Capítulo 20°: Negro y gris plata

Negro y gris plata

(2/4)


Y mira tú, estaba buscando una estrella y encontré una galaxia.

Ron Israel


El domingo comenzó con un "¿Crees que debería tinturarme el cabello?".

Y terminó con un desastre en el baño porque Yoongi estaba demasiado avergonzado de ir a un salón especializado.

—Vamos, que quiero dar una buena impresión mañana —me había dicho mientras caminábamos en medio del supermercado al final de la calle, pasando por los estantes de utensilios de cocina y los detergentes hasta encontrar los productos para el cabello.

Hay un montón de cajas en una de las secciones, con rostros de mujeres jóvenes que tienen excesiva edición para el color artificial de sus cabellos en las fotos.

—¿Por qué todas son mujeres? ¿No hay tintes para hombres aquí? —Gi ríe, dándome un pequeño beso en la mejilla.

—Es lo mismo, cariño.

—¿Entonces por qué ninguna de las cajas tiene un rostro masculino?

—No lo sé, yo, en lo personal, uso estos —Gi camina directo hacia unas pequeñas cajas de colores sólidos que a duras penas tienen el nombre de la marca y el color —¿Cuál color crees que debería probar?

—Bien, he visto a los hombres empresarios caminar con trajes y el cabello negro muy peinado hacia atrás —Gi hace una mueca, como si el pensamiento de volver a su cabello oscuro fuese desagradable.

—¿Quieres que me vea cómo esos hombres muy serios e insípidos? —me río y niego, porque, aunque no lo parezca, Gi tiene gustos muy particulares, a pesar de salir vestido con colores monocromáticos en la escala de grises, tiene en su armario camisetas extravagantes y pijamas con colores brillantes y dibujos únicos que solo usa dentro de casa.

—No, yo quiero tener el cabello negro, tú deberías tenerlo gris —digo, tomando un tubo grisáceo que ya había visto desde que llegamos.

—¡Oh, gris! Nunca lo he tenido gris y ¡Oye espera un segundo! ¡¿Quieres pintar tu cabello hermoso y plateado natural de negro?! ¡¿Por qué en el mundo, Seokjin enana azul?!

—¿Por qué siento que de repente me estás regañando? —río, incluso si un par de mujeres nos han mirado extraño por el escándalo que Gi ha montado —¿No crees que me vería bien en cabello negro? ¿Sería un desconocido si tuviera el cabello de otro color?

El comienza a negar, aun dolido por la posibilidad de que mi cabello cambie de color, mirando mi cabeza con los ojos consternados como si ya lo pudiese imaginar

—Claro que no, cariño, te quiero incluso si te pintases entero de azul porque has decidido ser un pitufo —se ríe —solo, eso no lo consideres.

Mi corazón se detiene.

Te quiero.

Te quiero.

Dos palabras que me roban la respiración aun cuando él ni siquiera se ha dado cuenta de que las ha dicho. Me quedo demasiado quieto y callado y él se ha dado la vuelta para seguir mirando los productos.

—Bien, así que, gris será —se da la vuelta y me sonríe, tomando la caja que está entre mis manos para observar las instrucciones con detenimiento —Necesitaremos un mezclador, unos guantes, quizá un gorro y, sobre todo, el decolorante.

Él sigue mirando y caminando, tocando cada cosa y agregando al carro de compra que llevo conmigo. Sigo en silencio y pienso que he dejado ir el momento, que me lo he perdido por estar tan aturdido, así que le sonrío de vuelta y lo sigo por el camino.

—¡Oh, mira esto! —Gi luce emocionado, con una gran sonrisa en su rostro mientras seguimos por el pasillo y se detiene frente a otro estante con productos varios —¡Es un Spray para cabello!

Yoongi corre hacia mí con dos cilindros medianos de color negro con letras doradas. Riendo, me explica qué son.

—Son lavables, así que si no nos gusta cómo se te ve el negro, solo lo lavas y se va —parece complacido mientras habla y yo ruedo los ojos.

—¿Nos? ¡Yah, es mi cabello! ¡Yo lo decido!

Gi se ríe con más fuerza y sé que está a punto de acercarse para darme un beso en la mejilla, le gusta hacer eso, y cuando está solo a unos centímetros de distancia me encargo de tomar su rostro entre mis manos, girándolo solo un poco para que pueda mirarme y susurro: —¿Gi? Yo también te quiero.

Y son las palabras más sinceras que han salido alguna vez de mis labios.

Cuando salimos del supermercado, Gi se ha gastado gran parte del dinero que le ha quedado de la liquidación y nos vemos graciosos intentando cargar una cantidad absurda de bolsas que van desde productos de aseo personal hasta la comida de las próximas dos semanas.

—Si Hobi hyung logra ayudarme y puedo conseguir el trabajo, juro que te pagaré todo esto —digo cuando ya estamos dentro del ascensor y la mayoría de los paquetes yacen en el suelo.

—Cariño, sabes que no-

—¡Es el juramento de una estrella, Min Yoongi! Es el juramento más sagrado que hay —hago todo un show de marcar una equis sobre mi pecho con mi mano izquierda levantada y el rostro lo más serio posible. Gi suelta una risilla.

—¡Está bien! ¡Está bien!

Aun nos estamos riendo cuando nos detenemos cerca de la puerta del apartamento, donde una mujer de espaldas nos bloquea la entrada y la risa de Yoongi se escurre lentamente por su rostro. El silencio es suficiente para alertar a la tercera persona, quien se da la vuelta con lentitud.

La mujer frente a nosotros es hermosa, con el cabello negro recogido, dejando algunos pequeños mechones sueltos y ondulados que perfilan su rostro jovial. Los pequeños ojos negros brillan con emoción y su sonrisa se amplía cuando estos se fijan en Yoongi.

—¡Yoon! —La mujer se ríe y camina con elegancia hasta mi humano, quien rompe en una sonrisa cegadora

—¡Mamá! ¿Qué haces aquí?

Yoongi bufa una risa antes de refugiarse en los brazos de su madre. Ella luce pequeña y frágil a su lado cuando sus manos viajan de inmediato a la espalda de su hijo mayor y comienza a realizar movimientos circulares, haciendo pequeños sonidos de satisfacción como si hubiese esperado mucho tiempo para ese momento.

Mi corazón se derrite y mis mejillas duelen de lo fuerte y amplio que estoy sonriendo, a pesar de sentirme algo fuera de lugar. Ya conocía a la señora Min, ahora Jeon, aunque ella no lo sepa, y su rostro siempre pacifico me hace preguntar qué habría sido de mi familia humana, si me habrían querido tanto como la señora Jeon quiere a sus hijos, si habrían sido amables, si habríamos tenido una buena relación. Pero son preguntas que realmente no valen la pena.

—¿Oh? ¿Pero quién es este joven tan apuesto? —la voz dulzona de la mujer me trae de vuelta a la realidad y puedo ver la mirada tranquila de Yoongi sobre mí.

Realizo una reverencia de 90° en lo que me tomo el tiempo de encontrar de vuelta mi voz.

—Mucho gusto, mi nombre es Seokjin ena-

—Oye, mamá, no me has dicho el por qué estás aquí —me interrumpe Gi con la sonrisa más falsa pegada en su cara —vamos, entremos.

—¡Oh, no! Yoonie, vine solo a dejarte la invitación de esta noche, pensaba ponerla bajo la puerta. 

—La... ¿Invitación? —la madre de Yoongi suspira, como si esto fuera su pan de cada día.

—Lo olvidaste ¿No es así? ¿La fiesta en el Gran Salón? ¿El aniversario de tu padrastro y yo?

—Espera, ¿Es esta noche?

—Y más te vale ir elegante, ya sabes como se pone mi suegra y esta noche quiero que todo salga perfecto —ella cierra los ojos y suspira, exasperada, antes de sonreír como si nada de nuevo —Lleva a tu amigo contigo también, así no estarás por ahí insistiendo en lo aburrido que es todo con la familia Jeon.

Nadie dice nada más porque la mujer, luego de dejar la tarjeta en las manos de Gi y darle un pequeño beso en su frente, desaparece por el pasillo en donde las puertas del ascensor no tardan en abrirse.

—Bueno, eso ha sido extraño —Yoongi parece pensarlo un poco cuando sacude su cabeza en mi dirección y se vuelve para abrir la puerta.

Dejamos la mayoría de las bolsas en la despensa y aparto la que tiene los productos para el cabello de las demás mientras Gi corre al baño a preparar lo que va a utilizar.

—Así que... —comienzo dudoso cuando me encamino a la puerta blanca al final del pasillo —Hay una fiesta esta noche ¿No es así?

—Sí... —su voz se distorsiona por la lejanía y me encuentro a mí mismo caminando despacio hasta el baño

—Y...Tú madre quiere que yo también vaya ¿No?

—Mhmm

—Y estamos de acuerdo en que no es absolutamente necesario que vaya, así que puedo quedarme aquí y-

—No hay posibilidad en el infierno de que me libre de mi madre si descubre que no voy contigo. Estoy casi seguro de que esto es obra de mi padre, tiene sus huellas por todas partes. Seguramente le dijo que estaba viviendo por un chico y traerme la invitación ha sido solo una excusa para comprobarlo.

—No hables así de tu madre, Gi —digo cuando ya he llegado al baño y lo descubro quitándose la camiseta, teniendo otra mucho más vieja y deshilachada en la mano.

Respiro profundo y me obligo a destrabar mi mirada de su cuerpo para dejar la bolsa que llevo en la mano en el mueble del espejo.

—Solo digo —suspira —escucha, si no quieres ir, lo entiendo, será mucho mejor así.

—¿A qué te refieres con que será mucho mejor así?

—Me refiero a que la mayoría de los Jeon son personas desagradables. No hablo de mi hermano y mi padrastro, por supuesto, pero están todas estas otras personas... lo último que quiero es que te traten mal o te hagan sentir incomodo por estar conmigo.

Frunzo el ceño porque me parece un razonamiento estúpido, pero es algo que no puedo decirle en voz alta, no cuando noto que de verdad le afecta.

—Entonces, no hay posibilidad en el infierno de que te deje ir solo si esa gente es tan horrible como dices que son.

Los ojos de Yoongi se abren, con un brillo diferente y una pequeña sonrisa cómplice cuando me acerco y tomo sus manos entre las mías.

—¿En serio? ¿Vas a defenderme?

—A capa y espada si es necesario —murmuro antes de ser jalado por sus brazos. Yoongi me rodea el cuello y se levanta sobre las puntas de sus pies para besarme con profundidad, robándome el aire.

Cuando se separa de mí, sus labios aun son capaces de rozar los míos y sus ojos están solo semi abiertos cuando dice: —Di que me quieres de nuevo, Seokjin.

Sonrío contra su boca.

—Te quiero, de verdad te quiero.




Ahora hay un desastre en el baño donde hemos intentado mezclar los materiales del decolorante y hemos fallado en el primer intento.

—¿Cómo iba yo a saber que ese olor tan fuerte era normal? —dice Gi cuando estamos mezclando los que ha traído de repuesto, mientras vemos varios videos desde su celular para tener mejor idea de qué hacer —la última vez que lo pinté, fue Ji-Hye noona quien lo hizo, nunca he ido a un salón de belleza.

Me río cuando Gi se sienta en el sanitario, dándome la espalda y murmurando con total convicción: —Estoy dejando en tus manos mi cabello, Seokjin enana azul, si esta no es una muestra de cariño lo suficientemente convincente para ti, entonces nada lo es.

Descubro que las tareas manuales no son tan complejas para mí y que dividir su cabello, esparcir el producto y colocarle el pequeño gorro transparente no es tan difícil. Nos lleva media hora ese proceso y tenemos que esperar otra media más. La cosa es que nadie nos dijo que iba a picar tanto y que tendría a Yoongi retorciéndose encima de mí mientras intento mantener sus manos fuera de su cabeza.

—¡Solo veinte minutos más, Gi!

—¡¿Veinte?!¡Veinte!¡Y él dice SOLO veinte!

Gi está encima de mi cuerpo en el piso frío del baño. Con su espalda presionada a mi pecho y mis brazos flexionados por encima de los suyos para evitar que se mueva. Hay papeles envoltorios por todas partes, guantes que se rompieron en el proceso, cajas y el exceso de producto que se ha caído, y el olor del decolorante está comenzando a marearme, pero no le dejo ir.

Soy un hombre con una misión.

—Por favor, cariño, déjame ir, se me están durmiendo los brazos —Gi es más fuerte que yo, pero la posición en la que estamos le cansa más rápido, así que, en medio de sus arrebatos, no tarda en quedarse sin fuerzas encima de mí, casi ahogándome en el proceso. Hasta que la alarma de su celular suena y ambos respiramos.

Yoongi gatea hasta la bañera, sentándose contra ella con las rodillas flexionadas, colgando sus codos en estas y la espalda contra un lado de la tina. Inclinando su cabeza solo un poco. Me arrodillo a su lado, tomando el cabezal de la regadera, acomodando los guantes que llevo puestos para no mancharme y sacando el gorro con cuidado.

Quizá no es más allá de medio día y la luz del sol que acompaña los focos artificiales del baño ilumina los cabellos ahora casi blancos de Yoongi.

Yoongi dice que pensó que yo era etéreo, pero mientras enjuago su cabeza, pasando mis dedos delicadamente sobre las hebras y sus ojos están cerrados, con sus mejillas coloreadas de un suave tono rosa parecido al de sus labios, luciendo sereno y puro, Yoongi parece sublime, parece irreal, y mi corazón se siente tan lleno que duele.

Nos sentamos un rato más mientras su cabello se seca un poco. Hablamos de cosas sin sentido, nos imaginamos mundos paralelos y futuros inciertos, como: Hey, Jin, ¿Qué harías si pudieras controlar los colores del cielo? Ah, probablemente toda la noche sería púrpura y el día sería amarillo, el azul sería solo para los días lluviosos. Gi, si pudieras ser una estrella por un día, ¿Qué clase de estrella serías? Una estrella de mar.

Los minutos vuelan y el proceso se repite con el tinte, y antes de darme cuenta, estoy sentado fuera del baño, escuchando la secadora de Yoongi mientras espero el resultado de lo que hemos hecho durante gran parte del día.

—¿Y bien?

—¡Sólo espera! ¿Quieres? Estoy intentando darle forma, usualmente luego del tinte mi cabello se pone algo esponjoso.

—¿Cómo un gato después del baño?

—Muy gracioso señor Azul —Dentro de nuestras conversaciones, Gi ha decidido que mi apellido debería ser ese, y no pude discutirlo desde que el Kim no me resulta familiar en absoluto —Y bueno, aun nos falta probar los aerosoles en tu cabello.

—Lo haré por mi cuenta, no permitiré que tus manos inexpertas toquen mi cabello.

—¡¿Y dónde quedó la muestra de cariño y confianza?! ¡Traicionado! ¡He sido traicionado!

Me río, porque después de algunos días de tensión, siento que vuelvo a encontrarme con mi escandaloso Gi, y eso me conmueve.

—No seas dramático, Gi. Piensa que será un espectáculo mucho más sorprendente si me ves una vez haya terminado.

Pasan 84,70 segundos cuando escucho el seguro de la puerta ser desbloqueado y me pongo de pie de inmediato.

—Bien, ¿Estás listo?

—¿Para ti? Siempre, cariño.

★★★


Cuando me miré en el espejo no podía reconocerme. Las facciones de mi rostro se veían más duras y mi ceño fruncido se acentuaba más de lo que esperé. Es extraño, porque el rubio oscuro me hacía ver más aniñado y jamás pasó por mi cabeza que fuese lo contrario con un color más claro.

Abro la puerta con un suspiro, esperando lo peor, y lo primero que veo es la sonrisa de Jin desvanecerse de a poco para ser reemplazada por una mueca de asombro. Sus ojos bailan por todo mi cabello con su boca formando una perfecta O que no se ha tomado el tiempo de disimular. Me empiezo a sentir avergonzado hasta que noto como todo el rostro de Seokjin se torna rojo y su manzana de Adán se mueve cuando traga.

—Woah, Gi, te ves... te ves...

—¿Me veo? —Jin me observa perdido y sé que ya ni siquiera se está escuchando a sí mismo cuando lo escucho susurrar:

—En este momento puedes pedirme lo que sea y creo que te lo daré sin preguntar.

—Entonces debería comenzar a hacer una lista ¿No lo crees? —me río más fuerte cuando la expresión de sorpresa de Jin se transforma en un rostro totalmente avergonzado y le veo morder su labio inferior.

Oh, no hagas eso.

Ahora soy yo quien traga fuerte, así que le tomo por los brazos y nos cambio de lugar, casi empujándolo dentro del baño.

—Bueno, ahora es tu turno, quiero verte con el cabello negro, a ver si logras convencerme de que es mucho mejor que tu plata natural —él sonríe de inmediato.

—Ahora que lo dices, ahora pareces un ser salido de las estrellas porque compartimos el mismo color.

Cierra la puerta en mi rostro y demonios, si Jin con cabellos de plata impíos me parecen un sacrilegio a la castidad, Jin con cabellos negros y ojos ámbar, muy seguramente, será mi perdición.

Me siento en la misma posición que la noche anterior, esperando mientras escucho el bote de aerosol ser agitado. Le oigo murmurar palabras como si estuviera recordándose qué hacer: Guantes, guantes; separar, separar; a quince centímetros de distancia.

Suspiro y restriego mi rostro con las manos porque solo puedo imaginarlo.

Se está volviendo una tarea difícil, el verlo y no desearlo, el tenerlo cerca y no tocarlo, y me está causando más problemas de los que pensé que sucederían alguna vez.

Lo noto más confiado, más libre, y me doy cuenta de que me gusta escucharlo discutir por cualquier nimiedad, me gusta que me cuente las cosas que le gradan, lo que quiere hacer, lo que quiere intentar, me gusta su forma particular de ver las cosas, las preguntas que me hace. Estoy casi tan perdido por su mente y su espíritu como por su cuerpo, y sé que me gusta ver cómo se ven sus clavículas porque mis suéteres son grandes, y me gusta cómo mis pantalones abrazan sus muslos, me gustan sus labios joder, sus labios, sus ojos, su nariz, la forma de sus cejas, sus brazos largos y delgados, lo estilizadas que son sus piernas.

Mierda.

Y me doy cuenta, no por primera vez, de que me emociono solo con la idea de él, que está a solo una puerta de distancia.

Tomo aire con fuerza varias veces para tranquilizar mi flujo sanguíneo hasta que siento que mi cuerpo ha vuelto a su temperatura normal y escucho el silencio que proviene de ninguna parte.

—¿Cariño?

—Estoy dándole forma —responde con voz cantarina, imitando pobremente mi respuesta anterior alargando la a de la última palabra.

No pasan muchos segundos cuando la puerta del baño vuelve a abrirse —quien sabe por qué vez en el día —y tardo mucho menos en ponerme de píe para casi perder el equilibrio y caerme de culo en la alfombra.

Hermoso.

Seokjin es simplemente hermoso.

La frente descubierta me deja ver como ha fruncido las cejas en incomodidad y lleva mordiéndose los labios la eternidad que he pasado apenas de pie y pasmado frente suyo.

El cabello negro cae hacia un lado haciendo ver su piel aun más clara y sus ojos que ya no le temen al asombro muestra sus estrellas con orgullo.

—¿Ha valido la pena el gasto?

—Cada puto y maldito peso.



Estamos sentados en medio de la alfombra de la sala después de haber comido y estoy pensando seriamente en deshacerme de mis muebles desde que la pasamos la mayor parte del tiempo en el piso.

Mi cabeza está sobre las piernas cruzadas de Seokjin y puedo ver su rostro desde abajo mientras sus dedos trazan todas las líneas sobre la piel de mi cara. El negro le queda bien, pero a este punto puedo pensar que cualquier cosa lo haría.

Seokjin está hablando de la mecánica del universo como si toda su vida hubiese estudiado para ello mientras hay una canción de fondo en la radio y esperamos a que se haga más tarde para comenzar a arreglarnos.

Y ruego porque alguno de mis trajes calce perfecto con el cuerpo de Seokjin.

Está bien si no puedes sostener tu aliento, puedes tomar el oxígeno directamente desde mi pecho, dice la canción y oigo a Seokjin suspirar antes de inclinarse y dejar un pequeño beso en mi frente.

Sonrío y me levanto, de repente tengo ganas de bailar y abrazarlo mientras lo hago. Bailar siempre me ha gustado, moverme con la música, aunque no sepa hacerlo, pero puedo ver que a Jin le causa un poco de incomodidad, sin embargo, al igual que aquel día en el club, donde nos besamos por primera vez, Jin toma mi mano entre las suyas y comienza a movernos por toda la sala.

Medio tropezando, medio balanceando, medio riendo, medio eufóricos con una canción que es demasiado lenta para nuestros movimientos extravagantes. Nos reímos cuando la canción se acaba y sigo tarareando la melodía sin llevar muy bien el ritmo y mi estrella me da la vuelta entre sus brazos y me inclina como la película de Barbie que vimos en algún momento con Jungkook.

Es posible que los vecinos aparezcan porque hayan creído que hemos enloquecido, es posible que lo hayamos hecho de todos modos, porque somos tontos, actuamos como tal, y nos reímos de algún comentario que ha hecho el comentarista de la radio cuando las canciones se han acabado y seguimos bailando como si el noticiero fuese la danza de Tchaikovsky, girando, saltando y cayendo.

Cuando la noche ha llegado y estamos sin aliento, tendidos en el mueble más grande, con mi cabeza en su pecho y sus manos en mi cabello, estoy casi seguro de que, si el día acaba en este momento, no me quejaría. Pero Jin, siendo la estrella de palabra que es, me obliga a ponerme de pie para darnos otra ducha y vestirnos para la ocasión.

Mi traje negro siempre presente me hace lucir como un ayudante de la mafia llevando este peinado y quizá la cadena de plata y la corbata de cordón no ayudan mucho. La corbata es solo una mera cuerda trenzada cuyos extremos terminan en puntas de metal y está asegurada con una ornamenta de cruz que cuelga a medio pecho.

Me río de mí mismo porque no estoy seguro de que esta sea la idea de mi madre sobre etiqueta y protocolo.

Sin embargo, sé que quien se llevará la atención esta noche será mi estrella, con su cabello negro y su frente despejada, sus ojos ambarinos y peligrosos y sus labios enrojecidos por los besos que no he podido evitar robarle. Mi suéter de cuello alto se esconde tras el traje oscuro de dos piezas y lucimos enigmáticos saliendo de la habitación totalmente vestidos de negro.

Respiro vacilante cuando Jin estira su mano hacia mí, esperándome para salir juntos del apartamento y tengo miedo por lo que estoy a punto de hacer, pero me armo de valor.

Alzo mi dedo, indicándole que me espere un segundo hasta que logro correr hacia la cocina y traigo conmigo el frasco de mis deseos.

Jin me mira confundido y yo logro a medias darle una sonrisa tranquilizadora.

—Seokjin —él asiente hacia mí —desearía que, no importa lo que pase esta noche, no importa lo que escuchemos, no importa lo que hagamos, regresaremos a esta casa, juntos, con nuestros dedos entrelazados y sin ningún peso en nuestros corazones.

Seokjin sonríe ampliamente mientras su piel brilla y la pequeña lágrima es la séptima luz en ser apresada por las paredes transparentes del envase.

—Así será, Gi... Hoy celebraremos el aniversario de tu madre en un hotel de lujo con personas que nos mirarán como si tuviésemos la peste... pero esta noche —suspira —será nuestra.

Sonrío y agarro su mano con fuerza, dándole un último beso antes de salir por la puerta. 

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N/A: 

(Maratón 2 de 4)

La canción que Jin y Yoongi bailan en la sala es Two de Sleeping at last.

Creo que me los puedo imaginar así para la fiesta de aniversario de la madre de Gi, sólo que Jin lleva el cabello negro.

#FunFact12: Este, de todos y hasta ahora, es mi capítulo favorito. El once también lo es (bueno, todos), pero este guarda un lugar en mi corazón por razones que aún no logro explicarme. 

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