001
Un tiempo había pasado desde que ambos se conocieron, y de vez en cuando él pasaba tiempo en la casa de la chica; normalmente para distraerse de todas las cosas que pasaban en su vida.
— Hoy te ves deprimido. — le mencionó ella con una taza de té en la mano.
— No es nada. — contestó sin despegar la vista de la taza que él tenía, viendo fijamente el contenido de ésta. — ¿Qué cosas sueles hacer en tu casa? Cada vez que vengo sólo nos sentamos a tomar el té. — preguntó tratando de desviar el tema.
— No me gusta molestar a mi mamá con su trabajo, así que trato de no hacer mucho ruido mientras ella está en su estudio.
— ¿Ella no está en el segundo piso?
— Sí, pero aún así... sólo me hubieras dicho que estabas aburrido; ¿quieres ver a mis mascotas?
— ¿Son muchas?
— No tantas, ven. — se levantó de su asiento y caminó por la casa seguida de cerca por su amigo hasta llegar a una habitación en específico. — Aquí están.
— ¿Tienes una habitación entera sólo para tus mascotas?
— Sí, ¿tiene algo de malo?
— Es sólo que no es usual. — miró a la chica abrir la puerta y ambos entraron. — ¿Qué es todo esto?
— Mira, estos son gatitos y perritos callejeros que traje a casa para que tuvieran un lindo hogar. — los animales comenzaron a acercarse a su dueña, quien de inmediato se agachó para acariciarlos.
— Son muchos.
— Son tres gatos y tres perros. Oh, mira, ahí está la rana que encontré cuando te conocí.
— ¿Por qué conservarías una rana como mascota?
— Porque es linda, ¿no es obvio? Y por aquí están los peces. — con su dedo señaló una gran pecera llena de una gran variedad de peces. — Eso me recuerda que hay que alimentarlos.
— ¿Lo haces tú misma?
— ¿Por qué no lo haría yo misma? — tomó la comida de los peces y levantó la tapa de pecera para poder alimentarlos.
— ¿No tienes a un montón de personas que pueden hacer las cosas por ti?
— Eso no tiene sentido, así no aprendería nada sobre la responsabilidad de tener una mascota; es la regla que me pone mamá cada vez que traigo a una nueva. Puedo tener mascotas, pero me tengo que hacer cargo yo; aunque claro que puedo pedir ayuda de vez en cuando. ¿Me ayudas a alimentar a los gatos?
— Bueno...
— Sólo tienes que poner un sobre de esta comida para gatos en sus tazones y ellos solos la buscarán. — le entregó tres sobres y él asintió a las instrucciones. — Yo voy a darles comida a los perritos.
— Eres... bastante diferente a lo que imaginaba. — mencionó mientras empezaba a poner la comida de los gatos en los tazones.
— ¿Y cómo imaginaste que era?
— Bueno, tienes mucho dinero, pensé que serías más... ¿cómo se dice? ¿Presumida? Y resulta que te ensucias, juegas bajo la lluvia, haces tú misma las cosas, dices "por favor" y "gracias", eres generosa, comprensiva, alegre, dices tonterías, te gusta bromear y... no lo sé, todo lo contrario a la idea que tenía de una chica millonaria.
— Describiste a una persona común y corriente.
— Es exactamente eso, actúas como una chica común y corriente, pero... no eres común y corriente; ninguna chica común y corriente tiene una vida como ésta. No es sólo tu casa, eres toda tú, hasta tus ojos tienen el mismo color del oro.
— Mis ojos no tiene nada que ver con ésto.
— Bueno, pero-
— ¿Pensaste que iba a ser engreída, mimada y egoísta por tener dinero?
— Algo así...
— Es normal, es la idea que la gente suele tener de mí. Oye, detrás de ti hay un tazón con pollo, ¿me lo pasas? — él miró hacia la dirección que le indicaron y le dio a ella el tazón. — Gracias.
— ¿Para qué un tazón con pollo?
— Tengo un hurón. — se acercó a un espacio de la habitación donde el hurón descansaba. — Toma, pequeño. — le puso el tazón enfrente. — Casi siempre le doy más variedad de carne y proteínas, pero ya se me acabaron; eso me recuerda que tengo que conseguir más.
— El hurón tiene más juguetes que el resto de mascotas.
— ¿Qué clase de juguetes podría tener un pez, para empezar? Y los demás también tienen bastantes juguetes, es sólo que éste lleva más tiempo aquí; se llama Ladrón y es mi favorito de todas mis mascotas.
— ¿Por qué se llama Ladrón?
— ¿En serio lo preguntas? Tiene la mala costumbre de robar cosas y tráemelas. Él es muy importante para mí, ¿sabes? Si se muere, entraría en una horrible depresión.
— ¿Hace cuánto lo tienes?
— Tres años, lo adopté cuando estaba recién nacido. ¿No es una lindura? — tomó al animal con sus manos y lo cargó para empezar a acariciarlo. — Me gusta acariciarlo cuando estoy triste o me siento desanimada, pero eso no sucede muy seguido; normalmente me gusta verle el lado positivo a todo.
— ¿Para qué me cuentas ésto?
— Te lo dije, hoy te ves deprimido. Lo puedes acariciar si quieres; puedo asegurarte que te ayudará. — él tomó al animal algo dudoso al respecto, y luego lo acarició lentamente. El hurón inmediatamente reaccionó a las caricias y empezó a restregarse en el brazo del chico.
— Parece que le caes bien.
— ¿Él se la pasa todo el día aquí?
— Oh, por supuesto que no. Los hurones son muy activos; éste pequeño me sigue a todas partes, así también lo puedo alimentar más fácilmente porque no tengo que buscarlo. Le gusta estar conmigo y subirse en mi hombro; de hecho estaba conmigo cuando nos conocimos.
— ¿Qué? ¿Dónde estaba? Yo no lo vi.
— Escondido en mi ropa; es un poco desconfiado con los extraños, pero quizás ya se acostumbró a tu olor porque has venido bastantes veces.
Kokonoi miró al animal, el cual ya se había puesto bastante cariñoso con él, y sonrió un poco al pensar que era una linda mascota.
— Tenías razón, sí me ayudó tu hurón; un poco.
— Entonces, ¿me contarás lo que pasó para que estuvieras tan deprimido?
— Ah... no...
— Ya entiendo, no te sientes listo para hablar sobre ello.
— Pero gracias por tratar de ayudarme; tú... sí eres bastante agradable.
— ¿Ves? Son cosas que descubres cuando te dedicas a conocer a una persona y no te interesas sólo en el dinero. Y oye, puedes venir cuando quieras; mi casa es bastante solitaria siempre.
— ¿No viene tu papá?
— No tengo uno.
— Lo siento.
— No te disculpes jajajaja ni siquiera lo conocí; no puedo tener muchos sentimientos por alguien que no sé quién es.
— Hmm... si tu apellido es japonés entonces él debería serlo, ¿no?
— Sí, es lo que siempre dice mamá; al parecer él era japonés y como yo iba a ser criada aquí también me puso un nombre en japonés en vez de francés como ella hubiera querido.
— ¿Y cuál sería tu nombre entonces?
— Roxanne.
— Ese es un lindo nombre; suena... ¿exótico?
— Jajaja por supuesto que te parece exótico; es un nombre de un país que no conoces.
No se llevaban tan mal como ambos esperaban en un principio.
☂️ Los hurones son una mascota que quiero tener, pero no puedo ahhh
Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.
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