Capítulo 27°: No en esta vida
No en esta vida
Se puede matar todo menos la nostalgia, la llevamos en el color de los ojos, en cada amor, en todo lo que profundamente atormenta y desata y engaña
—Julio Cortázar
Han pasado minutos, quizá horas, y es extraño no saberlo, pero he dejado de contar el tiempo desde hace algunos suspiros.
Del otro lado de la ventana hay una tormenta y el sol se ha ocultado casi por completo, sumiendo en la oscuridad un apartamento de por sí lúgubre y llevándome a acercarme solo un poco más hacia la ventana en donde Ji-Hye está apoyada.
Abre la boca, luego la cierra, y parece luchar por encontrar las palabras correctas antes de suspirar, aparentemente, en derrota.
—Me enamoré de un humano hace muchos más siglos de los que quiero contar, ¿Sabes eso que cuentan los rumores en el cielo? ¿De que la luna y la locura van de la mano? Fue a raíz de ello —ella deja salir el aire con fuerza por su nariz mientras abre solo un poco el vidrio que da al exterior, intentando tocar las pequeñas gotas de agua fría con la mirada taciturna y una mueca sombría —Sin embargo, antes de explicarte cualquier cosa, Jinnie, me gustaría pedir disculpas primero.
—¿Por qué, exactamente? — el silencio me responde por 34,07 segundos en los que mis manos sudan y mi pecho se oprime ante la expectación. Y entonces, ella exhala.
—Por mi egoísmo, por mi inconsciencia en consecuencia de mi miedo, mis sentimientos envenenados de venganza que me avergüenzan. Te hice daño, hice mucho más daño del que he hecho en años al acercarme a la tierra y causar mareas altas, y por más que lo he intentado, por más que he armado planes para restaurar lo que he quebrado... ha sido imposible... perdón por lo que estoy a punto de decir.
Más silencio que consume, más gotas de lluvia obstruyendo la visión de la ciudad, más miedo y más incertidumbre.
—Verás, Jinnie...la humanidad siempre ha sido un punto de encuentro entre los entes del infinito. Y entre todos los compuestos químicos y la física, las almas de los humanos fueron como un respiro de nada en medio del caos del universo. No fue sorpresa para nadie que, al final, algunos de sus hilos de vida estuviesen entrelazados con los nuestros. Naciendo cada cierto tiempo un humano al cual velaríamos desde el cosmos. Siempre hay estrellas para los humanos, pero no siempre hay humanos para la luna y el sol.
Ji-Hye parece perdida en sus pensamientos de nuevo y el hilo de su conversación se me escapa con facilidad, desviando mi atención, no entendiendo.
Parpadea antes de volver a abrir la boca y continuar, como si ella tampoco se hubiese dado cuenta de lo que estaba diciendo.
—El caso es, ¿Te conté que me había enamorado de la humanidad? De todo ellos, sinceramente, pero estaba este humano, hace tantos siglos —su voz se convierte en un susurro tembloroso y su mirada se eleva hacia las nubes —tan diferente. No era mi humano, no era por quien yo tenía que velar, pero tenía esta conexión conmigo, inexplicable, mística... era diferente.
La mueca de su rostro se deforma y se vuelve dolorosa de mirar. Ella siente dolor nuevamente y las magulladuras de su espíritu encuentran las mías, sangrando en silencio por una herida que no me pertenece, que no conozco, pero que comprendo.
—La humanidad no estaba tan desarrollada como ahora, no había tantas personas, tampoco. Fue cuando decidí que bajar a la tierra no sería tan mala idea. ¡Cielos! Estaba tan obsesionada que ni siquiera me importó la inundación que causé —sonríe con melancolía y se da la vuelta, apoyando su cadera en el marco para mirarme de brazos cruzados en el pecho, postura defensiva, como si decir aquello en voz alta fuese un pecado que tenía que validar — el salía cada noche a verme, era pastor de un rebaño, ¿Sabes? un trabajo bastante agotador, pero él siempre se quedaba despierto para mirarme... solo se dormía bajo mi luz —la voz de Ji-Hye, la luna, Selene, se pierde en la bruma de sus propios recuerdos y una sonrisa cansada se desliza por sus labios.
—¿Le amabas? —susurro y ella asiente casi automáticamente.
—Su nombre era Endimión y fuimos amantes durante muchos años —su sonrisa se desvanece casi tan rápido como ha aparecido —o, al menos, hasta que Helios nos descubrió y, mierda, si no estaba tan celoso porque no se suponía que su humano, el que él debía proteger, tuviese una conexión conmigo —en la lejanía, el cielo está rugiendo mientras el viento se cuela por la pequeña rendija que sigue abierta, moviendo sus cabellos en maravillada adoración —Hay muchas leyendas sobre nosotros, sobre Endimión y Selene que a los humanos les gusta pasar de boca en boca, pero no hay ninguna que cuente su final... nadie lo sabe, todos figuran que no hubo un final, pero lo hubo.
—¿Qué fue lo que pasó? —Ji-Hye tararea en evasión, desviando su mirada de mí con resentimiento desbordando por la humedad de sus ojos turbulentos.
—El cielo se enteró de todas las reglas que había roto, de que había bajado a la tierra sin permiso alguno, de que había puesto en peligro al humano de Helios al acercarme a él, aun sabiendo que mi campo gravitacional alteraba el eje de la tierra... por haberle otorgado un alma inmortal como si pudiese jugar con las reglas del universo.
Los ojos de la luna comienzan a llover casi tan fuerte como el cielo en el exterior y sus pálidas mejillas se manchan como los cristales de las ventanas que son golpeados con fuerza. Pero ella no arruga su ceño, no frunce la nariz, no solloza. Se mantiene en posición, como si tuviera que prepararse para pelear en cualquier momento.
—Fui castigada —murmura —Psiche tomó su mano y le dio un beso en sus labios pálidos como si fuese una muestra de amor, se llevó su alma lejos de mí y fui advertida —su mirada se levanta para encontrarse con la mía —fui advertida de que mi dolor no terminaría allí
Ella se quiebra y el cielo retumba tragándose mi silencio en obstinada replica antes de que Ji-Hye continúe:
— Y sucedió, pocos miles de años después, cuando dejaron que el alma de Endimión volviera a bajar a la tierra, siendo un ser brillante de nuevo. Tan hermoso y tan pequeño. Un pequeño niño hermoso llamado Kim Seokjin.
El cielo explota en un relámpago enfurecido cuando en mi cabeza la misma pregunta se repite, desafiando mi mutismo: ¿Qué?
—¿Está jugando conmigo? —las lágrimas caen con más ira de su rostro y esta vez le es imposible contener sus sollozos y los pequeños temblores de su cuerpo.
—No... claro que no —susurra con voz quebrada — mi corazón ya no albergaba amor hacia su alma, sabía que de ella no existía nada: mi recuerdo había sido borrado y los sentimientos reducidos a poco menos que una idea. Nada quedaba en mí más que el profundo rencor que comenzó a mellar en mi cuerpo por la injusticia. Tan horrible y oscuro que era incontrolable. Te veía, siendo un hijo del sol y seguías teniendo aquella conexión dolorosa hacia mí, observándome cada noche, sonriéndome y alimentando mi amargura. Tan horrible, Jinnie —rompe con mayor temblor — ¡Tan horrible!
» Y entonces estaba enloqueciendo de nuevo, por un humano hijo del cielo, al enterarme que tu alma, ni en aquella, ni en esta vida, estaba unida a mí, sino que los hilos de tu corazón ya pertenecían a alguien más, a una pequeña alma nueva que no había llegado aún a la tierra.
—A Yoongi —mi voz es apenas una variación en las ondas del viento que no alcanza a llegar ni a mis propios oídos. Ella se tensa, sin embargo, con una ira antigua abriéndose paso por la oscuridad de sus ojos.
—¡Tan malditamente injusto! —el cielo se vuelve fiero cuando otro relámpago atraviesa las sombras de la estancia, estremeciéndola y sacando un pequeño suspiro tembloroso de mí. Ella muerde su labio inferior, bajando la mirada nublada de arrepentimiento una vez más —No pude controlar acercarme a la tierra de nuevo, descontrolando los océanos, moviendo las aguas sin poder evitarlo. Tan turbio, tan triste. Sin excusas más allá que mis horribles sentimientos ennegrecidos y pútridos.
—Entonces decidiste empujarme —digo, más como una afirmación enojada que una pregunta —decidiste que era mejor que yo no viviera ¡Como si te perteneciera!
—¡Me pertenecías! —los sollozos ahora incontrolables de Ji-Hye me golpean con fuerza, me duelen terriblemente y me hacen temblar las rodillas, doblegándome —Nos pertenecíamos —suaviza su voz, dando un paso tentativo hacia mí y luego retrocediendo al notar las sacudidas engañosas de mi cuerpo —Tenía que hacer algo rápido, tenía que sacarte de allí. No podía hacerle nada a un niño que no había nacido, y si dejaba que naciera, para el primer segundo en que sus pulmones respiraran el oxígeno de la tierra... estaría perdida, se sellaría su lazo y serían una sola alma para siempre. Así es como funcionan los humanos nacidos de las estrellas, con almas incompletas esperando para encontrar su otra mitad.
Siento que el enojo en mi interior revolotea y se vuelve agua, agua que quiere salir por los bordes de mis ojos que simulan las represas de agua turbulenta, haciendo que mi nariz pique, enviando estremecimientos dolorosos por todo mi cuerpo.
—¿Querías hacerle daño? —susurro lastimado —¿Querías lastimarlo a él? ¿A él que ni siquiera había nacido? ¿Que ni siquiera conocía la tierra? ¿¡Querías lastimarlo!? ¡Condenarlo a un alma incompleta! ¿¡Eso querías!?
—¡Quería hacerlo! ¡Quería acabar con ese humano insípido! Quería destruir a Helios por traerte de vuelta a un mundo donde no podría estar contigo —ella sufre. Ambos lo hacemos, pero su dolor no tiene punto de comparación a la grieta infinita que atraviesa mi corazón, llenando de sangre mis pulmones hasta ahogarme.
—Pero ya tu no me amabas, dijiste que no había amor... no me amabas, tú querías lastimarlo a él por tu orgullo, querías atarme a ti por tu egoísmo.
—Y me disculpo por eso... por hacerlo con las razones incorrectas —Ji-Hye se endereza en toda su altura y me mira solemne, dejando que las lágrimas viajen libres por su rostro ahora estoico —pero ¿Todo lo demás? lo habría hecho todo igual. Cuando hice que las aguas de la piscina de tu casa mojaran el piso embaldosado, cuando hice que tu pequeño rostro cerrara tus hermosos ojos para siempre.
Para siempre.
—¿A qué te refieres con para siempre? —las nubes luchan entre ellas una batalla de ruido desconsolado, llegando a la tierra en truenos que parecen competir con los estruendos asesinos de mi pecho. Ella cierra los ojos con dolor
—Los hijos del cielo solo vienen a la tierra por un propósito, Seokjin, y yo te arrebaté eso —susurra —tú no estás aquí realmente, y nunca lo estarás, porque yo no he podido remediar eso, por más que te haya atado a Min Yoongi como una estrella hipotética, no puedo remediar un lazo que nunca se creó, y cuando tu tarea con los humanos haya culminado... así lo hará tu luz.
Mi estómago cae, al igual que mi cuerpo, y en algún punto creo que mi corazón ha dejado de latir. Sé que hay lágrimas, pero no puedo sentirlas, y sé que hay dolor físico, pero no puedo identificarlo.
¿Así se siente sufrir?
Entiendo que antes de esto no había conocido el miedo, el miedo real, y entonces todos mis planes de reserva, toda la energía que he perdido, todo deja de tener sentido porque al fin y al cabo nunca fui un humano de verdad, al fin y al cabo, no soy un humano ahora.
Al fin y al cabo, cuando el último fragmento de mi luz se haya ido, yo desapareceré con él, dejando atrás mi humanidad, dejando atrás a Min Yoongi.
—Pero él me quiere —susurro con la poca esperanza que logro rasguñar, intentando prender una pequeña llama de las cenizas que se han comenzado a esparcir por el aire con la fuerza del viento —y yo lo quiero a él — ¿Y es suficiente?
—No —murmura ella, como si me hubiese estado leyendo la mente —cuando te fuiste... cuando él nació, su alma fue enlazada a otro ser humano, Jinnie, mi ser humano protegido. Otra alma incompleta. Por eso no puedo hacer nada, Jinnie, mi alma...porque debo hacer lo posible por la felicidad de mi humano.
—¿Qué?
—N-No hay manera, de que yo pueda remediar esto mientras ese otro lazo exista y yo deba velar por él—la veo agacharse y moverse despacio, dándome cuenta solo hasta entonces de que me había caído de rodillas y de que probablemente me haya hecho daño, pero mi corazón duele tanto.
Tanto.
Duele tanto.
Y no se detiene.
—He sido castigada de nuevo, atada a este cuerpo humano y siendo atormentada cada noche para intentar poner en orden lo que he desestabilizado, pero ¿Cómo puedo devolver tu alma a la tierra si ya no perteneces a ella? ¿Como puedo romper ese lazo sin romper dos corazones?
Sus manos viajan a mi rostro y soy apenas consciente de sus pulgares limpiando mis lágrimas, de su cuerpo tembloroso cercano al mío y de lo pequeño que me siento, de lo asustado que me siento, de lo roto que me siento.
—¿Quién es él? —me atrevo a preguntar, pero no quiero saber, no quiero saberlo, y ella lo sabe, por eso suspira cuando el nombre se desliza por sus labios y yo solo no puedo dejar de escucharlo y repetirlo en mi cabeza con tanto dolor porque no puedo hacer nada.
No puedo hacer nada y no puedo dejar de quererle.
—Lo siento, Jinnie —susurra mientras llora y yo también lo hago —Lo siento tanto, tanto.
Yo también.
★★★
Hay un repiqueteo de anticipación extrañamente bienvenido en mi pecho cuando mis pasos me conducen apresurados fuera de la estación de autobuses y rumbo a casa.
A casa.
Suena tan familiar y cálido que sonrío a pesar de mí mismo y de la tormenta repentina que azotó la ciudad desde media tarde, incluso si ya hemos salido del invierno algunas semanas atrás.
En las noticias habían estado hablando de mareas altas en las costas del país, cercanas a esta pequeña ciudad, y de un inusual eclipse de luna que era posible que se avecinara por el extraño comportamiento del firmamento.
Miro hacia arriba y las nubes no me dejan ver la luna que ya debe estar llena y el cielo se ve mucho más oscuro en la noche por la lluvia, lo que me hace solo querer llegar pronto y acurrucarme junto a mi estrella -que espero y no haya sido atrapado por la tormenta- y quizá ver una película hasta quedarnos dormidos.
En un lugar cómodo, por mi ciática.
Sé que me estoy empapando y que es probable que me enferme, pero no puede importarme menos cuando por fin puedo divisar el edificio de apartamentos y me puedo apresurar hacia las puertas dobles de cristal.
—Buenas noches, Yoon —la voz femenina que llega a mis espaldas me toma por sorpresa antes de girarme y sonreírle a Ji-Hye noona con suavidad.
—¡Noona! ¿Vas a salir? ¿No ves la tormenta que hay allá afuera? —Ella hace una mueca divertida, pero sus ojos se ven cansados, su mirada se ve perdida y preocupada.
—¡Ah, Yoon! Unas pocas nubes de lluvia no van a evitar que salga esta noche, es importante.
—Uh, en ese caso, toma —le extiendo el paraguas que no me he molestado en usar y le regalo lo que, espero, sea una sonrisa amable —no queremos que te enfermes ¿Verdad?
Hay algo que titila en sus ojos y me hace sentir mal, una especie de tristeza camuflada, una especie de dolor que antes no había reparado que estaba allí.
—Eres un gran chico, Yoon, pero no te preocupes, no me importa mojarme un poco. Me gusta el agua.
Ella se apresura a ir lejos de mí y antes de que pueda decirle algo, desaparece por las puertas dobles del edificio, siendo tragada por la oscuridad inmediatamente.
Me encojo de hombros y retomo mi camino al ascensor y el viaje, en mi cabeza, se vuelve nebuloso, como si las partículas de aire se volviesen tensas, y no sé si estoy cansado por la jornada laboral, no sé si es por la posible certeza de la relación entre mi estrella y la familia de mis jefes, o si es solo la anticipación de verle.
De ver a Jin, de abrazarle, de preguntarle cómo ha sido su día, de besarle y tocarle, de pertenecerle.
Empero, todos esos pensamientos huyen como reos ante una puerta abierta cuando entro en nuestro pequeño lugar cálido y siento el frío y la negrura de un apartamento, aparentemente, vacío.
—¿Cariño? —Llamo lánguido porque temo que de nuevo se haya aventurado por la ciudad y se haya quedado atascado por la lluvia, temo que se haya perdido.
Temo que haya desaparecido.
Y me veo correr por toda la casa, buscándolo de habitación en habitación, prendiendo todas las luces esperando encontrar algo de calor, esperando encontrarlo a él, pero no le veo, y mi corazón duele por la angustia, hasta que diviso algo de movimiento a través de las puertas del balcón.
Mis pies no son lo suficientemente rápidos cuando deslizo con fuerza el portón, sintiendo mi corazón desprenderse de mi pecho al ver la pequeña figura encorvada bajo la lluvia, con el cabello plateado pegado a la frente, los ojos cerrados, aferrando un pequeño frasco lleno de luces y un montón de temblores por todas partes que me destruyen en cientos de pedazos sumamente pequeños.
—¡Jin! —él niega y tiembla con más fuerza, aferrándose y cerrando los ojos con mayor ímpetu —Cariño ¿Qué haces?
Me veo yendo hacia él, con un millón de gotas golpeando mi cabeza como taladros, siendo arrastrado por un viento inusual y me doy cuenta de que la lluvia ha empeorado, y que realmente se está volviendo una catástrofe cuando busco fuerza de donde no las tengo y lo arrastro dentro de la casa, arreglándomelas para cerrar las, ahora pesadas, puertas de cristal, esperando que el viento no las quiebre.
El cuerpo de Jin se cae en la alfombra, ido y con los ojos cerrados y es solo ahora, dentro de casa, que me doy cuenta de que sus movimientos espasmódicos son producto de un llanto incontrolable que casi no me deja entender los pequeños susurros que salen de sus labios.
—Por favor, por favor, yo le quiero, solo un deseo, solo uno —me agacho a su lado, quitándome la pesada chaqueta del traje y atrayendo su cuerpo hecho un ovillo lo más que puedo hacia mí. La cosa es que no sé qué pasa, pero el miedo se filtra desde lo más profundo de mis entrañas y rasga la superficie de mi cuerpo. La cosa es que no estoy seguro de que Jin sepa lo que está pasando a su al rededor, pero cuando mi piel entra en contacto con la suya, le siento soltar el frasco, que rueda por la alfombra, y aferrarse a mis hombros con fuerza desmedida y su rostro escondido en mi pecho, incrementando su llanto.
—¿Amor? Dime que pasa —susurro —dime qué pasa para poder arreglarlo.
—Por favor, esto duele —sigue diciendo tan bajo que casi no puedo escucharlo por el ruido de la tormenta —por favor, haz que pare, haz que deje de doler.
Mi cuerpo se estremece junto al suyo y no sé en qué momento he comenzado a llorar yo también. Lo meso junto a mi pecho, sobando su espalda, dejando pequeños besos en su frente y sobre su cabello, intentando fundir su cuerpo con el mío, intentando agarrarlo con demasiada fuerza para que no se desmorone.
Para que no desaparezca.
Pero algo está mal y puedo sentirlo.
—¿Jin? Te quiero, te quiero, te quiero —comienzo a repetir por encima de sus sollozos irregulares, esperando que mi voz acalle la suya herida, entonces siento su cuerpo tensarse y unirse más a mí, soltando una respiración vacilante que crea una llaga dentro de mí.
—T-Tú no puedes —bisbisea —no puedes quererme.
—¿Por qué no? ¿De qué hablas, Jin? ¿Qué está mal?
—N-No puedes quererme, porque tu corazón le pertenece a alguien más.
★★★
Pasan 67,83 segundos luego de que termino de hablar. Ambos con ropa seca, con los cojines de la cama a nuestras espaldas y un doloroso escozor en los ojos.
Yoongi no me interrumpe mientras de mi boca salen todos mis miedos, cuando derramo sobre sus hombros la pesada carga de un futuro que creíamos poder controlar y que ahora nos escupe en la cara.
Hay silencio. Yoongi no habla, por el contrario, sus piernas y brazos se enredan en mi torso con fuerza y su cabeza se frota con la mía constantemente como si un animalito peludo estuviese acariciándome, haciéndome cosquillas en la nariz con su cabello. Estamos sentados uno frente al otro, con las piernas de Gi apretando hasta mi cadera y todo su peso sobre el mío sin que realmente me importe.
Por mi cabeza ha pasado no decirle, por mi cabeza ha pasado quedarme solo con ello, alejarme y esperar, pero simplemente no pude, no pude mirarlo a los ojos y dejarlo crecer allí, dentro de nuestra pequeña fantasía fabricada.
Sin embargo, el nombre de Ji-Hye sigue estando fuera de la mesa, porque solo no soy capaz de decirlo, así que ha quedado solo en ser la luna, la participe fundamental de este juego de azar.
¿Así se siente tener el corazón roto? ¿Como si todos los tendones de mi cuerpo se reventasen uno a uno?
—No voy a dejar que hagas esto —susurra Gi, por fin, con voz ronca contra mi cuello y es solo en ese momento en el que me doy cuenta de que ha estado llorando y que mi piel está empapada —no voy a dejar que te alejes solo porque piensas que tienes que hacerlo.
—No lo entiendes, Gi, nosotros-
—¡No! ¡Eres tú el que no entiende! —su cuerpo se tambalea con mayor fuerza mientras me agarra y siento sus pequeñas uñas romas clavarse en mis omoplatos —¿Es esto un maldito juego para ti? ¿¡Soy yo un puto juego!? ¡No, Kim jodido Seokjin! —solloza —Tú y yo e-estábamos destinados a pasar ¡tú lo dijiste! y me dejaste creer en tu maldita palabra, demuéstrame que no estuve equivocado, demuéstrame que no te entregué mi maldito corazón para que lo estés tirando justo ahora ¡No juegues conmigo!
—Gi...por favor —duele, duele tanto —Yo no sé qué hacer... yo solo no puedo-
—¡Me importa una mierda! —Yoongi se separa un poco de mí para dejarme ver su rostro, enrojecido y humedecido, con un profundo abismo insondable en la oscuridad de sus ojos tristes —¡No me interesa lo que el maldito cielo diga! tú eres mío y yo soy tuyo ¿Recuerdas? No pueden... no, no los dejaré.
Pega su frente a la mía y me siento extrañamente reconfortado, obligándome a asesinar el miedo que crepita por mi garganta, subiendo con rapidez. Las manos de Gi están sobre mis mejillas ahora y sus labios delgados y suaves besan mi nariz, mis pómulos, mis labios, lentamente, como si estuviese apreciándolos.
Mis manos rodean su cuerpo, más, más cerca, y ni siquiera un misil podría hacerlo retroceder, ni siquiera un cataclismo podría hacerme detenerlo.
—¿Gi?
—¿Mhmm?
—Tengo miedo — él me besa de nuevo, un poco más hambriento, un poco más desesperado, y cuando se separa, ambos estamos sin aliento.
—Todo va a estar bien ¿De acuerdo? Lo prometo, prometo que encontraré la manera. No me importa lo que el maldito lazo desconocido diga. Si me enamoré de ti sin él, puedo vivir sin hacerle caso.
—¿Y qué pasará cuando yo-
—Shh
—Gi, no me interrumpas —la pequeña risa ronca de Yoongi es como un pequeño rayo de luz solar que se filtra entre la tormenta y me permito pensar en que es posible, en que le quiero y él a mí, en que podemos encontrar una manera.
Pero no puedo engañarme para siempre, no cuando la siguiente pregunta de Gi me encuentra: —¿Quién es? —dice bajito —¿Hay manera de que podamos deshacernos de ese lazo?
Niego.
—No en esta vida, Gi —y es tan difícil —Es Han Hyo-Joo.
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¡Por fin!
He esperado tanto tiempo para esto, espero que estén bien y que estén siendo muy felices.
¡Felices tres meses para Ramé!
#FunFact19: Tengo muchos capítulos en borradores que nunca fueron y nunca serán (Como en el seis, el once, el veintidós, entre otros) y que, posiblemente, hubiesen cambiado totalmente el curso de la historia. Como, por ejemplo, es en el capítulo seis donde Jungkook y Jin hablan por primera vez, cosa que, en el primer borrador, no sucedía nada de eso, y todo era muy dramático porque ellos no se conocerían.
¡Tengan días maravillosos! *Emoji de estrellitas*
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