16- Corazón enfermo
Al principio resultó de lo más extraño e incomodo que habían hecho desde que se conocieron, pero con el pasar de los días, ambos aprendieron a convivir sin palabras. Will, él todavía estaba aprendiendo.
Thomas salía por la mañana y no volvía hasta luego de su horario de trabajo, era como si solo se pasara allí para dormir, y de el poco tiempo que pasaban realmente juntos, el cual se habia vuelto limitado, Thomas hacia lo posible para no hablarle, como si no fuera lo suficientemente malo ignorarse mutuamente y tener a un Adulto-niño enojado. Dos días más tarde Will también había adoptado ese estado, como si hubiese comprendido que todo eso era culpa de Thomas y cuando lo veía pasar le volteaba la cara de la forma más indiscreta posible, Tom solo lo pasaba de largo, ni siquiera molestándose en ver su rabieta infantil completa.
Belle fue un par de veces, no había cumplido el vengarse de Thomas, no le vio caso, Thomas se había disculpado y además, pasaba la mayor parte del tiempo fuera, así que ella solo visitaba al chico de hoyuelos. Lo mismo para Demian y Alex, esta última no pudo evitar la tentación de preguntar, al no recibir respuesta de Will, adoptó su actitud de detective y se propuso a investigar por su cuenta lo que sea que haya sucedido entre los dos, pero no encontró nada.
Will lo encontraba ridículo, la actitud de Thomas, todo era ridículo. Pero él no diría nada, corría el riesgo de que Thomas finalmente decidiera que su estancia estaba tan finalizada como su amistad y se iría. Will no quería perderle, aun si no se hablaban, él no se permitiría así mismo perder a Thomas por completo. No diría nada.
Las cartas, ellas seguían siendo constantes. Cada dos días, a veces cada cuatro una aparecía en la puerta, con el mismo testamento de siempre, tachando a Thomas de asesino, amenzando y tratando de asustarlo. Thomas las guardaba todas bajo el colchón de su habitación, había descubierto su patrón de llegada y siempre se aseguraba de que Will no las viera. Will estaba demasiado ocupado actuando ofendido y mordiéndose la lengua para no explotar como para fijarse en la correspondencia.
Esa tarde estaba parcialmente nublada, no faltaba demasiado para que cayera la noche, Thomas llevaba toda la mañana y parte de la tarde leyendo en su habitación, no había salido más que para coger un par de provisiones en la cocina.
Era uno de los tantos libros que Will guardaba en su habitación, había entrado a hurtadillas una noche anterior, ni siquiera leyó el titulo del libro pero agradeció su buena visión en la oscuridad cuando lo vio sobre una repisa, era lo único que la ocupaba, ahora no se estaba arrepintiendo.
Por otro lado, la casa se sentía más silenciosa de lo que nunca estuvo, Will había salido desde la mañana con Demian.
Dejó el libro a un lado y apretó sus dedos contra sus parpados cerrados, leer tantas horas seguidas le había provocado dolor en los ojos, estaba casi seguro de que comenzaba a ver doble.
Se acomodó en el colchón y se dispuso a dormir, pero el sonido de la puerta principal ser abierta bruscamente le sobresaltó, un par de maldiciones en voz alta y reconoció las voces de Demian y de Will, sonaban alteradas y el no supo si debía bajar o quedarse allí.
Antes de decidirse, el destino decidió por el y la puerta de esa habitación se abrió de la misma manera que la anterior.
Entonces los vio, Demian con dos cosas, una expresión molesta y con Will a cuestas, este último, con sangre reciente por casi toda la cara y la camiseta rota.
Thomas se incorporó de forma inmediata casi resbalándose en el proceso, barrió a ambos con sus ojos grises y manos ansiosas sin saber qué hacer.
–Ayúdame a acostarlo–suplicó Demian, Thomas se acercó ignorando las miradas de reproche que Will le mandaba y le ayudó a colocarlo sobre la cama.
–Auch, auch, auch. Me lastiman-se quejó Will.
–Créeme que si no estuvieras tan demacrado yo mismo te patearía el trasero.
–¿Qué sucedió?
–El imbécil es un suicida–habló Demian con la respiración entrecortada, se llevó una mano a sus cabellos rubios, jalándolos con exasperación–Provocó y buscó pelea con un mastodonte que le doblaba la altura.
–Lo habría hecho trizas–reclamó Will desde la cama–si me hubieras dejado solo y no hubieras metido tu nariz en donde obviamente no te necesitan.
–Estabas jodidamente llorando y casi gritando mi nombre en desesperación, "obviamente" si me necesitabas–le gruñó Demian, tratando de controlar su respiración–las gasas y el algodón están en tu habitación ¿no?
–Pudiste llevarme allí en primer lugar-respondió sarcástico.
–Olvídate de eso, vuelvo en un segundo.
Thomas, quien había quedado en segundo plano hasta ese momento, en el segundo en el que Demian abandono la habitación dirigió sus ojos hacia el cuerpo de Will.
La sangre venia de su nariz, de su ceja y su labio superior, no tenía los ojos de otro color más que del natural y agradeció eso, bajó su mirada hasta su camisa hecha rajas, la piel lechosa de Will estaba cubierta de golpes de todo tipo, como si el chico al que se había enfrentado hubiera decidido causarle más daño en ese lugar que en cualquier otro.
Subió a su rostro de nuevo y el aire se quedo atascado en su garganta, Will ya lo estaba viendo serio y en silencio, se observaron durante varios segundos hasta que Will bufó y aparto la mirada.
Thomas reprimió una sonrisa.
El podría cansarse de todos, de sus voces chillonas y sus estúpidas vidas, excepto de él, Thomas no podría cansarse de él.
–Will ¿estás seguro de que tienes 18 años?–irrumpió Demian, con sus brazos llenos de algodones, gasas y alcohol etílico, en una de sus manos sostenía un paquete de banditas. Thomas rápidamente intuyó a que se refería su pregunta, todas las banditas tenían imágenes de dibujos animados, esta vez sus emociones lo traicionaron y sonrió, eso era algo tan de Will–como sea, ven aquí.
Thomas se acercó, queriendo ayudar, casi luciendo desesperado, sin poder controlar donde debería poner sus manos, pero una sola mirada de Will lo apartó. El menor no se veía con el humor de tenerlo cerca.
De hecho, se veía con mucho humor de levantarse a pesar del dolor y enfrentarse a él también para variar.
Se situó en una esquina de la cama, observando impaciente e incluso impotente como Will se dejaba tocar y curar por las manos de Demian.
Demian era suave y amable, sabia como tratar a Will, contaba chistes mientras le curaba para así desviar la atención y se aseguraba de que el niño no pusiera atención a otra cosa que no fueran sus bromas. Will reía bajito y sus ojos se volvían brillantes por segundos, parpadeaban con una felicidad inocente.
Demian lo miraba con tanta dulzura, paso su mano sobre la frente del más chico y dejo un beso sobre ella.
-Eso fue innecesario-comento Thomas irritado desde su lugar.
De pronto sentía sus manos hormiguear, lo único que recibió fue una mirada en blanco de Demian y ni una sola de parte de Will.
Cuando Demian hubo terminado con su rostro, pasó directamente a su torso, desgarrando lo que quedaba de la camiseta y tirando el resto en algún lugar.
Thomas pudo apreciar mejor los moretones, contó nueve de ellos y fueron suficientes para hacerlo sentir enfermo.
Demian procedió siendo tan cuidadoso como antes, cuidó de Will y de su cuerpo pequeño, cuando terminó Will tenía una sonrisa satisfecha en su cara y los ojos cerrados con tranquilidad y paz.
-Con eso estarás bien-comento Demian poniéndose de pie, Will asintió en su lugar, pasó la mano una vez más por la frente del castaño, solo para ver las reacciones molestas de Thomas y pudo escuchar un gruñido hostil desde su lugar-me iré ahora, dudo que si sigo tocándote tu amigo aquí no me arranque la cabeza.
Thomas bufó y Demian se despidió de ambos, luego salió por la puerta.
Si el ambiente era tenso antes se puso aun más tenso cuando Demian dejó la casa.
Thomas no quería mirar a Will, solo...no quería, pero su mente era débil y cuando sus ojos se posaron en la anatomía del castaño este ya lo estaba viendo.
De nuevo el silencio y sus miradas duras eran lo único permanente allí.
–Me gustaría que me explicaras porque lo hiciste-habló entre molesto y preocupado, Will rodó los ojos.
–¿Ahora si te importa?
–Estas herido.
–¿Y tenía que pasar algo como eso para que te importara?–exigió saber–no seas hipócrita.
Thomas le miró estupefacto, debatiéndose interiormente si debía preguntarle si lo hizo por él, para que lo notara, pero antes de hacerlo, Will ya estaba llorando.
Eso lo descolocó aun más.
Se sintió torpe, como si su presencia ahí no hiciera mas que empeorar las cosas.
Thomas se acercó a él en grandes zancadas, se sentó a su lado y envolvió a Will en un fuerte abrazo, Will se quejo contra él y Thomas maldijo en su interior por ser tan impulsivo y estúpido, aflojó el agarre, sus brazos estaban flotando alrededor, casi sin tocarlo, pero el abrazo seguía ahí.
Will estaba temblando, sus sollozos eran ahogados y Thomas apostaría todo lo que tenía a que Will estaba haciendo lo posible por no ser tan ruidoso.
–Detesto verte llorar.
–¿No sería irónico que tú fueras la causa?
Thomas negó con la cabeza y se alejo de él.
–Lo siento.
–Yo detesto que me ignores.
–Lo siento–repitió.
Will le miró entonces, las lágrimas empapaban su rostro, sus mejillas estaban rojas y Thomas solo...solo pensaba en decirle lo hermoso que seguía luciendo así.
–No lo sientes–gruñó–no te importa, a ti no te importa nada, solo te importas tu mismo e intentaste matarte, eso lo dice todo.
Thomas sintió un hueco en el pecho y apartó la mirada, Will estaba siendo completamente serio.
-Tú me importas.
No obtuvo respuesta, sus ojos se posaron en el libro que había estado leyendo hasta hace unos minutos y lo tomó en sus manos, alzándolo para que Will lo viera también.
–Yo... Tomé esto prestado, creo que era lo más decente que tenias en tu biblioteca–rió–como sea, creo que es interesante y si ya lo has leído podríamos hablar de el...
La cara de Will se tornó blanca apenas observo el libro, sus ojos abiertos, lo ultimo que Thomas captó fue a Will arrebatando bruscamente el libro de sus manos.
–¿Pero qué...?
–Era el libro de Sam–explicó, barriendo sus ojos marrones desde el libro hasta Thomas varias veces–me lo obsequió en mi cumpleaños número quince, era su libro favorito y me lo dio–frunció el ceño y sus ojos se humedecieron de nuevo–Algo de literatura decente–pareció citar, Thomas no estaría seguro–Es mi favorito Will, y se que tienes buen gusto, estoy seguro de que lo vas a amar.
Thomas se quedo mudo, porque Will solo acababa de citar a Sam.
–El chico... el chico que me golpeo lo conocía, lo había visto con él un par de veces–admitió cabizbajo, sus dedos volviéndose blancos contra la pasta del libro.
Thomas asintió en silencio.
–¿Lo golpeaste porque te recordó a Sam?
Thomas sabía la respuesta, pero necesitaba preguntar, Will se encogió de hombros.
–Me recordó... me recordó lo feliz que solía ser y lo feliz que hacia a la gente, el chico estaba riendo y yo solamente vi a Sam haciendo una broma y riendo con el, el resto se dio solo.
–Will no puedes hacer eso, no puedes ir y golpear a cualquiera que te recuerde a tu hermano–se detuvo de forma abrupta apenas dándose cuenta de su error, se supone que él no sabía que eran hermanos, Will nunca lo mencionó y el lo supo por Alex. Esperó a que Will enloqueciera, pero este permaneció sereno, sus ojos lo miraban con tanta intensidad que sintió que podría vomitar mariposas.
Will lo beso de pronto y Thomas se alegro de saber que aun sabía algodón de azúcar.
Se besaron durante varios segundos, el sabor dulzón mezclándose con el sabor salado de las lagrimas del menor.
Se separaron, pero Will no se apartó del todo. Lagrimas, Will parecía estar hecho de ellas.
Se quedaron en silencio por un par de segundos, solo respirando, existiendo uno junto al otro.
Habia algo en la mirada de William, anhelo, melancolía, tristeza, todo junto en los ojos mas bellos que hubiera visto jamas.
-Will sabes...-los ojos de Will se ampliaron, Thomas estaba por cruzar una linea-sabes que yo no soy Sam ¿verdad?
Lo dijo, no hizo nada por evitarlo. Las lágrimas aún seguían en los ojos de Will cuando este asintió miserablemente.
–Tienes sus ojos.
–Eso es imposible–Thomas le sonrió con dulzura y el menor negó frenético, las lagrimas ya habían abandonado sus cuencas y vagaban por su piel y él ni siquiera lo había notado.
–Son grises y vacíos, así eran los suyos.
Thomas suspiró, su mano descansaba en su pierna y notó que temblaba ¿Cuándo es que había comenzado a temblar?
–Así que es eso, misterio resuelto, siempre me viste como un reemplazo.
Will negó desesperado.
-No, tú no eres el reemplazo de Sam, no quiero que lo seas, quiero que seas Tom, porque yo amo a Sam, pero también te amo a ti, y te amo como Tom.
–Esa es la declaración de amor más patética del mundo–se burló golpeándolo suavemente en el brazo y se sintió satisfecho al verlo quejarse.
–No lo arruines.
Will sonreía, estaba sonriéndole de nuevo y Thomas de pronto no entendió porque todo el mundo miraba hacia arriba cuando hablaban de las estrellas, si la estrella más bonita estaba en la tierra.
Si esa fue la manera en la que Will admitió cuan enamorado estaba de él, la manera en la que Tom se lo dijo fue besándole, con ímpetu, amor y cariño.
Le amaba completamente, a él, a su pequeño cuerpo, a su mente débil, su cuerpo frágil y a su corazón enfermo.
Bien, aquí esta el capitulo prometido, y subiré el siguiente mañana porque si les soy sincera tuve un día larguísimo y solo quiero acostarme y no hacer nada mas.
Próxima actualización: Mañana(?
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