Perfect Symphony
Tomoe
El tiempo es como una goma de mascar que se estira y se recoge; durante el día la goma se expande de forma dolorosa, y en ese intervalo se incluyen los estudios, las rutinas de baile y la ayuda a mis familiares como ama de casa. Cada uno de esos trabajosos eventos estira la goma y con la goma agota mis esfuerzos. No obstante, en la noche sutilmente el tiempo se acorta y me deja respirar, pues es menos tiempo que aprovechar y más para invertir en lo que quiero, o más bien, en quien quiero. La goma se recoge dándome paz y sus manos me rodean dándome fuerza y descanso.
Todo mi día puedo soportarlo, mientras esté la noche para aliviar mi carga.
Estoy acabando junto a mi grupo la última tanda de estiramientos, el espejo me devuelve mi mirada exhausta y siento mis agujeros nasales dilatados por la corriente de aire caliente que expulso en cada jadeo. Masajeo de mala manera la unión de mi hombro y cuello con los ojos entrecerrados, y, cuando la líder nos da descanso me tiendo de espaldas al suelo intentando a duras penas ignorar el sudor pegando mi espalda a la blusa de forma incómoda.
— Tomoe, ten. —Levanto la mirada ya con la respiración más calmada y me topo con una botella de agua en mi campo de visión.
— Ah, gracias Unnie.
Agarro dicho plástico y desenrosco la tapa, una vez ella está complacida me da la espalda y se dirige a paso leve con las demás chicas, dejándome a punto de llevarme la botella a la boca.
— LLEGUÉ. — Todas nos alertamos con el grito proveniente de la puerta del salón de prácticas, yo en especial no pude evitar esbozar una sonrisa ladeada al reconocer la voz distorsionada por las bruscas inhalaciones y exhalaciones de aire. — Ah, eh... Hola a todas, jeje ¿Alguien sabe dónde está...?
— Aquí. — Digo levantando la voz y endureciéndola para llamar su atención desde el suelo, en el que ya estoy sentada con una de mis piernas flexionadas.
Sus ojitos brillantes se centran en mí y su sonrisa me hace agrandar la mía, deja de estorbar en la puerta adentrándose a la estancia realizando cortas reverencias en el trayecto, a modo de saludo y disculpa por su comportamiento anterior. Ya más cercana a mí comienza a susurrar con su carita arrugada.
— Perdón por haber llegado tarde amor, es que cuando venía de camino recordé que... —. Su entrecejo repentinamente se frunció y se detuvo a par de pasos de mí. — ¿Y esa agua?
— Ah, esto — Sacudo la botella de plástico con mi mano izquierda—, Unnie me la regaló.
Asiente lentamente y la alegría de antes se congeló en su rostro una vez lo alzó en dirección a mi castaña compañera, seguí con una sonrisa ladeada el intercambio de mirada entre ambas y crucé mis piernas esperando ver la reacción de mi celosa novia.
Y esta, me resultó menos divertida de lo que esperaba.
— No necesitarás la mía entonces. — Sacó de la mochila colgando de uno de sus brazos una botella de agua envuelta en una toallita celeste y se dirigió a un círculo con tres chicas del grupo.
No escuché sus palabras, solo pude ver el delicado movimiento de sus labios dispuestos en una sonrisa simpática mientras tendía la botella en dirección a las chicas, una de ellas alcanzó la botella y vi con cejas alzadas a Himari colocar su otra mano sobre la de esta y asentir antes de soltar la botella. Vi a Kaoru, la visual de nuestro grupo sonreír de lado en mi dirección y empinarse la botella de mi pelusa tomando largos tragos de agua.
Y Himari, contraria a mí, ni se inmutó a ser testigo del intercambio de miradas entre yo y mi tan amistosa compañera. Me puse de pie pisando fuerte en su dirección con las manos cerradas en puños dentro de los bolsillos de mi mono deportivo, arranqué la botella de la mano de Kaoru, quien hacía fuertes intentos por no reír.
— Mi botella — Rodeo la cintura de Himari y la pego a mi costado mirando con ojos entrecerrados a Kaoru —, mi novia.
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— Bravísimo, solo te faltó pegarte con el puño en el pecho y hacer como gorila, Tomoe.
Murmuro ciertas palabras inentendibles y acabo chistando al arrojar la botella bien lejos.
— ¿Por qué eres tan celosa?
— ¿Yo? Pero si la que hizo escena fuistes tú.
— Porque tú me provocaste.
Se encogió de hombros para más irritación por mi parte.
— Solo hice una buena acción, no sé de qué hablas.
— Eres una — La arrastro a mi lado pegándole por completo a un costado de mi cuerpo y continúo avanzando poniéndola a mi compás. Froto mi nariz contra su mejilla — enana molesta.
— Había llegado tarde porque regresé buscando un grifo con agua fría, me tuve que incluso colar en la Villa de profesores con tal de conseguirlo. Y entonces llego y estás tú bien linda tomando agua de "Unnie"
— No pongas ese tono al decir Unnie, es ridículo.
— ¡Ese no es el punto! —. Me pellizca el abdomen hasta hacerme soltarla con un gemido de dolor.
Ya nos acercamos a casa, faltan apenas un par de cuadras y yo sabía que era hora se solucionarlo. Porque es regla resolver nuestros problemas antes de entrar a nuestro hogar.
— Detente pelusa. — La alcanzo en unos pocos trotes y esta vez la abrazo por la espalda situando mi barbilla sobre su hombro. — Gracias por preocuparte cosita, y por pasarme a buscar a las prácticas aún cuando te dije que no era necesario que te alargases el camino. — Logro alcanzar sus manitas y las encierro entre las mías haciéndonos detener el paso. — Ambas estamos cansadas y con hambre, invertamos la energía en darnos amor ¿Te parece?
Y con ese morro enojado convirtiéndose en sonrisa yo supe que hago bien cada vez que ignoro disputas y omito problemas, siempre y cuando desemboque en la naricita arrugada de mi enana.
— Vale, preparemos algo rico de comer.
— Ya, creo que mejor me encargo yo ¿No crees?
— ... Ahora por eso me cargas hasta la casa, Bakkamoe.
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El silencio era casi absoluto, casi, un murmullo lejano hizo que reprimiera la idea de regresar a dormir.
Himari y yo nos acostamos después de la cena, yo no estuve muy de acuerdo, pero bastaron las caricias de esa pelusa en mi cabello y nuca para caer rendida en sus brazos. Por alguna razón mi celular comenzó a vibrar en pleno sueño a un lado de mi almohada, una alarma que no recuerdo haber puesto marcando las 11:45. Y dicha vibración me hizo removerme, para, entre gruñidos, convencer a mi enana que quitase esa mierda, solo quince segundos después me percaté de la ausencia de un cuerpo cálido a mi lado. Confundida pero demasiado somnolienta para ponerme a pensar, quité la alarma y dejé al celular caer sobre el colchón, justo donde lo encontré. Tal vez Himari se haya levantado para orinar, no me importa realmente.
No obstante, un murmullo opacó la paz total de nuestro hogar a estas horas de la noche y poco a poco mis sentidos fueron poniéndose en funcionamiento hasta yo notar que el susurro era una melodía, unos violines tal vez, a las afueras de la casa. Bajé de la cama y rasqué mis ojos para deshacerme del manto de sueño lo más posible y descalza me dirigí a la ventana de la habitación, lugar desde el cual pude ver directamente al jardín.
Sorprendida por lo que mis ojos encontraban abrí las ventanas hacia afuera de par en par y el aire logró despertarme, justo como el salpicar de agua fría en el rostro. La melodía nacía de par de bocinas a cada extremo del jardín, las plantas estaban decoradas por lucecitas blancas leves, tan leves que no pude percatarme desde aquí de ciertos detalles; pero eso no me impidió verla. De espaldas a mí estaba ella, pequeña con un vestidito blanco por las rodillas; internamente me alivié del tiempo cálido correspondiente y sin tardar un segundo más salí de la habitación para encontrarme con Himari.
El frío piso hacía estragos contra la piel de mis pies desnudos, algunos escalofríos opacados por completo por los temblores de la adrenalina, 11:50. Ya había reconocido la canción, diez mil horas cover de Jungkook.
Una de nuestras canciones.
Cuando abrí la puerta de la habitación encontré a mis pies una rosa (flor que casi pisoteo y de no ser por el fuerte rojo de sus pétalos lo hubiese hecho sin remedio) Acuclillé mis rodillas para recogerla sin siquiera esbozar una mueca de confusión, porque recordé como un Deja Vu el último susurro de Himari: Cuenta las rosas.
Cuando alcé la mirada por el pasillo sin iluminación me encontré con objetos casi ocultos en su totalidad por la oscuridad. Alcancé el interruptor en la pared con cuidado de no pisotear ningún ejemplar. Así las encontré dispuestas por todo el pasillo marcando un camino, dos, tres, cuatro, cinco; al llegar a la séptima me sorprendí de ser guiada a la cocina en lugar de la sala, no obstante las seguí con una sonrisa emocionada contándolas al instante en que tocaban mis manos.
La casa estaba llena de rosas y estas no hacían más que darme vueltas y vueltas, pero yo no tenía ninguna impaciencia, las recogí con cariño y cuidado. Para cuando llegué a la puerta principal ya tenía entre manos ochenta rosas desprovistas de espinas. Abrí ansiosa la puerta para encontrármela aún de espaldas con la mirada pegada al cielo, continué en silencio recogiendo las rosas, escuchando Nothing Like Us, también cover de Jungkook, de fondo.
Finalmente estuve de pie a sus espaldas, sin saber si tocarla o dejar que ella note mi presencia por sí misma.
Al final se dio la vuelta y me escondió sus manos tras su cuerpo. Las tenues luces artificiales y naturales de la noche se escondieron en su brillante mirada y sonrisa, gesto que no pude evitar en compartir.
— ¿Cuántas rosas?
— 101 rosas.
Comenzó a tocar Six Feet Apart y ah... Esa canción siempre me hace llorar, Himari...
Pero su sonrisa estaba ahí, notó mi reacción e inhaló con profundidad dando un paso más cercana a mí.
— Eso simboliza: Te amo infinitamente.
Alzo las cejas viéndolas todas entre mis manos, atadas en un nudo mal hecho pero resistente hecho por mí misma en el camino, con una cinta blanca que dejó Himari junto a la rosa diez.
— V-vaya, eso es muy bonito, gra...
— Ten. — Sus manos quedaron entre ambas con una rosa entre sus dedos. — Y esta, es nuestro más.
Tal vez no era mi muerte, pero ví mi vida pasar como una película, como si se abriera un nuevo capítulo y del pasado apenas quedara lo bueno, y en lo bueno estaba ella. Con ojos cristalizados la Vi ponerse de puntillas para alcanzar el tope del ramo y agregar en él la rosa. Una rosa que para muchos conceptos es estorbosa, porque el amor infinito son ciento una, no ciento dos; lástima que no sean como nosotras, o mejor dicho, suerte que no somos como ellos.
— Himari...
— ¿Bailamos?
Dejé sobre el césped el ramo de flores de forma cuidadosa y procedí a acercarme a ella, la veo pequeña y nerviosa, con su fiero control sobre sus temblorosos hombros y la espalda recta, barbilla alzada y paso firme. Fue ella quien agarró mi mano primero y se apegó a mi cuerpo, el tacto cálido en la piel de mi hombro me hizo despertar del sueño que creía vivía y con parpadeos constantes sacudo la cabeza con una sonrisa. Coloco mi mano a un lado de su cintura, la suave tela haciéndome maravillas en el toque. Agarré con más fuerza su mano, devolviéndole la firmeza de su accionar.
Apegamos nuestros torsos con mucha ligereza, noté recién sus pies en puntas desprovistos de zapatos contra el pasto, justo como los míos.
Cuando aún no se había acabado Six Feet Apart una nueva canción sonó deteniendo mi impulso por moverme.
— Ya son las doce. — Avanza haciéndome retroceder un paso y me lleva en círculos con lentitud. — Feliz mesiversario, amor.
Sin decir nada la apego a mi cuerpo de forma en que mi mejilla roce con un costado superior de su cabecita, sintiendo las caricias de su cabello en la comisura del labio al movernos.
Entonces reconocí la canción y miré al cielo con lágrimas en los ojos, sintiendo las suyas mojar la piel de mi pecho.
— Gracias, Frijolito.
Cuando todo parece acabar, me hundo en sus brazos y quiero cerrar los ojos para que simplemente desaparezcan los problemas y así desaparecer yo.
Pero tal vez, si su susurro está en mi oído diciendo que no soy un problema, que me ama, que si me voy me llevo todo de sí; tal vez entonces me quede a luchar un poco más y ver en esta vida algo más que problemas.
Ella no es la solución.
Ella es solo la llave para abrir una puerta, pero debo usar mi fuerza para empujarla una vez la cerradura está libre.
Poco a poco, paso a paso justo como la el baile de ahora, tendré fuerzas para llevarnos al otro lado de la puerta.
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Encontré el amor para mí,
querida, solo lánzate de cabeza y sígueme.
Bueno, encontré una chica, hermosa y dulce.
Oh, nunca pensé que tú eras
ese "alguien" esperándome.
Porque éramos solo unos chiquillos
cuando nos enamoramos,
sin saber lo que era.
Esta vez no renunciaré a ti,
pero cariño, solo bésame lentamente.
Tu corazón es todo lo que poseo,
y en tus ojos, tú sostienes el mío.
Cariño, estoy bailando en la oscuridad,
contigo entre mis brazos,
descalzos sobre la hierba,
escuchando nuestra canción favorita.
Cuando dijiste que te veías hecha un desastre,
yo susurré por debajo de mi respiración,
pero tú lo oíste, querida:
Esta noche estás perfecta (lit: te ves perfecta).
Bueno, encontré una mujer,
más fuerte que nadie a quien conozca.
Ella comparte mis sueños,
espero algún día compartir su hogar.
Encontré un amor
para llevar más que solo mis secretos,
para llevar amor, para llevar a nuestros hijos.
Aún somos unos críos, pero estamos tan enamorados,
luchando contra todo pronóstico,
sé que esta vez estaremos bien.
Cariño, solo toma mi mano,
sé mi chica, yo seré tu hombre.
Veo mi futuro en tus ojos.
Cariño, estoy bailando en la oscuridad,
contigo entre mis brazos,
descalzos sobre la hierba,
escuchando nuestra canción favorita.
Cuando te vi con ese vestido,
tan hermosa.
No me merezco esto, cariño.
Esta noche estás perfecta.
Cariño, estoy bailando en la oscuridad,
contigo entre mis brazos,
descalzos sobre la hierba,
escuchando nuestra canción favorita.
Tengo fe en lo que veo,
ahora sé que he conocido a un ángel en persona,
y ella se ve perfecta.
No, yo no me merezco esto.
Esta noche estás perfecta.
No dejes caer la llave y abrázala con fuerza, porque eres su única vía para un mundo nuevo, mucho mejor que el de ahora.
Fighting mi amor
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