Capítulo 36°: Todo está en los detalles

Todo está en los detalles

Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio.

Rayuela -Julio Cortázar

El jefe Kim se ha ido temprano de la oficina, esperando que todos los demás hagan lo mismo. Es raro, porque siendo solo lunes parece que la oficina está a reventar de papeleo, pero nadie se atreve a opinar aquello viendo los ojos cansados y el rictus en la mueca de Taehyung.

Yeol, de contabilidad, me ha dicho que es posible que se ausente toda la semana y yo solo espero que esté bien porque creo que eso es sólo lo que necesita.

Salgo de la oficina temprano también, porque todos han decidido que, realmente, no importa mucho quedarse más tiempo y que, al ser tan solo el inicio de la semana no era un gran estrago dejar de lado las maquetas y los proyectos por una tarde.

Es todo tan extraño. Pero tampoco digo nada ya que me resulta conveniente, además, porque Jin pretende que nuestra cita de cumpleaños la hagamos hoy desde que no podemos tener mucho tiempo libre el día de mañana, martes.

Me río un poco a pesar de mí mismo porque un cumpleaños no era, exactamente, una fecha de particular emoción para mí.

Soy bastante rápido en esquivar a mis compañeros de trabajo para llegar primero al ascensor y la llegada a la estación junto al camino de vuelta al apartamento la realizo en un tiempo récord. Sonrío amablemente al portero de mi edificio y me dispongo a mi quincuagésimo viaje en ascensor del día cuando escucho la voz del hombre a mis espaldas.

—¿Señor Min? —Me pregunta y yo me doy la vuelta con impaciencia, pegando lo que espero sea mi sonrisa más amigable y cortés como Jin me enseñó hace tiempo.

"—¿Así? Le sonreí, extendiendo mis labios lo más que podía logrando que ambas hileras de mis dientes fuesen visibles.

Me sonríes así por la calle y lo más probable es que crea que tienes problemas y vas a atacarme me respondió, con las cejas curvadas en diversión

—¿Entonces cómo se supone que sonría amablemente?

—Las sonrisas amables son muy parecidas a las sonrisas que me regalas ¿Qué es tan difícil en ello?

—Que el resto de la gente no son tú"

El portero, de apellido Lee, sigue esperando mi respuesta, así que sacudo mi cabeza y tarareo alguna especie de contestación.

—Lo siento, tengo ordenes de no dejarlo subir a su departamento justo ahora.

—¿Qué? ¿Por qué no podría? ¿Algo ha pasado? —el señor Lee me mira divertido en lo que niega imperceptiblemente con la cabeza. Suspirando, me pide que me quede en mi lugar en lo que camina hasta su puesto de control en la recepción, algo despreocupado hasta que toma su intercomunicador que es más parecido a una radio de difusión de largo alcance en versión portable.

Él camina de vuelta hacia mí, con una expresión indescifrable hasta que logro alcanzar el aparato, dudando demasiado en lo que debería hacer por la cantidad de líneas y botones. Le regalo otra mirada cargada de incertidumbre hasta que el maldito aparato casi me hace caer de culo al volver a la vida con una especie de interferencia.

—¿Está Min Yoongi en la línea? —La voz llega entrecortada a mis oídos y no puedo evitar la especie de carcajada que revolotea en mi pecho.

—¿Jungkook? ¿Qué demonios estás haciendo?

—¿Quién es Jungkook? No lo conozco. Soy el agente J, y usted, amigo mío, está siendo reclutado para una misión de rescate.

—¿Rescate? ¿Pero qu-

—El señor Lee le proveerá los detalles de la misión. La vida del agente S está en sus manos, agente Min, será mejor que no tarde. ¿Acepta o...?

—¿O qué? —pregunto divertido.

—O haré que el señor Lee te patee el culo, hyung, así que acepta de una vez, tengo ordenes de no dejarte ir hasta que aceptes.

El señor Lee tararea en afirmación y yo solo logro reírme, deseando, por primera vez, haber insistido en que Jin se comprara un jodido celular.

—Está bien, acepto, ¿Qué se supone que tengo que hacer? —La línea se corta justo en el momento que una hoja de papel doblado aparece frente a mis ojos y el aparato es retirado de mis manos. La tomo, casi hipnotizado y soy sorprendido por la hermosa letra temblorosa en cursiva de mi estrella diciendo:

"Misión rescate: Parte I: ¿Pedirás un deseo por mí?

Agente Min. Hemos sido informados de sus grandes capacidades de razonamiento lógico. Es por esto por lo que confiamos en sus habilidades para descifrar la ubicación del agente S.

La clave podrá encontrarla, solo pidiendo un deseo."

Mi cabeza gira hacia el señor Lee quien se encoje de hombros, visiblemente debatiéndose entre estar incomodo y divertido por la situación.

—¿Cuánto le pagaron por esto?

—Un amable por favor —dice sonriendo — ese chico amigo suyo es muy agradable, lleva una semana regalándome un tazón de cereales por la mañana.

Ah, y yo que pensé que se los tragaba rápido el traidor. Suspiro, mirando de nuevo hacia la nota y decidiendo que hay solo una posible solución al acertijo. No me incomoda, por el contrario, me resulta un tanto divertido, pero la ansiedad me recorre el cuerpo debido a la anticipación.

—Supongo que ahora sí me dejará ir —le digo al portero, caminando apresurado hacia el ascensor antes de conseguir cualquier respuesta.

Estoy sonriendo como un verdadero tonto, anclado a la pared del ascensor sosteniendo mi cuerpo, porque las pequeñas risas que se desprenden de mí lo hacen temblar. A penas está anocheciendo cuando las puertas se abren y me apresuro a la entrada de mi apartamento, ignorando lo tenue de las luces del pasillo, y el escalofrío que me recorre la nuca cuando paso la puerta del apartamento de enfrente.

Mi casa entera está a oscuras cuando pongo un pie dentro y en mi cabeza repito una y otra vez la última oración del papel.

Solo pidiendo un deseo.

Solo pidiendo un deseo.

Como me lo esperaba, encuentro mi frasco lleno de luces en el centro de nuestra cama, luego de buscarlo sin éxito por medio apartamento. El objeto parece a punto de caer a un costado y puedo ver que hay algo más reposando en la tapa de este, pero no es hasta que me acerco que puedo notar qué es.

Una llave y un papel rasgado.

Me río, llevándome una mano a la frente sin saber muy bien cómo proceder.

"Misión rescate: Parte II: Tan lejos, tan cerca.

Los agentes W y N han sido muy amables en proveer un vehículo de transporte para completar la misión, solo debes localizarlo. Ya que esta es una misión encubierta, no podemos revelar su ubicación. Pero como conocemos tu poca paciencia, te lo pondremos fácil.

Solo tienes que bajar."

¿Quién demonios son W y N?

Arranco la llave pegada con cinta transparente a la tapa de mi frasco de deseos y la examino unos segundos. Es común y corriente, una llave plateada con mando a distancia color negro. Tiene una forma curiosa, sin embargo, y me hace preguntar qué clase de vehículo será.

Solo tienes que bajar. ¿Al estacionamiento del edificio? No estoy del todo seguro así que vuelvo a salir de casa, tomando el ascensor aun con mi vista pegada al objeto pequeño entre mis manos. Sigo sin poder creer todo lo que estoy haciendo, todo lo que ellos están haciendo por una cita o un cumpleaños sin importancia por el que faltan algunas horas más.

Llego hasta la última planta y comienzo a probar con el botón que tiene la llave, sin embargo, no escucho ningún sonido y la oscuridad tétrica del estacionamiento no me proporciona pista alguna. Voy recorriendo el lugar, presionando cada tanto sin respuesta hasta que una chispa de luz ilumina mi cabeza. ¿Y si se refería a calle abajo?

Salgo inmediatamente del edificio, y miro hacia ambos lados de la calle, tomando el camino que va hacia la cafetería donde Seokjin trabaja. Camino cada vez más rápido porque temo estar retrasándome mucho y desde que no tengo manera de comunicarme con Jin, eso me pone nervioso.

Presiono el botón de nuevo y no puedo evitar la risa incrédula que sale a flote cuando el hibrido que observo cobra vida.

El Lexus color azul eléctrico parpadea, destrabando los seguros de sus puertas inmediatamente y dejándome con la boca un poco abierta.

—Tienen que estar jodiendo conmigo ¿Quién mierda tiene un Lexus en este lugar? — camino rápidamente hasta la puerta del conductor, casi esperando que el verdadero dueño aparezca y me dé una paliza por intentar irrumpir en su auto, sin embargo, la puerta cede ante mí y no hay sorpresas cuando me siento, exceptuando, claro, la hoja de papel que reposa sobre el tablero con una pequeña moneda pegada a esta con cinta transparente.

"Misión rescate: Parte III: Un penique por tus pensamientos.

Ha sido fácil ¿A que sí?

Está un paso más cerca de encontrar al agente S, solo debe seguir un paso más y obtendrá una recompensa. ¿Qué está pensando ahora, agente Min? ¿Qué ronda por su cabeza? ¡Un penique por sus pensamientos! El agente H los estará esperando"

Sonrío un tanto roto porque este ha sido muy obvio. Lo sé al observar la moneda conmemorativa de un juego de azar que le regalé a Hoseok cuando teníamos diez años. Está raída y un tanto descolorida por los años y siento como si pudiese retroceder en el tiempo con ella, volviendo al arcade abierto las 24 horas al que solíamos ir casi todas las tardes, en peligro de crear un vicio mayor.

—¡Ah! supongo que ahí es donde tengo que ir.

Poniendo en marcha el auto, me dispongo a recorrer media ciudad con el sonido de la radio muy bajo en las bocinas y una canción pop estrenada recientemente acariciándome con su letra. El lugar no está muy lejos, sin embargo, así que cuando el primer semáforo en rojo me detiene, consigo relajarme un poco. Tomo mi celular, intentando mirar la hora, pero mi vista se pierde en la foto que tengo de pantalla de bloqueo, el rostro de Jin lanzando un beso a la cámara, con su cabello de plata viéndose de algún tipo de castaño al estarse diluyendo el espray color negro. Tan hermoso que me duele.

La bocina de los autos en fila son los que me devuelven el pensamiento a la realidad, haciéndome retomar el camino.

Cuando llego al local, hay luces y gritos infantiles saliendo por las ventanas y no puedo sorprenderme más al ver a mi mejor amigo en la recepción del lugar, que se ve muchísimo más grande de lo que recuerdo.

—Así que... ¿Agente H? —Hoseok luce sumamente satisfecho de que yo haya decido mantener el juego hasta el final y me sonríe con sorna, apuntando con su cabeza la parte de atrás del lugar y caminando hacia allí incluso antes de que yo tenga alguna respuesta.

Hoseok va vestido casual y lleva una placa del establecimiento en el pecho de su camisa azul cielo, lleva el paso con zancadas largas hasta que llegamos a lo que parece ser el Vestier de los empleados del lugar.

—¿Trabajas aquí? ¿Desde cuándo? ¿Por qué no lo sabía?

—Conseguí el empleo esta mañana, soy el gerente —voltea a verme, moviendo las cejas de arriba hacia abajo con una pequeña sonrisa antes de volverse a uno de los casilleros, manipulando la cerradura —ya sabes, no es como que sea el empleo de mis sueños, pero es bastante agradable y la paga es mucho mejor que las miserias de nuestro antiguo trabajo... además, me dejan jugar gratis.

Hoseok se encoge de hombros antes de darse la vuelta, sosteniendo una caja café de tamaño mediano entre sus manos y regalándome la sonrisa más grande que le había visto en mucho tiempo.

—Ten, es de parte de Jungkookie y mía — murmura y yo estoy a punto de quejarme cuando él levanta su mano, conociéndome lo suficientemente bien como para saber qué estoy a punto de decir —ahórratelo, Min, es nuestro maldito dinero. Solo toma el jodido regalo.

Me río solo un poco antes de sentarme en una de las bancas del Vestier, con la caja entre mis piernas. Mi mejor amigo se sienta a mi lado, un poco alejado de mí para poder observarme mejor mientras abro su regalo y mi respiración se queda atascada, con una sonrisa congelada en mi rostro siendo incapaz de contener emociones.

En el fondo, entre un montón de golosinas con poca azúcar y papeles de colores brillantes, hay una agenda envuelta en papel transparente, bastante quebrada en el lomo y con su color algo desvanecido que ya casi no puede reconocerse, tiene una inscripción en tinta de bolígrafo rojo que dice en cursiva: Las cien razones por las que Min Yoongi debería ser feliz.

Recuerdo entonces haber poseído aquel objeto cuando tenía catorce años y haberlo intentado llenar con ayuda de Hoseok y mi hermano, tomando cada pequeña cosa que podía llenar mi joven corazón e intentando mantenerlo inmortalizado, para recordarme, de alguna manera, que lo era, o intentaba serlo. Nunca pude llenar más de diez páginas.

Justo al lado de la agenda, hay una cámara polaroid nueva color rosa pastel, llevando un pequeño papel rasgado con la letra inconfundible de mi hermano: Las cien razones por las que Min Yoongi ES feliz. Una nueva oportunidad de llenarlo.

—Un penique por tus pensamientos — una moneda de plata aparece frente a mis ojos desenfocados y antes de que alguno de los dos pueda preverlo, estoy abrazando a mi mejor amigo por los hombros, y es extraño cómo siento que es la primera vez que lo hago, incluso pudiendo sentir su sorpresa inicial, Hoseok me envuelve en uno de sus brazos

—Los amo, ¿Lo saben? Lo siento por nunca decirlo, pero de verdad espero que lo sepan.

—Lo sabemos —susurra, antes de alejarme rápidamente, porque aún las muestras de afecto físico me resultan una cosa nueva, y no sé cuánto se supone que debe durar un abrazo para ser bueno.

Hoseok tose, recomponiendo su expresión antes de buscar algo que esconde detrás de su cuerpo en la banca y volverse hacia mí, enderezando su espalda.

—Agente Min. Está a punto de llegar al final de su misión —dice solemne, extendiendo hacia mí un ramo de flores azules, envueltas pulcramente en papel satinado color violeta y teniendo un papel doblado en la punta de una de ellas.

Las tomo entre mis manos, reconociéndolas de inmediato y preguntándome cómo demonios mi estrella logró conseguirme un ramo de ellas, con sus pétalos cayendo hacia los lados y soltando un perfume particular que revolotea frente a mi nariz.

"Misión rescate: Parte IV: ...

Agente Min.

Encuéntrame."

Hoseok se ríe de mi expresión cuando me levanto rápidamente, intentando hacer malabares con todo lo que llevo en mis manos, luciendo como tonto, probablemente, con la sonrisa que hace doler mis mejillas y mis ojos posiblemente cristalizados.

—¿Sabes dónde está? —me pregunta —porque cuando hemos estado hablando solo me ha respondido: él lo sabrá. Lo que no me dio ninguna pista.

—Lo sé —asiento, antes de despedirme, sin embargo, cuando ya me he dado la vuelta, un pensamiento cruza por delante de mis ojos, haciéndome encararlo nuevamente —Hay...hay algo que me gustaría preguntarte y sé que, si no lo hago ahora, es posible que se me olvide luego.

—Por supuesto

—Ji-Hye y tú... —Hoseok se ríe con incomodidad cuando el reconocimiento de mi pregunta golpea sus oídos y por la posible mueca que debo estar haciendo.

—Sí, no estoy muy orgulloso de esta especie de flechazo no correspondido —responde, encogiéndose de hombros una vez más y sonriendo —ella es amable, pero a veces pienso que no le agrado. Es solo esta especie de magnetismo que siento cada vez que la veo y no lo puedo explicar —Jung frunce el ceño, suspirando, y me gustaría preguntarle más, sonsacar información, sin embargo, su expresión vuelve a iluminarse cuando me apunta con su dedo índice —será mejor que te des prisa, Min, no quieres hacer esperar a tu chico donde quiera que esté.

Asiento y sonrío, apretando más las cosas contra mi cuerpo antes de salir de allí.

Si las flores fueron una pista, llegar al invernadero no fue una mala primera opción, así que mis pasos son rápidos mientras salgo del ascensor de servicio que siempre tomo para escabullirme de las personas en la recepción del hotel Aquamarine.

Mi corazón late rápido entre las piezas de mi abrigo oscuro y la expectación recorre todas las fibras de mi ropa hasta ser absorbida por mi cuerpo. Cuando solo son las puertas dobles de metal pesado las que me separan del posible lugar donde está mi estrella es que siento que la anticipación trepando por mi garganta es más fuerte que cualquier otra cosa.

Y es hermoso cómo siempre pasa, siempre que estoy a punto de verle.

Empujo con lentitud y soy saludado por el techo abovedado y las estrellas en el cielo, sin la luna a la vista, pero con la iluminación de cientos de luciérnagas que hacen su camino por encima de las flores de colores variados.

Y allí, en medio de toda la belleza, está la epitome de la perfección.

Seokjin va vestido de sonrisas y ojos brillantes, de cabello color rosa pálido y los brazos abiertos. Es lo único que puedo ver antes de encontrarme corriendo para rodearle entre mis brazos, levantándole por el impulso de mi carrera, siendo el resultado de una vuelta con sus pies en el aire y su risa de música de fondo.

Mis ojos cerrados solo me permiten sentir la tela de la camisa blanca de su uniforme entre mis dedos, su respiración en mi oído y su cabello acariciando mi mejilla.

—Me encontraste —murmura, con su voz dulce, separándose un poco de mí para dejarme admirar la adoración en sus ojos. Jin se ríe, pasando sus dedos despreocupadamente por el cabello corto que cae en mi nuca, y balanceándose en las puntas de sus pies cuando mis manos dan a parar en sus caderas.

—Siempre voy a encontrarte, cariño, no importa donde estemos, siempre voy a hacerlo.

Algo brilla en los ojos de Seokjin, desvaneciendo solo un poco su sonrisa antes de ser atrapado por su beso. sus labios presionándose con fuerza contra los míos, haciendo que mis ojos vuelvan a cerrarse por la intensidad de la emoción que invade mi pecho. Sus manos recorren mi cabello hasta que encuentran un lugar seguro en mis mejillas, manteniéndome en mi lugar, como si fuese a irme a cualquier otro sitio.

Mis manos recorren hacia arriba su cintura pequeña que puedo rodear con facilidad, apretándolo más contra mí, sin mover nuestros labios, solo sosteniéndonos juntos y respirando la presencia del otro, no sé cuántos segundos pasan cuando Jin decide que sería buena idea para mi pobre y débil corazón, dejar un mordisco diminuto en mis labios, separándose luego de aquello solo para reírse de mi, posiblemente, rostro embobado y crear distancia entre nuestros cuerpos.

Él me sonríe, solo como él sabe hacerlo, y se encoje de hombros mirando hacia otro lado, con las orejas enrojecidas casi tanto como sus mejillas, invitándome a apreciar la vista que no puede compararse con él.

Jin sigue en medio del claro del invernadero, donde una cantidad enorme de luces pequeñas caen desde el centro de la bóveda hasta nuestros lados, rodeándonos como un manto de pequeños deseos en forma de bombillos diminutos, justo detrás suyo, en el pequeño claro, un camino de flores guían mi mirada hacia un rincón lleno de almohadas y una botella de vino junto a una canasta de picnic, con decenas de globos de colores bailando de un lado a otro por helio que los hace flotar.

Regreso mi mirada hacia mi estrella, quien ha bajado los ojos hasta sus manos, donde juega con sus dedos en gesto avergonzado.

—H-Hobi hyung ha encontrado la decoración en algo llamado Pinterest porque ninguno de nosotros tenía idea de cómo hacerlo —dice, mordiéndose el labio inferior —No me ha quedado exactamente como-

No le dejo terminar cuando sus labios están siendo apresados por los míos nuevamente.

★★★

Es curiosa la manera en la que mis manos se sienten mientras recorren las mejillas de Yoongi, casi como si sostuviera el mundo entero entre mis dedos y lo más gracioso de ello es que es posible que así sea.

Caminamos sin dejar de mirarnos, con un montón de constelaciones en forma de pequeñas luces y luciérnagas y el cielo sobre nuestras cabezas oscurecido y dejando en evidencia a todas las estrellas curiosas que han salido a mirarnos.

—Ah, tan perfecto —murmura Yoongi cuando nos hemos lanzado contra las almohadas, rodeados de globos de todos los colores que el dependiente del supermercado ha encontrado para mí y el olor de la comida que había tenido que preparar a escondidas.

Él me toma del brazo antes de que haya logrado acomodarme, lanzándome contra su pecho y rodeándome con sus brazos y sus piernas a mis espaldas, funcionando como si fuese mi propia almohada.

—¿Desde hace cuánto has estado planeando esto? —me pregunta con la sonrisa obvia en su voz.

—No mucho, ciertamente, algunos detalles surgieron de último momento porque algo me retrasó en el trabajo y tenía que ganar tiempo antes de que llegases.

—¿Uh? ¿Y qué fue eso?

¿Debería decirle? Pienso que sí, pero no es el momento, no cuando Yoongi comienza a dejar pequeños besos en mi cabello, en mi cuello, jugando con mis manos y recostándonos cada vez más en las almohadas.

—N-Nada importante —respondo, decidido a cambiar de tema antes de que se dé cuenta de que estoy mintiendo — Te he comprado un regalo.

—¿Más? Cariño, de verdad, esto es mucho más de lo que he recibido jamás, no tenías que-

—Gi, por favor, ya lo hablamos y esto no es para nada sobre ti — él se ríe, mientras comienza a quitarse su abrigo y yo me separo un poco de él para buscar en la canasta, sacando la comida y dejándola sobre la pequeña manta junto a las copas que he traído de casa antes de encontrar lo que estaba buscando.

Yoongi toma uno de los globos entre sus manos, mirándolos con cariño como si nunca hubiese visto otros antes y me gustaría tomarle una fotografía, dejar enmarcada su sonrisa con encías con globos y luces de fondo que se desenfocan por la distancia.

Es curioso cómo pude haber encontrado una vida tan singular en el universo.

—Min Yoongi —digo alto, llamando su atención de inmediato. Respiro profundo, conectando mis ojos al par de color ónix que tanto amo, al rostro de la persona que sostiene más que mi aliento, y espero que todo lo que tengo por entregarle sea suficiente para alguien que se merece el cosmos completo —sé que aún faltan algunas horas para que estés cumpliendo años y, sinceramente, estaba guardándolo para ese momento, pero como el tiempo es solo una medida que no aplica para nuestras almas inmortales, he decidido que, quizá, no importa mucho.

Tomo la pequeña bolsita de fieltro entre mis dedos, agarrando el material con fuerza, pero sin mirarlo, porque no puedo despegar mi vista de la suya ni un segundo.

—Mientras pensaba en qué regalo sería el más bonito, la abuela Min me dijo que, al fin de cuentas, lo que más te importaba realmente era mi corazón, pero —hago una mueca —no sabía cómo se suponía que se regalaba algo así, ¿Era decir te amo? ¿Era darte mi confianza? así que, anoche, mientras dormía, creo que inconscientemente le estuve dando vueltas.

Esta vez bajo mi mirada hacia lo que apreso entre mis manos, respirando hondo. Deslizo el material con lentitud, dejando mi otra mano abierta, sin estar del todo seguro si él está mirando o no, pero armándome de valor de igual manera.

En mi palma cae un colgante de cadena de plata prensada, con eslabones diminutos, casi inidentificables que se aferran entre sí, y al final, un pequeño frasco transparente con tapón de corcho, apenas del tamaño de una falange de mis dedos, protegiendo en su interior una pizca de luz color azul.

—Esto no es un deseo, ni es energía, Gi —murmuro con menos convicción a medida que mis palabras van saliendo de mis labios, sin poder mirarle a los ojos aun —esta es una representación física de mi alma, de la que aun poseo —frunzo el ceño, respirando para evitar que mi voz tiemble —así, mientras mi alma siga rondando algún recoveco del universo, me llevarás contigo, junto a tu corazón, a donde quiera que la vida te lleve... sin importar si sigo aquí o si no —muerdo mi labio inferior con fuerza, intentando en vano de detener mi sonrisa esperanzada —E-Es lo mejor que podré darte antes de conseguirte un anillo de promesa.

Alzo mi mirada de inmediato, sosteniendo en alto el colgante frente a mis ojos, desenfocando su imagen cuando la realidad de sus ojos inundados me golpea, y la fuerza del abrazo con el que ambos caemos al suelo me roba la respiración.

—Me encanta —susurra, con su cabeza escondida en algún lugar de mi pecho, aferrándose a mí con fuerza mientras seca su rostro con la tela de mi camisa, haciéndome cosquillas.

Gran parte de la noche pasa luego de que hemos comido, bebido y hablado. Es ligero, nuestros corazones siendo libres de la realidad por una noche, nuestras manos jugando entre sí, contando historias sobre el cielo, sobre los anteriores cumpleaños de Yoongi, deshaciendo los nudos de los globos para absorber un poco de helio, modulando nuestras voces e imitando a Jungkook, a Hoseok, al señor Lee que no tenía idea de cuál era su nombre, hablando de cereales, promesas y besos bajo las estrellas que he fabricado para nosotros esta noche por debajo del techo de cristal.

Estamos recostados sobre las almohadas, faltando solo unas pocas horas para la conmemoración de su nacimiento. Yoongi es consciente, también, de la otra fecha que se celebra, pero ninguno de los dos es capaz de decirlo en voz alta.

La mayoría de los globos fueron utilizados en nuestro juego anterior y el resto los hemos anudado para llevarlos a casa, porque Yoongi me ha dicho que el material es contaminante y no queremos que queden restos por allí cerca de las plantas.

Miramos al techo, con las espaldas contra las almohadas y un poco achispados por la risa que el vino ha provocado ligeramente.

—¿Cómo las has conseguido? Las flores, quiero decir.

—Abuelita —respondo simplemente, porque realmente no hay mucho más que decir allí — espero que no se marchiten tan pronto.

—Y ¿Cómo conseguiste el permiso para hacer esto aquí? —me río, inclinándome un poco para dejar un pequeño beso en su clavícula

—¿Quién dijo que teníamos permiso? Puede aparecer alguien en cualquier momento y sacarnos a patadas.

Siento la vibración de su risa cuando me alejo de nuevo, estirándome para mirar el universo, sin embargo, ha sido demasiado tarde, mis ojos ya han quedado prendados en su presencia y no hay manera de que, en este preciso instante, se separen de él.

Yoongi es hermoso de una manera en la que pocas personas podrían darse cuenta. Tan acostumbrado a pasar desapercibido colocándose cubre bocas, gorros y abrigos largos, viendo la belleza a través de sus ojos y jamás en sí mismo. Quiero que lo sepa, de alguna manera, quiero que se dé cuenta, pero las palabras no resultan suficientes.

Su piel de porcelana fría, tan delicada, su mandíbula cincelada, tan fuerte, sus ojos que encuentran la profundidad y sus labios entreabiertos tan suaves y gentiles. Sus manos, su mirada, su cuello, sus lunares como salpicadura de pincel, el latir rítmico de su corazón. Yoongi es un millón de pequeños detalles perfectos, bonitos, amables y brillantes.

Santo cielo.

Mis manos pican sobre la tela de mi propia camisa, las pupilas en mis ojos comienzan a expandirse dejando entrar más luz, apagando todas mis galaxias, queriendo solo verle a él, tan hipnotizado que ni siquiera me doy cuenta de lo que digo cuando las palabras salen por mis labios en forma de susurro casi inaudible.

—Te... deseo. 






——————————————————————————————————————

(1 de 3)

Espero que estén teniendo días felices.

También que mi humilde maratón sea de su agrado. Ciertamente no he tenido mucho tiempo de organizar y editar, así que si hay algún error, por favor, pueden decirme.

UwU

Nos leemos en un rato

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top