5. Rainy.
La primera vez que había forzado la memoria de alguien, fue cuando tenía cuatro años. No lo hice adrede, ni siquiera me di cuenta de lo que estaba haciendo hasta que ya estaba hecho. Recuerdo que había estado enojado, furioso porque un profesor en particular me había quitado mi libro de cuentos favorito, tachándolo no solo de inservible, sino que de poco educativo. Había sido un regalo de Liam por mi cumpleaños número dos, tenía todos los clásicos, lo había amado desde la primera vez que escuché al castaño leer para mi y desde ese momento no me había separado de él.
Y me lo habían quitado.
Tengo la hipótesis de que fue la mezcla de sentimientos dentro de mi lo que derivó en lo sucedido. El enojo con el profesor por tan injusto castigo. La tristeza por perder algo tan querido para mi. La confusión por no comprender la verdadera razón detrás de aquella acción. Y el resentimiento por aquellos que no lo habían detenido. Todo fue como una explosión dentro de mi que terminó conmigo empujando más allá de los limites dentro de la mente del mayor.
Dolió.
Dolió muchísimo.
Los colores, los olores, los sonidos. Todo estaba allí, frente a mi, tan cerca que si extendía la mano, estaba seguro de poder tocarlo. Había sido tan real, que me costó un momento comprender lo que acababa de hacer. Al contrario de un objeto, las personas son más sensoriales, no se trata de imágenes planas o sentimientos ajenos. Es la sensación de la brisa en tu rostro, la canción de un pajaro en la mañana o el sentimiento de amor hacia una persona. Es ver la vida a través de los ojos de alguien.
Mucho de lo que chocó en mi, con mi corta edad, ni siquiera lo había experimentado o comprendido. Fue completamente abrumante. Lo bueno y lo malo que había sucedido en su vida, nada se diferenciaba ya. Tanta información junta que no lograba filtrar. No había solo un puñado de hechos que podía clasificar, eran demasiados, tantos que me fue imposible detener la avalancha de información que cayó sobre mi y me aplastó.
Desperté en el hospital, casi dos días después.
Liam estaba allí. El aura profesional con el que estaba acostumbrado a verlo se había desmoronado alrededor, la pantalla del Alfa se había deshecho, dejando atrás a un simple ser humano cansado. Llevaba el cabello desprolijo, fuera de su siempre perfecto peinado hacia atrás. Tenía la piel pálida, destacando las ojeras de cansancio alrededor de sus ojos avellana que parecían haber perdido su brillo. Parecía haber envejecido diez años de golpe.
Estaba distraído, mirando por una ventana cercana, donde la luz exterior le caía en el rostro destacando las líneas de estrés. Pero también, delatando el brillo de humedad que apareció en ellos cuando me vio despierto.
Esa también fue la primera y última vez que vi a un Alfa llorando. Que vi a Liam desmoronarse.
Lo recuerdo abrazándome contra su pecho, todo su cuerpo temblando mientras me mantenía apretado cerca. El sonido de su corazón retumbante en su pecho mezclado con sus sollozos. Toqué sus lagrimas con mis dedos, porque conocía el llanto, había visto a los más pequeños llorar a veces, pero jamás había visto a alguien mayor hacerlo. Estaba fascinado, aunque confundido.
Besó mi cabello y besó mi frente repetidas veces, mientras sus lágrimas caían y humedecían mis propias mejillas.
—No vuelvas a hacer eso —susurró contra las hebras oscuras de mi cabello—. No vuelvas a asustarme así, ¿me escuchas? No soportaría perderte, Rainy, mi niño, te amo demasiado.
Solo mi padre me había dicho eso antes y era un recuerdo prestado tan borroso que pareció ser solo parte de mi imaginación. Supongo que fue eso, lo que me llevó a aprender ese día, que las lágrimas no son solo de tristeza. Y que a veces, los sentimientos son tan difíciles de suprimir como las lágrimas rodando por las mejillas de alguien o la sonrisa feliz que las acompaña.
Le conté a Liam lo que había sucedido, él ya sabía algo gracias al director que lo había contactado, pero le dije mi parte de la historia. Como había entrado en la mente del profesor y había visto todos sus recuerdos, como me habían abrumado. Él escuchó con paciencia, asintiendo suavemente con cada cosa que le decía, hasta que finalicé.
Comprendió que no había sido mi culpa, pero me hizo prometerle que no volvería a entrar en los recuerdos de nadie sin poder controlarlo antes. Practiqué con él por mucho tiempo, entré a su mente, vi su infancia y adolescencia, vi todo lo que él quiso mostrarme. Aprendí que si preguntaba, el recuerdo llegaba a mi. También que la persona que leía, sentía una extraña sensación molesta que lograba sacudirlos y percatarse de que algo sucedía.
Entré en los recuerdos de un par de personas en el correr de los años, siempre con un propósito mayor impulsándome.
Así que debí haber esperado el estremecimiento de conocimiento que pasó a través de Zayn cuando forcé sus recuerdos al estrechar su mano. Encontré lo que buscaba con facilidad, tuve un rápido vistazo de un embarazo lleno de ilusión, el día lluvioso, el camino tortuoso al hospital y saboreé su pena y dolor cuando le fui arrebatado prácticamente de los brazos con un día de nacido.
Este era mi padre, no había dudas.
Finalmente lo había encontrado.
Las imágenes se detuvieron repentinamente cuando la mano de Liam en mi pecho me jaló hacia atrás, cortando el contacto con el moreno frente a nosotros. Miré hacia él, confundido, ganándome un pequeño ceño que desapareció al instante. Al echarle una mirada a Zayn, me percaté de la expresión curiosa, comprendiendo la acción de Liam al apartarme de él. Si empujaba demasiado en la memoria de alguien, esa persona desarrollaba cierto desagrado hacia mi, por lo que intentaba mantenerlo al mínimo cuando husmeaba en la mente de la gente.
Casi me había pasado con Zayn.
Cuando se quedó mirándome con curiosidad, sus ojos ámbar me recordaron la imagen que me devolvía la mirada cada vez que veía mi reflejo. Había heredado sus largas y arqueadas pestañas, obviamente. Pero al contrario de sus luminosos ojos marrones, los míos eran una mezcla extraña de verde y ámbar. El mismo tono de piel y cabello, me daba la sensación de que el tono verde en mis orbes era lo único que había obtenido de mi otro padre.
Sonreí ante ese pensamiento.
Al fin tenía mi respuesta, yo era igual a mi papá Omega.
Lo vi sacudir la cabeza un momento, como si estuviese intentando quitar algo de su mente a la fuerza. Sin necesidad de ver lo que pasaba por su cabeza, podía ver la lucha interna que mantenía en cuanto a mi. Él estaba dudando, yo no era solo parecido a él físicamente, sino que llevaba el mismo nombre que me había dado. Era obvio. Pero la parte coherente y herida en su interior, se negaba a aceptar que lo que le había sido arrebatado estaba frente a su nariz.
Brevemente, me pregunté cuanto tardaría en aceptar la verdad.
—Es un placer conocerte, Rainy —susurró finalmente. Tomándose un momento, se aclaró la garganta y arrancó la mirada de mi, poniendo una sonrisa incomoda en sus labios—. Como le estaba diciendo a tu padre, mi nombre es Zayn Malik, enseño a los niños de primer grado durante el turno matutino. Seré quién les muestre la escuela. Síganme y le daré un rápido recorrido.
Cuando se volteó para caminar por el pasillo, miré a Liam. Había una obvia pregunta escrita en sus rasgos, él quería saber lo que había visto. Sonriendo enorme, asentí suavemente, diciéndole sin palabras que lo habíamos encontrado. Que Zayn era mi padre.
No me devolvió la sonrisa, su mirada se volvió una mezcla de preocupación y enojo cuando tomó mi mano y siguió al moreno por el pasillo. Lo miré confundido, esto era lo que queríamos, ¿verdad? ¿por qué se veía enojado si esto era lo que queríamos? Empujé en su mente, intentando atrapar su último recuerdo para comprender lo que había sucedido desde su perspectiva y así comprender. Un apretón en mis dedos y una dura mirada me tuvo retrocediendo al instante.
Él no me quería en su cabeza, eso era algo claro.
Me mantuve aferrado a su mano mientras avanzábamos, intentando que su extraña reacción no empañara la emoción que sentía, fallando miserablemente en ese intento. Lo que Liam pensaba y sentía pesaba mucho en mi, él era mi mejor amigo y si él estaba triste o enojado, entonces yo también lo estaba.
Zayn nos enseñó gran parte del colegio, su mirada vagando a cualquier lugar que no fuese yo. Nos mostró el patio, el salón de artes, el gimnasio, dos diferentes caminos a la dirección y la oficina del consejero.
—¿Él esta durmiendo? —pregunté al echar un vistazo a través del cristal de la puerta y visualizar a un hombre rubio con los pies sobre su escritorio, recostado en su silla y luciendo como alguien que estaba en un profundo sueño.
Zayn se acercó para ver dentro—. Por supuesto que él no esta durmiendo —tomó el pestillo y abrió la puerta con fuerza, logrando que esta se golpeara contra la pared. El rubio detrás del escritorio dio un salto, abriendo los ojos al tiempo que se sentaba erguido y un par de auriculares amarillos se soltaban de sus oídos—. ¿Verdad que no estas durmiendo durante tu horario de trabajo, Niall?
—Yo-yo... ¡por supuesto que no! —bufó—. No estaba durmiendo, solo estaba descansando los ojos un momento.
—¿Por qué tienes los ojos hinchados como si hubieses estado durmiendo? —interrogué, dando un paso dentro de la oficina y mirando al Beta con interés—. Tienes apariencia de alguien que ha estado durmiendo.
La mirada que me dio podría haber cortado vidrio—. ¿Quién es el listillo, Zein?
—Soy Rainy, no "listillo".
—"Listillo" te queda mejor. —insistió.
—Niall —Zayn dijo, su voz era amable, pero hasta yo podía escuchar la advertencia bajo su tono—. Rainy y su padre estan aquí para conocer la escuela.
—¿Eso quiere decir que el enano será un alumno aquí?
—Rainy formara parte del cuerpo estudiantil si así lo decide su padre. —parecía tanto una corrección, que no pude evitar sonreir.
—No te veas tan satisfecho contigo mismo, listillo —el rubio me espetó.
Lo ignoré—. ¿Que se supone que hace un consejero estudiantil? —me senté frente a su escritorio, observando las pequeñas figuras de porcelana sobre el mismo. Tomé una que parecía ser una calavera—. Me gustan tus figuras de porcelana.
—Analizo los problemas que puedan llegar a ocurrir entre alumnos y los aconsejo para que los arreglen —respondió—. Y gracias, estoy orgulloso de mi colección.
—¿Tienes más?
Quité la mirada de la calavera en mi mano para verlo asentir—. Tengo más de quinientas en casa.
—Wow, eso es genial —lo miré con los ojos enormes—. ¿Tienes de superheroes? Me gustan los superheroes.
Se acercó y bajó un poco la voz—. Tengo toda la Liga de la Justicia.
—¿Enserio?
Asintió.
—¡Genial! —miré las que estaban en una esquina de su escritorio—. Estas son increíbles, también.
—¿Verdad que si? —miró a Zayn con superioridad—. Y tu decías que a los niños no les gustan.
Zayn rodó los ojos—. Será mejor que sigamos, seguro Niall tiene cosas que hacer.
—Esta bien —bajé de la silla. Miré la calavera en mi mano, pasando mi dedo sobre la suavidad de su cráneo liso, realmente me gustaba. Suspirando, la dejé sobre la mesa—. Fue un placer conocerte, Señor Niall.
—Lo mismo digo, enano.
Me acerqué a Liam, quién había observado todo el intercambio desde la puerta en un silencio poco usual en él, y tomé su mano. No tenía ninguna expresión legible en su rostro, estaba ocultando sus emociones de mi y eso no me gustaba.
Hice un gesto de despedida a Niall con mi mano libre y seguí a Zayn fuera de la oficina con Liam a mi lado.
—Lamento eso, Niall es un poco... diferente, pero es genial en su trabajo. —Zayn se disculpó. Me di cuenta de que no estaba hablando conmigo cuando echó un vistazo al rostro de Liam, lo que me dijo que había mal interpretado la falta de expresión del Alfa mayor como desagrado hacia el comportamiento del consejero.
—A mi me agradó. —murmuré.
—A ti te gusta todo el mundo, Rain. —Liam susurró, estrechándome a su lado con suavidad, su pulgar me acarició la mejilla distraídamente—. Esta bien, no me desagradó tampoco.
—Me alegra escuchar eso —Zayn murmuró. Se detuvo un par de puertas más allá y abrió una—. Este es mi salón de clases, es al único que tengo acceso en este momento, pero los demás no son muy diferentes. Si Rainy comienza a asistir aquí, le tocaría en el salón 2A, al final del pasillo.
Abrió la puerta y me agradó el lugar al instante. Al contrario del Internado donde todas las paredes eran blancas y sin adornos, este salón había sido pintado de un suave tono verde y tenía varias carteleras con dibujos, obviamente creados por niños, colgando de ellas. Soltando la mano de Liam, entré al lugar, rebotando en mis pies mientras observaba todo con emoción. Esto era tan diferente, sabía que podía aprender mejor en un lugar así si me diesen la oportunidad.
Liam se aclaró suavemente la garganta detrás de mi cuando me detuve a mirar una cartelera—. ¿Será posible que pueda usar el baño un momento?
—Por supuesto —Zayn lo miró extrañado, pero el gesto amable en su rostro no desapareció—. Siga hasta el final del pasillo y a la izquierda, la segunda puerta es el baño de profesores, puede utilizarlo.
—Gracias. —me miró desde la puerta—. Vuelvo en un momento, ¿si?
—Esta bien.
Lo vi alejarse y volví mi mirada hacia la cartelera, ya sin prestar atención a los dibujos que había estado observando. La situación, sumada a su comportamiento extraño, me tenía demasiado confundido e incomodo. No sabía como tratar con un Liam que no se comportaba como el usual Alfa que conocía. Tampoco tenía idea de como enfrentar todo lo de mi padre, sin tenerlo a él para que fuese mi guía.
Me sentía perdido.
—Me gusta tu nombre. —Zayn dijo de pronto. Girándome, lo vi ocupado reacomodando una cartelera ubicada en la pared cerca de la puerta—. ¿Tienes idea de porque te nombraron así?
Volví a mirar los dibujos, dudando un momento sobre como contestar, pero decidiendo ir con la verdad al final—. Nací un día lluvioso —respondí—. Mi padre creyó que era oportuno llamarme Rainy.
—Debió haber sido una gran tormenta para que eligiera ese nombre para ti.
Asentí suavemente—. Según lo que sé, fue la peor tormenta registrada en décadas.
Todos sus movimientos se detuvieron.
—En veinte años —continué—. No se había visto una tormenta así de grande y agresiva, desde hacia veinte años. Ese día, decidí nacer.
—Esa... —se aclaró la garganta—. Esa es una gran historia para contar.
—Supongo —susurré, encogiéndome suavemente de hombros—. Aunque haber nacido en el auto, en medio de la tormenta, creo que habría sido igual de genial.
—¿En el auto?
—Mi tío fue quién llevó a mi papá en el hospital en su auto. —saqué un pequeño pincho y enderecé un dibujo—. No creo que él hubiese estado contento de que se ensuciara su auto, menos ese día en particular.
—Rainy...
—Me gusta mi nombre, me gusta porque fue mi papá quién lo escogió para mi.
Podía sentir su mirada sobre mi—. ¿Fue tu papá Alfa quién eligió tu nombre?
—Mi padre Omega, fue quién me nombró.
Ni siquiera podía escuchar su respiración ya—. ¿Que día es tu cumpleaños, Rainy?
Lo miré, su atención estaba completamente en mi—. El 1 de Febrero.
La puerta se abrió, el sonido apagando un poco mis palabras. La mirada de Zayn se mantuvo en mi, se veía algo pálido, como si hubiese visto un fantasma. Me pregunté si sería necesario llamar a un medico para él, talvez no debería haber dicho nada. Las cosas parecían no ir de la manera en que tenía en mi mente.
Otro pensamiento repentino llegó a mi mente, pinchando toda la felicidad que pude haber sentido momentos antes. Lo que me habían dicho en el Internado se repitió en mi cabeza y me di cuenta de que había una fuerte posibilidad de que Zayn estuviese actuando de la manera en que lo hacia, porque había leído mal sus recuerdos y él en realidad si me había entregado. ¿Y si él estaba negando lo obvio por qué no quería tener nada que ver conmigo? ¿Como se suponía que debía actuar si él en realidad ni siquiera quería verme?
¿Por qué no había pensado en eso antes?
—Uh, ¿llego en un mal momento? —la voz rasposa me hizo elevar la mirada hacia la puerta. Sentí mis ojos agrandarse al ver nítidamente aquel rostro que había visto miles de veces en el recuerdo que había tomado prestado de la manta. Con sus rizos, sus ojos verdes y su voz singular—. Estoy en mi hora del almuerzo, pensé en venir a verte y... ¿estas ocupado, Zee? Puedo regresar luego si quieres.
Zayn negó suavemente con la cabeza, sin quitar sus ojos de mi—. Harry, él es... es...
—Rainy —terminé por él, sintiéndome dolido porque ahora que parecía saber la verdad, ni siquiera podía decir mi nombre. Les dí la espalda, ocupándome en enderezar dibujos, queriendo ocultar la humedad de mis ojos—. Mi nombre es Rainy.
—¿Rainy? —Harry repitió, escuchándose tan impactado como lo había parecido Zayn.
En el silencio que le siguió, podría haberse escuchado caer una aguja. Me esforcé por empujar los sollozos dentro de mi pecho, evitar que las lágrimas cayeran por mis mejillas. Había entendido que esta era una posibilidad, pero no había querido creerlo. Que mi padre no me quisiera... no había querido enfrentar esa posible situación.
Los escuché hablar, su tono era bajo y yo estaba demasiado ocupado intentando no llorar como realmente quería, para prestarles atención. Alcancé a oír que hablaban de mi, Zayn estaba diciéndole lo que le había dicho. Refregué mi nariz con saña, intentando apartar la forma en que picaba, anunciando el llanto inminente.
—¿Estas seguro? —la voz de Harry se elevó, sobresaltándome—. Hay que preguntarle.
—¡Harry no!
Una mano tomó mi brazo y me giró, dejándome frente a frente con el rizado arrodillado frente a mi—. Hola, Rainy. Mi nombre es Harry, soy primo de Zayn —hizo un gesto al moreno, logrando que mirase en su dirección para ver que su atención estaba puesta en sus tenis—. ¿Puedes responder una cosa para mi?
Asentí hacia el rizado.
—Pequeño, ¿tu... —se detuvo—. ¿Eres adoptado, Rainy?
—Harry. —Zayn se quejó.
Miré entre ellos por un momento, deteniendo mi mirada en el moreno—. ¿Zayn? —llamé, mi voz salió un poco rota.
No me miró.
No logré mantenerlo en la bahía un momento más, sentí las lágrimas calientes rodar por mis mejillas junto al sollozo que rompió a través de mis labios. Me zafé del agarre de Harry y corrí hacia la puerta, sintiendo el dolor hacerse dueño de mi pecho donde mi corazón latía. Sin detenerme a pensar, corrí en la dirección donde Liam había ido.
Me arrojé hacia él en cuanto lo vi, sollozando sin poder detenerme. Me atrapó con facilidad, llevándome contra su pecho y rodeándome con sus brazos. Me aferré a él con fuerza, escondiéndome en su cuello. Liam era lo único seguro en mi vida, lo único.
—¿Por qué lloras, Rainy? ¿Que sucedió? ¿Te hicieron algo? —susurró, acariciando mi espalda. Negué contra la tela de su chaqueta, sin poder dejar de llorar—. ¿Es por Zayn? Él... ¿te dio a la Institución?
Asentí.
Negué.
Y me encogí de hombros, porque en realidad, no tenía idea. Solo sabía que él no había querido siquiera mirarme.
—No debí traerte —susurró de repente, comenzando a moverse hacia la salida—. No sé en que estaba pensando, eres solo un niño, Rainy, no debí traerte aquí, exponerte a esto. Lo siento.
No respondí, porque no sabía que decir y ni siquiera podía detener mi llanto un momento para decir algo. Él sol de medio día acarició mi piel cuando salimos del edificio, pero ni siquiera la suave brisa que corría logró ayudarme con el sentimiento de rechazo que sentía apretando mi pecho. Tenía la sensación de haber sido pateado a la vereda... por mi propio padre.
—Todo estará bien, Rainy. —Liam susurró—. Nunca te dejaré, ¿si? Me tienes a mi, jamás te dejaré solo.
Asentí, aferrándome con más fuerza a su cuello.
Había bajado un par de los escalones principales cuando lo escuchamos.
—¡Espera! —las puertas estallaron abiertas cuando Harry las atravesó, luciendo como si hubiese corrido todo el camino—. Espera.
Me aparté un poco para verlo acercarse a nosotros, con sus rizos desordenados y las mejillas rojas. Mi mente no tardó en señalarme que había sido él quién había ido detrás nuestro y no mi padre. Mi mente a veces era muy mala conmigo.
—Debes ser el padre del pequeño. —sonaba como una pregunta mezclada con afirmación.
—Lo soy. —Liam respondió.
—Bueno, eso es mejor, tu puedes darme la respuesta que quiero entonces —se acercó un par de pasos, lo vi observarme desde donde tenía mi rostro escondido—. ¿Rainy es adoptado?
Los brazos del Alfa se apretaron a mi alrededor, casi sacándome el aire—. Eso no es de tu incumbencia.
—¡Si lo es! —lo jaló—. Esto me importa porque mi sobrino, Rainy, fue robado del jodido hospital hace siete años, luego de nacer durante la peor tormenta vista en décadas. Si es de mi incumbencia, porque este niño tiene la edad exacta que debería tener mi sobrino, además de ser la copia al carbón de mi primo cuando tenía su edad.
Liam arrebató su brazo con brusquedad de su agarre—. Te estas metiendo en un terreno porque el que no quieres ir, Omega.
—¿Que vas a hacer? —Harry gruñó—. Puedes ser un Alfa, puedes ser mucho más fuerte que yo, pero no te llevarás al niño de aquí, no lo permitiré.
—Quiero verte intentando detenerme.
—¡Llamaré a la policía!
Liam bufó en su dirección—. Hazlo, y yo les diré que te has vuelto loco y estas intentando adueñarte de mi hijo, ¿a quién le creerán?
—Él no es tu hijo, estoy seguro de que no lo es. —lo sentí agarrar mi brazo y grité cuando intentó arrebatarme de los brazos de Liam.
—¡Harry basta! —Zayn estaba en la puerta, viéndose destrozado—. Detente, primo, lo estas asustando.
—Zayn...
—Déjalos irse, Harry —pidió—. Es su padre, déjalos.
Sacudió la cabeza cuando Harry quiso protestar, justo antes de voltearse y volver a entrar al edificio, perdiéndose de mi vista.
—Esto no se quedará así. —el rizado prometió, yendo detrás de su primo.
Me quedé mirando la puerta un momento hasta que las lagrimas la hicieron borrosa antes de correr por mis mejillas. Si hubiese sido Zayn, si lo hubiese pedido... yo hubiese ido con él.
Me sentí como si hubiese sido puesto en una batidora y encendido la misma. Podía ser más inteligente que cualquier niño de mi edad, pero al final, seguía teniendo siete años. Aun era un niño, uno que se sentía rechazado y confundido, uno que aun no lograba comprender el mundo fuera de las pálidas paredes donde había sido criado. Un mundo que parecía más complicado y doloroso de lo que había imaginado.
—Vamos a casa, Rainy.
Asentí.
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