Capítulo 53°: El Cielo y el Sol que tanto extrañamos

El Cielo y el Sol que tanto extrañamos

Y si esta noche mi alma puede encontrar su paz en el sueño y hundirse en la bondad del olvido, y en la mañana despertar como una nueva flor recién abierta, me habré embebido otra vez de Dios, y seré recreado.

D.H. Lawrence

Jin, con su mirada brillante y alegre, su sonrisa suave, sus mejillas rosas y su cabello del color de la plata, sostiene la pequeña espalda de Woo-Jin en su regazo mientras una de sus manos pasa distraídamente por los cabellos suaves y oscuros del niño.

Yo solo puedo mirar con profunda adoración cómo el pequeño parece relajarse con la vibración del pecho de Jin a medida que la canción suave se desliza de sus labios con voz dulce y delicada, haciéndole dormir más profundo entre los brazos de su tío que lo rodean con cuidado y protección devota.

La melodía es tranquila y habla sobre cómo el sol quemará todas sus penas, esperando que los rayos regresen después del invierno triste, y en el asiento de adelante, Taehyung también tararea bajo y en un tono más alegre, como si esa fuese una canción eterna que hace mucho ambos conocían.

Sonrío. Fuera del auto, el sol se ve incluso más brillante a medida que nos abrimos paso por la ciudad.

—Estamos a punto de llegar —anuncia Taehyung minutos antes de estacionarse en una calle que nos es profundamente conocida.

—¿El café? —pregunto confundido —pensé que iríamos a su departamento.

Taehyung se encoge de hombros casi como si fuese una disculpa, regalando una sonrisa de labios apretados por el retrovisor —Ese era mi plan, pero mi primo insistió en abrir el café y preparar algo allí.

—Oh, eso es maravilloso —murmura mi estrella —hay unos nuevos menús infantiles con los que Woo-Jin puede jugar, ¿No es así?

Mirando hacia abajo me doy cuenta de que, de alguna manera, Jin se las ha arreglado para despertar al niño, suavemente desordenando los cabellos mientras Woo-Jin restriega sus ojos con sus puñitos —¿Jugar?

—Mmm, hay crayones para dibujar.

—¿De arcoíris?

—Por supuesto —asiente solemne.

—Esos son los mejores

—Claro que sí.

Una vez en el pavimento, Woo-Jin sale corriendo por el andén poco transitado, llegando directamente a las puertas transparentes que no puede empujar, sosteniéndose del marco y dando pequeños saltos que hacen mover la boina amarilla que su padre le acaba de colocar.

—Espera, espera. Tu viejo padre no puede correr tan rápido.

—Papá no es viejo.

Quedándonos un poco rezagados, entrelazo mis dedos con los de Jin que se sienten un poco fríos y observo el momento exacto en el que su mascara se cae con un suspiro, apoyándose en mi toque.

—¿Cómo te sientes? —susurro cerca de su oreja.

—Mareado.

—¿Bueno o malo?

Me sonríe, esta vez una sonrisa más sincera y yo puedo notar ahora que estamos cerca el sudor frío que perla su frente y su respiración vacilante. Jin está, aún, totalmente nervioso, y el rubor en sus mejillas va desapareciendo de a poco para revelar la palidez real de su rostro. Aprieto una vez sus dedos —Está bien, es normal, cariño. Hasta ahora todo ha ido bien y seguirá así, ya lo verás.

Él asiente rápido, haciendo un mohín con sus labios —Solo no dejes mi lado ¿Sí? Quédate conmigo.

Dejando un beso en su frente, ambos caminamos detrás de Taehyung quien sigue haciendo poses dramáticas para demostrarle a su hijo, ya en la entrada, que está demasiado viejo para perseguirlo, pero que aún lo intenta, no importa qué tan rápido corra Woo-Jin.

Solo no dejes mi lado.

Por supuesto que no lo haré. Y el hecho de que, en este momento, Jin colocase su esperanza y confianza en mí, me llena de efervescencia el corazón, con un profundo y persistente pensamiento de eternidad y para siempre que me vuela la parte superior de la cabeza hasta la estratosfera.

Un pensamiento de eternidad que está en peligro desde que, más pronto que tarde, será el solsticio y no sé cómo es que las cosas van a resultar.

¿Aún tienes miedo, Min Yoongi? De alguna manera, ese pensamiento viene acompañado de la voz de Jin, y me prometo que sin importar qué, confiaré en él igual que él confía en mí.

—¡Tío Jin! ¡Tío Jin! ¡Apresúrate!

Con una pequeña risa, Jin se suelta de mí y corre detrás de su sobrino, quien ha dejado las puertas del café para trotar por la acera, sosteniendo su boina amarilla con ambas manos y saltando entre su padre y su tío con una risa que burbujea feliz, como no le había escuchado reír ninguna de las veces que lo había visto antes.

Tomando la delantera, abro la puerta para que los niños entren. Revoloteando con el aire como una precipitación, Woo-Jin toma la delantera y lanza un grito, mirando a su alrededor, porque justo frente nuestro hay tres personas con gorritos de fiesta, con las pequeñas mesas juntas sosteniendo un pastel inmenso y globos en el techo de diferentes colores.

—¡Tío Nam! ¡Tío Jackson! —lanza al correr justo a los brazos del más alto, porque, al parecer, a Woo-Jin le gusta abrazar a todo el mundo, en especial si lo pueden alzar tan alto como el cielo

—¿Kook? ¿Qué haces aquí? —la tercera persona en cuestión, abrazando unos globos contra su pecho, sonríe con todos sus dientes con una mirada inocente.

—No se llama Kook, se llama Karma, y no sé cómo me lo he ganado —responde Jackson a la pregunta de Jin, ocultando la pequeña sonrisa detrás de su habitual ceño fruncido —Me lo encontré por casualidad en el supermercado mientras conseguía los globos y no me he podido deshacer de él.

—Y decidió traerlo consigo — completa Namjoon, habiendo dejado al pequeño niño en el piso y yendo a saludar a Taehyung estirando su mano hacia él.

—Hyung, no se haga, yo sé que le caigo bien, ya dijo que incluso me iban a adoptar.

—Es porque eres insoportable, me recuerdas mucho a Namjoon.

Jungkook se levanta con una sonrisa que no flaquea, abrazándome y luego abrazando a Jin como si no lo hubiese visto en días y luego separándose con una mirada suave que aparta de a poco, hacia las personas extrañas en la habitación.

Si hay algo que hay que saber de Jungkook, es que no es una persona que realmente tenga filtro.

—¡Woah! ¿Kim Taehyung? ¿El dos veces consecutivas empresario más joven del año? ¿Ese Kim Taehyung?

Me aguanto una risa ante la mirada a medias consternada del jefe Kim y la sonrisa congelada de sus labios, mirando a mi hermano al que le falta muy poco para convertirse en cachorro, observarlo de vuelta con ojos enormes y brillantes casi como si estuviese en frente de una super estrella.

—S-Supongo que sí...ese soy yo.

—¡Woah! ¡Woah! No me lo creo, usted es algo así como el Michael Jackson de mi clase de introducción a las ciencias económicas.

La sonrisa de Taehyung tiembla un poco y su rostro se ruboriza de una forma que no había visto antes —N-No es para tanto.

Los demás en la habitación se ríen.

Si hay algo que se tiene que saber sobre Kim Taehyung es que realmente no sabe como manejar la atención.

Nos reímos un poco más antes de decidir salvar al jefe Kim de su admirador persistente, explicándole de donde ha salido y cómo es que todos parecen conocerlo menos él, y, de alguna manera, Jungkook consiguió quedarse en el lugar, intentando convencer a Taehyung de adoptarlo también.

—Mira, ya tengo un hijo que demanda toda mi atención.

Y, de alguna otra manera, Jungkook logra hacerse amigo de Woo-Jin también, convirtiéndose de repente en otro niño de cuatro años jugando con globos en medio del café.

Sentados alrededor de la mesa, la conversación se desvía de un punto a otro, hasta que la mirada de Taehyung se vuelve aguda y dice con voz de sospecha —¿Acaso lo que estoy viendo con mi pequeño ojo curioso es un anillo de compromiso?

★★★

La tarde cae como lo hacen las hojas de los árboles en invierno, sin demasiada prisa, ayudadas por el viento.

Yoongi está en algún lado del café jugando a las escondidas con Woo-Jin y Jungkook, y Namjoon lleva un tiempo explicándole a mi hermano toda su entera situación con Jackson que me mira y parece preguntarse algo, pero realmente no me dice nada.

Al parecer, Namjoon no le ha dicho a nadie más de su compromiso aún porque están esperando el mejor momento de enfrentar al tío Sang, pero, aún así, Jackson hyung luce más brillante de lo que lo he visto alguna vez, haciendo muchas cosas con las manos y mirándolas de vez en cuando como si aún estuviera un poco incrédulo.

No pasa mucho tiempo antes de que Taehyung y yo nos quedemos solos en la mesa, sentados uno frente a el otro con una mirada tensa y las manos apretadas entre sí, como un reflejo de lo nervioso que el otro se siente.

—La canción que estabas cantando en el auto —dice con voz oscura, un poco menos amable de lo que ha sido en el transcurso del día, pero manteniendo aún el borde amistoso —¿Cómo es que la recuerdas? No la había escuchado en décadas.

Tomo el aliento y lo retengo en mis pulmones unos segundos antes de dejarlo ir. Vamos Jin, estás preparado para esta charla, te has venido preparando un tiempo.

—E-Es porque... la segunda vez que caí a la tierra, me regresaron mis recuerdos de niñez. Entre más pasan los días, más borrosos se vuelven, pero aún están frescos en su mayoría.

—Caer...a la tierra —él bufa una risa, desviando la vista como si intentara contenerse de hacer un comentario brusco —lo lamento —dice de inmediato —pero...sabes cómo de loco suena ¿No es así?

Asiento —No tenemos que hablar de esto si no quieres, Yoongi ya me ha dicho que te resumió la situación un día.

—Está bien —su mirada vuelve a mí, un poco más suave y con un suspiro que parece venir desde lo más profundo de su pecho —quiero hablar de esto...contigo.

Preparado, estás preparado, no hará frío nunca más, el sol ha salido, tú no estás solo, puedes hacerlo.

—R-Realmente...realmente no recuerdo cómo fue que comenzó, un día solo hubo explosión y luego yo existía. No tenía cuerpo y no era consciente de ser materia tangible. E-Era...una estrella, y no podía tener noción de nada más allá, y nunca me pregunté si estaba vivo, y nunca me pregunté si alguna vez lo había estado. A decir verdad, para ese momento, yo no lo estaba, y aún no lo estoy completamente.

El rostro de Taehyung cae como si cediera a la gravedad y su piel se pone cenicienta como el color de la piedra caliza —¿No completamente?

Bueno, es ahora o nunca.

—Yo morí...Ta-Ta, y hasta ahora no ha habido ser humano que regrese a la vida, no realmente. Pero, tengo este cuerpo prestado como un recipiente para la poca esencia de mi alma que aún quedaba en la tierra. Aquí está recogida —toco mi pecho, rozando el material de la camisa con la punta de mis dedos —Pero no es mucha, necesita enlazarse a este cuerpo para considerarme completo, y no lo hará porque eso trae consecuencias en el orden del universo.

—Entonces, eso significa que... ¿Te irás? Pero dijiste-

—Lo sé, lo sé, por favor no llores, por favor —Mi pecho se aprieta y entro en pánico, moviendo mis manos lado a lado para recuperar su atención. Mis intenciones, antes totalmente claras, se desvanecen tan rápido como sus parpadeos. Yo quería decirle, pedirle ayuda con mi tercera tarea que le involucra. Pero no soy capaz de dejar de suprimir mi egoísmo para hacerlo desaparecer, no soy capaz de hacer que él haga algo por mí si no es lo que quiere —M-Me refiero a que, tengo algunas cosas que resolver antes de que mi tiempo se acabe. Pero no tienes que preocuparte con ello, lo tengo todo bajo control.

Bajo control, dice.

Asiente y es entonces cuando sus hombros parecen relajarse un poco, pareciendo darse permiso para respirar.

Sonriendo un poco más, Tae comienza a hacerme preguntas, desviadas por completo de lo que pensé que querría saber o lo que querría abordar en nuestra pequeña charla.

Taehyung no me pregunta sobre el cielo, ni me pregunta sobre mi realidad o mi existencia.

Taehyung me pregunta sobre mi relación con Yoongi.

Esto es...incómodo.

Y no pensé que fuese posible que esto me ocasionara un severo caso de rubor en la piel.

—Entonces, viven juntos ¿No es así? Él... ¿Es bueno contigo? ¿Te respeta? Sabes que puedes decirme, puedo ayudarte a conseguir un lugar para ti.

—¡Kim Taehyung!

—Kim Seokjin, soy tu hermano mayor y estoy ejerciendo mi derecho de intimidación.

—¡No existe una cosa como derecho de intimidación!

Entonces tenemos nuestra primera discusión de hermanos, y es sobre mi vida sexual.

—Esto es vergonzoso —Me bebo de un solo trago todo el vaso con agua fría que había tenido en mis manos desde que empezamos a hablar, sintiendo todo mi cuerpo enrojecido y abochornado.

Tae tiene una mirada espaciada y está totalmente pálido —Sí, no quería saber. Ha sido una terrible idea.

—¡Tú preguntaste!

—¡No debiste responder! Oh, espero que a papá no le dé un infarto cuando...

Se queda callado, como si de repente recordara algo y los colores que aun quedaban se desvanecieron de su rostro.

—¿Tae?

Risa nerviosa. Taehyung comienza a sudar visiblemente y su manzana de adán se mueve arriba y abajo mientras sus ojos bailan por los globos encima de nuestras cabezas —Sí, nuestros papás es posible que no te hagan un espectáculo como yo lo hice cuando te vean.

Cuando me vean...si me ven.

Mi corazón comienza a latir muy rápido, pero me las arreglo para mantener un rostro impasible y una respiración controlada —C-Cómo... ¿Cómo están ellos?

La pregunta sale más brusca de lo que esperaba y retrocedo un poco. El suspiro de mi hermano es lo que me hace levantar la vista —No hemos hablado mucho los últimos años.

—¿Por qué no?

—¿Por qué? —Tae se ríe con autodesprecio —Jin, yo...soy un desastre emocional. Estar con ellos es el equivalente a tener una crisis.

—¿Te alejaste de ellos por mí?

—Lo hice porque soy un cobarde ¿sí? Verlos a ellos ser la epítome del optimismo y parecer fuera de este mundo cada tanto era...algo que no podía soportar. Durante años he querido ir con ellos en cada pequeño viaje que hacen a la playa, y he querido hacer parte de sus vidas, ir a verlos como si no fuese algún extraño. Pero siempre que estoy a punto de dar un paso, retrocedo. Cómo podía ser ¿Cómo podía ser yo el único que se había quedado atrás?

—Pero, Ta-Ta, no te has quedado atrás. Tú seguiste tu vida, lo intentaste y lo has hecho muy bien. ¿Escuchaste a Jungkook? Eres exitoso, tienes un gran hijo que te ve como si fueses la persona más capaz de la tierra. Lo has hecho bien.

—¿Lo crees?

—Estoy bastante seguro, por eso...por eso ¿Qué te parece ir a visitarlos mañana?

—¿Mañana? —asiento. Taehyung retrocede hasta chocar su espalda con la silla, frunciendo el ceño luciendo bastante dubitativo, como si la idea de visitar a nuestros padres no se le hubiese cruzado por la mente antes. Pasan los segundos antes de que Taehyung abra la boca, dejando ir el aire —Irías... ¿Tú irías conmigo?

—¿Ir?

No quiero.

Tengo miedo.

Aún no estoy listo.

No soy capaz. Un poco más de tiempo.

¿Y si es demasiado tarde? ¿Si tardé demasiado en volver y ya no me esperan? ¿Y si los veo y no puedo recordar sus rostros? ¿Y si...?

Taehyung me ve con los ojos brillantes y tristes, llenos de incertidumbre y yo no estoy listo, pero no quiero que el miedo y la culpa me detengan, no quiero ser yo quien se quede atrás.

Así que elevo mi rostro y pego una sonrisa que intento mantener cálida y lo más real posible —Vayamos juntos.





Es domingo por la mañana y nadie ha dormido nada. Yoongi ha perdido la batalla contra el sueño hace unas horas y se ha rendido en el piso alfombrado.

La razón: Jungkook enfermó después de haber comido demasiado pastel.

Con su cabeza en mi regazo, limpio con calma el sudor de su frente con una compresa de agua fresca, y él se enrosca como un camaroncito en el sofá, insistiendo que nos vayamos a dormir mientras él regresa a su casa.

—Deja de quejarte, esto te lo buscaste tú.

—Hyung, no seas malo.

Insiste un poco más, pero no me voy a la cama porque lo estoy utilizando de excusa para ocultar mi falta de sueño.

La verdad es que estoy sumamente ansioso.

Estoy asustado también.

Paso las horas en automático, esperando que el cielo termine de amanecer. Yoongi prepara el desayuno, pero no quiero comer, y sé que está preocupado y no está seguro de qué hacer y quiero mirarlo y decirle que estoy bien, pero no sale nada de mi garganta.

Antes de que se haga mediodía, ya estoy sentado nuevamente en la sala. Llevo puesta la ropa más bonita que he encontrado, me he peinado. Yoongi esparció colonia en mí, y me ha ayudado a amarrar mis zapatos.

Es mediodía ya cuando el timbre suena y sé que es Taehyung, pero no soy capaz de levantarme, el mundo pasa por mí como una película antigua, bastante lenta y sin colores.

Siento el aliento de Yoongi en mi frente cuando me da un pequeño beso, abrazándome por los hombros intentando llamar mi atención.

—Saldrá bien. Tienes mi número. Solo tienes que marcarme, no importa qué hora sea, iré por ti donde quiera que estés, ¿De acuerdo?

De acuerdo.

Sonrío, decidiéndome por fin a mirarle.

Los ojos de Yoongi son realmente bonitos. Tiene 107 pecas diminutas en la totalidad de su rostro, dos más que la última vez que conté, 95 pestañas delgadas en el párpado superior de su ojo izquierdo y 99 en el derecho. La punta de su nariz se enrojece de vez en cuando y le gusta aplicarse sombra de ojos color ladrillo en ocasiones, que lo hacen ver interesante.

Me gusta Yoongi y su confianza y el olor de uvas en su cabello, sus uñas cortas, su cabello negro un poco más largo, su piel clara y lisa y su cuerpo con bordes, curvas, límites y raspaduras y todo el rosa en el blanco.

El rosa como amabilidad, como suavidad y protección. El rosa como mi color favorito, que está en sus codos y las puntas de sus dedos, sus mejillas, la punta de su nariz fruncida mientras me mira con duda, el lóbulo de sus orejas, sus labios delgados y cálidos y el borde de sus ojos.

Estoy asustado, como lo he estado incontables veces en el pasado, pero sé que él está conmigo, y sé que mientras me abraza, Jungkook le ha abierto la puerta a Taehyung, pero eso no me detiene de perderme en sus ojos y en el toque de sus dedos y como se siente la piel de sus mejillas en mis manos cuando me acerco y le doy un beso suave, que apenas y alcanza a ser una caricia.

—Te amo, Gi. Te llamaré si algo sucede. Espera por mí, ¿Sí?

Sus ojos se vuelven brillantes como obsidiana y su rostro se enrojece, oscureciendo el rosa pálido de antes, parece perdido en sus propios pensamientos mientras asiente y me sonríe ido —Esperaría toda la vida.

Del otro lado de la habitación, Taehyung, totalmente vestido de negro, desvía la vista un poco divertido, un poco incómodo.

—El derecho de intimidación no existe ¿Eh?

De alguna manera, Tae hace que caminar juntos sea una terapia antiestrés. Él me conduce hacia su auto estacionado cerca de nuestro edificio mientras va contándome cosas acerca de su hijo, como que tiene mal humor la mayoría del tiempo y que es extremadamente bueno aprendiendo números.

Entonces no sé exactamente a donde se va el tiempo mientras los arboles pasan igual que los edificios, el sol va subiendo hasta lo más alto del cielo, cubierto por algunas nubes de lluvia y se siente cada vez más el calor del verano.

Cierro mis ojos e intento concentrarme en algo más que no sean mis pulsaciones erráticas y la extraña sensación de estarme quedando sin aire.

—¿Estás nervioso? —Taehyung, a diferencia de mí, luce bastante calmado.

—Sería extraño si no lo estuviera.

Él asiente y dice con una sonrisa tensa —Desde que Woo-Jin nació he aprendido que es mejor esperar a que las cosas sucedan. No vale la pena mortificarse antes de tiempo.

—¿En serio?

—He dicho que aprendí que era lo mejor, no que yo lo aplique. Pero creo que los últimos días he estado tan al límite que justo ahora, ver a mis padres a pesar de ser lo último que estaba dispuesto a hacer es...lo que necesito.

—No siempre lo que necesitas es precisamente lo que quieres.

Pasamos los autos, pasamos la hora, y entonces comienzo a ver menos edificios enormes y brillantes y más casas pequeñas de una o dos plantas.

Cierro mis ojos y dejo de contar los segundos.

—Hemos llegado.

Estoy aquí.

Abro los ojos con lentitud hacia la ventana del auto y veo muchos colores que me golpean a la misma vez.

Hay un gran portón color carbón y un camino de piedra angosto que lleva a una casa de una sola planta con paredes blancas y detalles negros, tiene grandes ventanas y una puerta de entrada doble.

Nuestra antigua casa.

Recuerdo el pequeño pino con el que siempre me golpeaba, y los arbustos llenos de espinas en los que me gustaba jugar. Recuerdo la viga de madera en la cual comparaban nuestras alturas y la mecedora azul que siempre estaba en la terraza en la que nadie se sentaba porque parecía que se iba a derrumbar.

—Aún viven aquí.

—Es para que no nos perdamos en el camino.

Esta vez, Taehyung luce un poco más apagado al hablar, bajándose del auto con gracia y cerrando la puerta con fuerza. Yo hago lo mismo, solo que trato con mas amabilidad la puerta del copiloto y espero de mi lado a que él de el primer paso.

Mi hermano rodea el auto con lentitud, sus pasos se oyen pesados en la grava y mientras se acerca a mí luce cada vez más sombrío. Una vez a mi lado, suspira y hace una mueca con sus labios.

—Está bien, estoy a punto de darme la vuelta y regresar por donde vinimos.

—Dijimos que lo haríamos.

—Podemos volver otro día.

Yo no tengo más días Kim Taehyung.

—No vale la pena retrasar lo inevitable

—¿Por qué lo dices como si fuésemos ante un pelotón de fusilamiento?

—¿Crees que estén en casa? —pregunto, ignorando completamente sus berrinches que continuaron por unos minutos más.

—No creo, volvamos.

Justo cuando la última palabra es dicha, se escucha una risa femenina, muy escandalosa, viniendo desde el patio de la casa.

Me congelo.

Es mamá.

Mis ojos se ponen borrosos y sé que Taehyung dice algo, creo que ha tomado mi mano. Sus dedos me aprietan con fuerza y cuando volteo a verlo está tan pálido como las hojas de papel de un cuaderno.

—Son ellos —susurra y ambos nos vemos como dos niños perdidos.

Somos dos niños perdidos.

Luchando a través del tiempo en una corriente desconocida, esperando que la vida nos deje encontrar el camino de regreso a casa.

Mirándonos con dolor y con miedo, totalmente desolados, entrelazamos nuestros dedos en busca de valor.

De repete, ante mis ojos, Taehyung se ve como el niño de doce años que recuerdo, con su cabello rubio casi blanco en puntas por todas partes, con sus dientes irregulares y sus ojos curiosos. Quizá ahora él me ve como aquel niño de seis años con el cabello de arbusto color negro y salvaje, la mirada llorosa y la esperanza de que su hermano mayor esté siempre con él.

Taehyung me lleva de la mano más allá del portón que realmente nunca está cerrado, y ambos nos entrometemos en la maleza para intentar rodear la casa y atravesar la valla que da hasta el patio.

Caminamos muy juntos, con pasos pequeños y dudosos y el sudor corriendo por todas partes. Casi no puedo ver porque mis ojos de repente están llenos de niebla.

Cada paso que damos se siente como una mano que aprieta mis pulmones, y puedo ver fragmentos de aquella noche que me llenan de temor.

Respira para mí, bebé, respira para mí, por favor...por favor.

Cierro mis ojos con fuerza por 2,56 segundos luego de escuchar la voz de mi madre en mi cabeza llena de memorias incompletas, fragmentadas y dolorosas.

Por favor.

La vaya también está abierta y hay dos personas en el patio, abrazadas y girando entre la hierba que está un poco alta mientras bailan una canción que no conozco que suena muy baja y parece provenir de la casa.

Ambos tienen los ojos cerrados y sonríen.

La mujer es bastante pequeña, tiene el cabello muy largo y rubio claro, sus cejas son finas y sus labios rojos, su piel es prístina como una seda blanca y su nariz es recta. Sus manos se ven delicadas en los hombros de la otra persona y su vestido color vino cae suelto, haciéndola ver como una niña que juega con el viento.

El hombre tiene el cabello oscuro desordenado por la brisa, sonríe más amplio, dejando ver sus dientes y hay pequeñas arrugas en los bordes de sus ojos, su piel es aceitunada y sus cejas gruesas y viste de camisa del color del cielo y pantalones oscuros.

Girando en su pequeño mundo, ella apoyando la cabeza en su pecho y él abrazando su cintura, ellos son el sol y el cielo juntos, brillando el uno por el otro de forma maravillosa.

La mano que está en la mía se aprieta y mi hermano está temblando, tiene los ojos cerrados y el ceño fruncido como si estuviera sintiendo demasiado dolor.

Regreso mi vista al frente, mi corazón ha dejado de latir o quizá es porque late demasiado rápido que ya no lo siento.

La mujer se separa cuando la canción termina y abre sus ojos bonitos color miel que brillan con la intensidad de mis estrellas, sin dejar de sonreír ni un solo momento cuando él le devuelve la mirada.

Me siento como observando algo que no me pertenece y que deseo, y quiero darme la vuelta, no corromper la fotografía con mi movimiento, quiero cerrar mis ojos y dejar de sentir ese vacío insondable de mi pecho, esa carencia de algo que se escapó entre mis dedos y que ahora veo demasiado lejos como para poder alcanzar.

Entonces ellos se congelan de repente.

Parece que la música ha dejado de sonar.

Parece que el tiempo se ha detenido en un segundo al azar, atrapándonos en medio, sin poder movernos.

Parece que la brisa ha dejado de acariciar sus cabellos y que arriba, en el cielo, las nubes han comenzado a destapar por completo el sol, como si este quisiera ver.

Lenta y dolorosamente, ambos giran sus rostros.

Papá abre mucho sus ojos. Mamá lleva sus manos a su boca. Papá parece atragantarse con el aire. Mamá deja caer sus cejas y sus parpados cuando sus bonitos ojos se anegan de lágrimas.

Hay calor y hay frío. Hay desolación y esperanza.

Mamá está pálida y se ve exactamente igual al último recuerdo que tengo de ella, se ve delgada y frágil, pero sus ojos son brillantes como si atraparan toda la luz de afuera.

Taehyung y yo somos esos mismos dos niños que se perdieron en algún momento y que por fin han encontrado el camino, les duelen los pies y están sumamente heridos, y ahora solo esperan que les abran la puerta para poder entrar y cerrar los ojos y dormir en la calidez del abrazo de las personas que los aman.

Mamá cierra los ojos por todo el llanto que se acumula y las lágrimas salen antes de que ella corra, corra como una ráfaga de un día nevado y destruya la distancia como si fueran carámbanos de hielo derretidos con su calor.

Ella corre, y detrás de ella, papá la persigue.

Yo no puedo ver bien, porque hay demasiada lluvia dentro de mis ojos, que giran como las tormentas en un mar en calma.

No pasa rápido.

No pasa lo suficientemente rápido.

Sus delgados brazos se lanzan en picada con la confianza de un paracaidista experimentado y nos rodea a ambos con la fuerza de un tornado de desierto, llevándonos contra su pecho aunque ella no sea demasiado alta y envolviendo con sus manos cariñosas nuestras cabezas.

—Han vuelto... Han vuelto a casa. Sabía que volverían. Lo sabía.

La voz de mamá es como la recordaba, sustituyendo la memoria de las últimas dolorosas palabras que había podido escuchar de sus labios.

Mis manos pican y se retuercen en la espalda de su vestido, buscando más, apretando con demasiada fuerza. Mi rostro busca la calidez de su cuello y el olor de su cabello y la sensación de su abrazo que ya no podía sentir en mis recuerdos. Aferrándome lo más que puedo.

Otro par de brazos aparece y nos rodea, y son fuertes y son igual de cálidos y contrastan con su calma toda la tempestad de nuestra pequeña tormenta, y cuando mamá soba nuestras cabezas cerca de su rostro, papá que es el hombre más grande de la tierra, planta un pequeño beso en cada una de nuestras frentes.

—Ya era hora —dice roto, con un sollozo que se desquebraja y rasga el aire con fuerza, susurrando tan bajo que creo que no lo he escuchado bien —Ya era hora de tenerlos de vuelta.

Taehyung a mi lado se estremece, enredados en un abrazo que se siente eterno, su voz suena pequeña y quebradiza —¿N-No es demasiado tarde, papá?

—Jamás será tarde para ustedes.

Mamá besa nuestras mejillas, aun con los ojos cerrados como si temiera que esto fuese un sueño, como si estuviera asustada de abrir los ojos y que hayamos desaparecido. Cuando por fin los abre, lucen más limpios, lucen como dos gotas de miel que se han tragado un tazón de felicidad líquida.

Nos sonríe, abultando sus mejillas que se han enrojecido.

Y entonces me permito llorar con más fuerza, dejar ir cada lágrima retenida en toda mi vida, beberme la imagen de mi madre, aferrarme a la calidez de mi padre, llorarme la vida como alguien que busca renacer.

Y entre todas esas lágrimas, hay una que le pertenece a un copo de nieve derretido. 



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Sepan disculpar, este capítulo fue muy difícil de escribir para mí y al final no sé cómo quedó esta vaina 

A fines de ilustración, esta es la canción que Jin le canta a Woo-Jin mientras están en el auto.

Tampoco sé si recuerdan pero en el capítulo 41 Tae le cuenta a Yoongi que los nombres de sus padres significan Sol y Cielo, de ahí el nombre del capítulo de hoy. 

¡Tengan días maravillosos!

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