19- Situación erecta
Thomas estaba comenzando a creer que Will quería decirle algo.
Solo era un presentimiento, nada realmente confirmado, pero Will se había comportado extraño esos últimos días.
No sabía si era conscientemente, algún tipo de trampa, pero él se topaba casi a diario con revistas ilustradas de porno gay.
Y no, no exageraba pero estaban en cualquier jodido rincón: la cama, el baño, el piso (ese último en especial parecía su lugar favorito para estar)
También encontró un manual sobre como practicar el amor de un hombre a otro a otro dentro del refrigerador, entre el chorizo y los huevos.
Admitía que lo hojeo un poco, y bastó eso poco para tirarlo por la ventana. Era tan explícito que no hizo nada por evitar los escalofríos que le atravesaron la espalda.
La noche anterior, cuando encendió las luces de la recamara para cambiarse de ropa y poder dormir a gusto después de un largo y cansado día, se encontró con Will sentado en medio de la cama como si esperara algo, con ojos abiertos y una sonrisa terrorífica, ah, y completamente desnudo.
Había sido un poco espeluznante, Thomas recordaba haber gritado.
-¡¿Qué mierda estás haciendo?! ¡Avisa cuando estés aquí!, casi me matas de un susto-recordó haberle dicho, William incluso parecía ofendido por su reacción.
–No te entiendo.
–Estas desnudo y mirándome como un maniático.
El chico adoptó una postura donde parecía aún más ofendido (si es que eso era posible).
–No veo que tiene de extraño.
No, porque seguramente eso era normal en su extraña mente.
–Tu…solo ponte algo de ropa ¿De acuerdo?
–¿Te excita?–preguntó sonriente.
–Me asusta.
Will frunció el ceño, cubriendo la mayor cantidad de piel que sus pequeñas manos le permitieron.
–Entonces sal de la habitación.
–¿Por qué?
–Me pone nervioso cambiarme cerca de ti.
Y Thomas había bufado, porque al niño no le daba vergüenza aparecer desnudo pero si vestirse frente a él, era increíble.
Ahora ambos se encontraban en el mugriento y desgastado sofá de la sala, sin ni siquiera un pote de palomitas o algo comestible a la mano para ver la película que Will tanto había insistido que vieran, de hecho, no tenían nada comestible en su congeladora.
Aún tenían que ir de compras, Thomas hizo una nota mental de eso.
–No es culpa mía, tú terminaste con todas las provisiones–le acusó Will cuando Thomas comentó sobre su disgusto y la comida.
Y no podía negarlo, porque el pasar solo casi todo el día ahí le aburría y la mejor manera de des-aburrirse era, por supuesto, terminar con el refrigerador en tiempo record, de hecho, ¿Eso podía contar como un record? Thomas hizo también una nota mental por si acaso.
–Repíteme una vez mas donde conseguiste esta película–pidió, con Will dándole la espalda, pues se encontraba manejando manualmente la televisión. El control remoto llevaba meses perdido y ellos no habían movido un solo dedo para comprar otro.
–Este tipo, el amigo de Demian, vende películas baratas, creo que él y Demian tienen un acuerdo o algo porque él me la dio incluso más barata de lo que ya de por si las vende.
–Aja–comentó el otro distraído, viendo la portada poco convencional de la caja, algo tan sencillo como un par de chicos, pistolas, una vaca de fondo y un titulo difuso en un idioma extranjero que él no reconoció.
–No preguntes si no vas a prestarme atención–reclamó con un puchero.
Thomas asintió, sin hacerle mucho caso de nuevo.
William se sentó a su lado una vez que terminó, retirando lo anterior, pareció tener una mejor idea y se sentó sobre él. Thomas apretó los dedos en la cintura del más chico cuando este hizo presión en su entrepierna.
–Will…–silbó, pero el chico no le hizo mucho caso, y el decidió que lo mejor sería prestarle su total atención a la película, o al menos eso iba a intentar.
Esta comenzó y Thomas sintió al chico ponerse más inquieto en su regazo, con movimientos suaves y mortales, como si no supiera lo que hacía y Thomas quería matarlo.
Todo fue relativamente normal los primeros minutos, chicos en trajes vaqueros conversando en una cantina, sonriendo de más y siendo totalmente sexys.
Hubo un cambio de escenario y ahí fue cuando las cosas se pusieron feas…
De pronto sí que eran verdaderos vaqueros, montándose el uno al otro, con baba por todo el cuerpo y penes más grandes que los de los caballos.
Y si, se trataba de una película porno.
–Will ¿Qué carajo?–escupió Thomas impresionado, tratando de no mirar hacia la pantalla y en cambio mirando al chico que miraba al televisor como si fuera algo de cálculo matemático en lugar de lo que realmente era, y como si intentara callarlo, saltó sobre él, haciendo algo delicioso con su trasero–Oh, Will…–gimió, recomponiéndose cuando el chico le miro divertido–solo saca la maldita película.
Los gemidos comenzaban a perturbarle, y ese chico, era hasta cruel lo que le estaban haciendo con su trasero.
–Te juro que no sé lo que sucedió, yo pedí específicamente una película de acción entre vaqueros–Will parecía hablar con la verdad mientras ordenaba todo, pero esa casi sonrisa marcada en su rostro aun lo tenía inquieto.
–¿Por qué estaba viendo una porno gay?–se preguntó más para sí mismo, frente a él, Will parecía tan divertido-¿Qué hice mal en mis elecciones de vida para terminar en algo así?–chilló.
–Pues parece que te gustó–comentó, apuntando los pantalones de Thomas, donde su gloriosa y vergonzosa erección se dejaba ver como si la hubieran llamado específicamente a ella.
Su rostro se coloreó rojo y Will aplaudió, porque nunca había visto a Thomas tan avergonzado antes.
–Eres un inmaduro–gruñó para luego levantarse del sofá y marcharse al baño.
–¡Cuidado con el piso!
XXXX
Thomas decidió confrontarlo en la cena, bueno, cuando terminaron esta.
Habían improvisado un poco, debido a que su alacena estaba casi vacía no les había quedado otra opción más que esa, Will había sugerido comida china, pero Thomas odiaba la comida china. La odió luego de ver un documental en un canal de paga hace ya un tiempo, y la seguía odiando ahora.
Así que luego de una ridícula pelea que consto de argumentos estúpidos y Will cubriendo sus orejas pretendiendo no escuchar, terminaron preparando un sándwich de combinaciones extrañas, con las tapas del pan (que ambos detestaban completamente porque enserio ¿a quién le gustaban las tapas del pan?) atún, jamón, mermelada, aderezo y aceitunas como compañía, y si sonaba asqueroso lo era aun mas teniéndolo enfrente, pero ambos se habían retado mutuamente a terminarlo y no tenían opción.
–Voy a vomitar–dijo Will.
–Asegúrate de no hacerlo por mi lugar.
–Amable, podrías ser más amable-gruñó–solo por eso me asegurare de salpicarte todo.
–Eres un encanto.
Pero Will terminó comiendo más del sándwich cuando Thomas ya no podía más, convirtiéndose en el ganador indiscutible y tarareando una canción irlandesa.
–Era una competencia estúpida–gruñó el mayor.
–Lo dices porque perdiste–contestó el otro chico, dándole un mordisco a su sándwich, el cual dejaba de saber mal luego de un rato.
Thomas rodó los ojos, recordando interiormente algo que podría borrar esa sonrisa arrogante en el rostro de William de una vez por todas.
–Entonces todas esas estrategias extrañas que estás haciendo…–comenzó, los ojos de William se ampliaron, casi con miedo y Thomas se sintió victorioso–¿Son porque quieres tener sexo conmigo?
Will hizo un sonido extraño con la garganta, escupió lo que había tragado y ahora estaba hiperventilando en su silla.
Thomas corrió hasta el, golpeando su espalda y cuidando que el chico no muriera ahogado.
Will se recompuso, tomo un par de sorbos de agua para sentirse mejor y luego empujó la mano que Thomas tenía en su espalda lejos de él, mirándolo como si él tuviera la culpa de su casi muerte.
–Por supuesto que no–habló molesto, con los ojos rojos por las lagrimas que casi saco, Thomas reiría si Will no estuviese tan alterado–nunca querría tener sexo contigo.
–¿No?
–No, eres repugnante.
–¿Si?
–Absolutamente–habló de nuevo, siseando. Se reacomodo en su silla.
Silencio.
–¿Por qué? ¿Tú quieres?
Thomas no pudo soportarlo más y se echo a reír, William se puso rojo de la vergüenza y su puchero se hacía cada vez más visible.
–No tienes que reírte de mí–gruñó, llevando su alborotado cabello tras su oreja.
-Oh amor ¿Por qué no lo dijiste desde el principio?
William se puso aun más rojo negando con la cabeza, como si el tema le avergonzara ahora, y lo segundo que supo fue de él siendo arrastrando por Thomas hacia la habitación que ambos compartían.
–¿En serio vamos a hacerlo?–preguntó Will incrédulo, mirándolo con sus enormes y brillantes ojos color chocolate.
–Claro, pero primero tienes que lavarte la boca.
–Hecho.
Ambos se lavaron, sería un poco desagradable tener el gusto del sándwich extraño de Will entre sus besos.
Se sentaron uno frente al otro, con las luces apagadas, y de pronto ninguno parecía muy bien saber qué hacer.
Mas fácil decirlo que hacerlo ¿Eh?
William tosió un poco y Thomas rascó su nuca.
–Uh…Yo voy a besarte–anunció Thomas turbado, Will asintió sin decir nada.
La seguridad que Thomas parecía haber adoptado se esfumo con un “puf” porque ahora que recordó, el nunca había tenido sexo con un chico antes (exceptuando esa vez borrachos donde todo se dio por si solo), tal vez debió haber leído el manual aquella ocasión, pudo haber sido útil.
La forma en que se besaron fue casi un chiste, simples toques suaves y tímidos, ambos con los ojos abiertos y observándose como si temieran del otro.
–Esto es ridículo–anunció Thomas, Will asintió en completo de acuerdo.
Y bien, quizás tener sexo con un chico no era tan diferente a hacerlo con una chica ¿no? dos atributos menos arriba y un atributo de más abajo.
Pero Thomas sabía exactamente como complacer a ese atributo extra, ¡Que lo parta un rayo si no supiera!, el tenia el suyo propio que había complacido muchas veces antes.
Mantuvo eso en mente cuando se acerco a besarlo una vez más, esta vez siendo más…salvaje.
Will gimió bajo, entre sorprendido y complacido, gemido que fue ahogado por los ásperos labios y la lengua caliente adentrándose a su boca, proclamándose a sí mismo como el dueño.
Fue tan intenso y repentino que Will retrocedió, sintiendo sus pantalones de pijama apretarse casi de inmediato, avergonzado, decidió poner a Thomas en la misma situación erecta.
Su mano viajó hasta el interior de la pijama de Thomas, sintió la piel del mayor responder a su contacto, erizándose y tensándose bajo él, al ver que Thomas no hacía nada por detenerlo llevo su mano aun más abajo, tanteando, explorando, hasta que uno de sus dedos enredo con el casi inexistente vello púbico, sintió a Thomas erguirse.
Masajeó y apretó despacio, haciendo un recorrido de huellas dactilares antes de llegar al verdadero tesoro, lo sintió, duro y húmedo, levantándose para él, venas de varios colores en su palma.
Lo tomó entero, sintiendo su ancha longitud y a Thomas gemir ruidosamente contra sus labios, apretó la punta y procedió a masajear y jalar en un vaivén delicioso.
Thomas jadeó en su boca, sus manos ya estaban en el trasero de burbuja de Will, apretando más cerca y pellizcando sus nalgas poco a poco más rojas.
–Ah…–gimió.
Thomas llevó su boca hasta el cuello descubierto de Will y succionó, lento y profundo, sin dejar de empujar las caderas contra la mano de Will, dejó marcas y se encargo de personalizarlas.
Se deshicieron de sus pijamas, ambos encontrándose en solo ropa interior en pocos segundos, con la mano de William aún tocándole y él haciendo lo posible por tenerlo más cerca.
Will apartó la mano cuando Thomas comenzó un vaivén de falsas embestidas, sus erecciones duras y húmedas rozando con la otra, solo una fina capa de tela separándolos del verdadero placer.
–Oh, Tom–gimió sin respiración.
Humedad, podían sentir la humedad del pre semen en sus pieles, mientras Will dejaba marcas de uñas en la espalda de Thomas y este se encargaba de hacerlo en su pecho.
Se detuvo en sus pezones, sin detener sus embestidas, la ligera voz de Will rogando en su oído estaba poniéndolo jodidamente tanto, mordió el botón rosado y sensible, recibiendo a cambio un grito del menor y una sarta de maldiciones, lamió alrededor y sobre él, dejando suaves mordidas mientras bajaba por su torso, Will retorciéndose bajo el sin control.
De pronto, la cara de Tom se encontró de frente con la erección de Will, tan gloriosa y tan suya, besó sobre la tela del bóxer, sintiendo la humedad sobre sus labios y gimiendo ante el sabor, y Dios, todo estaba saliendo tan bien que parecía irreal.
–Voy a hacerte sentir tan bien–declaró, Will asintió, empujando insistentemente y sin aliento sus caderas hacia el rostro del mayor.
Ahora tenía un nuevo reto frente a él, no lo pensó demasiado, no lo hizo en lo absoluto. Se lo llevó a la boca, dando un par de golpecitos contra sus labios húmedos, y sin experiencia previa solo hizo lo que pensó le gustaría que hicieran con él, lamió todo a su paso, salado.
Will era tan salado y tan dulce al mismo tiempo.
William gemía como un loco, tan escandaloso que no hacía más que empeorar la erección de Thomas, verlo entre sus muslos, tan concentrado, solo le hizo llevar las manos y enredar sus dedos en su cabello, jalando cuando el placer era demasiado.
Se separó satisfecho luego de un rato, con Will, sudoroso y rojo a su merced, sus pezones duros y su pene rojizo y goteando, casi rogándole que hiciera algo.
Condones, ellos necesitaban condones.
Thomas siempre los llevaba con él en caso de cualquier situación y esta vez estaba jodidamente agradecido de ser un optimista de mierda.
Se coloco el condón, Will esperando por él con los ojos cerrados y la respiración agitada.
Tan hermoso.
Solo reaccionó cuando sintió esa pequeña gran molestia jugueteando en su entrada.
Se alejó de un brinco.
–¡¿Qué mierda estás haciendo?!
Thomas frunció el ceño, demasiado furioso y confundido por la interrupción.
Estaba tan metido en su papel y ¿Qué carajos?
–¿Qué mierda parece? Estaba a punto de hacer tus jodidos sueños realidad.
–Tú querías…–Will le apuntó, blanco de miedo en su totalidad, su dedo no dejaba de temblar y estaba en un estado de completo pánico–Tú querías profanar mi delicado cuerpo con esa cosa.
Thomas bufó, oh claro que lo hizo.
–¿Y qué es lo que esperabas genio? Es así como funciona, uno de nosotros tiene que ser “profanado”
Will le miró enfadado, como si estuviera hablando con un idiota.
–¿Y cuando decidimos que el profanado seria yo?
–Ya lo habías hecho una vez.
–Esa no fue mi pregunta–Thomas rodó los ojos.
–Nunca lo acordamos, yo supuse…
–Exacto, supusiste y te equivocaste.
–¿Me estás diciendo que todo este tiempo estuviste pensando que iba a dejar que me la metieras?–ahora Thomas estaba indignado.
Will bajó la mirada, mordiendo el interior de su mejilla para no decir algo de lo que se arrepintiera.
–Brasilio…
–Te mirabas tan dispuesto y desesperado en mis sueños…
–¿Qué mierda? ¡Soñaste que me la estabas metiendo asqueroso de mierda!
–¡No puedes culparme!
–Si puedo, ¡No puedes soñar conmigo sin mi consentimiento!–se alteró, tomando una almohada y lanzándosela con furia.
–No puedo controlarlo, además, te queda como anillo al dedo el papel de pasiva. Quiero decir, pareces recién follado las 24/7, alguien debe dártelo–declaró William calmándose, mirando su inexistente manicure y limpiándolo contra sus ropas.
–¿Por qué no te miras en el espejo campanita?
El rostro de Will estaba rojo, completamente rojo de la rabia.
–Está decidido que yo seré quien la meta–habló como un niño molesto, arrebatándole el paquete de condones de la mano y procediendo a ponerse uno–ahora sí, ven aquí.
-Alejas esa cosa de mí o juro que la arranco y te la doy de comer-amenazo apuntándole con desprecio.
–Sí, pues no decías eso cuando estabas ahogándote con ella.
Thomas frunció el seño, abriendo la boca a más no poder, luego se fijo en su propia erección, no, ya no había erección ahí.
-¡Mira lo que has hecho! ¡Acabas de matarla! Tu niño estúpido acabas de matar el ambiente.
–Si te refieres a tu pene en forma femenina como no esperas que confunda los papeles–se burló William en voz alta–además, admite que esa cosa mide lo mismo muerta que parada.
–Oh…no lo dijiste.
–Lo dije y me enorgullece.
Thomas se levantó de su lugar, tomando la ropa del suelo y luciendo totalmente molesto.
–Es el colmo, no voy a tener sexo contigo.
–Eres mi novio, es lo que hacemos–recordó con tono chillón.
–No hasta que dejes tu actitud de marica y me dejes entrar.
–¡No vas a entrar! hemos quedado claros en que no eres el único que quiere entrar aquí–gruñó.
–¿Disculpa? Yo definitivamente no te voy a dejar entrar tampoco.
Will sentía que podría gritar.
–Es todo, voy a llamar a Alex.
–¿Y qué cojones tiene que ver esa chiflada aquí?
–Ella va a decidir quién da y quien recibe–dijo William como si fuera obvio.
–¿Y quién le dio ese derecho?
·Tú, desde que te comportas de esta manera.
Thomas bufo:–como sea.
William marcó el número que se sabía de memoria, su erección no estaba tampoco, genial, y al tercer timbre Alex contestó.
–¿Qué?–gruñó sonando adormilada.
–Oh, ¿estabas dormida?
–Sí, así que espero que sea algo importante porque…
–Thomas y yo casi tuvimos sexo–soltó de pronto, a su espalda, Thomas golpeó su cara contra su propia mano.
–¿Y a mí que me importa lo que ustedes hagan?
–Sí, bueno, todo termino fatal porque ALGUIEN decidió que no era lo suficiente digno para que yo entrara en su agujero feo, quiero tu opinión.
–¿Estamos hablando de ti?–preguntó fastidiada, del otro lado de la línea.
–¿Qué? no Alex, hablamos de Tom.
–¿Tú querías penetrar a Thomas?–se burló–lamento informarte que estamos en paginas muy diferentes Will.
–¿De qué lado estas?– preguntó exasperado.
–Del tuyo siempre, pero vamos Will, tu eres lindo, necesitas urgentemente ser penetrado.
Thomas reía de lo más divertido a su espalda y eso no podía ser más humillante.
–Nadie pidió tu opinión.
–Tú lo hiciste, de hecho, llamaste para pedírmela.
–Que tengas buenas noches.
–Oh, no cuelgues, olvide decirte que…
–Buenas noches Alex.
Ni siquiera quiso girarse para ver la expresión en el rostro de Thomas, le bastaba con escuchar su risa para sentirse así de molesto.
-Vamos bebe, podemos volver a intentarlo…
Will le hizo una seña para que se callara.
Nunca, tan humillado.
Próxima actualización: 23 de Febrero
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