21. Zayn.
—Parece como si estuvieses haciendo tu mejor imitación del gato Cheshire —Harry comentó. Estaba sentado frente a la mesa del comedor, luciendo como recién salido de la cama, con una taza de café caliente en la mano y la mirada perdida en la pantalla de su teléfono—. ¿Por qué tan sonriente esta mañana, primo?
De pie a pocos pasos, con la cadera apoyada cerca del fregadero, mantuve mi taza de té a unos centímetros de mis labios en un intento de ocultar mi gesto, negándome a dar una respuesta a su pregunta. El silencio se extendió entre nosotros mientras él esperaba que hablara, hasta que finalmente, volteó la cabeza para dedicarme una mirada interrogativa. Desvié la mirada lejos de él, pero por el rabillo del ojo, lo vi moverse, su espalda chocando con el respaldo de la silla.
—Bien —suspiró—. Como siempre, me vas a obligar a sacar mis propias conclusiones, ¿no?
Lo miré, viéndolo dejar su taza sobre la mesa para cruzar los brazos sobre su pecho—. Harry...
—Tuviste una cita anoche —reflexionó, pareciendo pensativo—. Por lo cual, voy a atreverme a apostar que tu felicidad repentina tiene mucho que ver con cierto Alfa.
—No fue una cita.
—Por supuesto, tu sigue diciéndote eso y mintiéndonos a ambos —bufó—. Dado que no discutiste esa parte, daré por hecho que fue Liam quién puso esa sonrisa en tu rostro.
—No sé de que hablas, solo estoy feliz de que Rainy haya pasado la noche aquí —me apresuré a beber de mi té, intentando ocultarme detrás de ello. La maldita cosa quemó su camino hasta mi estomago, logrando que hiciera una mueca.
—Adelante, quémate los intestinos con té con tal de evitar aceptar lo obvio.
Tragué saliva un par de veces, intentando determinar si me saldrían ampollas en la lengua a causa de mi idiotez. Una vez estuve seguro, le dediqué mi peor mirada de mal humor.
Su sonrisa no se debilitó ni por un instante—. Así que, tuviste una cita con un Alfa y te gustó —no fue una pregunta ni una posibilidad, lo dijo como un hecho—. ¿Como te hace sentir eso, Zayn?
—¿De cuando acá eres psicólogo?
—He estado tratando contigo los últimos veintitrés años —se encogió suavemente de hombros—. Lo único que me falta es el diploma, porque gracias a ti, he tratado con una gama bastante variada de trastornos.
—Te detesto.
Sus ojos verdes brillaban con diversión mientras me miraba en silencio, tanto que comenzó a ponerme incomodo, eso hasta que volvió a abrir la boca—. Te estas enamorando de Liam, ¿no?
No necesité el té, mi propia lengua encontró su camino para ahogarme y casi matarme debido a la impresión que me causaron sus repentinas palabras. Harry siempre había tenido un don para soltar cosas completamente inesperadas y fuera de contexto como si estuviese hablando de lo soleado que el día parecía. Tosí patéticamente, escuchando su ronca risa haciéndome eco en los oídos.
—Es tan fácil meterse contigo —murmuró, su tono lleno de humor—. Tan malditamente fácil.
—Te odio —gruñí, mi voz ronca debido a la tos.
Abrió la boca, seguramente para soltar alguna otra estupidez, pero volvió a cerrarla cuando la pequeña figura de Rainy, vestido con un adorable pijama naranja con ositos, entró a la habitación. Deteniéndose en la puerta, refregó sus ojos con sus manitos, bostezó sonoramente y parpadeó hacia nosotros, como intentando enfocar su entorno.
—Buenos días —saludó con voz ronca. Ambos devolvimos el saludo, observándolo rodear la mesa y tomar la silla frente a Harry para descansar sus brazos sobre la superficie y apoyar sobre ellos su cabeza—. ¿Que hora es?
Miré distraídamente el reloj de la pared—. Faltan quince para ser las nueve.
—Eso es tarde —susurró—. Siempre despierto alrededor de las siete. Todavía tengo sueño.
Miré a Harry, ya que eso era culpa suya, logrando que levantara las manos en señal de paz—. A mi no me mires, él fue quién se emocionó mirando Shrek y se negó a ir a dormir hasta terminar las cuatro películas.
—La princesa renunció a su belleza para quedarse con su amado al final —Rainy suspiró soñadoramente—. Eso es tan romántico.
—Si, seguro, despertarte con la cara de una ogra en la almohada de al lado cada mañana es un sueño hecho realidad. —Harry arrastró las palabras.
Irguiéndose, Rainy le dedicó una fea mirada—. No arruines esto para mi, tío Harry. Si tu estas amargado por culpa del pésimo gusto que tienes eligiendo citas, déjame fuera de eso y evita amargarme la infancia.
—¿Que quieres decir con eso? ¿Que problema tienes con mis gustos?
—Solo eliges idiotas —declaró y, en realidad, yo estaba un poco de acuerdo con él—. Tal vez, si tuvieses un poco más de visión romántica, tus citas irían mejor.
Harry frunció el ceño, mirándome—. Detén a tu hijo ahora.
Miré entre ellos, encogiéndome de hombros—. Tu te lo buscaste —el timbre me salvó de decir algo más. Dejando la taza vacía dentro del fregadero, me dirigí a la puerta.
Me detuve en el umbral, la mano todavía en el pestillo y la mirada en el ramo de Margaritas de diversos colores que el hombre frente a mi sostenía.
—¿Zayn Malik? —el desconocido preguntó, empujando una tablilla en mi dirección en el momento en que asentí. Firmé automáticamente—. Esto es suyo. Que tenga un buen día.
Me quedé parpadeando a su espalda, intentando procesar la breve situación antes de que mi mirada volviera a las flores. ¿Que demonios?
Cerrando la puerta, volví a la cocina, donde la discusión parecía haber pasado a feas miradas a través de la mesa. Ambos volvieron la mirada en mi dirección mientras buscaba a través de las hermosas flores, intentando encontrar una tarjeta o algo que me indicaran su procedencia.
—Wow, y hasta te envió flores a la mañana siguiente, mi primito es todo un conquistador —Harry se burló con una risa. Entonces se detuvo y frunció un poco el sueño—. ¿Margaritas? ¿En serio? ¿Por qué no pudo regalarte Rosas? No es como si su presupuesto fuese corto, o algo, podría haberse esforzado un poco más. Creo que deberías dejarlo esperando, por tacaño, no lo llames ni lo busques por unos días, al menos hasta que te mande un ramo decente.
Rainy bufó en su dirección—. Ignorante.
—¿Que dijiste, enano?
—Las Rosas, además de ser un cliché, son muy impersonales y lo más obvio a comprar. —me sonrió cuando lo miré—. Se tomó el tiempo de elegir la flor que quiso enviar, eso en si es un detalle, ¿verdad, papi?
Le sonreí, no me había percatado de eso—. Lo es.
—Además, las Margaritas son un símbolo de las relaciones amorosas —dijo—. Significan un nuevo comienzo, un amor puro y leal. Creo que él estaba intentando enviarte un mensaje.
Observé las flores con un expresión tonta por un largo momento antes de fruncir el ceño—. Rainy, no habrás sido tu de nuevo, ¿no?
—No —sacudió la cabeza—. Yo no hice nada esta vez, pero he de decir, que mi papá no tiene mucha imaginación, el copión.
Encontré una tarjeta entre los tallos:
"¿Almuerzo para tres?
Los espero en la cafetería Belle Vie a las 12.00.
Los quiero.
-Liam-"
—Si sonríes más, se te va a partir la cara.
—Cállate, Harry.
(...)
La cafetería Belle Vie era un pequeño local con aspecto hogareño que se ubicaba a poca distancia del edificio de apartamentos donde Liam y Rainy vivían. Según este último, era el mejor lugar que había en kilómetros a la redonda. Realmente, me encantaba ver la alegría en el rostro de mi hijo mientras hablaba a mil por hora, contándome sobre lo genial del lugar y sobre sus estupendas malteadas de chocolate, las cuales Liam le tenía racionadas a una por visita y sin importar que tan buenas eran sus caritas de cachorrito, el otro Alfa jamás cedía en ese punto.
—Dice que no quiere que conozca lo que es un subidón de azúcar. —saltó a mi lado, aferrado a mi mano mientras empujaba la puerta de cristal para darnos paso—. Lo busqué en internet, no parece tan malo, pero no discuto sus reglas, él sabe más del mundo que yo.
—Estoy de acuerdo con él, los subidones de azúcar no son algo lindo y odiaría que experimentaras uno.
Él hizo un sonido desconforme, pero suspiró—. Esta bien, no soy desobediente, lo juro, no voy a tomar más de una de ahora en adelante, ¿si? —una sonrisa amplia se hizo espacio en sus labios cuando un rostro conocido nos hizo señales desde una mesa casi al fondo del local—. Papá.
La palabra susurrada, con una nota de adoración detrás, hizo que mi corazón se salteara un latido antes de comenzar a latir como fuerza dentro de mi pecho. Soltándose de mi mano, Rainy se apresuró entre las mesas, cayendo directamente en los brazos de Liam, actuando como si hubiesen estado separados años en vez de una sola noche. Me dirigí a ellos, con una sonrisa jugando en mis labios mientras observaba al castaño subir al pequeño a su regazo, apretándolo entre sus brazos.
—...tienes que ver esa película, es increíble. Hay de todo, castillos, princesas, un burro y una dragona —Rainy estaba murmurando hacia Liam, sus ojos brillando y sus manos moviéndose con entusiasmo cuando me acerqué a la mesa—. ¡Y es sobre ogros! Amo los ogros.
—Esta bien, entonces la veremos juntos en cuanto tengamos un momento —prometió el castaño, dedicándome una sonrisa brillante—. Hola, Zayn.
—Liam. —hice un gesto de saludo con la cabeza mientras tomaba asiento frente a ellos, intentando no sonrojarme al recordar el beso que habíamos compartido.
La mirada de Rainy rebotó entre ambos, curiosidad en su mirada—. Pueden besarse si quieren, a mi no me molesta.
Mi boca cayó abierta ante su descaro, Liam en cambio, solo rodó los ojos antes de hacerle cosquillas. La risa de Rainy era hermosa y llamó la atención de más de una persona desde las otras mesas, los cuales sonrieron al igual que yo al ver la escena que esos dos estaban montando.
—Pequeño descarado —dejando un beso en el oscuro cabello, Liam lo depositó con cuidado en la silla a su lado—. Elije lo que quieras comer.
—Ya sé lo que quiero comer, siempre pido lo mismo —apoyó los codos en la mesa, descansando la barbilla en sus manos, para dedicarse a mirar entre ambos—. Entonces, ¿qué esta sucediendo entre ustedes dos?
—Rainy —Liam advirtió.
—Oh, vamos, no pueden decirme que no pregunte sobre eso, esta situación me afecta tanto como a ustedes —dijo—. Al menos denme una pista de que debo esperar.
Me encontré con la mirada de Liam a través de la mesa, sin saber que respuesta darle. Personalmente, yo no tenía ni idea de que estábamos haciendo realmente, lo último que deseaba era darle esperanzas a Rainy y que todo terminara antes de comenzar. Hacia demasiado tiempo que no intentaba mantener una conexión con alguien, con un hijo en la mezcla, parecía complicar todo el doble.
—Por el momento, solo estamos viendo a donde nos dirigimos —Liam evadió.
—O sea, que no son pareja en este momento, pero podrían llegar a serlo —resumió—. ¿Es eso?
Liam me sonrió—. Me sentiría honrado si tu padre me permitiese ser más que solo un amigo —dijo. Me sentí sonrojar cuando volvió la mirada a Rainy—. Pero por el momento, creo que debemos llegar a conocernos bien antes de otra cosa.
Rainy asintió lentamente—. Puedo entender eso —dijo—. Se gustan, ¿verdad?
Mi rostro ardía por el sonrojo cuando Liam me miró con una ceja alzada, esperando mi respuesta. Asentí suavemente, escuchando su risa ante mi reacción.
—Si, Rainy, nosotros nos gustamos —respondió por ambos.
—Bien, ese es un buen punto desde el cual comenzar —el pequeño estuvo de acuerdo—. ¿Tendrán más citas? Pueden dejarme con tío Harry si quieren, no es tan malo cuidar de él, no se tienen que preocupar por mi.
Liam volvió a reír—. Muy interesado en que esto funcione, ¿mm?
Los ojitos verdosos giraron mientras bufaba—. Por supuesto que si, tener a mis dos padres juntos sería mi sueño hecho realidad.
El camarero llegó para tomar nuestras ordenes antes de que pudiese decir nada, por lo que no sabía si estar agradecido o haber insistido en darle una respuesta. Luego de ordenar, Liam llevó la conversación a un tema diferente, lo cual logró calmar mi sonrojo. Hablamos de libros, películas, comidas y hobbies, fue fácil entablar una conversación con ambos, se sintió cómodo y familiar.
Habíamos estado cenando juntos cada día de las últimas semanas, ya comenzaba a sentirse como una tradición tener un momento para los tres. Ni siquiera me di cuenta en que momento me acostumbré a estar con ellos, a hablar con facilidad, pero sabía sin dudas que era algo que necesitaría el resto de mi vida. Si alguna vez, estos momentos me eran negados, no tenía ni idea de lo que haría.
Tal vez, si esto no funcionaba, podíamos llegar a ser amigos.
Liam eligió ese momento justo para dedicarme una sonrisa de comercial, logrando que mi corazón se acelerara, porque no, no había forma de que pudiese ser solo amigo de este hombre.
Rainy estaba en medio de una explicación demasiado entusiasta de porque el libro de "El patito feo" no tenía ninguna comparación con la película, cuando mi teléfono comenzó a sonar. La pantalla parpadeaba con una fotografía de Harry, él no me hubiese llamado de no ser algo realmente importante, por lo que disculpándome, me puse de pie y salí del café para responder.
—Hazz —saludé con el teléfono pegado a la oreja—. Espero que sea algo importante, estaba teniendo un agradable almuerzo.
—Estoy seguro de que es así —había un atisbo de sonrisa en su voz—. ¿Como te esta yendo con eso?
—¿Con qué exactamente?
—Sabes perfectamente de que hablo, Zayn, no me hagas ser explicito, porque tu odias cuando lo soy.
Lo hacia, Harry tendía a ser explícitamente ordinario—. Va bien. Liam es... —suspiré como colegiala enamorada, aunque nunca jamás admitiré que un sonido así salió de mis labios—. Liam es encantador.
—Encantador, ¿eh?
—Cállate.
—¡¡Mi primito esta enamorado!!
—Te voy a matar, Harry —gruñí, aunque la amenaza perdió valor por la sonrisa—. ¿Me llamaste para burlarte de mi?
—En parte.
Rodé los ojos—. Ya lo hiciste, así que... ¡Adiós!
—¡No, espera!
Devolví el aparato a mi oído—. ¿Que? —mi mirada fue a las ventanas de vidrio a pocos metros de distancia, donde podía ver a Liam y Rainy haciendo caras extrañas en mi dirección que me tuvieron riendo como idiota.
—Sabes, hacía realmente mucho tiempo que no te escuchaba reir de esa manera —Harry murmuró.
—¿De que manera?
—Real —respondió—. Esa risa que nace desde adentro, una risa feliz.
—Liam y Rainy parecen tener ese efecto en mi.
Hubo un momento de silencio—. ¿Eres feliz, Zayn?
—Por supuesto que lo soy —bufé—. Encontré a mi hijo, Rainy me da toda la felicidad que necesito.
—Y Liam.
—¿Uh?
—Rainy y Liam —corrigió—. Ambos te hacen felices. Te he visto más contento estas tres últimas semanas, de lo que te vi en siete años.
—Puede ser —murmuré. Pateando el suelo con la punta de mi zapato, miré distraídamente alrededor—. ¿Para que me llamabas?
El silencio me dejó escuchar su respiración por los más largos treinta segundos antes de que suspirara—. Ya no importa, diviértete.
Me cortó, dejándome completamente desorientado, observando mi teléfono como si pudiese aclarar mi confusión. ¿Que demonios?
—¿Listo para irnos, papi? —la mano de Rainy se enredó con la mía, sus ojos brillaban con su sonrisa cuando me miró—. Liam nos llevará a una feria artesanal cerca de aquí.
Liam me ofreció su mano—. Será divertido, ¿vienes con nosotros?
Miré sus rostros alegres, una promesa de algo que no identifiqué en sus ojos. Volví a mirar mi teléfono, sintiendo que debería llamar a Harry para pedirle explicaciones, pero sin querer realmente hacerlo. Él quería decirme algo, estaba seguro, pero no sabía si quería escucharlo. Sacudiendo la cabeza, empujé el aparato en mi bolsillo y tomé la mano de Liam.
Lo que fuese, bueno o malo, seguiría esperándome cuando estuviese preparado para enfrentarlo.
En ese momento, no tenía idea de lo real que esa frase era.
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