Capitulo 10 - La Flor Feliz.

Anteriormente:

Izu contenía el llanto, sentía algo atorado en la garganta y los ojos le ardían por las lágrimas. No estaba dispuesto a vivir sin él, no esa noche ni cualquier otra.

- Tú prometiste ser mi sol para iluminar la oscuridad - Dijo Izu con voz quebrada.

- La luna es quien ilumina las noches más oscuras, déjame ser por una vez la luz que te ilumine, no caminaras solo por ese oscuro sendero - dijo Izuku luego sacó la daga del pecho de Katsuki y la apuntó contra su pecho, Katsuki intentó detenerlo, pero el cuerpo no le respondía.

-De...Detente- estaba muy débil, había perdido demasiada sangre y no era capaz de moverse más. Izu solo le devolvió una sonrisa y sin un rastro de duda clavó la daga hasta que el filo se hundió por completo. No podía salvar a Katsuki, pero no dejaría que se fuera solo.

Fuera del reino, en el cielo oscuro algo sucedía; apareció la luna llena más grande que nunca, precia estar muy cerca de la tierra y no solo eso, el mismo sol había aparecido también en el cielo; la mitad era gobernada por el día y la otra mitad por la noche, ambos astros estaban compartiendo el cielo.

Todos los reinos fueron testigos de algo imposible.

Izu abrazó a Katsuki esperando el final. Antes de que perdiera la conciencia, pudo ver dos figuras en la distancia acercándose. El cansancio tomó lo último de Izu y se desplomo en el piso, con la poca fuerza que tenía Katsuki lo abrazó acunándolo cerca de él y así ambos cayeron en la profunda oscuridad. Izu solo pudo escuchar una voz muy familiar llamándolo por su nombre mientras el corazón de ambos dejaba de latir.

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Capítulo 10

La flor feliz.

(Reino de la luna(Alhilal) , 14 años atrás)

Izu caminaba despacio dejando un rastro de sangre con la marca de sus diminutos pies, con lágrimas en los ojos veía de un lado hacia otro poniendo las manos frente a él, no traía calzado y llevaba más de ocho horas caminando. Se había separado de su madre cuándo ella se distrajo, pero ella no lo buscaría, nadie lo haría.

Desde que Izu pudo construir pensamientos, uno se repetía en su cabeza cada día, una flor aparecia en sus sueños y no podía dejar de pensar en eso, por algún motivo sabía que al encontrarla él podría ser feliz y así desarrollo un amor intrínseco por las flores.

Izu se quedó de pie, en medio de un terreno estéril. Miró hacia arriba, sentía que la oscuridad podría tragárselo en cualquier momento. Le tembló la boca y sin más comenzó a llorar. Quería ver a su madre, pero no se atrevió a llamarla, sabía que ella odiaba que le dijera mamá .

De pronto una mujer apareció de la nada caminando hacia Izu. El cabello era blanco le caía por la espalda y se arrastraba por el suelo,  a cada paso que daba iba dejando un rastro de pasto verde sobre la tierra. Vestía un hanfu blanco y rosa.

Se detuvo frente a él y le puso la mano sobre la cabeza revolviéndole el cabello.

Izu gimoteando miró hacia arriba para encontrarse con la sonrisa más amable y cariñosa que nunca antes alguien le mostro, sólo conocía el gesto fruncido que su madre le dedicaba cada vez que estaba cerca. Izu se aferró al vestido de la extraña, llorando con fuerza. Si ella sonreía así no podía ser mala o eso era lo que la lógica de tres años de Izu le decía.

-Todo estará bien- Dijo ella y se inclinó para abrazar a Izu –Pobre criatura, estas tan solo, pero ya no será así, ahora yo cuidaré de ti-

Izu sorbió la nariz y entre sollozos se alejó para verla otra vez
-¿Tú si me quieres?- en sus ojos hubo un brillo de esperanza.

-Por supuesto que te quiero- Respondió ella con una sonrisa - ¿Por qué no lo haría?-

Izu agachó la cabeza e inflo las mejillas, jugo con sus dedos inseguro de decirlo, pero ella parecía buena. Sentía que podía contarle cosas.

-Nadie me quiere- Dijo en voz baja sin dejar de ver el suelo.

-Mi pequeño- Dijo la mujer acariciándole la  mejilla, luego lo tomó del mentón para levantar su cabeza

–Un día serás muy feliz-

-¿Feliz?- Repitió Izu confundido, pero algo en su mente hizo conexión y su cara se ilumino -¿Tienes la flor feliz?-

-¿Flor feliz?- Dijo la mujer confundida, era la primera vez que escuchaba algo así
– Yo no conozco esa flor – le dijo con calma.

Izu dejó de sonreír y arrugó la cara, parecía que otra vez empezaría a llorar.

-¡Espera! ¡Mira esto! –La mujer toco el suelo con la mano y el pasto se expandió bajo los pies de ambos, las flores brotaron y maduraron abriéndose en segundos frente a la mirada sorprendida de Izu. Sonrió muy amplio y sus ojos brillaron, comenzó a alzar los brazos frenéticamente de alegría. 

Las flores eran de variedades que no crecían en Rimalon*, provenían de cada parte del mundo. La mujer se puso en pie y levanto a Izu en brazos para que pudiera verlas mejor.

-¿Alguna es la  flor feliz?- Preguntó la mujer.
Izu vio de un lado a otro y negó con la cabeza, pero no dejo de sonreír. La mujer pudo notar la sangre corriendo por las plantas de los pies de Izu, pero en la distracción del pequeño sano las heridas con su magia, sin que él lo notará.

-Soy Izuku ¿Y tú?- Preguntó Izu, la mujer se quedó dudando un momento luego sonrió.

-Puedes llamarme Inko- Respondió ella.

Ambos jugaron en el jardín e Inko construyó altas rocas para rodearlo y evitar que cualquiera lo pudiese encontrar, ese lugar pasaría a ser un refugio para Izu en sus momentos difíciles.
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(Reino de la luna (Alhilal) Presente)

Izu se revolvió en el suelo, abrió los ojos muy despacio y se levantó confuso.

Katsuki estaba sentado en el suelo a algunos metros de distancia, con los pies y brazos cruzados mirando hacia el trono vacío del sultán de la luna, los cuerpos desgarrados ya no estaban por ningún lado, igual que el sultán  desaparecieron.

Katsuki tenía manchas de sangre en la ropa. Izu se levantó y corrió hacia él para rodearlo con los brazos por la espalda.

-¡Katsuki!- Grito Izu, su voz se escuchó con eco por todo el salón.

-¡Es mi culpa! ¡Yo no hice nada para salvarte! ¡Por favor no mueras, no me dejes solo! ¡Yo…!-

Los labios de Katsuki se estamparon en los de Izu callándolo, lo atrajo de un tirón y lo encerró con un estrecho abrazo. Izu parecía confundió y lágrimas se juntaron en sus ojos. 

-Eres más ruidoso de lo que esperaba- Dijo Katsuki, sin entender Izu agachó la cabeza avergonzado
– Pero estoy tan feliz de poder escucharte, tu voz es hermosa-  le dijo mirándolo fijamente, Izu se ruborizo y las pecas doradas aparecieron en sus pómulos, solo eran más visibles cuando estaba muy avergonzado. Katsuki lo beso en la mejilla.
–Tus pecas son  hermosas también-

-¡Katsuki!- Gritó Izu alejándolo con la mano. Katsuki sólo sonrió divertido por las reacciones, eran tan nuevas para él.

-¿Puedes culparme? Te amo- Dijo Katsuki y le dio un beso en la frente
– Quiero saber tantas cosas de ti-

Las palabras no llegaban a la boca de Izu, después de lo que pareció una eterna pesadilla, ahora había despertado. Un sol lo iluminaba, como Katsuki había prometido la oscuridad se había alejado, pero algo permanecía en el corazón de Izu. Algo que aún no lograba comprender.

Izu se abalanzó sobre Katsuki alarmado y paso las manos sobre el pecho de él desesperado. Se encontró con una cicatriz en donde hacía unos minutos estaba la herida de la daga, estaba confundido. Deslizo los dedos por los bordes pronunciados.

Katsuki solo observa con atención a Izu, cada expresión, cada movimiento, deseaba saber todo de él.

-Esto es.. - Izu no completo la oración y sintió como Katsuki puso la mano sobre su pecho dándose cuenta que él también tenía una cicatriz.

–Es de la daga. No lo entiendo... ¿Por qué esta cicatrizado? ¿Por qué seguimos vivos? ¿Dónde están los cuerpos? ¿Dónde está… él? ¿Qué fue lo que pasó?- Diji Izuku de forma preocupada.

-Te lo contaré, lo prometo- Dijo Katsuki y lo beso de vuelta –Pero ahora estoy más interesado en saber sobre ti-

-¿Sobre mí?- Preguntó Izu algo retraído por el beso
– No hay muchas cosas felices en mi vida, recuerdo todo, pero es como si lo hubiese visto a través de los ojos de alguien más- 
Izu miro hacia el techo de piedra, había grabados de flores en el, sonrió al verlos. 

-¿Por qué amas tantos las flores?- Preguntó Katsuki, deseaba saberlo más que otra cosa.

Izuku sonrió y carcajeo, diminutas partículas azules se desprendieron de su cuerpo centellando y desapareciendo en el aire. Katsuki estaba asombrado y desconcertado. Era la primera vez que lo escuchaba reír,  además ¿Por qué el aura se había manifestado? No le dio importancia, Izu no pareció haberlo notado.

- No lo sé -Respondió Izu limpiándose las lágrimas con la mano, Katsuki no esperaba esa respuesta.
- Desde que recuerdo están en mi cabeza, en mis sueños. Lo único que sé es que debo encontrar la flor feliz, es todo -

-¿Flor feliz?- Repitió Katsuki
-¿Cómo es esa flor?

-No lo sé- Respondió Izu

-¿Cómo huele?-

-No lo sé-

-¿Dónde está?-

-No lo sé- Respondió Izu.

Katsuki mostro los dientes molesto. -¡Bastardo!  ¿¡Estás jugando conmigo!?-

-No lo sé- Respondió Izu sonriendo juguetón.

-¡Maldito te pat…!- Katsuki no termino su insulto, Izu lo calló con un beso. Katsuki sorprendido se alejó un poco, estaba sonrojado.

-¡Es cierto! ¡Es lindo ver a alguien sonrojado!- Izu le sonrió dándole una probada de sus actos
–Pero en verdad, no sé nada acerca de esa flor, solo entiendo que una vez la vea sabré reconocerla de inmediato-

Katsuki tomó las manos de Izu entre las suyas y reclino su frente en la de él. Cerró los ojos sonriendo.

- Te ayudare a encontrarla- Dijo Katsuki
- Cualquier cosas que desees yo te la daré- finalizo de decir el Alfa.

-Te deseo a ti- Respondió Izu, el aroma del Ómicron se desprendió de forma inconsciente. Las fosas nasales de Katsuki se ensancharon y aspiro fuerte. El olor era una mescla de flores, olor a lluvia y menta. No eran los olores que Katsuki amaba, estos olores eran de Izu, esto es lo que el adoraba. En cualquier otro caso el Alfa podía olfatear olores de su agrado en el omega, pero el Ómicron solo demostraba ser más complicado en cada aspecto.

-Puedes tenerme –Respondió Katsuki mirándole fijamente.

- ¿Puedo marcarte?-
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(La princesa de espinas).

Largas vides con espinas cubrían el suelo, se extendía en todas direcciones en el jardín. En medio de ellas había una chica sentada con los ojos cerrados. Olía una rosa que sostenía en la mano. Tenía la piel pálida y vestía una túnica de damasco color blanco. Lo que parecía ser su cabello caía por su espalda y hombros, pero se retorcía como serpientes. De su cabeza nacían las vides que reptaban alrededor. Los guardias permanecía en la distancia vigilándola, nadie era capaz de acercarse ella, salvo su madre. Cualquier otro encontraria una muerte agónica entre el abrazo de su cabello, seria aplastado o solo exprimido hasta morir desangrado.

-Así que matrimonio- Dijo ella girando la flor. Aplastó la rosa con la mano y las espinas se le enterraron en la piel la sangre le escurrió entre los dedos, pero ella no había demostrado ningún gesto de molestia. Se recostó y las vides la envolvieron formando un capullo alrededor de ella.
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(Katsuki)

"Arriba hombre"....
Katsuki escuchó una voz, fue gentil pero muy firme. La calidez le recorría el cuerpo. Abrió los ojos sobresaltado recordándole todo lo que había ocurrido. Se giró buscando a Izu, una mujer pálida y de cabello blanco, muy similar a Izu, estaba sentada con la cabeza de él Ómicron en el regazo, le pasaba la mano entre el cabello mientras sonreía. La herida de Izu había cicatrizado al igual que la de Katsuki. 

Katsuki intentó hablar, pero sin entender lo que ocurría se arrodillo agachando la cabeza. Reconoció de inmediato la presencia de las entidades que los acompañaban.

Ellos eran el Sol y la Luna, estaban frente a él manifestados en forma humana. Los dioses que consintieron los sentimientos de Katsuki hacia Izu.

-Vamos, vamos-  Dijo el dios sol, luego puso la mano en la cabeza de Katsuki y le revolvió el cabello
- No seas tan formal- le dijo con calma.

-Ustedes amables dioses nos han salvado... - Dijo Katsuki sin atreverse a mirarlos –... Siempre estaré en deuda con ustedes –

-Vamos chico, puedes llamarme Masaru- Dijo el dios sol.

-Puedes referirte a mí como Inko- dijo la diosa de la Luna.

Katsuki no dijo nada, pero parecía ansioso. Inko formó una sonrisa y río al notar la extraña expresión en el rostro de Katsuki.

-Puedes preguntar lo que sea que estés pensando –Dijo Inko pellizcando las mejillas de Izu aún dormido.

-Yo- Katsuki dudo un segundo -¿Por qué nos han salvado?-

-Bueno.. –Respondió Masaru cruzándose de brazos
–... Hay circunstancias más allá de lo explicable, así que solo puedo decirte que aún hay algo que ustedes dos deben hacer, pero esta es una situación especial. No habrá más intervenciones-  le respondió Masaru.

Un gruñido llamó la atención de Katsuki. El sultán de la luna se arrastraba abriendo la boca y emitiendo sonidos guturales. Se puso en pie y explosiones estallaron entre sus dedo, dio un pazo para avalanzarce contra él pero Masaru extendió el brazo deteniéndolo.

-Es mío- Dijo Inko. Ya no sonreía, el tono en su voz fue muy bajo, tranquilo.

Katsuki fue recorrido por un escalofrió. Los ojos de Inko se iluminaron en un intenso color blanco.
Detrás del cuerpo moribundo del sultán de la luna, el aire parecía haberse agrietado y una fisura se abrió revelando una profunda oscuridad.

Katsuki por primera vez fue invadido por el sentimiento de terror; tensó la mandíbula, gotas de sudor caían por su frente y cuello.

Un gigantesco ojo aprecio en la oscuridad, la pupila recorría la sala por cada rincón, se centró en Katsuki y el dio un paso atrás.

Luego enfocó al sultán de la luna. El ojo se cerró y una mano gigante grisácea emergió desde la oscuridad aplastando al sultán, lo apretó entre sus dedos y los huesos crujiendo hicieron eco, finalmente lo arrastró dentro de la grieta para luego cerrarse y desvanecerse.
Katsuki trago saliva. No debía molestar a los dioses nunca.

Masaru vio los cadáveres de la familia de Izu, suspiro cerrando los ojos y realizó un ademan con la mano. Los cuerpos se fueron desintegrando y esparciéndose en el aire como partículas rojas hasta no dejar rastro, el pútrido aroma también fue limpiado.

-Tranquilo, Katsuki. Nuca pasarás por algo así. No mientras no lastimes a Izu- Dijo Inko con una sonrisa. Katsuki solo guardo silencio.

-Solo está jugando- Masaru palmeo la espalda de Katsuki – o quizás no-

"Estos dioses son terribles" Pensó Katsuki.

Ambos dioses se habían marchado después de haber dicho a Katsuki que debía encontrar un remplazo para el reino de la luna. Inko prometió encargarse del lugar, pero si no encontraba un remplazo Izu debería reinar en lugar del antiguo sultán. Se sentó con pies y brazos cruzados por horas y pronto los brazos de Izu lo rodearon desde atrás. Después de una breve charla, se marcharon de regreso a Shams.
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(Yami e Izu).

Yami miraba hacia el cielo nocturno. Estaba de pie en la terraza frente al jardín. Katsuki e Izu habían llegado por la mañana y se habían encerrado en los aposentos del sultán, parecían cansados. Desde entonces Yami solo permaneció en pie hasta que sol se ocultó, pensado en el pasado de ambos.

Las puertas chirriaron al abrirse, Katsuki entró con Izu caminando detrás viendo hacia el suelo. Yami se giró, parece que no había funcionado el plan. O al menos eso pensó al mirar la siemore sería actitud del omicron.

-Cuídalo, tengo cosas que hacer- Dijo Katsuki y salió cerrando las puertas.

Izu se quedó en pie, sin hacer nada. Yami fue con él, lo tomó de la mano y lo guió hasta la terraza. Paso al menos una hora, ellos no habían dicho nada. Yami estaba más que acostumbrado a las interminables horas de silencio entre los dos.

Izu caminó hasta la balaustra donde las vides se enredaban. Flores blancas crecieron e Izu las tomó haciendo una corona. Yami se detuvo al costado de Izu, viendo el cielo oscuro.

-Mi príncipe... - Dijo Yami, sin despegar la vista de las alturas

–... Yo realmente esperaba algo de ese viaje… creí que algo cambiaría - Yami hizo una pausa y suspiró

–Deseaba poder disculparme por lo ocurrido en el pasado. Mi actitud imprudente arruinó mi vida una vez y la segunda vez me arrebato a mi primer amigo, la primera persona que me aceptó - Yami se llevó la mano a la cara.

– Yo debí morir aquel día en el jardín, nada de esto te estaría ocurriendo si en ese día no te hubieses revelado contra tu padre para protegerme. Quizá aún estarías sonriendo…-

Los ojos de Yami se llenaron de lágrimas y  comenzó a sollozar entre temblores. Golpeó el soporte de la balaustrada con los puños cerrados. Izu seguía tejiendo la corona sin decir nada.

-Daría lo que fuera por volver a verte sonreír, tu verdadera sonrisa- Dijo Yami con voz quebrada.

Izu puso la corona delante de Yami, quién muy sorprendido la tomó para verla mejor y los temblores aumentaron cuando notó el tipo de flor con la que la había armado; eran claveles la primera flor que Izu le había regalado en una corona también. Izu la puso en la cabeza su amigo.

-Yami- Dijo Izu.

Yami abrió los ojos y se giró muy rápido para verlo de frente, habían pasado años desde que su príncipe lo había llamado por voluntad propia.

Se encontró con la sonrisa que una vez le había regalado en el jardín la primera vez que lo conocío, ya no era una sonrisa vacía o un acto reflejo.

-¿Izu?-  Preguntó Yami aterrado de que solo hubiese sido una ilusión, las lágrimas se desbordaron de sus ojos y los labios le temblaron. Ya no pudo soportar el peso de las culpas, cayó arrodillado temblando. Izu lo abrazó.

-Nunca te lo dije... - Dijo Izu con tranquilidad, el corazón de Yami se aceleró y abrazó a Izu estrechándolo tan fuerte contra él, temía que se fuera, que lo dejará otra vez, quería aferrarlo y mantenerlo ahí para siempre

–... Siempre odie ese apodo, pero me alegraba al mismo tiempo. Yo mismo intente hacerte enojar nombrándote Yami. Pronto sentí algo especial en esos nombres, fue como iniciar una nueva vida, con mi nueva familia. Pasaría por todo ese infierno solo por ti, tantas vidas fuera necesario solo para conocerte en cada una de ellas- le dijo Izu de forma tranquila mientras le abrazaba aun.

Yami se aferró escondiendo la cara en el pecho de Izu lloraba en alto dejando por fin escapar todas las culpas que lo habían agobiado por años. Izu le acarició la cabeza en un intento de tranquilizarlo, después de tanto tiempo, ahora se tendrían de verdad uno al otro como los amigos, familia y casi hermanos que eran.

-Por fin has vuelto, mi Izuku- Dijo Yami, entre sollozos. Las lágrimas venían sin control, pero en la cara tenía una gran sonrisa.

-Estoy de regreso, mi príncipe de flores. Mi Tokoyami- Respondió Izu sonriendo, de los ojos también rodaron las lagrimas.

Continuará  

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DATOS EXTRA:


ALHILAL: Nombre real del reino de la Luna.
RIMALON: Nombre del país en el que se desarrolla la historia dentro de él se ubican los tres reinos ya conocidos, que son Shams, Alhirara, y Candor. Además de Alhilal.

La princesa de espinas es la prometida de Katsuki, y la hija de la bruja de hielo también conocida como la emperatriz sangre Azul, algunos se han confundido pensando que "la bruja de hielo" y la emperatriz sangre azul son dos personajes diferentes pero no, son la misma. Pero esta emperatriz es una bruja por ello se le conoce también como la bruja de hielo. Más adelante se dará a conocer más información sobre ella, su hija la reina de espinas y su reino.

Por cierto la princesa de espinas es la chica de la clase 1-B "Ibara Shiozaki" ¿se acuerdan de ella? :)

Otro dato más que adjunto que igual puede ser de su interés es la edad de los personajes las cuales son las siguientes.

Izuku: 17
Yami(Tokoyami): 23
Katsuki: 19
kirhsima: 21
Mirio: 24
Taishiro: 26
Ojiro: 20
Keigo: 25

Otro dato interesante que nos brinda Dramer es que, "La Flor Feliz" es el tema más importante dentro de la historia.

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Esperamos que les haya gustado el capitulo de hoy, y ya pueden respirar tranquilos que nuestros nenes aún están vivitos y coleando gracias a mami Luna y papi Sol UwU ~~

Los esperamos aquí la próxima semana para el capitulo 11! Y recuerden, si les gustó no olviden dejar su bello comentario y estrellita UwU ~~~✨ ❤️

Besos inmensos y un fuerte abrazo!! Hasta la próxima ;D

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