Capítulo 29°: Falta oxígeno en la tierra

Falta oxígeno en la tierra

Yo quiero proponerle a usted un abrazo, uno fuerte y duradero, hasta que todo nos duela. Al final será mejor que me duela el cuerpo por quererle, y no que me duela el alma por extrañarle.

Gabriel García Marquez

Una semana.

Una. Jodida. Semana.

Horarios consumidos, ojos tristes, saliendo demasiado temprano, llegando demasiado tarde, que apenas hemos tenido tiempo de suspirar en la piel del otro esperando a que a la mañana siguiente no desaparezca.

Jin se retrae tanto como puede, evitando mis roces, apenas cruzando palabras, perdiendo energía mientras mantiene conversaciones astrales que no logro entender y busca soluciones que yo quisiera encontrar.

Pero aún no hay manera, porque según el cielo, mi corazón está atado a Han Hyo-Joo, incluso si no la quiero, incluso si mi alma guarda la certeza de pertenecerle a él.

Y Jin no lo dice, por supuesto que no, pero sé que tiene el corazón roto, casi tanto como el mío, y que delante de nuestros ojos ha aparecido un reloj de arena que antes no habíamos visto, mostrándonos un tiempo que se agota y unas palabras que no habían sido dichas.

La prórroga de Jin puede acabar en cualquier momento y no quiero que el tiempo que nos quede lo desperdiciemos estando demasiado asustados como para acercarnos el uno al otro.

Y me pregunto, si así duele tenerlo y no poder tocarlo ¿Qué tanto me destruirá no volver a verle en absoluto? ¿No poder tocarle? ¿No poderle acompañar a comprar tintes temporales de colores fantasía o ayudarlo con el aerosol rosa que le ha regalado Hoseok? ¿No poder intentar contar las estrellas en sus ojos? ¿No poder contarle acerca del pequeño Kim Woo-Jin y su familia? ¿No poder desayunar juntos? ¿No poder verlo tomar fotografías de cualquier cosa que le parezca curiosa? ¿No poder bailar juntos en la sala?

El primer día me supo a nada, y mientras la necesidad de tocarle estaba presente, una parte de mí seguía sintiéndose demasiado entumecida como para reaccionar, demasiado asustada de todo lo que estaba pasando como para darse cuenta cuando me pidió algo de tiempo para intentar recomponerse; el segundo y tercer día fueron otra cosa, mellando en mi cordura, buscándolo y no encontrando consuelo, con su mirada permanentemente triste que nunca hallaba la mía, y su mente lejos, y su piel distante.

Una maldita tortura de tiempo indefinido que necesito culminar antes de envolverme en la enajenación.

Parpadeo ante la oscuridad de la sala de estar y sé que ya es pasada la madrugada, sé que ya debe ser sábado y en unas horas nos embarcaremos en un tren a la capital como le hemos prometido a mi padre.

Suspiro cansado, porque cuando he llegado Jin ya estaba durmiendo, con el ceño fruncido y mi almohada apresada entre sus brazos. Mi corazón latió tan rápido y dolió tanto que solo no pude quedarme, refugiándome en la alfombra frente al ventanal que da al balcón, intentando hablar con la luna como tantas veces le he visto a Jin hacer. Demasiado asustado y vulnerable.

Sin embargo, no me salen palabras, es por eso por lo que he tomado un par de hojas y un bolígrafo y he sangrado en el material blanco todas las cosas que he intentado decirle y que no he podido.

Pero solo divago, así que las doblo y las guardo en la mochila donde mi frasco de los deseos permanece como un firme recordatorio del maldito desastre emocional que soy de nuevo.

—Te lo dije —susurro hacia la rendija que me permite ver la luna, apenas alumbrando con su luz artificial — Te lo pedí, te rogué que no me hicieses quererlo si ibas a quitármelo, y ahora... ahora, le quiero más de lo que pensé que podría.

Dejo ir el aliento nuevamente, porque no puedo creer que suene como si me estuviese dando por vencido, así que me restriego los ojos con el dorso de la mano y cierro la cortina pesada, porque de repente sentirme expuesto ante ella me hace sentir incómodo.

—No hagas esto Min Yoongi —me digo, en medio del silencio que me rodea —no le permitas que te haga esto.

Entonces, decidido, camino hasta mi habitación que aún conserva la puerta abierta, y con cada paso que doy parece que la sangre que se desborda de mi pecho comienza a retroceder, con cada centímetro que consumo con mis pies, todas mis heridas se convierten en heridas cerradas y una profunda paz que me envuelve.

Me detengo en el marco, apoyando mi peso en él mientras me acostumbro a la falta de luz y mis ojos pueden delinear la curva pronunciada de su cintura y sus hombros estilizados, de frente a mí. Su respiración acompasada hace que su pecho se mueva levemente y me descubro siguiendo hipnotizado el camino alfombrado que me lleva hasta él.

Me agacho a la altura de su rostro y suelto el aire que no sabía que había estado reteniendo y pienso, solo al ver su expresión tranquila y los pequeños revoloteos de sus pestañas que, sin dudar mucho de ello, no hay manera de que lo deje ir.

Dejo la sombra de un beso en su frente, escuchándolo suspirar entre sueños antes de levantarme una vez más.

No me toma mucho tiempo colocarme la ropa de dormir, intentando hacerlo en silencio sin demasiado éxito, y rodear la cama para abrazarle desde la espalda pegándolo a mi cuerpo.

Suspirando con tranquilidad sobre su cabello en lo que parece haber sido una eternidad, cuando él se da la vuelta casi automáticamente y esconde su rostro en la curvatura de mi cuello, abrazándome también con sus piernas enredadas entre las mías.

No necesito los rayos del sol ni los colores que atraviesan la ventana, ni el sonido de la radio, ni una canción de cuna, solo el palpitar tranquilo del corazón en su pecho que me demuestra su realidad.

Él está aquí, conmigo, y es lo único que necesito para creer en que tenemos una oportunidad.

—¿Gi? —le oigo murmurar en un resoplido, no del todo dormido y no del todo despierto, tenso, como si realmente no supiera que lo había dicho en voz alta —estás en casa.

—Lo siento, no quería despertarte —Mi voz suena más ronca de lo que recordaba, porque realmente no puedo pensar en haberla usado mucho la última semana más de lo necesario.

Sus pestañas revolotean cuando intenta abrirse paso entre la bruma del sueño y yo me quedo muy quieto, solo esperando, casi sin respirar, porque han pasado muchos días desde que he visto sus orbes peculiares enfocarse en mí.

Las estrellas explotan en su mirada cuando, luego de algunos parpadeos, puede localizarme en la penumbra, sus dedos haciendo un recorrido casi inconsciente por mi brazo hasta posarse en mi mandíbula, y yo pierdo todas las batallas contra mi autocontrol cuando me sorprendo a mí mismo robándole el aliento con un beso.

El primero de muchos días, el primero de muchos que vendrían.

Jin no se tensa, no se aparta, ni siquiera deja que la sorpresa inicial se extienda, él me recibe hambriento, casi tanto como yo, dejando que mis labios jueguen con los suyos casi con alivio. Sus dedos delgados aferran mi rostro y antes de que pueda darme cuenta, estoy encima suyo, profundizando el beso hasta donde puede permitirme, dejando que mi lengua y la suya jueguen y sacien la necesidad que nació después de haberse extrañado.

Mi frente se une a la suya cuando el ambiente se abruma lo suficiente como para no dejarnos respirar y sus manos en mis brazos, sus rodillas apresando mi cadera, todo se siente como si fuese la primera vez que estuviera tocándole, tan malditamente estimulante.

Y mi pecho se salta dos o tres latidos por ello.

—¿Porque, cariño, por qué? —murmuro contra sus labios sin poder detener mis palabras, sin una pizca de mi propia compostura, solo una sed inmensa de él. Siempre de él.

No tengo que decir nada más, porque Jin parece saber exactamente de qué hablo.

—Estoy buscando una manera, Gi, he estado intentando encontrarla.

—¿Y tenías que dejarme de lado? —él asiente, casi como si fuese demasiado obvio.

—Concentración, solo el cielo sabe que soy todo menos indiferente a ti... necesitaba concentrarme.

Las manos de Jin siguen recorriendo la piel expuesta de mis brazos, llegando a mi nuca nuevamente causando solo un pequeño empujón hacia abajo, como si realmente necesitara de eso para lanzarme a besarlo.

Le beso con fuerza, como si nunca más volviese a tener la oportunidad de hacerlo. Y es eso lo más triste de todo: que no puedo saber cuándo será un beso el último, cuándo intentarán llevárselo de mi lado.

—Y ¿C-Cómo te fue con ello? —pregunto cuando apenas hemos logramos separarnos para respirar nuevamente y los ojitos chispeantes de mi estrella lucen desorientados.

—¿Con qué?

—Con tu búsqueda de concentración —Jin hace una mueca casi inmediata, provocando que sus mejillas se abulten haciendo relucir su labio inferior como alguna especie de puchero involuntario.

—No muy bien —susurra en respuesta y yo solo puedo soltar el aire mientras sus dedos siguen jugando con el cabello corto que reposa sobre mi nuca y las diminutas exhalaciones que salen por sus labios entreabiertos siguen provocando a los míos.

Jin luce sonriente, con sus ojos brillantes fuera de órbita y su sonrisa sincera, a pesar de que puedo seguir viendo el miedo, la duda, y algo de esperanza que, al final, es lo que me da más motivos para continuar con mis estúpidos intentos de acercarlo más a mí: el hecho de que él no se ha dado por vencido, el hecho de que sigue habiendo una oportunidad para nosotros

—No muy bien —le hago eco, imitando su mueca a medias divertida —No te preocupes por eso, cariño, lo resolveremos.

Nos quedamos mirando en total silencio cuando nos quedamos atrapados en los ojos del otro, con toda la verdad que puedo sentir crepitando en mi fuero interno, y ¿No es eso una revelación? Abro la boca para decirlo, sintiendo de repente esa necesidad primitiva de señalar un punto, de despejar todo el miedo que aun puedo ver en sus ojitos cálidos, deshacer mi propia duda ante su alejamiento progresivo, pero cualquier respuesta queda atrapada en mi garganta, enmudecida por la incertidumbre.

No obstante, no tengo que decirlo ¿Verdad?, porque él parece que lo sabe. Lo noto en la suavidad de su mirada cuando se conecta con la mía ahora, en sus labios entreabiertos y dispuestos, en su respiración irregular.

Me acerco, porque no sé cómo hacer otra cosa, porque me siento desesperado, me siento angustiado y solo quiero beber del manantial que me da calma, esconderme entre los brazos que me hacen sentir seguro.

Él lo sabe y yo también, cuando sus ojos cambian con un tinte desolador y se humedecen desgarradoramente ante la inseguridad, ante la injusticia de un pudo ser que nunca fue y que ambos anhelamos sin haberlo conocido, sin saber si iba a funcionar, pero con la inquietud de si pudo haber sido.

Me quedo prendado, con el aliento escaso, con el corazón agitado hasta el punto de que es doloroso. Mirarlo es doloroso porque ya no es suficiente.

Él lo sabe y yo también, que quererlo ya no es suficiente, que desearlo ya no es suficiente.

Pero hay algo más... algo que va más allá del cariño y el gusto que se siente terriblemente adecuado.

—Jin, yo-

—Shh...Gi, todo estará bien —susurra con desconsuelo y es una tortura.

Es una tortura porque incluso si es adecuado, tampoco es suficiente.

★★★

Hay una cantidad inmensa de palabras que quisiera decir, una existencia y media de cosas que quisiera hacer, una eternidad y tres cuartos de cosas que quisiera saber.

Hay 1.267,89 segundos de silencio que es llenado con lágrimas retenidas y alientos temblorosos.

Hay 105 pecas diminutas en la totalidad de su rostro, 93 pestañas delgadas en el párpado superior de su ojo izquierdo y 98 en el derecho.

Tiene dos pequeños lunares en su clavícula y una mirada esperanzada que me rompe el corazón en trozos comparables al tamaño de un átomo.

Pulverizado. Me siento pulverizado.

La madrugada da paso al día, dejando que los rayos del sol se filtren por la ventana americana e iluminen el cuerpo acurrucado junto al mío, con una expresión en paz a solo milímetros de mi rostro como no la había visto en días.

Estuvo mal, alejarme estuvo realmente mal, pero lo necesitaba. Encontrar a Ji-Hye nuevamente ha sido una batalla sin frutos, como si solo se hubiese evaporado de la tierra y ni siquiera intentar toparme con Hyo-Joo en los pasillos fue de ayuda.

Jimin se sumó a mi angustia cuando, lastimeramente, me ha dicho que no puede hacer mucho para ayudarme, porque en el cielo no hay pistas ni caminos que recorrer, en el cielo mis lágrimas no sirven para nada.

¿A eso se refería aquella mujer en el parque? ¿Alguien va a tener que salir herido?

Mi hermano ha prometido colaborarme, me ha dicho que no debo preocuparme, pero solo no puedo dejar de hacerlo, no cuando las respiraciones de Yoongi le hacen cosquillas a mi oído y sé que jamás seré capaz de recordar esto, de extrañar esto, una vez que regrese al firmamento y mi alma humana sea desintegrada junto a lo que quede de mi energía.

Beep, beep.

La alarma suena extraña en el silencio de la habitación y hace que Gi se agite de forma graciosa. Lo cierto es que han pasado semanas desde que aquella alarma sonó por última vez ya que me había encargado de siempre ser yo quien lo despertara con la música de la radio en la sala. Pero hoy no hay música desde que la radio se ha estropeado hace una semana cuando mi humor desestabilizó las corrientes de luz en el apartamento, la luz del sol tampoco crea colores pasteles en la habitación desde que los últimos días han sido llenos de tormentas y el cielo parece debatirse entre estar nublado y soleado todo el rato.

Yoongi gruñe algo parecido a ¿Qué hora es? con la cabeza oculta en la almohada y se remueve tanto que su pierna termina rodeando mi cadera, su brazo mi pecho y su rostro en mi cuello, dejando pequeños besos húmedos en la piel cálida justo detrás de mi oreja.

Me estremezco, como casi todas las veces que está cerca de mí, incluso a veces cuando solo me mira de esa manera que aún no logro identificar, como si estuviese adorando cada centímetro de mi cuerpo con total vehemencia. Me hace sentir extraño, casi igual a la vez que me ha besado en el baño mientras yo estaba desnudo y él no.

Como una mezcla de vergüenza y... ¿Excitación?

La palabra flota en mi mente como un forastero entrando a una ciudad por primera vez y me hace morderme el labio inferior mientras se repite y comienza a hacer mucho calor, incluso si el cielo se ha nublado de nuevo y estoy seguro de que han bajado algunos grados de temperatura.

—S-Son las siete y cuarto.

—Mhmm

Gi se queja un poco más antes de separarse de a poco de mí y yo agradezco en silencio que aun tenga los ojos cerrados porque estoy seguro de parecer un tomate salvaje por la reacción involuntaria en la mitad inferior de mi cuerpo.

—El tren sale antes de mediodía, ¿Qué quieres hacer? —me pregunta mientras rueda hasta caer de la cama con un ruido amortiguado por las sabanas que se han enredado en su cuerpo y la alfombra, haciéndolo parecer alguna especie de croissant mal envuelto.

Me asomo por la esquina de la cama con una pequeña risa y le veo sonreír, aun sin abrir los ojos, en lo que las telas me dejan ver su rostro.

—¿Comer? Una ducha, ¿Podemos bajar al parque? ¿Quizá adoptar un perrito? ¿Que me enseñes a hacer la pasta del otro día? ¿Dormir hasta que sea hora de ir a tomar el tren? ¿Besarnos hasta quedarnos dormidos de nuevo? ¿Renombrar los planetas? Podemos hacer muchas cosas en un par de horas

Gi se ríe antes de tomar las sabanas de su rostro con lentitud y destapar sus ojos para mí. Él tiene una mirada afectuosa que me derrite un poco las defensas y una de las comisuras de su boca elevada en diversión.

—¿Qué te parece ducha, desayuno y probar el aerosol rosa que te ha regalado Hoseok? He estado soñando con ver tu bonito rostro y ese color de cabello.

Bonito...

Siento mis orejas enrojecer, así que me oculto de nuevo, retrocediendo en la cama, pero, como ya me esperaba, Yoongi no me deja salirme con la mía y lo siguiente que sé es que ya no estoy en la cama, y él y yo nos estamos arrastrando por todo el piso de su habitación en una especie de guerra de cosquillas.

—¡No! ¡Para, para!

Soy consciente de lo escandalosa que puede llegar a ser mi risa y de que el sonido puede llegar a ser demasiado agudo para ser agradable, pero Yoongi me sigue haciendo cosquillas, colocándose sobre mí en toda su altura, imponiéndose sobre mí con el rostro enrojecido de la risa y susurrándome lo mucho que le gusta... lo mucho que le gusto.

Me siento abochornado y mi pecho alterado con latidos discordantes y el sudor frío de mi espalda que ha aparecido sin que me diera cuenta.

—¡Vamos! Pero si te ves tan hermoso con el rostro sonrojado y las pupilas dilatadas... tus pequeños espasmos de risa —la mirada de Yoongi recorre todo mi cuerpo y se oscurece imposiblemente más, cortando mi respiración de un tajo.

—¡Pero si estoy sudando! —intento desviar la mirada y tapar mi rostro con mis manos, pero Gi vuelve a atacar mis costillas, aprovechando que la parte superior de mi pijama se ha desacomodado para tocar mi piel y que el contacto sea más directo —¡Basta, basta! ¡No respiro!

Intento entrar en la batalla también, ser yo quien le ataque y no ser solo un participante pasivo en la contienda, pero mis brazos parecen perder fuerza y la risa me ha humedecido los ojos. Siento felicidad en mi pecho, genuina, una que se había visto empañada con los acontecimientos de los días pasados y no puedo evitar que la risa siga escapando de mí con pequeños hipidos.

Cuando Yoongi se detiene, ambos estamos casi ahogándonos y con la mirada cerrada en el otro, respirando con dificultad y con sonrisas en nuestros rostros que parecen imborrables. La mirada de Gi sigue oscurecida y recorre cada milímetro que puede recorrer sin separarse mucho de mis ojos, es salvaje, es casi hambrienta, y hace que aquel pequeño sudor se convierta casi en manos heladas que me atraviesan la columna.

Solo alcanzo a ver su sonrisa desvanecida antes de que su boca choque con la mía. Es apenas un beso, no es una caricia, es una colisión deliberada que acaba siendo un detonante para lo que parece ser un estallido.

Es frenética la exploración de sus manos en mi piel, dejando un rastro de quemaduras de tercer grado en toda la extensión de mi torso, sus dedos presionan mi cintura cuando deja caer su peso sobre mí y nuestros pechos se rozan sin pudor alguno, y la sensación de su ropa contra mi piel es abrasadora.

Sus pequeñas uñas romas se entierran en la piel sensible de mi cadera, amenazando con dejar marcas y no me importa porque sé que, de igual manera, no me hará daño.

Es solo hasta que su cadera también baja sobre la mía que el estallido se convierte en explosión de dinamita. La electricidad que recorre desde las puntas de mis pies hasta el último de mis cabellos hace que me retuerza y la fuerza de la fricción ocasiona que me separe de su beso cuando mi espalda se arquea, dejando salir un sonido vergonzosamente alto de mi boca.

Excitación.

La palabra vuelve a rondar por mi cabeza y es como si pudiese sentir el momento exacto en el que cada una de mis neuronas es estimulada para crear una sinapsis.

La boca de Gi pasa a mi cuello y yo solo puedo cerrar mis ojos porque mi cerebro no puede manejar tantos estímulos a la vez, y Gi también hace sonidos y sé que mis manos están presionadas en su espalda y mis piernas le han dejado más espacio a su cuerpo para amoldarse con el mío, sin saber muy bien qué hacer, pero sin querer que se detenga.

Yoongi parece fuera de sí, besándome con desesperación, dejando que sus manos vaguen por todas partes y mi cuerpo se siente caliente y necesitado, necesitado de algo en específico que no logro discriminar. Entonces siento una de sus manos bajar por la cara interna de uno de mis muslos hasta posarse en mi entrepierna con un apretón suave y constante a la vez que su boca deja un mordisco en mi mandíbula.

—¡Yoongi!

Mi cuerpo sufre autocombustión.

Una sensación nueva, casi como mil supernovas en un nano segundo creándose dentro de mi cuerpo, y un espasmo incontrolable que casi me parte la espalda en dos, humedeciendo mis ojos sin saber diferenciar si es dolor o si es placer que me reduce a ser solo polvo de estrella. Destruyéndome en un grito ahogado.

Mi cerebro se desconecta de mi cuerpo en 1,39 segundos y cae a la tierra con un impacto equiparable a una bomba atómica con la misma rapidez cuando siento la humedad que se extiende en la parte frontal de mis pantalones.

Vergüenza.

Vergüenza.

Estoy a punto de empujar a Yoongi y salir corriendo sin poder procesar nada hasta que lo oigo murmurar: —Mierda, Jin...

Con un todo inusual, cargado de emoción, y es solo cuando mis ojos logran enfocar los suyos que me doy cuenta de lo que también puedo ver en ellos, algo que había estado allí y no había identificado antes: profunda excitación y lujuria contenida.

—Y-Yo... no sé —mi voz es ronca y apenas un susurro antes de que escuche la pequeña risa de Yoongi y ver la manera en la que se muerde el labio inferior, haciendo que las pequeñas sacudidas de mi cuerpo recobren fuerza. La pequeña risa se vuelve un poco más fuerte y, aun con su mano descansando lánguidamente sobre mi entrepierna empapada, siento su rostro caer en la curvatura de mi cuello.

Me siento más que avergonzado y solo quiero salir corriendo, pero el peso de Gi y mis rodillas de gelatina me impiden moverme del suelo, haciendo que solo cierre mis ojos con fuerza.

—Dios, eres perfecto —susurra —si tan solo hubieras visto tu rostro cuando... Dios, solo... Dios.

Yoongi sigue besando mi rostro hasta que se detiene a la altura de mi nariz, separándose un poco para poder verme a los ojos que apenas son unas rendijas abiertas, me mira como si estuviese admirando una obra de arte y me siento enrojecer todavía más.

—Confundido —murmura sobre mis labios, tan oscuro y grave que envía más descargas por todas partes —estás confundido ¿No es así?

Asiento despacio, rehuyendo su mirada, pero Yoongi es más rápido y la busca nuevamente.

—Hemos jugado unas cuantas veces antes ¿Sabes eso? No es muy diferente a lo que hemos hecho en el baño —me encojo mucho más bajo su cuerpo si es posible, tan avergonzado, tan desconcertado.

—Si estás intentando hacerme sentir mejor, estás fracasando —susurro con mejor estabilidad de la que siento.

—Oh, si estoy seguro de que te he hecho sentir bien, cariño —su voz es juguetona como nunca antes cuando deja un pequeño beso en mi nariz y me siento enrojecer todavía más.

¿Me ha hecho sentir bien?

Sí.

¿Entiendo lo que eso significa?

No, por supuesto que no.

Yoongi vuelve a acercarse a mi rostro, rozando mi mandíbula con sus labios hasta llegar al lóbulo de mi oreja donde deja un pequeño mordisco que me hace enroscar los dedos de los pies contra la alfombra.

—Sí, eso pensaba —otra pequeña risa y otro beso en mis labios que me deja sin aliento antes de que vuelva a hablar, con diversión: —Creo que ha llegado la hora de que tengamos una pequeña clase de educación sexual, cariño...pero, primero, necesito con urgencia una ducha fría antes de morir por falta de oxígeno en el cerebro.





——————————————————————————————————————————————————



(2 de 2)

#FunFact21: Por lo general tengo que publicar de a dos o tres veces el mismo capítulo y editarlo luego de que ya está publicado porque Wattpad nunca notifica la primera vez y siempre me cambia los guiones de diálogo por guiones cortos. This is so sick and twisted.

No sé cuándo vuelva a actualizar, así que, nos leemos pronto. Les quiero, ¡Tengan días maravillosos! 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top