Capítulo 56°: De la armonía en la muerte de una estrella
De la armonía en la muerte de una estrella
La noche es la mejor representación de la infinitud del universo. Nos hace creer que nada tiene principio y nada, fin.
—Carlos Fuentes
¿Puedo desear que un sueño sea eterno?
¿Puedo desear que una hipótesis sea comprobada?
Jin me envuelve entre sus brazos aun en nuestra realidad hipotética y es muy cálido y es el lugar perfecto en el que quiero estar justo ahora, creando un pequeño fuerte que no permite la entrada al miedo ni a nada más que no sea el sentimiento de su pecho contra el mío y su mejilla presionándose contra mi cuello.
Estamos en medio de una calle y es de noche, pero no sé qué día es o qué hora exacta es. Solo sé que aun no han pasado las seis horas, así que no hemos despertado en nuestra realidad.
—¿Sabes qué otra cosa hemos descubierto el día de hoy? —pregunto ronco, corrompiendo la quietud y el silencio que nos rodea. Ambos en pijama, ambos sin haber dormido, con los cuerpos cansados, con marcas de besos en la piel que aun no se han borrado. Quietos, juntos, a medias asustados, a medias sintiéndonos envueltos en fortuna y esperanza.
—¿Qué cosa?
Jin se separa un poco de mí, sus ojitos reflejan el brillo de las estrellas en el cielo y sus mejillas están sonrosadas por el frío del invierno de este diciembre desconocido al cual no hemos llegado en realidad. Sonrío.
Mis manos llegan a la piel de su rostro, cubriendo la mayor cantidad de piel que pueda, esperando transmitirle un poco de calor. Acariciando con mis pulgares su mandíbula, su labio inferior, su barbilla. Él me sonríe de vuelta —Hemos descubierto que aún puedes crecer unos diez centímetros más...eso me pone en una gran desventaja.
Él ríe, y caminamos un poco más porque realmente no tenemos algún lugar al cual ir.
—¿Sabes, Gi? Cuando caí por última vez te dije que ya no era una estrella, que era un humano ahora. Pero eso no era cierto.
Caminamos uno junto al otro, su cabello se mueve con la brisa y su mano toca la mía de vez en cuando, sin agarrarse realmente.
—¿No lo eres?
Niega —No completamente. Estoy suspendido en un "casi" que no puedo definir. Soy un humano, pero no del todo, así que no lo soy. No soy una estrella, pero no es así del todo, así que puede que sí lo sea aún, puede que no lo sea. Soy una casi enana azul, y un casi ser humano.
Las palabras de Jin parecen inofensivas, son relajadas y fluidas y están teñidas con un regusto a dulce, pero cuando miro sus ojos, quizá no es tan sencillo como lo quiere hacer ver.
Quizá le duele un poco.
Estoy a punto de decirle algo cuando su semblante cambia con una sonrisa pequeña —Pero, entre todas las desventajas y ventajas, hay una cosa que, mientras sea una casi estrella, puedo hacer aún.
—¿Hmm? ¿Y eso qué es?
Jin se adelanta un poco, girándose para caminar de espaldas y mirarme con una sonrisa traviesa —Aunque mi cuerpo ya no tenga la energía celestial —ríe —Aun puedo controlar la energía de los deseos.
¿Eh?
No tengo tiempo de preguntar cuando siento que mi cuerpo es lanzado hacia adelante, cayendo con él quien sabe a dónde y quien sabe por cuanto tiempo, cerrando los ojos por reflejo y perdiéndome de lo que sea que haya pasado.
Huele a canela, también huele a shampoo de uvas y un poco a colonia.
—Abre los ojos, Gi —me susurra. No sé cuándo ha llegado cerca de mi oído. Entonces obedezco y esta vez la luz no me lastima cuando elevo los parpados.
¿Dónde estamos?
Frente a mí hay un portón de rejas oscuras que está medio abierto, dejando a la vista un jardín pequeño y una casa de una sola planta de la que viene un tierno resplandor cálido. Hay ruido dentro del lugar y se oye como una cacofonía de voces y risas.
A mi lado, Jin parece incluso tan sorprendido como yo.
—Es la casa de mi infancia —murmura, como si leyese mi mente —pensé en venir en el último momento, no creí que hubiese gente.
Ninguno de los dos dice nada más, tampoco necesitamos decir algo. Entre Jin y yo existe ese entendimiento tácito que no había encontrado en nadie más, así que realmente no tenemos que preguntar, ambos estiramos las manos y abrimos el portón de rejas negras.
Nos acercamos tentativamente y la suave melodía de Fly me to the moon llega a través de las ventanas semi abiertas. También hay risas y un batiburrillo de conversaciones.
—No, no. Nam, tienes que colocar esa mano en mi cintura. ¡Esa no es mi cintura! Te lo digo yo. Tía, está ultrajándome.
La voz de Jackson es más fuerte que el resto y a través de la puerta ya abierta nos es fácil ver la imagen al completo.
La casa de la pequeña familia Kim está llena de gente, decorada con muérdago por doquier y lazos y cosas doradas y rojas y verdes. Navidad. Todos tienen gorros de santa de colores diferentes.
En medio de la pequeña sala, Namjoon y Jackson están bailando la canción de Frank Sinatra, de forma caótica y despreocupada. Frente a ellos, en una silla baja, el jefe Sang sostiene un celular con el flash encendido y una gran sonrisa en su rostro, como si estuviera dando lo mejor de sí para grabar el momento.
—Es...la cena familiar —la voz de Jin es apenas un susurro quebrado en el viento y la sonrisa que cruza tenuemente su rostro parece un eclipse de luna, acaparando la luz de un sol que se ha escondido hace tiempo —Gi, ellos-ellos son mis padres.
Jin me señala al fondo de la habitación hacia dos personas ataviadas con cajas envueltas y decoradas de forma graciosa, caminando hacia la esquina donde un árbol gigantesco está esperando por los regalos que llevan en las manos.
La mujer lleva un sencillo vestido carmesí que llega casi hasta sus talones y el hombre tiene atado un delantal color verde con un juego de palabras navideño bordado en el pecho. Él es muy parecido a Seokjin.
La risa de un niño se escucha casi como un grito por toda la casa y todo el mundo gira hacia la dirección del sonido. Woo-Jin con un pequeño traje y un gorrito rojo sosteniendo un cachorro que apenas puede cargar en sus pequeños bracitos, corre por delante de su padre que está vestido de una versión más grande que su hijo, con un gorro color dorado, riendo y agitado, dando vueltas alrededor de los señores Kim y terminando en las piernas del jefe Sang con una carcajada cansada —Hijo, Cebolla parece que quiere llorar, deberías dejarlo libre.
—Cebolla ¡Cebolla! No llores ¡No llores!
Pero, de entre todas las cosas, hay una sola que se queda prendada en mi pecho. En la parte más alejada de la sala, en el alfeizar de la ventana enorme desde donde se pueden ver los pequeños copos de nieve, fly me to the moon es tocada delicadamente en una guitarra color caoba por las manos de Seokjin, siendo cantada por su voz melodiosa a ojos cerrados y una sonrisa pequeña y cálida.
Tan cálida.
Seokjin lleva apenas una camisa negra remangada hasta los codos que luce exacta a mi camisa favorita, sobre su cabeza un gorro de navidad color rosa con la pequeña borla blanca cayendo hacia un lado de su frente.
Rozando sus rodillas, Yoongi está vestido de una camisa rosa pálido y su gorro es color negro. Él sonríe como si aquello fuese solo una broma privada entre los dos, moviendo la cabeza cerca de su prometido cuando Seokjin murmura en un falsete perfecto—En otras palabras, por favor sé real. En otras palabras, te amo.
La música para y Jackson se queja, pidiendo una canción más para bailar, pero el teléfono de Yoongi suena en ese momento —Es Kook, debe estar llegando a la estación para la cena.
—Dile que no se preocupe, lo esperaremos, es posible que la señora Jeon también llegue pronto.
Seokjin estira su mano izquierda, acariciando con ella la mejilla de Yoongi y allí, tanto Jin como yo, podemos ver la marca en espiral de su muñeca junto a un tatuaje de letra cursiva con la palabra "Nuit"
Yoongi también tiene uno, pero el suyo dice "Soleil"
La imagen, entonces, parece congelarse, porque el tiempo se ha detenido, guardando el momento intacto en mi memoria.
La nieve cayendo, las sonrisas en los rostros, las luces y el olor de casa. Hay fotos en las estanterías y las paredes. Hay una foto donde Jin y yo tenemos uniformes de secundaria, es bastante notoria la diferencia de edades, siguiendo de una foto de un Jin un poco mayor con un diploma de escuela media.
Fotos que generan sonrisas de la familia Kim, también de la familia Jeon, y un montón de rostros juntos. Fotos que me rompen el corazón, como una de mis dos abuelos abrazándonos a los dos.
Hay una foto con los anillos de compromiso de Namjoon y Jackson. Hay varias fotos de Hyo y Jin, de Jin y Yoongi, de Jungkook e incluso Hoseok.
Mi foto favorita también está allí, el baile de mascaras de la fiesta de aniversario de mi madre.
—Somos realmente nosotros ¿No es así? —mi voz es un poco ronca y no me he dado cuenta desde hace cuánto tiempo he estado mirando los estantes llenos.
Jin aparece a mi lado, abrazándome desde el costado y apoyando su barbilla en mi hombro —Supongo que, sin importar la realidad que sea, hay cosas del destino que nadie puede cambiar.
★★★
Cuando abrimos nuestros ojos el sol ya ha salido y parece llevar un tiempo colgando en el horizonte.
Ambos estamos en la cama, tenemos que ir a trabajar, pero ninguno de los dos quiere irse realmente.
En un par de días será 21 de junio en nuestra realidad, el solsticio de verano.
Mi corazón aun se siente tibio, aun se siente acelerado en varios latidos, atormentado por los quizá que ya no vale la pena rememorar, porque, aún si los "hubiera" se presenten en la forma de luces incandescentes y canciones dulces de fondo, no hay manera de que desee estar en otro lugar justo en este momento.
Este es el Min Yoongi al cual este Kim Seokjin ama.
Esta es la vida que el universo me dio como otra oportunidad.
Y no es igual a esa realidad mágica e idílica, no es igual a las cosas que pudimos haber hecho o las relaciones que pudimos haber construido.
Pero esta realidad, es mía.
Lo demás no importa.
—Cariño, crees ¿Crees que...podamos intentar pedir ese deseo esta noche?
Yoongi tiene su rostro oculto en mi espalda, abrazando mi cintura con mucha fuerza —Aun tenemos un par de luces y un poco de tiempo, creo que podemos hacerlo y cumplir la última tarea.
Le siento suspirar en la piel desnuda de mi nuca y siento la humedad de sus labios delgados dejando un tierno beso en la zona sensible, sonriendo contra ella —Entonces vayamos a trabajar para que este día se pase volando.
Yo también suspiro.
¿Qué es esta ansiedad, de igual manera?
Soy casi humano, soy casi estrella. Aún si acepto la realidad, le tengo miedo a esos casi.
Cuando la parte celestial de mí muera entonces yo... ¿Seré un humano completo? El universo dijo que, al quedarme en la tierra, dejaría de ser una estrella, pero, mi humanidad...nada me la asegura.
La llegada a la cafetería no me toma demasiado tiempo, y sé que he llegado unos minutos tarde, pero Jackson hyung está de tan buen humor que parece no darse cuenta.
Quizá ya no estoy más en periodo de prueba o casi despedido.
Coloco mi pequeño delantal negro amarrado a la cintura y pienso en que quiero ir a ver a mis padres y presentarles a Yoongi y que quiero ir al parque con Woo-Jin y que me enseñe cómo se juega con un niño. Quiero hacer muchas cosas, planear de verdad un futuro.
Clientes llegan y van las primeras horas y el ambiente en el pequeño café se hace acogedor a medida que pasa la mañana y llega la siempre esperada hora muerta que solemos ocupar en descansar o limpiar o hablar con la maestra que en ocasiones no aparece porque está trabajando, quizá, como hoy.
—Jackson hyung, ¿Dónde está Nam hyung?
La burbuja insonora que había estado cubriendo a mi jefe se rompe cuando mis palabras, de alguna manera, llegan a sus sonidos. Sus mejillas se colorean de varios tonos de rojo y me mira con una mueca que no entiendo del todo. —Fue a reunirse con su papá —se acerca a la barra en donde estoy, lanzándose dramáticamente en uno de los bancos para clientes —Pregúntame si estoy nervioso por ello.
—¿Está nervioso?
—Por supuesto que no.
—¿Es eso sarcasmo?
—Por supuesto que sí.
Su cabeza se apoya dolorosamente en la barra con un plop que suena por todo el local. Jackson gruñe, cubriéndose con ambos brazos —Sé que insistí en esto, pero no puedo no estar algo preocupado.
—Le preocupa... ¿No ser aceptado?
—¿Yo? —Jackson se incorpora y parece pensarlo seriamente, como si eso no se le hubiese pasado por la cabeza —Hmm no, no, no he pensado en mí, me preocupa él. Su relación con su padre es algo importante para Nam, así que estoy un poco preocupado de que esto cambie algo entre ellos.
Lo pienso un poco mientras él apoya su mejilla en la palma de su mano, provocando que sus mejillas hagan una forma extraña.
Le preocupa... ¿Le preocupa que las cosas cambien?
A mí también me preocupan los cambios, casi tanto como me preocupan los casi.
—Algo va a cambiar —murmuro y él me mira con una ceja elevada —Pero hay cambios buenos. Bien, creo que todos los cambios son buenos porque indican evolución. Quedarse igual siempre, eso es lo que pienso que no sería bueno.
—¿Hmm? ¿No crees que hay cambios malos?
Niego —Incluso si creo que un cambio ha traído algo malo puedo trabajar a partir de eso. Pero si todo es igual ¿Qué puedo hacer? —suspiro —Ah, no puede haber equilibrio si no hubo caos primero ¿Cierto? El caos siempre ocurre luego de que algo ha cambiado.
No deberíamos tenerle miedo al caos.
Ni a los cambios.
Ni a los casi.
Cuando levanto mi mirada, Jackson me está sonriendo —Sí, tienes razón, ¿Por qué debería estar nervioso? Pase lo que pase, lo enfrentaremos.
—Sí, pase lo que pase. Y no importa qué, la fortaleza de ambos puede soportarlo ¿No lo cree?
Ninguno de los dos dice otra palabra, sin embargo, no nos quedamos en silencio demasiado tiempo cuando le oigo tomar aliento. Dejo de limpiar las manchas de taza de café que han quedado en algunas zonas de la barra y lo miro con un interrogante en mi ceño fruncido, ahora Jackson me está mirando con intensión.
—¿Qué es?
Pasan 12,35 segundos sin respuesta en los que creo que él me está analizando de arriba abajo —Estoy pensando, solo eso. Necesito que me ayudes con algo.
—Por supuesto.
—Quiero que me ayudes a entrevistar nuevos aspirantes. Abriré una convocatoria de empleo para el café.
Me siento un poco desconcertado, aun así, me las arreglo para bromear —Ah, hyung, ¿Ya no soy suficiente para usted? Tanto tiempo de explotación laboral echado a la basura.
—¡Yah! —El trapo de limpieza de su cintura golpea una parte de mi hombro porque no puede alcanzarme desde su posición.
Me río, pero una sensación de premonición se agita en mi pecho.
Jackson está cruzado de brazos y sus ojos están cerrados con una expresión solemne por unos segundos, como si estuviera realmente enojado. Estoy a punto de decir algo cuando su mano se extiende hacia mí. Hay una pequeña tarjeta blanca, apenas un rectángulo en su palma, con un nombre y un número de teléfono.
—Sé que este no es el trabajo que planeas hacer para siempre, así que mientras pueda ayudarte lo haré. Lo primero que debes hacer será validar tus grados. Con todo lo que sabes estoy seguro de que no será difícil para ti hacerlo, incluso puedes aplicar a la universidad. Por mientras, ese es el número de la maestra, ella está buscando un ayudante para sus clases y paga realmente bien, sus términos son razonables, ya me aseguré de eso. Pienso que es un buen primer paso para lo que realmente quieres hacer.
Me quedo muy quieto con la tarjeta en la mano, y de repente me he quedado sin palabras y sin reacciones y no estoy seguro de qué es lo que sucede pero hay una gran emoción que brota en mi corazón y en las puntas de mis dedos que hace mis ojos picar.
—¿H-Hyung?
—Ya, ya, no te pongas emocional que no es la gran cosa. Pero tienes que ayudarme a encontrar un mejor empleado y entrenarlo porque ya estoy demasiado viejo para esto ¿Estamos? Estamos. Ahora regresa al trabajo, no creas que me he olvidado de tu periodo de prueba.
Sus palabras son rudas cuando salen de su boca, pero antes de levantarse del banco, hay una sonrisa cariñosa y una mirada cálida en sus ojos.
Bajo mi mirada y el número y el nombre en letras negras y escritas a prisa parecen bailar en el trozo de papel blanco.
No sé si él está lo suficientemente cerca para escucharme, pero aun así murmuro —Gracias.
De alguna manera, mi corazón se siente como si esta última oportunidad del universo fuese un claro mensaje que he recibido hace tiempo, pero que me he demorado en decodificar:
Mi felicidad está aquí, en esta tierra, con estas personas, en esta vida, en esta realidad.
—¿Seokjin?...¿Es ese un anillo en tu dedo? ¡¿Es ese un anillo?!
★★★
El día se pasa tan lentamente y el calor del verano se siente tan cerca que hace parecer la pequeña maqueta en mi escritorio a punto de derretirse.
Paredes derretidas, personitas a escala derretidas, incluso arboles de material reciclado derretidos.
El jefe Kim, por su parte, luego de sus múltiples crisis ha tenido demasiado trabajo acumulado, pero su terapeuta lo ha intentado convencer de que su salud y estabilidad es mucho más importante, así que parece mucho más relajado mientras mira con una ceja elevada al pobre Mark de contabilidad que está exponiendo a la sala de juntas, lleno de nerviosismo, por qué se ha tenido que utilizar el dinero de imprevistos del presupuesto general del proyecto.
Bueno, por lo menos no sonríe como si quisiera incendiar la oficina, eso es un progreso.
Cuando la reunión acaba, todos suspiramos al ver que el ambiente alrededor del jefe Kim es tranquilo como no lo hemos visto en...bueno, nunca.
Aún así, el pobre Mark de contabilidad tiene que quedarse a discutir con la junta general...pobre Mark.
Mi empatía no dura mucho, sin embargo, porque el día laboral ha culminado y mis piernas no son lo suficientemente rápidas para sacarme del edificio.
Ya en el elevador, mi celular suena.
—¿Hoseok?
—Deja todo lo que estás haciendo y responde algo importante. Ugh, necesito tu ayuda.
—¿Uh? ¿Con qué?
—Okay, escucha esto, ¿Recuerdas la chica que conocimos la última vez que estuvimos en La Fabrica? No la vez que fuimos con Kook y Jin, la anterior a esa.
—Eh... ¿Con la que compartiste taxi?
—Sí, ella, bien. Nos encontramos en el mercado el otro día y ya sabes lo que dicen, amores de mercado, amores para siempre.
—Nadie dice eso.
—De alguna manera me las arreglé para conseguir una cita con ella —continúa él como si nada —Así que mi pregunta es: ¿Frente cubierta o frente descubierta?
Me quedo en silencio por un gran rato, pensando seriamente acerca de mi elección de mejor amigo. Poco me he dado cuenta de que realmente he estado riendo durante los pocos segundos que ha durado la llamada —Descubierta, por supuesto.
—¡Lo sabía! Gracias Min, eres el mejor, le dije a Kook que era mejor descubierta.
—Espera un segundo, ¿Fui tu segunda opción?
—Te quedas en los detalles, Min. ¡Enfócate! Estamos hablando de algo importante...ella es agradable, quiero ver qué resulta de ello. Por cierto, mañana iré a tu casa, necesito que me ayudes con un currículo, quiero apuntar a otro empleo.
—Lo que sea por ti, solo no llegues demasiado temprano.
—¿Por qué? ¿Caricias matutinas? ¿No me les puedo unir? Estoy solito.
—Cállate... suerte en tu cita y usa desodorante.
—Como siempre, puedo confiar en tus sabios consejos.
Cuando la llamada termina ya estoy en la estación de tren con un extraño nudo en la garganta y el pecho lleno de anticipación.
¿Qué es esta ansiedad?
La penumbra cubre nuestra casa cuando abro la puerta, pero hay una melodía que suena bajito desde la ventana abierta del balcón y sé que Jin ha llegado temprano el día de hoy.
La sala huele a verduras al vapor y pasta y solo la luz de la pequeña terraza está encendida, dejándome ver su figura sentada en el suelo a través de la cortina.
—Lo sé, lo sé, sé que no puedes decirme nada, pero...
La voz de Jin suena baja y caprichosa y parece que está hablando con alguien por teléfono, pero, cuando me asomo, sus manos están quietas en su regazo y sus ojos abiertos y fijos en el horizonte donde el sol está terminando de ocultarse, dando paso a la luna, una luna que no había visto hace un tiempo.
—¡Oh, Gi! ¡Haz llegado! Estaba intentando comunicarme con mi Jimin. Ah, tan difícil, los años lo han vuelto un poco gruñón, no ha aparecido.
Cuando me ve, extiende los brazos a su máxima capacidad y yo solo dejo caer mi portafolio y la chaqueta de mi traje y extingo la distancia corta que existe entre nosotros, lanzándome al piso sin importar ensuciar mi ropa, soltando un jadeo cansado cuando quedo atrapado entre sus piernas y brazos en una posición extraña, con mi espalda apoyada en su pecho y sus muslos apretando mis caderas.
Me permito cerrar los ojos un segundo, bañándome por los últimos rayos del sol, y siento las puntas frías de sus dedos acariciar mis cabellos y mis sienes.
—¿Viviste una gran aventura hoy?
—Oh sí, salvé la vida de tres hombrecitos de plástico que casi se caen del último piso de mi maqueta.
—Todo un héroe Min Yoongi.
Hablar con Jin es fácil, y disfrutar del silencio también lo es.
Aunque, quizá, eso no es del todo cierto, porque cuando está él, el silencio no existe.
No existe si puedo escuchar el roce de sus ropas y sus labios y sus dedos cerca de mi piel y el compás de su respiración y su risa que tanto amo, y su presencia que tanto calma mi corazón y su mirada que llena de calor mi cuerpo.
Cuando la hora que hemos acordado llega, ya no hay miedo ni ansiedad, ya no hay rastros de pánico, ya no hay duda o incertidumbre.
¿Es el momento justo ahora?
Sus manos en las mías, sosteniendo ambos el frasco de deseos, haciendo contacto visual y sonriendo.
—Todo lo que hablamos ayer, vamos a probarlo ahora, ¿De acuerdo, Gi? —Asiento. Arrodillados en el balcón con la luna llena de junio sobre nuestras cabezas y un millón de estrellas curiosas que parecen expectantes casi tanto como nosotros —Un solo deseo no será suficiente —susurra él.
Ya lo hemos hablado. Romper el lazo y cumplir las tareas aseguran su permanencia, más no su humanidad. Si su humanidad no está completa, la ley de causalidad no hará efecto y nuestro lazo natural no se creará incluso si mi lazo con Hyo-Joo está roto.
Así que, de no suceder, tenemos un segundo deseo que pedir, sin embargo, con las restricciones de tiempo y espacio, el hecho de no poder desear el traer a la vida a alguien ya fallecido, matar a alguien o evitar la muerte de alguien, además de la necesidad de que el deseo tenga que ver conmigo, nuestras opciones son limitadas.
Podemos encontrar alguna laguna.
Pero no sabemos qué tanto el universo sea indulgente.
A pesar de eso, no hay duda o incertidumbre.
No hay miedo.
Ya no estoy asustado.
Jin me sonríe con toda la calma de alguien que susurra cada noche: no pienses en ello, ya la tormenta ha pasado, cuando esta hora termine, podemos sostener nuestras manos y continuar en paz.
Sin importar cuál sea el resultado.
—¿Estás listo?
Asiento.
Pienso en todos los deseos que hubiese podido pedir mientras Jin fricciona la tapa del frasco, un frasco que me ha acompañado durante más de dos décadas incluso si la mitad del tiempo no recordaba su existencia. El cristal se ve empañado y las luces dentro suyo ya no son tan brillantes por lo que se han ido agotando, sin embargo, es su representación la que me tiene con la mirada desenfocada.
Pienso en el tiempo que ha pasado.
Pienso en todo el tiempo que falta.
Y mientras las palabras se deslizan en mi corazón, pienso que realmente nada de eso importa si él puede quedarse.
Desearía desatar el lazo dorado erróneo que une mi corazón al de Han Hyo-Joo.
Pienso en como los ciclos se cierran, y el caos se estabiliza, y las tormentas se aplacan.
Pero, entonces, viene el dolor.
—¡Yoongi!
Abro los ojos que no recuerdo haber cerrado y mis manos han soltado las suyas para aferrarse a mi propio pecho.
Siento mucho dolor. Como si desgarraran mi carne, siento que un hilo se rompe dentro de mi cuerpo y un torrente de sangre enloquecida me llena los pulmones.
Jin está ahí, cubriendo mis manos con una de las suyas y sosteniendo mi rostro helado con la otra —Mírame, Gi, mírame, por favor, respira, no dejes de respirar.
¿He dejado de respirar?
Romper el lazo amarrado a mi corazón duele físicamente, pero el dolor físico no es tan fuerte como otros dolores que he sentido, así que me convenzo de que todo está bien, concentrándome en respirar.
—Oh, m-maldito de mí, que n-no tengo el derecho de -de hacerte llorar otra vez.
—¿Qué?
Jin se detiene, llevando sus dedos a sus propias mejillas y haciendo una mueca de sorpresa cuando siente la humedad de sus ojos. Sin darse cuenta, él ha comenzado ha llorar casi tan rápido como yo he comenzado a sentir dolor. No obstante, deja de prestarse a sí mismo atención de inmediato.
—¿E-Estás bien? —su voz se quiebra. De alguna manera, he caído medio recostado a la ventana.
¿Estoy bien? El dolor no es demasiado fuerte, pero me siento vacío.
Es extraño, el vacío se siente peor que el dolor.
Siento frío en mi pecho.
Aún así, asiento.
Jin comienza a revisar mi pulso, toca mi rostro, acaricia mi frente, como si las heridas pudiesen hacerse visibles. Cuando se acerca, me las arreglo para tocar su rostro. No me siento cansado, ni me siento débil, me siento vacío, y quiero desesperadamente tenerlo cerca, pero cerca no es suficiente.
¿Está aquí conmigo? ¿Por qué me siento tan vacío?
Jin mira mi rostro y sus ojitos brillantes se ven enrojecidos cuando dice —Hemos cumplido, Gi —pero no se ve feliz.
¿Por qué tengo tanto frío?
Él no dice nada, pero su mano toca mi pecho, ahí donde me siento congelar, y su calidez me calma, pero no es suficiente.
Algo falta.
Nuestro lazo falta.
Los ojos de Jin se siguen anegando, como si fuese un diluvio, no dispuesto a parar, su cuerpo se agita, como si sintiera mi propio frío y mi propio dolor.
¿Jin ha vivido todo este tiempo sin un lazo? ¿Ha sentido todo este tiempo tanto frío y tanto dolor?
Él no dice nada, pero acerca el frasco de nuevo mientras yo intento ponerme de pie. No duele tanto como la perspectiva de su propio dolor.
La ausencia de algo que nunca ha tenido, de algo que yo anhelo tener y que siento haber perdido, me está matando.
Solo hay una luz en el frasco y me pregunto si será esta luz la de mi primer deseo, la que le dio origen a todo, la primera que cayó del cielo.
Su primera lágrima por mí.
Tengo frío y me siento vacío.
El sudor helado perla mi frente y se desliza por toda mi columna, los ojos de Jin siguen lloviendo como una tormenta, y yo me hago miles de promesas en ese momento.
Me prometo que este vacío no existirá nunca más, y me prometo que, de ahora en adelante, todo estará bien, y me prometo que, aun si no tengo energía del polvo de las estrellas o no tengo magia ni deseos, su corazón no sentirá algo más que no sea calor y amor, y su sonrisa no morirá y sus ojos no lloverán aguas turbulentas.
Me prometo contar todos sus lunares esta misma noche y aprenderme las bifurcaciones de su cuerpo antes de que amanezca, y esperar que pueda encontrar en mí la fuerza que él me ha enseñado que tengo para cumplir todas y cada una de mis palabras.
Jin, intentando mantener su compostura, vuelve a abrir el frasco y yo tomo mi aliento frío, diciendo las palabras en voz alta.
No importa cuánto me tome, cualquier segundo con Jin, para Jin, por Jin...cuenta.
—Desearía....
No importa, no importa realmente.
—Desearía haber nacido... el 9 de marzo de 1993 a las 4:24 de la madrugada —tomo aire—con 16 segundos.
A veces, solo un segundo es suficiente.
Mi pecho se estremece y le oigo gritar mi nombre, oigo el suyo de mis propios labios. Como un rayo cálido de luna sobre nuestros corazones, el frío desaparece gradualmente, como cuando llega el verano, ocurriendo el deshielo en nuestros pechos.
Un delgado, casi invisible, hilo de oro se desliza experimentado por los alrededores de mi cuerpo, girando y tomando su propio cauce, se desliza tentativo hacia el frente. De su pecho, un hilo de plata más brillante, sin duda y con premura, se encuentra a medio camino con el mío, fundiéndose en un solo metal tenso que anida nuestros cuerpos bajo el espectáculo de la noche sobre nuestras cabezas.
—¿F-Funcionó?
Poco a poco, sin prisa, la realización va tiñendo mis ojos, y mi estrella, que quizá ya no es una estrella, con sus cabellos de plata, sus ojos ámbar llenos de luces, sus mejillas surcadas con lagrimas calientes, me devuelve la mirada y es en ese momento que el destino y el universo tienen sentido para mí.
—Funcionó.
Sus brazos se lanzan hacia mí y los míos atrapan su cintura, nuestra gravedad haciéndonos caer en el suelo del balcón. La humedad de sus ojos cae en la piel de mi cuello y la humedad en los míos desenfoca mi mirada, mi risa y la suya hacen eco en el espacio y la noche, que puedo ver desde donde estamos, nos muestra sus mejores luces.
—Te amo, cielos, te amo.
Cuando una gran estrella muere, a veces se produce una supernova, una gran explosión cuyo brillo es más poderoso que el de todas las estrellas de la galaxia juntas. Cuando todo el brillo se desvanece, queda un objeto pequeño cubierto de nubes calientes.
Jin, quien ya no es una estrella, se envuelve diminuto y cálido entre mis brazos, con el manto nocturno rodeándonos con sus lejanas luces que parecen luciérnagas y promesas de amor que no hablan de futuros hipotéticos sino de realidades próximas, hasta que nuestros parpados se sienten tan pesados que la idea de quedarnos dormidos en el balcón en una noche de verano no suena tan mal.
Esta vez no tengo miedo de cerrar mis ojos.
—Yo también te amo, Jin, ni siquiera el universo tiene idea de cuánto.
...Mamá me dijo una vez que, aquello que amas siempre estará contigo si lo dejas y, por lo general...ella siempre tenía razón.
"Este es el final". Ahora no solo el día será amado, sino que la noche también será hermosa y bendita, y todo tu miedo pasará.
—J.R.R. Tolkien
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