Capítulo 15°: Caído del cielo en un lecho de casualidades
Caído del cielo en un lecho de casualidades
Yo no soy valiente, cariño. Estoy todo roto. Me han roto.
—Ernest Hemingway
Siempre creí que mi memoria era un asunto complejo. Una cosa desligada de mí, como un ente aparte de mi cuerpo, como un señor mayor que reposaba siempre detrás de algún tipo de escritorio y recopilaba información que yo le proporcionaba. Siempre creí que, de alguna manera, tenía el poder de dirigirle y advertirle de que habrían datos descalificados y devaluados, que no debían salir a la luz, y que, de alguna manera, él me haría caso.
La cosa es que, mirando a mi padre, mientras sostengo aún la llave de la puerta, me hace caer en cuenta de que mi memoria no es un ente corporativo a mí merced, no realmente. Yo, sinceramente, estoy a merced suya.
Ahora la habitación está en silencio y tengo quince años de nuevo.
Tengo quince años y me gusta un chico de mi salón. Es el primer chico, la primera persona que me gusta o que creo que lo hace. Lo he llevado a casa y se lo he presentado a mi madre y a mi padre, que ha venido de visita.
Les digo que quiero que sea mi novio y mi padre me golpea.
El chico que me gusta, y cuyo rostro he borrado, ni siquiera mira hacia atrás, hacia mí, cuando sale de casa dejándome en el suelo con mamá llorando y echando a mi padre una vez más.
No lo vuelvo a ver porque él se cambia de escuela para la semana siguiente.
La habitación sigue en silencio y tengo dieciocho años ahora. Mi madre conoce a la nueva chica que me gusta. Mamá está feliz, pero me descubre besándome con el hermano de la chica ese mismo día y enloquece casi como papá lo hizo. Ella no lo entiende, él me ha besado a mí, la otra chica ni siquiera me gusta de verdad.
Ella dice que yo no puedo amar a nadie de esa manera.
Fueron palabras incorrectas que sé que no sentía de verdad. Ella solo temía por mí, temía que el mundo me hiciera daño por ser quien era.
Me voy de casa la noche siguiente y pasan diez meses antes de que tenga el coraje para buscar a mamá de nuevo.
Papá no me habla hasta que cumplo los veinte años.
Papá se disculpa.
Papá llora.
Dice que no se atreverá a alzarme la voz de nuevo porque sabe que odio los gritos. No sabe que son los suyos, pero dice que me ama, dice que soy su mayor tesoro, dice que no le importan mis preferencias o lo que decida hacer con mi vida.
Le digo que no me gusta nadie, que no puede gustarme nadie, le digo que no puedo amar a nadie, y él dice que eso está bien, dice que no hay problema.
Le perdono, pero mi corazón está deshecho. Papá no quiere escuchar sobre mis ataques de ansiedad, papá no quiere escuchar sobre las cosas que hago mal, así que decido hacerme fuerte y lo borro todo. Nunca nada pasó.
Pero mi memoria es caprichosa. ¡Jesucristo! Demasiado caprichosa. Y ella no lo puede borrar, por el contrario, ella lo reorganiza y adjunta en un archivo oculto, siempre presente, siempre velando aunque no le pueda ver, como un recordatorio permanente de aquellos sentimientos marchitos que aún insisto en regar como si pudiesen volver a la vida.
La habitación consume mi silencio y tengo veinticuatro años. Jin está en mi casa, sentado frente a mi padre y tengo que recordarme que no tengo quince, ni dieciocho, ni veinte años.
Tengo veinticuatro años y Jin está conmigo. Jin tiene mi corazón y no lo ha lastimado, no ha enloquecido, no ha huido, ni me ha golpeado.
Pero Jin está completamente nervioso.
Lo sé por el ligero temblor en su cuerpo y sus ojos ennegrecidos que observan a mi padre como si intentara prevenir cualquier movimiento. Está sentado en el sillón individual con la espalda recta y las manos en las rodillas, luciendo pálido y con la mandíbula apretada.
El sonido que hago con la puerta los alerta y ambos voltean a verme casi como un reflejo.
Jin suelta un suspiro, sonriendo casi con alivio y se levanta a la velocidad de una carrera llegando hacia mí, aferrándose a mi cintura y escondiendo su rostro bajo mi mandíbula. Lo siento cálido y la tensión en su cuerpo se disipa como un río que fluye por sus vértebras y se termina instalando en mi cuerpo al abandonar el suyo.
Yo no pierdo tiempo en envolverlo por los hombros y cubrir su cabeza con una de mis manos en gesto protector.
Miro hacia mi padre cuando comienzo a mecer a Jin lentamente en mis brazos y él nos observa con el ceño fruncido, pero no puede importarme menos, en mi cabeza solo me pregunto qué pudo haberle dicho mi padre para que mi estrella, que es normalmente salvaje, se haya vuelto un lío tembloroso.
—¿Estás bien, cariño? —susurro cerca de su oído —¿Me has extrañado? Solo me fui unas horas.
Jin asiente rápido.
Mi padre se levanta con lentitud del sofá y duda un segundo si acercarse o no. Nos observa con cautela, recorre con sus ojos parecidos a los míos toda la extensión del cuerpo de Jin y se detiene a la altura de mi mano en su cintura y luego en su rostro sobre mi hombro. Me tenso y me preparo, recordándome que mi padre ha cambiado, que, en serio, se ha esforzado por ello, porque tengamos una buena relación a pesar de todo.
Mi padre tiene el cabello azabache como yo lo solía tener, pintado con canas esporádicas que lo hacen parecer cada vez más al abuelo. Es alto, bastante más alto que yo, pero no me intimida, ya no más.
—Hola Yoongi —desvía su vista y yo afianzo mi agarre en Jin, cuya tensión muscular ha desaparecido casi por completo.
—Hola, papá —nos quedamos en un punto muerto hasta que decido hablar de nuevo, algunos segundos después —¿Has venido por algo?
—Disculpa por no haberte avisado antes, solo venía a hablar contigo, pero me gustaría hacerlo a solas —observo su rostro con cuidado, determinando qué tan jodido estoy para que haya venido hasta aquí, pero como siempre, no veo nada en su expresión, así que asiento despacio, subiendo mis manos hasta el rostro de Jin para separarlo de mí con suavidad y él se deja.
—Hey, Jin, ¿Puedes esperarme en la habitación? Hay algo que me gustaría preguntarte. Solo déjame tratar con esto e iré enseguida —Jin tiene sus ojitos muy abiertos hacia mí y sé que hace un esfuerzo para sonreír, pero no le sale muy bien. Asiente en silencio y amaga para acercarse, pero no lo hace, deteniéndose en el último momento, palideciendo.
No hay manera en este mundo de que yo te deje hacer eso.
Ignoro la mirada de mi padre y le dejo un pequeño beso en la punta de la nariz y un roce casto en la comisura de sus labios. Jin cierra sus ojos automáticamente y suelta el aliento, su sonrisa volviéndose más fácil de inmediato.
Se aleja con lentitud sin apartar la mirada de mí hasta que puede desaparecer por el pasillo y es solo en ese momento que me permito apartar mi mirada del lugar, ahora vacío, para observar a mi padre.
—¿Está todo bien? —cuestiono cuando veo lo rígido que está, pero no me permito moverme de lugar, meto las manos por debajo de mi saco azul para meterlo en los bolsillos del pantalón y disimular lo inquietas que siento mis manos y para evitar hacer cualquier cosa como zarandearlo y preguntarle cómo se las ha arreglado para asustar a mi estrella.
—He venido porque tu madre me habló. Está preocupada, no has hablado con ella, no has ido a casa, no me contestas o a tu abuela —muerdo el interior de mi mejilla —Me ha contado, también, que has perdido tu empleo, que el chiquillo-
—Jungkook.
—¿Eh?
—Su nombre es Jungkook, no chiquillo —me mira y asiente despacio.
—Bien, Jungkook le ha contado que te metiste en una pelea en tu oficina, ¿Es por eso por lo que has sido despedido? —me enojo solo un poco.
—No, la pelea vino después, estaba intentando defenderme de acusaciones estúpidas...no tenías que venir desde la capital solo por eso.
—¿Acusaciones estúpidas?
—Me llamaron chupapollas, que llegué a mi puesto por eso —digo tranquilamente y mi padre se inquieta. Alzo una ceja, esperando que diga cualquier cosa que me haga sentir mal y me reprendo por esa actitud. Suspiro, sacudiendo mi cabeza —escucha, papá, estoy bien ahora, tengo un nuevo empleo y ya lo peor pasó. Prometo... que seré más consecuente y les hablaré más seguido, solo he estado ocupado.
—¿Con tu nuevo chico? —Aquí vamos. Pero mi padre tiene una mirada que me hace cuestionar cualquier pensamiento anterior, y la sola perspectiva de ello me endereza la columna como si acabara de recibir un golpe. —Lo lamento, hijo, sabes que no cuestiono tu vida y me arrepiento cada segundo de mis días el haberlo hecho en el pasado, pero, habría sido un poco feliz si me hubieses mencionado que había alguien nuevo en tu vida.
Parpadeo. ¿Qué ha dicho?
—Sé que lo que pasó con Hyo te dejó muy lastimado, he estado preocupado por ti mucho tiempo, pero no he querido pasar los límites inmiscuyéndome en tu vida privada.
—N-No...pensé que te interesara —susurro y sé que debo parecer un patético ciervo deslumbrado mientras lo miro con confusión.
—¿Bromeas? Eres mi hijo Yoongi, y he dejado de ser un imbécil desde hace mucho tiempo. Quiero saber si estás bien, deseo que estés bien, que me dejes ser parte de tu vida...
Suspiro entrecortado y no sé qué decir, así que él continúa.
—Me hace feliz que estés dejando a alguien entrar en tu vida de nuevo, que sepas que puedes amar a alguien, que puedes ser feliz de la manera en que quieras serlo —mis ojos arden, mi respiración se atora y los ojos de mi padre están cristalizados mientras me mira y tiene una sonrisa temblorosa pegada en los labios —Te mereces eso, hijo, y nunca me cansaré de pedirte perdón si alguna vez te hice creer lo contrario.
Muerdo mi mejilla con más fuerza y asiento, porque no creo ser capaz de hacer mucho más. Mi padre da pasos tentativos hacia mí, esperando que retroceda, pero no lo hago y él sonríe un poco más. Una sonrisa genuina.
Tengo un nudo en la garganta y las manos entumecidas en los bolsillos cuando siento a mi padre tomar mis hombros entre sus manos fuertes y me planta un beso sobre mi cabello.
Suelto todo mi aire.
—Espero que Seokjin y tú puedan visitarnos en la capital un día de estos... ya sabes, cualquier día es perfecto.
Asiento despacio cuando se separa de mí y camina hasta la puerta, no había necesidad de decir mucho más, pero en el ultimo momento se detiene y me mira.
—Discúlpame con Seokjin, también —me tenso y mi voz sale más agresiva de lo que planeo.
—¿Por qué?
—Creo que lo he asustado, aún estaba un poco nervioso cuando llegamos, pero me ha prometido que estaba bien.
—No entiendo —mi padre suspira.
—Él se me ha acercado en el parque mientras buscaba tu dirección, me ha dicho: ¿Señor Min Yoon-Jae? Y ya sabes como de paranoico me ha puesto la edad, yo solo creí que era un secuestrador y casi lo golpeo.
—¡Papá!
—¡Pero no lo hice! Se ha asustado mucho y ha hablado muy rápido diciéndome que sabía que era tu padre y que podía traerme a tu departamento para esperarte, ¡Ah, que amable! Incluso me preparó café mientras era él quien estaba nervioso —mi padre sonríe, mostrando sus encías y asiente como si temiera que le negara lo que me ha contado.
—¿Entonces él solo te vio en el parque y te trajo aquí?
—Me ha explicado que se está quedando contigo en lo que consigue un lugar para él y yo estaba a punto de perderme, ¡Apareció como caído del cielo!
Mi padre luce emocionado mientras lo dice, como si no tuviera ningún problema con que otro hombre esté viviendo conmigo.
Caigo en cuenta de algo más mientras me habla.
—Oye papá, ¿Por qué has creído que he dejado entrar a Seokjin en mi vida de esa manera? ¿Él te ha dicho algo? —la sonrisa de mi padre se extiende hasta casi cerrar los ojos.
—No, para nada. Yo solo lo he mencionado ahora y tú no lo has negado, así que no necesito una confirmación, hijo... Además ¿Un beso en la nariz? Hijo, hasta yo creo que eso fue demasiado obvio.
Jin está sentado en la orilla de la cama, mordiéndose el pulgar, cuando entro. Luce nervioso y sus ojos no me miran, pero han recuperado un poco del brillo ambarino que me gusta tanto. Reprimo una sonrisa cuando baja las manos y comienza a jugar con sus dedos sobre el dobladillo de la camisa azul celeste que ha elegido para hoy.
—¿Estás enojado conmigo? —me pregunta y de verdad parece creerlo. Estoy apoyado sobre uno de mis hombros en la jamba de la puerta, aun con mis manos en los bolsillos y mis piernas cruzadas por mis tobillos y desde aquí solo puedo ver su postura rígida y el pequeño mohín involuntario en sus labios.
—¿Esto fue cosa tuya? —respondo en cambio y él salta sobre su puesto, colocando su espalda más recta si acaso es posible y mirándome con ojos enormes e inquietos
—¡No!... Bueno, sí, pero no como crees, yo solo... yo solo lo vi en el parque y supe que debía ser tu padre, no me pareció correcto dejarlo perderse, ¡Pero te juro que no hice nada más!, él iba a venir igual y yo...y yo...
Me muerdo el labio inferior con fuerza para no sonreír como imbécil.
—¡Oh! Así que fue solo una casualidad que lo encontraras ¿No es así?
—Sí...
—Y fue casualidad que justo fuera mientras decidías pasear por tu cuenta.
—Totalmente. Ya sabes, el universo actúa de formas misteriosas.
Comienzo por acercarme despacio y su mirada está sosteniendo la mía, observando cada movimiento y cada expresión de mi rostro que me cuesta mil mundos mantenerlo neutral.
—Entonces también fue casualidad...que mi padre me dijera todo lo que me dijo.
Eso parece sorprenderlo porque de inmediato frunce el ceño.
—Te dije que no puedo intervenir en las personas, cualquier cosa que haya dicho o hecho tu padre, fue enteramente genuino, no me gustan tus insinuaciones —mi corazón se siente cálido y casi me es imposible evitar que una sonrisa suave se extienda por mi cara, aunque quisiera hacerlo.
—O sea que admites que lo demás no fue casualidad —inclino mi cuerpo solo un poco hasta que mi rostro se halla a la altura del suyo y la respiración de Jin queda atrapada a medio camino cuando sus ojitos se traban con mi mirada.
Sé que nota un brillo diferente porque yo lo siento, lo siento crecer en mi pecho cuando lo veo y cuando sonríe y cuando habla, o solo cuando existe. Y no sé qué es, no sé cómo llamarlo, ni qué tan intenso es. Solo está ahí y crece y se expande como una galaxia.
Estoy tan cerca ahora que puedo contar las pecas diminutas que colorean su nariz y contornear el pequeño relieve de sus parpados cuando bajan solo un poco ante mi mirada codiciosa, que siempre quiere ver más, que siempre quiere todo.
—¿Gi?
—Gracias —murmuro casi sobre sus labios cuando mis manos viajan con mente propia hasta su rostro, sosteniéndolo con delicadeza, casi solo rozando su piel con las yemas ansiosas de mis dedos.
Mis labios saludan a los suyos con una leve caricia y Jin cierra sus ojos de inmediato, soltando el aire y dejándome atrapar todos sus suspiros cuando separa sus belfos para mí.
Lo beso con fuerza y el impulso nos hace caer sobre la cama. Me esfuerzo para que mi peso no caiga sobre su cuerpo, pero sus manos rodean mi espalda y me atrae como la gravedad hacia abajo, hacia él, demasiado cerca, pero nunca suficiente.
★★★
Cuando nos separamos por aire, Gi luce desorbitado mientras me observa. Pasan 94,30 segundos de silencio y no puedo quejarme. El silencio es la ausencia total de sonido, es la falta de palabras, la falta de ruidos. Sin murmullos, sin susurros, sin crujidos, ni música, ni truenos.
Sin embargo, acabo de aprender que el silencio no siempre implica falta de comunicación. Yoongi me dice con su mirada, y sus manos, y sus labios, y su respiración agitada, todo lo que no necesita del bullicio de los vocablos . Y la promesa que existe en sus brazos rodeando mi cintura y sus dedos en mi rostro, no necesita otro tipo de lenguaje.
Me gustan esos silencios.
—¿Por qué me miras así? —le pregunto, luego de 26,83 segundos y él sonríe, dejándome ver sus encías y cerrando sus ojos
—¿Cómo te estoy mirando? —lo pienso. Es distinta, cada una de sus miradas lo son.
—Me miras como si nunca quisieras dejar de hacerlo.
—No quiero hacerlo.
—No dejes de hacerlo...mirarme así siempre que puedas.
—Cuenta con ello, cariño —susurra.
Gi me cuenta sobre su reunión en el trabajo mientras seguimos en la misma posición y terminamos rodando sobre la cama cuando no mido la fuerza del abrazo que le doy, porque aún no puedo calibrar mis reacciones y ahora me encuentro emocionado.
Rodamos y Gi se ríe mientras me aprieta con más fuerza y yo no encuentro palabras que basten para decirle lo feliz que estoy por él, así que le digo todas las palabras que sé aunque no me entienda.
Tomo su rostro entre mis manos y espero que pueda ver lo orgulloso que me siento. Tan, tan orgulloso. Lo feliz que me siento por él y Yoongi se muerde el labio inferior mientras sus ojos se cristalizan y me abraza, asintiendo, no sé muy bien a qué.
Tres besos después y dos guerras de cosquillas mientras Gi se cambiaba de ropa, y ahora estamos almorzando en un pequeño local a unas calles del edificio. Yoongi decidió que no quiere que siga usando las gafas oscuras desde que he descubierto que puedo controlar a medias la intensidad de la luminiscencia de mis orbes.
Estamos en un apartado esperando a Jungkook y a Hobi para celebrar por el contrato próximo de Gi y él me ha dicho que Hoseok ahora cree que uso lentes de contacto de colores y que mi ceguera temporal ha mejorado, sin dudar ni una palabra de ello...no sé cómo diablos lo ha convencido de eso.
Por si acaso, había dicho y yo lo he reprendido y a mí mismo porque nunca debimos consentir decir tantas mentiras.
—No te preocupes, cariño, Hoseok es una persona poco complicada, y estoy bastante seguro de que, cualquier cosa, se le olvidará si tiene presente que pronto podrás ver su precioso rostro. Sus palabras, no las mías.
Sonrío y seguimos hablando de cosas banales hasta que recuerdo lo que sucedió hace unas horas.
—¡Ah! ¿Gi? —Yoongi asiente hacia mí cuando se lleva a la boca el pitillo de la malteada que hemos pedido mientras esperamos —Dijiste hace un rato, cuando me enviaste a la habitación, que tenías algo que preguntarme, ¿Se te olvidó?
Lo oigo toser con sus labios apretándose alrededor de la cosa cilíndrica y veo como sus ojos viajan por todas partes del local antes de mirarme.
—Ah, sí, yo —Yoongi juega un poco con el vaso transparente lleno de malteada de chocolate antes de dejarlo un poco lejos de su cuerpo como si temiera volcarlo en cualquier momento. Noto que sus dedos tienen un pequeño temblor y sus mejillas y las puntas de sus orejas han tomado un tono rosa que me gusta —antes de subir al apartamento me he encontrado con Hyo.
Frunzo el ceño. ¿Hyo? ¿Se sonroja por Hyo?
Hay algo extraño que siento en ese momento: una presión diminuta en mi pecho y una corriente en mis puños, acompañado de un nudo en mi garganta y distintos pensamientos que no me enorgullecen.
Un nombre viene a mi cabeza y casi me ahogo con mi propia saliva cuando caigo en cuenta de que sé qué es.
¿Celos? ¿Así de horrible se sienten los celos? Se siente como el enojo ¿Estoy enojado?
Me siento mal de inmediato por ello y los dejo a un lado. Hyo es una chica dulce que se ha disculpado por su orgullo, no tengo por qué sentir celos. Los celos son una respuesta emocional ante la amenaza de perder algo que es propio.
¿La posesión es buena? Yoongi no me pertenece.
Pero antes le he dicho que es mío.
Pero no poseemos a las personas.
Es mi humano.
No está bien. Y decido que no hay lugar en mí para los celos.
—Hyo es una buena persona —Gi se encoge de hombros y me muestra una sonrisa avergonzada. Oh no, aquí viene de nuevo. No me gusta. No me gusta —Y ¿Q-Qué pasa con Hyo?
Me siento cohibido de repente y bajo la mirada. Estoy triste ahora y enojado por sentirme de esa manera y lo odio.
Odio las emociones humanas porque no las puedo controlar, odio las emociones humanas negativas que me agitan el corazón.
Me siento triste y la palabra se repite en mi cabeza como un mantra: triste, triste, triste. Pero no quiero estarlo.
Estoy mirando mis dedos en mi regazo cuando siento una palma tibia que roza mi barbilla. Alzo mi mirada casi de inmediato y aunque no quiera mis ojos se quedan prendados en los de Yoongi.
Me recibe una mirada cálida, una mirada llena de emoción y preocupación.
—Hey, cariño ¿Todo bien? Parece que no has estado escuchando lo que te he dicho.
—Y-Yo...
—No importa. Te decía que me he encontrado con Hyo y ella me ha contado sobre tu visita a la casa de la abuela Han.
—¿A-Ah sí? —Él asiente y me sonríe, su mano sigue acariciando mi rostro, como si no se diera cuenta de que lo está haciendo y su mirada sigue trabajada en la mía. Siento descargas de calor allí donde su piel toca mi piel y es tan electrizante que siento mis dedos de los pies enroscarse dentro de los zapatos que Gi me ha prestado.
—En serio, creo que algo te pasa. Pero, en resumen, ella me ha pedido disculpas igual que a ti, y me ha dicho algo que me dejó pensando.
—¿Qué cosa? —Yoongi me regala la sonrisa más brillante que he visto desde siempre y es tan grande que casi cierra sus ojos por completo antes de hablar.
—Ella ha dicho que cree que tú no sabes qué somos, Jin —asiente para sí mismo —la cosa es que creo que tú realmente no lo sabes y yo, sinceramente, tampoco... así que, Jin, ¿Te gustaría saberlo? ¿Te gustaría intentar algo conmigo?
——————————————————————————————————————————————————
N/A:
Tenía planeado publicar este capítulo a eso de las ocho de la mañana, como todos los martes, pero me he enfermado desde ayer y algunas cosas, en general, no han salido bien.
Por otro lado, espero que ustedes si estén teniendo días maravillosos. ¿Han notado que el cielo se ha vestido con más estrellas últimamente? ¿O sólo son mis ojos que han decidido darles atención?
#FunFact7: Tengo una regla irrompible con Ramé (o semi-irrompible) en la que me niego a publicar un capítulo si antes no he escrito otro. Actualmente la historia cuenta con ocho capítulos de ventaja. Así que, para estos momentos, ya sabemos (mi consciencia y yo) qué sucede para el capítulo 23 (Don't kill me, but it's necessary).
Tengan una buena noche. ¿Soy yo, o cada vez estas notas se vuelven más largas?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top