Capítulo 17°: Jamais vu
Jamais vu
Estamos todos rotos, así es como entra la luz
—Ernest Hemingway
Hay miles de estrellas que estallan en mis labios y creo que estoy volando en medio de las nubes de hidrógeno y el calor abrazador del estallido cuando Jin me besa en medio de la acera.
Me olvido por un momento de que es temprano por la tarde y que muchas personas han comenzado a rodearnos cuando pasan por nuestro lado. Me olvido completamente de que hacer esto por la calle es algo menos que legal. Ignoro la risa leve que escucho en algún lugar y solo son los labios de Jin, la respiración de Jin, la existencia de Jin.
No sé si nos miran y no puede importarme menos cuando mis manos están enredadas entre nuestros pechos y mi rostro entre sus manos. Y mi corazón también lo está, junto a todo lo que represento.
Me olvido de cuánto tiempo pasa, me olvido del frío que hace cuando es comienzo de febrero, me olvido de la edad que tengo, de dónde están mis pies y de respirar, hasta que los segundos dejan de ser algún tipo de concepto que podemos manejar.
Jin se separa de mí y no pierdo tiempo en abrir mis ojos cuando el frío roza mis labios porque está ese momento que me gusta y que no me quiero perder. Es un segundo después de que el beso ha terminado, y Jin comienza a abrir sus ojos peculiares despacio, sus ojos lucen desenfocados y sus labios entreabiertos dejan salir diminutas ráfagas de aire como si tuviera una pequeña tormenta en sus pulmones.
Y sonríe, casi cerrando sus ojos mientras sus mejillas comienzan a enrojecer.
No le doy tiempo a mi mente de hacer nada más cuando ya he tomado su mano y nos dirijo al interior del local, un lugar sencillo de colores en tonalidades café y amarillo cuyos detalles pierdo entre la bruma de mi ensoñación consciente. Sé que hay gente que ha mirado nuestro pequeño espectáculo a través de las enormes ventanas que dejan entrar la luz, pero los ignoro cuando Jin comienza a jalar mi brazo emocionado porque ve un cartel gigante con varios nombres de platillos en él.
—Cariño, ya hemos comido y hemos venido aquí solo a hablar, no creo que sea buena idea provocarte un coma diabético —digo sin pensar mientras miro todo el glaseado y la excesiva cantidad de azúcar que exhuman las imágenes del cartel. Jin se ríe bajito y agita la cabeza.
—No te he arrastrado por la comida, Gi, ¡Mira el cartel al lado! ¿No es esa la dirección de la calle de tu edificio?
Mi vista se dirige de inmediato al pequeño anuncio en forma rectangular que está pegado a medias con cinta adhesiva por las esquinas, decorado con colores vibrantes en tonos verdosos y amarillos y figuras en negro que no puedo relacionar con nada que tenga sentido.
—Dice que abrirán un salón recreativo en la esquina junto a tu edificio y que están buscando empleados para la caja —luce divertido mientras lee el anuncio con detenimiento y yo me quedo prendado solo un poco más por su entusiasmo.
—¿Te interesa?
—¡Me interesa! Soy especialmente bueno con los números, siempre me han gustado...—se queda callado de repente y frunce el ceño.
—¿Sucede algo? —Jin niega despacio.
—Nada, es solo eso, que siempre me han gustado, pero se siente como... si de verdad siempre, siempre.
—Como ¿Antes de convertirte en una estrella? —asiente y vuelve su mirada al papel, con menos entusiasmo esta vez —¿Te gustaría aplicar al trabajo, cariño? ¿Tienes alguna idea de lo que es trabajar en una caja? —Jin sonríe nuevamente y junta las manos en su pecho mientras mueve su cuerpo de un lado a otro como si estuviese manteniendo una danza privada, sus ojitos brillando con emoción contenida.
—¡Oh, sí! Bueno, no prácticamente, pero si teóricamente, sé mucho sobre los trabajos humanos y, si mal no recuerdo, tú trabajaste en un restaurante una vez ¿No?
—¿Qué quieres decir? Un restaurante no es igual a un arcade —él rueda los ojos.
—Lo sé —se balancea nuevamente, alargando el sonido de la e —pero debes tener conocimiento del manejo de dinero en el restaurante, creo que puede ser lo mismo, quiero aplicar y obtener el empleo.
Asiente, frunciendo sus labios en decisión mientras observa los requisitos que coloca el anuncio. Su emoción lanza una carga de alivio en mi pecho por un simple y único pensamiento: Jin está pensando en quedarse. O por lo menos esa es la manera en la que mi cerebro comienza a procesar toda la información que le rodea.
Todo gira en torno a Jin, en torno a nosotros.
Pienso en que me alegra que quiera quedarse en la tierra más tiempo; pienso en que me gusta descubrir cosas nuevas sobre qué le gusta, qué le emociona, qué lo hace un individuo tan diferente a mí; Pienso en que le quiero una vez más y que es algo bueno.
La sonrisa de Jin, entonces, pasa a ser una pequeña mueca.
—¡Mierda! —escucho que lanza de repente y no puedo evitar la carcajada que burbujea en mi pecho.
—¡Oh, cariño! Es tu primera mala palabra, ¿Debería sacar una cámara o algo así?
—No, Gi, esto es una mierda de verdad —el tono lastimero de su voz me hace fruncir el ceño y acercarme más a él, tomando su mano para instarlo a contarme qué sucede —tengo que llevar mi identificación y una hoja de vida, aunque no tenga experiencia laboral, ¿Sabes qué es eso? No podré aplicar porque no tengo papeles humanos, Gi.
Bueno, sí, es una mierda.
Sus dedos se aprietan alrededor de los míos mientras su mirada sigue fija en algún punto en la pared. Lo oigo suspirar profundamente y puedo incluso sentir la decepción que comienza a nublar sus ojos.
—Bueno, la aplicación dice que estarán entrevistando durante una semana a partir del lunes, eso nos da el tiempo suficiente para buscar una solución —la mirada de mi estrella se eleva como si hubiese un resorte en su cabeza y me mira con esperanza, reprimo las ganas de hacer una mueca porque, ciertamente, no tengo idea de cómo se supone que haremos eso. Me doy cuenta de que Jin realmente necesita tener papeles y me sorprendo de que no hayamos encontrado ningún problema con el pasar de los días, pero ¿Qué pasa si en algún momento un policía de patrulla común nos pide nuestras identificaciones? Esto no sería como esa noche en La Fábrica, esa noche de nuestro primer beso, esto es mucho más serio y no se puede arreglar con pedir un deseo.
Jin me sonríe como si yo fuese quien sostuviera las estrellas en el firmamento para él y eso me basta para proponerme hacer cualquier cosa para mantener esa sonrisa. Me propongo, sin saber cómo, buscar la manera de ayudarle.
Sin soltar mi mano, mi estrella y yo caminamos hacia uno de los apartados y, una vez allí, Jin saca el frasco de mi mochila. Si soy capaz de ser sincero, una parte de mí había empezado a pensar que se le había olvidado la cuestión del deseo, había esperado que lo dejara pasar, pero debí saber que no lo haría.
Porque es un culo obstinado.
—Dime, Gi, ¿Qué deseas justo ahora? —la sonrisa de Seokjin equipara cualquier otro objeto digno de atención en este momento, como si la idea de complacerme fuese su tesoro más grande, y ese pequeño dato hizo un remolino parecido a un huracán en cualquier lugar de la tierra.
—¿Mis deseos tienen límite? —asiente, solemne.
—No puedes pedirme que mate a alguien, que reviva a alguien, que tome decisiones por otra persona o que los obligue a hacer algo en específico. Quiero decir, puedo enfocar su atención en otras cosas, puedo jugar con sus energías, pero nada más.
Lo pienso.
Hay algo que he querido desde hace un tiempo, algo que me he preguntado, pero no estoy seguro de cómo hacerlo o de si será buena idea.
—¿Qué hay sobre ti? —pregunto en cambio y él me mira con confusión —¿Puedo pedir que tú hagas algo?
Su costado se aleja del mío un milímetro y es suficiente para dejar pasar el aire frío entre nuestros cuerpos. Jin me observa preocupado, sin embargo, asiente.
—Y ¿Qué hay de llevarme a algún sitio?
—Como ¿De viaje?
—Como a un recuerdo —Jin realiza un mohín y aparta la mirada de mí antes de contestarme.
—Si es algo que realmente quieres...
—Lo quiero.
—Entonces, deséalo.
Suspira, serio y preocupado, al igual que yo. Nos miramos por segundos, o minutos, o quizá por horas, hasta que me decido a hablar.
—Hace unos días, Hoseok me mencionó algo mientras estábamos en la cocina, y ese algo hizo que me diera cuenta de un hecho bastante importante y que no puedo creer que pasara por alto.
—¿Qué hecho?
—El hecho de que no puedo recordar un año entero de mi niñez o quizá mucho más. Y si mis cuentas no me fallan, fue el año anterior a que Kook comenzara a interferir en mi vida, fue el mismo año en el que Hoseok dice que comencé a tener amigos imaginarios...bueno, solo uno. Uno con tu nombre, además de que fue el mismo año en el que los ataques de pánico comenzaron y yo... yo no puedo recordar nada de eso.
Miento, hay algo que si puedo recordar y es el mismo sueño oscuro que he tenido siempre, el mismo recuerdo una y otra vez cuando mi padre me grita y se va y estoy solo en el piso de la sala de estar, ahogándome en mi propia angustia, pero soy muy pequeño para saber cómo se llama, qué es, por qué sucede.
Miento, pero es cierto que no recuerdo más que eso, fue como si de repente hubiese pasado de estar en el suelo a ir a la secundaria con mi hermano pequeño pisándome los talones todo el tiempo.
Hay un gran trozo de tiempo que se fragmenta en mi cabeza y no sé por qué lo deseo de vuelta, por qué quiero reestructurar lo que está mejor bajo el manto obnubilado de la ignorancia.
Supongo que es porque una parte de mí cree que es necesario, que necesito las partes completas para poder construirme de nuevo.
Y es por él. Porque sé que Seokjin tiene que ver, porque de repente con él yo quiero tener todas las respuestas.
Porque ahora quiero ser una mejor versión de mí mismo, una versión que de verdad pueda sostener constelaciones y no una que solo pretenda hacerlo.
Jin voltea su rostro hacia mí y espera a obtener mi atención, cosa graciosa porque siempre la tiene.
Tiene una sonrisa triste pegada en el rostro.
—Eres muy inteligente, Gi —asiente —sabes que no puedo decirte lo que pasó ese año, pero, pedirlo en un deseo...bueno, supongo que puedo mostrártelo, así que, ya sabes lo que tienes que hacer.
Su voz es segura y despreocupada, pero no puede engañarme, no cuando puedo ver su pecho subir y bajar con agitación y sus ojos titilar con poco control.
Así que lo deseo, y una vez la lagrima ha caído en su envase, las paredes a mi alrededor comienzan a desvanecerse.
★★★
He aprendido que no sé mantener los secretos abovedados y que soy un alma muy débil ante Min Yoongi.
Yo podría haberle dicho, claro, que su deseo seguía rompiendo reglas, que llevarlo a un recuerdo que he borrado es imposible, que he tenido que llevarlo conmigo a mis propios recuerdos y mi mente es algo de acceso prohibido.
Prohibido fue la palabra que Jimin usó cuando le he contado lo que he descubierto sobre mi antigua vida, él ha dicho que mis recuerdos son prohibidos y no sé qué hago rompiendo más reglas aquí, pero es poco importante.
La energía que he usado ha sido un poco más grande de lo que tenía previsto y creo que Gi no ha notado que han caído dos lágrimas en lugar de una, pero es poco importante.
Me lo repito cuantas veces es necesario. Es poco importante, lo hago por una razón.
Es poco importante.
Cierro los ojos y me concentro en las imágenes que puedo apenas formar detrás de mis pupilas, en las estrellas y en la luz, en el roce de la piel de Yoongi contra la mía y en el miedo que tengo por lo que verá, por lo que, probablemente, no entenderá.
Las manos de Yoongi se aferran a una de las mías cuando ambos sentimos que la habitación está girando y el peso de la gravedad desaparece. Gi se queja y se remueve, pero sus manos no dejan las mías. Puedo sentir como el aire pasa entre nosotros y como mi piel se agrieta de a poco por todo el movimiento de energía que intento controlar.
Es poco importante.
Pasan 29,03 segundos antes de sentir que nos precipitamos hacia abajo, y no sé en qué momento hemos estado arriba hasta que algo solido golpea el costado de mi cuerpo. El impacto y el impulso despiden a Yoongi de mi lado y lo siento deslizarse a mi alrededor soltando un quejido inquieto y no sé si abrir los ojos sea una buena idea.
Seguimos cayendo, pero no puedo oír nada y es la segunda vez que experimento una caída al vacío sin saber muy bien qué es lo que me espera cuando decida que no puedo mantener mis parpados abajo por más tiempo.
Y entonces todo se detiene.
Hay parloteos extraños que parecen provenir de ninguna parte y abro los ojos ante la luz tenue de una lampara casi junto a mi cara. Trago duro.
Hemos llegado.
—¿Gi? —Estamos de pie en medio de una habitación pequeña con la única luz de un bombillo dentro de un aparato en forma de cabeza de gato. Hay una cama de un solo cuerpo que está deshecha, un montón de dibujos y garabatos que asemejan a letras pegados en la pared, un armario medio abierto y un montón de ropa en el suelo.
—Es mi habitación... bueno, la habitación que solía tener cuando vivía con mi madre — murmura como si acabara de leer mi mente y yo asiento, porque sé dónde estamos, yo lo he traído, pero no digo nada durante unos segundos mientras calculo el tiempo rápidamente, pronto no estaremos solos, pronto comenzará todo.
—Esta fue la primera vez que vine a la tierra —digo —no físicamente, claro, no tenía idea de lo que era una imagen corpórea, no sabía qué era lo que veían si me aparecía.
—¿Te presentaste primero aquí? —asiento —Pero Jungkook no lo sabe —fue más una afirmación que una pregunta así que no digo nada más, en su lugar, tomo la mano de Gi y lo llevo hasta la pequeña cama, haciéndolo que se siente a mi lado mientras encaramos la puerta, esperando.
Hay gritos en la planta baja que se amortiguan por el grosor de las paredes y las ondas sonoras se columpian por el aire distorsionando las palabras. Yoongi se tensa al lado mío y pasan 54,7 segundos cuando oímos el portazo de la puerta principal.
—No recuerdo nada más después de ese sonido —susurra y yo me apego más a él, ambos seguimos mirando hacia la puerta de su antigua habitación.
15,68 segundos menos.
—Recuerda que todo lo que ha pasado este día fue hace muchos años, Gi —susurro.
9,71 segundos menos.
—Recuerda que estoy aquí contigo y que no estás solo.
6,91 segundos menos.
—No has estado solo a partir de entonces.
3,52 segundos...
—Nunca más lo estarás...lo prometo.
La puerta se abre de un golpe que perturba la regularidad de nuestras respiraciones y todo lo que pasa después es una captura a cámara lenta.
Min Ji-Won, ahora Jeon Ji-Won, entra con el pequeño Yoongi de seis años con su rostro contraído y sus pequeños puños a los lados, la cabeza gacha y la piel demasiado pálida.
—¿Te sientes mejor, Yoonie? —pregunta ella, sobando su enorme estomago con una de sus manos y mirando a su hijo con preocupación. Sé que la mujer está nerviosa por lo que acaba de suceder, sé que ella no pudo reaccionar de la manera que quería por su estado tan avanzado de embarazo, pero es algo nuevo para el Yoongi de veinticuatro años.
—¿Mamá? ¿Q-Qué hice para que papá se enojara? —Ji-won toma con su mano libre la mano de Yoonie y camina con él despacio hasta el alfeizar de la ventana, donde hay un taburete lo suficientemente grande para que la mujer y su gran vientre se siente, maniobrando a su hijo para sentarlo cómodamente en una de sus rodillas, de cara al cristal.
—¿Por qué crees que has hecho algo malo? —Yoonie baja la mirada y esconde como puede su rostro en el cuello de su madre, manteniéndose obstinadamente en silencio y negándose a mirar por la ventana hacia el cielo
—Él me odia —murmura él al final y, tal como aquella vez, siento como si algo apresara mi pecho con demasiada fuerza.
—No te odia, amor, papá solo ha tenido un mal día hoy. Cuando le he contado lo que me dijiste al llegar de la escuela, quizá lo entendió mal.
—¿Qué entendió mal, mamá?
—Oh, bueno —Ji-won se pone un poco nerviosa, apretando un poco más el cuerpecito de su hijo contra su pecho, necesitando respirar el aroma de su shampoo de frutas en los alborotados cabellos oscuros y sentir sus manitos contra su piel —Le he contado sobre tu amiguito, el que has dicho que es lindo y que te ha dicho que tienes linda sonrisa... quizá tu padre lo malinterpretó.
Ella se ríe incómodamente, luchando contra las ganas de hacer preguntas a su pequeño, lo sé, lo puedo ver.
—Mi amigo es lindo —murmura Yoonie bajito —me gusta.
La mujer se tensa visiblemente y siento a mi humano hacer lo mismo cuando ella aleja al pequeño bulto de su cuerpo con una mueca escandalizada.
—No digas esas cosas, Yoongi —la mirada del niño cambia y se vuelve herida de repente.
Ella nunca me llamaba Yoongi me murmura el pálido chico a mi lado.
—¿P-Por qué no, mamá?
—Porque a los niños no les gustan los niños, eso está mal.
La mirada de la madre de Yoongi se endurece cuando lo aleja un poco más de sí misma y abraza su vientre, levantándose.
—Te llamaré cuando la cena esté lista.
Tan rápido como ha entrado, ha salido, y nos quedamos observando al ovillo que se ha vuelto Yoonie en el alfeizar, mirando sus manos con los ojos cristalizados y la expresión de desolación gravada en cada milímetro de su cuerpo.
—Mamá entonces también me rechazó desde un comienzo.
Niego.
—No lo veas de esa manera, Gi, ella solo no sabía qué pasaba...ella solo no sabía cómo decirte que quería protegerte de un mundo hostil —suspiro —los humanos adultos no lo saben todo tampoco —el silencio me responde y seguimos mirando al pequeño Yoonie, preparándome para los siguientes 4 segundos cuando un sonido proveniente del armario alerta a los dos Yoongi.
★★★
—¡Hoolaaaa! —una voz chillona y escandalosa surge desde el armario y ambas puertas de madera delgada salen despedidas a sus lados, asustándome a la vez que mi Yo de seis años se cae del alfeizar sobre su trasero en un sonido sordo.
—¡Ay!
—¡Hoolaaaa! —repite la voz y cuando me doy la vuelta, estoy a punto de caerme sobre mi culo de la misma forma.
Veo una pequeña cabeza platinada asomándose desde la oscuridad del ropero y no puedo creerlo. Sus ojos son demasiado enormes para el tamaño de su rostro y brillan tan fuerte que no puedo creer que sea real. Tiene la sonrisa más hermosa e inocente que le he visto jamás.
—¿Q-Quién eres? —escucho el murmullo insignificante del niño del otro lado de la habitación y solo puedo quedarme como espectador de lo que parece un déjà vu de una semana atrás —¿H-Has salido del armario?
El pequeño Seokjin está enredado entre un montón de suéteres de mi pertenencia cuando sale del guardarropa y no camina, sino que parece flotar, cerca de la ventana.
—Soy Seokjin ¡Y soy tu estrella! —los bracitos de Jin se extienden hacia arriba, dando brinquitos en su lugar mientras se ríe —¡Por fin puedo conocerte!
—¿Mi estrella? — Aun en el suelo, Yoonie le mira con confusión, con la boca entreabierta y los ojos expandidos —pero las estrellas están en el cielo.
—Yo estoy en el cielo, y aquí también, vine a cumplir deseos —Jin coloca sus brazos en jarras y asiente con los labios fruncidos, siendo exactamente igual a como es ahora.
—¡Vaya! — Yoonie sonríe y se levanta, extendiendo la mano con cuidado hacia adelante —soy Yoongi, pero todos me llaman Yoonie
—¿Yoooon-Giii? —Seokjin le mira con los ojitos chispeantes —¿Puedo llamarte Gi? —Yoonie asiente inmediatamente
—¡Claro!
—¿Lo ves? El tú de seis años siempre ha sido mi favorito —escucho la voz de mi estrella a mi lado justo cuando el momento frente a nosotros se detiene, congelando la imagen más pura que mis ojos han podido capturar.
Me doy la vuelta hacia Jin, quien mira absorto hacia delante antes de girar su rostro hacia mí y me retracto de mis pensamientos anteriores.
Esta es la jodida sonrisa más hermosa que he visto. Y probablemente todas las que vengan me lo parecerán igual.
—¿Prefieres a mi Yo de seis sobre el de veinticuatro? A él no lo puedes besar —él hace una mueca como si estuviera pensando duramente antes de romper en una pequeña risa.
—Tienes razón, no lo puedo besar, pero el tú de seis años sigue siendo más sabio, él aceptaba mi palabra sin rechistar.
Sonrío con encías cuando Jin suelta mi mano, la que ha estado sosteniendo todo este tiempo y lentamente se pone de pie, caminando hacia la ventana y arrodillándose en medio de ambos niños, quienes se miran con gestos alegres y ojos vibrantes. Jin acaricia el cabello de Yoonie antes de volver a ponerse de pie.
—Ya te conocía, pero tú me viste por primera vez ese día, dos años después de tu primer deseo. Para ese entonces podía observarte todo el tiempo, pero no se suponía que hiciera ningún contacto contigo.
—Oh, mi estrella es toda una rebelde.
Asiente.
—Lo sé, ¿Cierto? Soy un delincuente. El caso es que, cuando vi lo que había sucedido, me asusté porque no sabía lo que significaba, así que le pedí ayuda a mi Jimin, y él me enseñó cómo utilizar mi energía para proyectarme.
—Así que no estabas aquí realmente.
—No, pero no tenía idea de eso en esos momentos, yo tenía solo cuatro años humanos.
—Y eras de mi misma estatura —Jin se encoge de hombros y vuelve a acercarse a mí, que sigo sentado en la orilla de la cama. Abro mis piernas para dejarle pasar entre ellas y se sienta en uno de mis muslos, pasando sus brazos alrededor de mi cuello antes de esconder su rostro allí, dejando un pequeño beso. Mis manos viajan a su cintura y lo aprieto con fuerza, aspirando el olor del shampoo de uvas que ya no puedo concebir en nadie más.
—¿Quieres ver más, Gi? Este fue solo el día en el que nos conocimos.
Me tomo un momento antes de asentir y lo siguiente que sé es que estoy viendo imágenes de mi escuela y niños que me gritan, estoy viendo al director escribiéndole una nota a mi madre, estoy viendo el nacimiento de mi hermano y un segundo ataque de pánico cuando tengo que irme unos días a pasar con mi padre y él me grita sobre cosas que no entiendo.
He visto a Jin todas las noches y él me cuenta historias de estrellas con todo tipo de colores y hace que me guste mirar el cielo de nuevo. Veo que le he contado a Hoseok que tengo otro amigo y él le ha contado a nuestras madres que voy a cambiarle por alguien más y luego de eso estoy viendo a un consejero que le ha dicho a mi madre que tengo un amigo imaginario y que es normal.
Pero ella no lo cree así y me envía a terapia.
Ahora estamos de nuevo en mi habitación y ha pasado un año, mi hermanito se llama Jungkook y es tan pequeño que creo que puedo llevarlo a la escuela en mi lonchera.
Estoy llorando en el alfeizar cuando Seokjin aparece. Él no sabe por qué estoy triste y sinceramente yo tampoco lo sé, pero hay gritos saliendo de mi garganta, agitando mi caja torácica y mi Jin se aprieta más contra mi cuerpo cuando su pequeño ser sale del armario.
—¿Gi?
—¡Te odio! —grita Yoonie y mi estrella se queda pasmada en donde está, observando a Yoonie como si acabara de lanzarle una daga cargada de veneno —¡No me llames, Gi! ¡Te odio!
—P-Pero... ¿Qué hice?
—Por tu culpa todo el mundo cree que estoy loco, por tu culpa papá me ha vuelto a gritar, todo es tu culpa ¡Todo es tu culpa!
Sigo llorando y siento como Jin se aferra más a mi cuerpo, como si intentara recordarme que está allí, que esto es el pasado. Pero yo puedo ver el dolor en los ojos de mi estrella de cuatro años y siento como si todo se quebrara, como si todo doliera y quemara y muriera.
—Desearía no haberte conocido, desearía olvidar que lo hice y que no puedas volver a meterte conmigo.
No...
—¿Quieres eso? ¿De verdad? —la voz de mi estrella es pequeña y agrietada cuando pregunta.
—¡Sí!
Y entonces le veo llorar, una luz se desprende pequeña de cada uno de sus orbes, uniéndose al aire y desapareciendo sobre nuestras cabezas y los sollozos que sacuden su pequeño cuerpo amenazan con derrumbarme.
Soy un edificio que ha comenzado a desplomarse cuando le veo retroceder hasta el ropero.
—Fue por mi deseo —susurro, temeroso de alzar la voz cuando la imagen se detiene de nuevo.
—Luego de eso no podía observarte, no podía hablarte ni saber de ti a menos que tú lo deseases, solo fue hasta que Jungkookie fue lo suficiente mayor que se me ocurrió un plan b.
Jin se deshace del abrazo para poder mirar mi rostro. La habitación está a oscuras y ahora estamos solos, no hay nada ni nadie más que nosotros dos. Mi garganta se ha cerrado por el nudo que no he podido tragar y siento como si mi respiración fallase mientras le miro y desconozco qué tanto pude haberle herido.
—Lo siento, amor, no sabes cuanto lo siento —bisbiseo con dificultad y Jin toma mi rostro entre sus manos, rozando la comisura de mis labios con los suyos. Un beso invisible que me hace cerrar los ojos.
—No, Gi, yo lo siento. Debí haber sido más fuerte, debí haberte insistido, no tomar la salida más fácil y hacer que me olvidases para que dejaras de sufrir, pero ¿Sabes qué? No lo habría hecho de otra forma, olvidarme te evitó mucho dolor después. No más terapias, no más gritos ni burlas...por lo menos no hasta que tuviste quince años.
—Pero tú sufriste, incluso en ese momento ya tenías sentimientos humanos y yo... yo te hice a un lado.
—Gi, ¡Tenías seis años!
Jin me mira como si no pudiese creer que esté recriminándome una decisión que tomé hace dieciocho años, pero solo no puedo dejar de hacerlo.
Suspiro derrotado mientras sus orbes ambarinos me devuelven la mirada cargada de afecto y yo solo quiero perderme en él, en todo lo que significa.
—¿Por qué en el mundo eres así, Seokjin enana azul? —me sonríe, arrugando su nariz
—¿Así? ¿Cómo?
—¡Justo así! Intentando hacerme feliz a toda costa
—¿Y lo hago? —me acerco a su rostro y rozo mi nariz con la suya, en el acto más cursi que he hecho alguna vez.
—Lo haces.
Asiente.
—Te mereces el universo, Gi, y yo soy solo una estrella...no quiero conformarme solo con darte luz.
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N/A: ¿Están pasando buenos días? Espero que sí.
Quiero dedicarle todo mi corazón y esta historia entera a mis queridas Cherry_Boob, LIAM1Directioner, Minndur, que han intentado enseñarme francés, incluso si soy mala en ello.
A LadyGeniusLab, que es la persona más inteligente y especial.
A taeli4419, yellowVG y LILIESTEA, que siempre me apoyan y me dan amor.
Y a todas las personitas que siempre están por aquí, de verdad, muchas gracias.
Estoy sentimental el día de hoy.
#FunFact9: Aún no estoy segura de si haber elegido la narración en primera persona fue una buena opción puesto que me limita ciertos aspectos del desarrollo, sin embargo, siento una especie de cercanía diferente con los personajes de esta manera.
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