todo tiene que ver contigo?, Desde que naciste padre solo te amo a ti, no tenía ojos para nosotros-
Katsuki observó a Taishiro.
-Incluso madre, siempre fuiste tú . No importaba cuánto me esforzará, nuca fue suficiente... -
-Sabes... - habló Katsuki -... Yo siempre te admiré y también a ese imbécil con la sonrisa tatuada en la cara...- señalo a Mirio y él y Taishiro levantaron la cabeza para verlo, no creían lo que escuchaban.
-No había algo que no pudieras hacer o nada que no pudieras entender, era increíble, yo no podía ni memorizar el lema de la familia. Siempre te admiré por eso... - Dijo Katsuki con la mirada fija a Taishiro y luego observó a Mirio.
-Idiota sonriente siempre envidie la forma en la que actuabas, siempre todo a tu manera. No importaba cuanto se esforzaba padre y madre para imponer sus reglas sobre ti y siempre lo hiciste a tu manera, te admiré por eso y me odiaba a mi por no poder imponerme sobre padre como tu lo hacias... -
Mirio y Taishiro se quedaron sin palabras. De los hombros de ambos algo había cambiado, era como si un peso se esfumara de ellos y una venda se quitará de sus ojos.
-Esperó que me asesinen pronto... Decir todo eso ha sido malditamente vergonzoso...- dijo Katsuki desviando la mirada al piso.
-Ha sido lo más hermoso y varonil que has dicho en tu vida- Dijo Kirishima limpiandose las lágrimas de los ojos.
-¡Cállate, bastardo!- Gritó Katsuki
Mirio saltó abrazando a su hermano, estába más feliz que nunca, incluso Yosetsu se unió al abrazo.
-¡Suéltame maldito bufón! ¡¿Y quién demonios eres tú?¡- Gritó Katsuki forcejeando.
Kirishima y Yami se unieron al abrazo también con una sonrisa.
-¡Suéltenme bastardos!- Exigió Katsuki.
Taishiro veía la escena, algo dentro de él le hacía querer unirse al abrazo, pero se detuvo al sentír que no lo merecía.
Escucharon el eco de las rejas chirriar en el fondo de el corredor de piedra. La temperatura descendió en picada haciendolos temblar. El vapor escapaba de sus bocas a cada respiro.
Todos se separaron y se pusieron en guardia. La celda se abrió por si sola y de entre las sombras apareció la emperatriz acompañada por una espesa cortina de niebla que se arrastraba por el suelo.
Tenía las manos entrelazadas al frente sobre su vestido blanco y sonreía serenamente con sus ojos cerrados.
-Todo está listo... - Dijo ella y todos se estremecieron, el timbre de su voz era inhumanamente hermoso.
No había guardias, nadie la acompañaba, Taishiro aprovecho eso y se arrojó contra ella pero no pudo dar ni dos pasos cuándo la gravedad aumento sobre sus hombros enterrándolo unos centímetros bajó la dura piedra del piso que se partió con su cuerpo.
Ella caminó pasando por encima de Taishiro.
-Es hora de tu boda con mi hermosa hija, Sultán Katsuki... - dijo ella y se giró .
Todos se miraron y de pronto sus cuerpos se movieron contra su voluntad caminando detrás de ella.
Recorrieron el largo pasillo de roca hasta llegar a la plaza central. Vieron a todos los habitantes de pie, estaban delgados, sucios y temblaban de frío. Todos dejaban un espacio que formaba un camino y al final de este estaba Ibara, la hija de la emperatriz, esperando con un simple vestido blanco, detrás de la princesa estaban Himiko, Monoma y Tamaki. Sobre los techos había sujetos con el mismo traje que les cubría la cara y cada uno sostenía una antorcha.
La nieve se apilaba en la cabeza y hombros de los ciudadanos.
Katsuki se llenaba de rabia al ver a su gente en esas condiciones. Caminaron entre el silencio, podían escuchar el viento silbar. El cielo era blanco, todo lo era. Fue difícil no perder a la emperatriz de vista.
Llegaron al final del camino y el cuerpo de katsuki caminó a la fuerza hasta estar de frente a Ibara. Un anillo apareció en su dedo.
La emperatriz caminó hasta estar delante de ellos dos.
-Esta boda traerá el cambio...- Dijo la emperatriz, su voz resonó alto por todos los reinos y pueblos de Rimalon.
-Esta unión traerá paz, está unión traerá el fin...- La emperatriz vio hacia Ibara y luego a Katsuki. Bajó los pies de los tres un círculo de luz se dibujo, tenía símbolos complejos y patrones intricados.
-¿Princesa ligas tu alma a la de este mortal para la eternidad?-
dijo la emperatriz
-Yo lo apruebo- dijo Ibarra en seco.
La emperatriz se giró ahora viendo hacia Katsuki.
-¿Sultán de shams ligas tu alma a este ser inmortal?- la emperatriz espero la respuesta. Todo se volvió un silencio pesado. Katsuki miró hacía los ojos verdes de Ibara y luego hacia sus hermanos y amigos. Nadie decía nada. Todos parecían contener la respiración.
Katsuki cerró los ojos y aspiró profundo. Se puso recto y exhaló mirando hacia la princesa. Hubo otro largo silencio, en ese momento en que aceptará, su vida sería cegada. Katsuki se preguntaba si terminaría en el mismo lugar que el sultán del reino de la luna por desobedecer a los dioses, pero ya nada importaba. Abrió la boca para aceptar su destino.
—Yo... Lo apru...-
-¡ Detente! – grito Taishiro - ¡No lo hagas! Si de todos modos vas a morir, no lo hagas-
La emperatriz borró la sonrisa. Taishiro y los demás cayeron arrodillados y los copos de nieve se detuvieron quedando suspendidos en el aire. Varios copos se alargaron y se unieron tomando la forma de una larga daga que apuntó a los cuellos de todos.
-Acepta o todos morirán... - dijo la emperatriz. Katsuki se quedó en silencio y trago saliva.
-¡No lo hagas! - volvió a gritar Taishiro con dificultad desde el piso –De igual forma... todos moriremos-
Katsuki sonrió
– Lo sé- respondió – pero no soportaría verlos morir ante mis ojos... -
Taishiro intentó hablar pero ya no sabía que más decir.
Katsuki volvió hacía los ojos de la princesa, sería el final.
-Yo lo ap…- antes de que Katsuki pudiese sellar la unión el cielo fue tomado por un fuerte estruendo haciendo que todos miraran hacia arriba. De entre el mar de nubes emergió una bola de fuego tan grande casi como el reino, iba directo hacia ellos.
La emperatriz extendió la mano con la palma abierta y la cerro en un puño, la bola de fuego explotó en pedazos que se apagaron al instante.
Los ojos del reino se posaban en las nubes grises, tres palidas figuras descendieron de ellas, dos de ellos de pie sobre blancas nubes y el último solo envuelto en un aura blanca.
Katsuki sintió un gran latido en su pecho, como si la angustia de los últimas semanas llegará ya a su fin.
Yami sonrió después de tanto tiempo.
-Es él... - Dijo Kirishima sintiendo como la fuerza volvía de nuevo a su cuerpo.
-Izu... - Dijo Katsuki en voz baja, sus labios curaron una leve sonrisa mientras sus ojos rojos se posaba en los platas a más alturas.
-El pequeño y pálido sol aparece...- Dijo la emperatriz – Ustedes solo han venido a morir de manera voluntaria... -
Suspendido en el aire la figura del omicron resplandecía como una llama de esperanza hacia todo Shams, en el rostro del omicron se dibujaba una cálida sonrisa, pese a que su llegada marcaría el inicio de la batalla final.
Continuará.
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Notas:
cuando Izuku esta curando a Hitoshi, el menciona la frase... "Estoy muerto, tu debes ser un malaika que ha venido por mi", la palabra "Malaika" se traduce como "Angel".
Creo que eso es todo por hoy corazones, ¿Qué les pareció el capitulo? No duden en dejar su comentario y estrellita, nos ayuda mucho leer sus bellas opiniones nwn ❤️ nos vemos el próximo sábado!!!
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