5- Princesas y sapos
Thomas tarareó golpeando sus largos dedos contra el cristal de la ventana. La lluvia no había hecho más que empeorar, típico de Noviembre, comenzó como una pequeña llovizna por la mañana y no se había detenido desde entonces, tomando más potencia cada segundo, a este punto las calles ya deberían tener mínimo un par de charcos hondos.
Hojeo con cuidado el libro que tenía en manos, intentando prestar atención a las letras. Fracasó, su cabeza daba vueltas de un lado a otro mandando su concentración a temas estúpidos sin dejarlo concentrarse del todo, llevaba en la misma línea cinco minutos y seguía sin entenderla.
Llevaba solamente 12 días con Will, era como estar en una tormenta eléctrica constante, con el chico siempre lleno de energía, yendo de un lado al otro, no le daba ni un respiro. Thomas agradecía que fuera la hora de su siesta, de lo contrario era seguro que Will estaría zumbando su trasero alrededor de él.
Will era un desastre andante y líos constantes, el imbécil había metido una lata de pintura al microondas, reventado globos llenos de leche por toda la casa, llevado a dos gatos callejeros que casi devoran a Tommy y cambiado todas las luces de la casa por focos de luz rosa en solo un par de días. Le sorprendía como sus padres no le habían conseguido una niñera o algo antes, era jodidamente difícil lidiar con él.
Dios, todos los días tenía miedo de que el niño terminara matándose sólo por las estupideces que hacía.
Su rutina diaria consistía en dormir hasta que Will fuera al instituto, comer lo que el niño preparaba para desayuno, Will volviendo haciendo la tarea y molestándolo un rato. A veces cambiaba un poco, cuando llegaban sus amigos, Alex y el plasta de Demian, a Thomas no le caía nada bien, así que cuando el llegaba tenía solo dos opciones: ignorarlo o molestarlo, y eso ya dependía del humor de Thomas.
Sintió unos fríos y escuálidos brazos envolverlo por detrás en un abrazo, el movimiento repentino lo hizo retroceder por inercia y ahí estaba Will, con una sonrisa, parece ser que había despertado antes de su siesta.
–¿Sabes porque te asustaste?–Preguntó inclinándose hacia adelante–porque tienes una consciencia sucia–declaró con voz seria.
Will estaba muy cerca, la única opción que le quedó a Thomas fue alejarlo de su cuerpo con una mano, Will era suave y fue fácil moverlo.
–¿Qué lees?
–No importa, ¿no estabas dormido?
–Sí, desperté porque tuve una idea genial mientras dormía.
–No me digas...
–Si.
–No, en serio, no me digas.
Will asintió mostrándole dos pares de botas de lluvia y un frasco aun húmedo de Dios sabe qué cosa que Will seguramente consiguió en la cocina, Thomas sabia a que venía esto, al menos la parte de las botas, le daba miedo la razón del frasco.
–¡Busquemos sapos afuera!
-Will, no sé si lo has notado, pero el cielo se está cayendo, no vas a encontrar un maldito sapo porque todo está inundado.
–Probemos nuestra suerte.
–No.
–Entonces solo hazme compañía, puedes quedarte adentro-Will suplicó, poniendo la misma cara de perro mojado que ponía siempre que quería algo.
Thomas cerró el libro y suspiró cansado ¿Qué más daba? Igual, no podría continuar leyendo. No dijo nada más y eso bastó, Will tomó su silencio como una respuesta afirmativa y lo llevó hasta la puerta del patio trasero, la cual al ser abierta casi los tira abajo por la fuerza del viento.
–¿Ves como esta? No puedes salir así–gruño Thomas mirando a Will, muy tarde, ni apenas vió su figura y él ya se había arrojado adelante con la sonrisa más grande que Thomas había visto en él.
Brincando como niño chiquito y sonriendo como un psicópata, así se encontraba, Thomas agradecía que hubiese rejas que separaban y rodeaban el patio, moriría de vergüenza ajena si algún vecino curioso viera el espectáculo que Will se estaba montando.
Se apoyó en el marco de la puerta, su piel sintió la fría textura mandándole escalofríos por todo el cuerpo, muy frio, y a William parecía importarle muy poco a como se encontraba.
Thomas podría asegurar que el niño amanecería con un resfriado, si no le daba antes una neumonía.
XXXX
No hizo falta esperar al día siguiente, Will tenía la nariz, orejas y mejillas rojas, su fiebre era terrible y temblaba cada dos segundos.
Thomas se llevó la palma al rostro en un gesto de irritación, porque además, Will no dejaba de estornudar, y Thomas nunca había escuchado estornudos más estridentes, era como el lobo del cuento de los tres cerditos.
–Te dije que esto pasaría ¿no te lo dije?–gruño retirando el termómetro del cuerpo de Will quien ya había tomado una ducha y ahora estaba muriendo a gusto en su cama.
–No te creas mucho, era obvio desde un principioaún–rezongó con voz gruesa, en sus manos descansando el plato lleno de sopa que Thomas le había preparado.
–Por supuesto, ¿y porque lo hiciste si era obvio desde un principio? Cabeza de chorlito.
–Por Antonio
La rana que Will había pescado y bautizado como Antonio, descansaba quietecita en el frasco en el buro, moriría dentro de poco si se quedaba en ese frasco, Thomas no le diría eso, dejaría que el niño sufriera su muerte como castigo.
Estiró su cuerpo en la cama, quitándole espacio a Tom, quien se encontraba a su lado, casi en la orilla, mirándolo como si no lo creyera.
–Tú eres...
–¿Me cuentas un cuento?
–...Un idiota...
–Thomas por favor, tengo sueño y quiero un cuento–Will berreo dejando la sopa a un lado y rodeando el cuello de Thomas con sus brazos, buscando descansar su rostro en su cuello.
–Primero termina la sopa–respondió sin alejarlo, sobándole la espalda.
–Tu sopa sabe a mierda, como tú.
–Ni siquiera la has probado-respondió ofendido.
-Si sabe a como huele no necesito hacerlo.
–Eres un desagradecido ¿sabes cuánto me tarde en hacerlo?
–Claro que lo sé, yo me estaba muriendo de dolor aquí mientras tu jugabas en la cocina.
–¿Y de quién es la culpa que estés así? Yo te dije que no salieras.
–Solo quería un cuento y una rana.
–Vale, pero suéltame primero–Will se apartó con una sonrisa de satisfacción para sí mismo. Thomas creyó que ese niño se la tenía muy creído, consiguiendo todo lo que quería cuando quería, en verdad era un mimado. Miró su sonrisita, su rostro rojizo y sus ojos cristalinos, un completo mimado.
–Erase una vez, una princesa...–Thomas se detuvo abrupta mente apretando los parpados y se maldijo a sí mismo. Intento pensar en alguna razón coherente por la cual hacia esto, en serio, contarle una historia de princesas a un chico enfermo de dieciocho años ¿Qué pecados debía estar pagando?–Realmente no sé ni una historia, y me niego a terminar la que comencé.
Observó al chico que se encontraba atento a él desde la cama, apoyándose en un solo brazo y jugando con la orilla de una almohada, tenía sus ojos casi cerrados, somnoliento y rojo, sobre todo rojo.
–Apestas–mencionó infantilmente, suave–yo te contare una.
–El chiste es que yo lo hiciera, tú durmieras unas 8 horas y yo volviera abajo a leer mi libro sin ser molestado por ti.
–Cuando termine mi historia podrás irte–informó y luego con una sonrisa socarrona agregó–obviamente mi historia será tan buena que tu lectura de allá abajo será como estiércol verde junto a la mía.
–Estiércol...
–Excremento de vaca, lo que tu dejas en el baño jodido cerdo vaca–Thomas suspiró con Will picoteándole la nariz como un bebe, siempre arruinaba todo.
–Había una princesa...
–Yo ya dije eso.
-Te callas, mi versión es mejor. Ahora: Era una princesa hermosa, bellísima Tom, con senos de puta madre y cabello rubio tan sedoso que dejaba a Rapunzel como un chiste.
>>todo el mundo la amaba, se disputaban por su mano día y noche, buscando llamar su atención a toda costa, pero ella era inteligente. Se comprometió con el príncipe más rico y guapo de todos, ellos eran perfectos juntos. La noticia de su compromiso sorprendió a muchos y levantó envidia, pero al final se hicieron la idea de su princesa siendo desposada por el mejor.
–No veo a donde quieres llegar con tu historia–Comentó Thomas con notable aburrimiento, Will lucia emocionado, con su cabeza contra la almohada y su potente mirada.
–Un día sucedió, la princesa paseaba por el bosque de su reino y siendo completamente descuidada llego a la parte prohibida. Oscura y extraña, recordó las veces que su padre, el rey, le había advertido que no se acercara, que era peligroso. Ella estaba aterrada pues no sabía el camino de regreso, perdida, mientras más intentaba salir más se perdía. Sus esperanzas volvieron cuando vio a un joven entre tanta mala hierba, descansando junto a un árbol, lleno de lodo y miserable, ella se acercó pensando en preguntarle como volver, pero sus palabras se quedaron cuando le vio el rostro. Era tan hermoso y tan triste, ella sintió empatía por él y se quedó a hacerle compañía, él le contó su historia, de cómo alguna vez había sido alegre, pero poco a poco se volvió oscuro y se condenó a sí mismo en el bosque "¿de qué te alimentas aquí?" pregunto ella" me alimento de sentimientos y emociones" contestó él, y al pasar un par de horas ella volvió al castillo.
–Me aburres.
–Volvió con el extraño al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente, pero poco a poco dejo de ser la princesa que todo el mundo conocía y amaba, se estaba vaciando, le hacía mal, él le hacía mal. Cada vez se veía menos viva, el extraño la estaba devorando entera y ella lo sabía, pero no dejo de visitarlo ¿sabes por qué?
–Porque era estúpida.
–Porque se enamoró del chico triste. Alguien que ansiaba la muerte, alguien que le chupaba la vida, ella no dejó de ir nunca, lo amaba tanto y terminó convirtiéndose en un cascarón, un pedazo de hoja seca, justo como él, vacio y triste. Toda la belleza que alguna vez tuvo se esfumó, toda su gracia y carisma, él se la había llevado toda. Él fue hermoso y fuerte de nuevo, mientras ella moría el renacía, así es como funcionó, no tardo en morir, habiendo cumpliendo lo que ella mas deseaba, sacar a su amado de la miseria y fin, ¿te gusto?
–Creo que tu fiebre aumentó.
Thomas acercó su mano tibia a la frente del castaño pero este lo alejó de un manotazo.
–Deja eso, ¿Qué te pareció mi historia?
–No entendí el inicio ni el final, tampoco el nudo que no tuvo, me parece estúpido arriesgar todo por alguien quien apenas se recupere se olvidará de ti.
–Era amor, ella sabía a lo que se arriesgaba y aún así se atrevió a amarlo.
–Vale, ¿sabes lo que hizo ese hombre cuando a princesa murió? Pagó por una de las putas del reino y tuvo el mejor sexo de su vida, ni siquiera se detuvo a pensar en la estúpida princesa muerta, porque ahora él volvía a ser él.
–No–Will frunció el ceño impotente, triste, como si Tom lo ofendiera a él directamente–no entiendes...
–Tú eres quien no entiende ¿Cómo aplicarías esta historia en la vida real? te diré como, relaciones abusivas, ella era estúpida por el simple hecho de dejar que algo tan insípido como el amor la consumiera de esa manera, y es lo que sucede muchas veces, chicas saliendo con chicos abusivos, la vida no es el cuento del príncipe azul y la princesa, a lo mejor que puedes llegar a apostar es a un sapo fingiendo ser príncipe.
–Dame a Antonio y vete a leer tu libro–la voz de Will salió molesta, a pesar de lo cómico que sonaba por estar gangosa, Thomas no se rió.
–¿Te enojaste?
–Lo arruinas todo.
Thomas asintió en silencio, le dio la rana a Will y retiró el plato con sopa, oliéndolo con discreción, Will era un exagerado, siempre buscaba hacer algo grande de algo tan pequeño.
–Antonio va a morirse–dijo antes de salir por la puerta, no escuchó la respuesta de Will.
XXXX
–¿Qué haces aquí?
Thomas no estaba de humor para recibir visitas y mucho menos de Alex...quien siempre que iba movía las cosas de su lugar y escandalizaba más de lo debido a Will. Ruidosa en extremo, el siempre intentaba alejarla, pero Alex nunca se alejaba por más hostil que Tom se comportara con ella, siempre sonreía con más fuerza, justo como en ese momento.
–Traje algunas cosas para Will ¿Dónde está?
–¿Qué tipo de cosas?–Preguntó interesado.
–Medicinas que saben a vomito y ese tipo de cosas que odia.
–Está arriba, durmiendo–Thomas se deslizó dándole paso a la castaña para luego ponerse en el mismo lugar de antes, obstruyéndole el paso al siguiente chico con una sonrisa socarrona que se traducía a algo como "oh, lastima, suerte para la próxima"
–¿Y tú qué?
-Yo también quiero ver a Will-respondió Demian balanceándose silenciosamente de un lado a otro en el umbral, Thomas chasqueo la lengua.
–¿Para?
–Es mi amigo, esa razón es suficiente para querer verlo–intentó no parecer demasiado rudo con su respuesta, siempre se iba cauteloso cuando se trataba del chico de ojos grises, sabía que no le agradaba y lo que menos quería hacer era provocarlo de alguna forma.
–Podrías envenenarlo, podrías intentar hacerlo gay como tú, hay muchas cosas que podrías hacer, prefiero evitar el peligro–Thomas retrocedió cerrando la puerta, esta ultima deteniéndose casi al final gracias al pie de Demian, Thomas lo notó e hizo aun más presión solo para escucharlo gritar y quejarse.
–¡Ay! ¡Will, Tom esta lastimándome de nuevo!
–Tú no me llames Tom–gruño.
–¡Thomas!–se escucho la voz de Will desde la habitación.
–Genial, lo despertaste y encima también lo alborotaste–Thomas abrió la puerta dándole acceso al rubio quejica–pasa antes de que me arrepienta.
Demian asintió subiendo las escaleras como un rayo, el temblor en sus delgadas piernas hacían más obvio el miedo que le tenía a Thomas, el rio por dentro, patético.
Subió las escaleras también, viendo como en la habitación Alex acomodaba la cama y almohadas en las que un recién levantado Will descansaba, buscado el sueño de nuevo, y Demian, Demian estaba del otro lado de la habitación, lo más lejos posible de Tom, siendo tan inservible como siempre, o al menos eso pensó él.
Era domingo por la noche y Will estaba incluso peor que el día anterior, más enfermo, más exhausto. Tendría que intentar recuperarse un poco por la noche si o si, o tendría muchos problemas el lunes para ir al instituto.
Cuando Alex hubo terminado de dar indicaciones y Will volvió a dormir, apagaron las luces y los tres abandonaron la habitación.
–No puedo creer que lo hayas dejado salir ayer–regaño la chica colocando sus brazos en jarras y mirando a Thomas con presuntuosa molestia, Tom frunció el Ceño ¿pensaba regañarlo? Vaya, eso sí era gracioso ¿por qué no iba a regañar a su enorme bebé mimado en la habitación y a él lo dejaba en paz? Ah sí, porque Thomas siempre tenía la culpa de todo.
–Como si fuera mi culpa, él no es un niño y mucho menos es idiota, sabe lo que sucede si sale descubierto un día así.
–¡Es Will!–exclamó ella como si fuera obvio, eso solo lo hizo enfurecer.
–Es un jodido adulto, ustedes lo tratan como un niño y por eso es tan chiflado, todos lo hacen, es molesto.
–Incluso tú–contraatacó–haces exactamente lo mismo.
–A veces es imposible no hacerlo con su comportamiento, es lo que ustedes causaron–apunto a ambos consecutivamente.
–Nosotros no...
–¿Ah no? ¿Puedes repetirme como llamaste a Will allí arriba? ¿Bebé? Creo que te escuche llamarlo bebé y te vi tratarlo como a uno.
–Suficiente, nos largamos, vámonos Demian–habló la chica con molestia, jalando al rubio que hasta ahora se había mantenido al margen con ella.
–¿A dónde van?–preguntó Thomas calmado, como si lo de hace un minuto no hubiese sucedido.
–¿Te importa?
–Sí, bueno, es aburrido estar aquí todo el tiempo.
–¿No tienes amigos con los cuales salir o algo?
Thomas no respondió esta ocasión, ese tipo de preguntas siempre lo hacían sentir mal, porque en efecto, el no tenía a nadie, era tan aburrido como cansado.
Alex suavizó el ceño, comprendiendo porque Will siempre insistía en que fueran amables con él, que fueran pacientes, en porque Will siempre buscaba pasar tiempo con Tom y unirlo a todas sus actividades. Sintió algo de empatía.
–Iremos a un bar ¿te unes?-ella sonrió, dándole una vista completa a sus aparatos, tierna, Alex era tierna cuando no estaba molesta.
–¿Eso no es irresponsable? Mañana van al colegio.
–A las putas les hablas de sexo y la responsabilidad se va a la mierda–se burló Demian ganándose un golpe de la castaña y una diminuta sonrisa de Thomas–no importa, ven, no habrá problema siempre y cuando no me lastimes física o psicológicamente.
Thomas no quería dejar a Will solo, si el niño despertaba a mitad de la noche y se daba cuenta de que Tom no estaba, era capaz de hacerle una escena de esposa al día siguiente, eso era lo que menos quería, pero por otro lado, la propuesta sonaba divertida. Asintió siguiendo a los chicos fuera.
De camino, mientras se hacían bromas y se provocaban el uno al otro, relajados y sacando a Will al tema de vez en cuando, hablando de él como una joya, Thomas notó algo que había pasado de largo: ellos nunca se mostraron preocupados alrededor de él o Will cuando los conoció, ni tristes o consternados, ¿ellos sabían que Will había intentado suicidarse hace menos de dos semanas? Ellos no parecían tener idea. Will planeaba simplemente hacerlo sin alertar a nadie, dejar que se enterarán cuando alguien recordara su presencia, era tan cruel y desconsiderado porque ellos parecían quererlo, y no es que a Thomas le importara, sería un poco hipócrita ya que él iba a hacer exactamente lo mismo, pero la diferencia es que Tom no tenía a nadie, Will si, y pensaba en hacer algo tan cobarde por una chica, Abigail, comenzaba a odiar ese nombre.
Pensó en lo complicada que era la mente de Will, y su corazón, lleno de fantasmas y dragones, su corazón de fantasía, como todo en él.
No se saco eso de la cabeza, incluso horas después, teniendo a una pelirroja satisfecha yaciendo junto a él en un motel de mala muerte. A eso lo habían dirigido los tragos, sexo y pensamientos extraños, no podía verse a sí mismo pensando en sapos, princesas y gente triste mientras tenia sexo, sin embargo pasó. Una sonrisa cariñosa se formó en su rostro mientras se vestía, entendió por fin lo que Will había querido decir con su historia.
Próxima actualización: Miércoles 7 de Diciembre
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