14- Abigail, la chica arcoíris

Los parpados de Thomas pesaban una tonelada cuando los abrió en la mañana, también sentía como si hubiese lava ardiendo dentro de ellos. Estaba exagerando un poco, pero de verdad se sentía como si fuera a morir, Will seguía a su lado, durmiendo y siendo inconsciente del lio en su desastrosa cabeza, seguramente sufriría una resaca más tarde al despertar.

Miró a un punto indefinido por quien sabe cuántos minutos, con la mente en blanco. No se atrevía a pensar o a recordar, no quería, sabía que iba a doler, aún dolía.

Blanco, eso estaba mejor, mucho mejor que gris.

Se levanto por fin, decidiendo que darle vueltas no iba a llevarlo a nada, había sido tan estúpido al creer que eso había terminado.

Se dirigió a la cocina e intento preparar algo para cuando Will bajara hambriento y probablemente quejándose del dolor,  se burlaría de él, llamándolo perdedor y haría como si nada de la noche anterior hubiera pasado, ni siquiera el beso, ni la carta, mucho menos eso.

Apretó los parpados con furia y frustración, de pronto sintió una comezón extraña en las manos y alto, era una mala idea cerrar los ojos mientras trabajas con aceite caliente.

Will bajo un poco después, quejándose como Thomas predijo, con sus manos en la cabeza y una mueca que decía claramente "no molestar".

Se sentaron y almorzaron en silencio, Will con la presencia del sueño todavía en su cara y Thomas mirándolo con burla.

El sonido del timbre en la puerta principal los sobresaltó a ambos y también hizo a Will gruñir molesto. Miraron hacia ella al mismo tiempo, espeluznante si lo mirabas por fuera, Will le miró significativamente, como si fuera su culpa que estuvieran molestando tan temprano.

–Sí, lo entiendo enano, yo voy.

Al abrirla se encontró con una pequeña criatura, mucho más pequeña que Will, una chica que no pasaba del metro sesenta. Llevaba su cabellera rubia atada en una coleta hecha de listones de muchos colores, tenía un montón de estos también atados en su muñeca como pulseras, nadaba en un suéter blanco mucho más grande que ella, sus ojos eran grandes y grises, era tan linda y pequeña como un frijolito, sus mejillas estaban rosadas y Thomas sabia que se debía al frio, también sabía que la había visto antes, pero no podía recordar donde.

–Hola–saludó ella, frunciendo el seño al no reconocerlo. Intentando localizarlo en sus recuerdos pero sin dar con él, tal vez se sintió un poco apenada, Thomas la vio jalar un poco de un listón en su muñeca–¿Esta Will?

Su voz era aterciopelada y dulce, todo en ella era dulce.

Thomas la miró con desconfianza, nunca le gustaron las cosas dulces.

–¿Quién eres?

Ella no respondió, Thomas odiaba repetir dos veces la misma pregunta, entonces iba a preguntarle directamente si era sorda o solo estúpida, pero antes de hacer algo como eso sintió el aroma de Will a su lado. Lo miro dándose cuenta de cómo ellos intercambiaban miradas de reconocimiento.

–¿Abi? ¿Qué haces afuera con ese suéter tan delgado?–su voz sonó tan preocupada y como si reprendiera a su propia hija–pasa, está muy frío allí fuera.

Abigail, ella era la mentada ex novia de William. Por la que se había intentado quitar la vida hace unos cinco meses o más, no era nada como la había imaginado, como una puta de dientes afilados y ojos rojos.

Ahora observaba como Will le hablaba como si nada hubiese ocurrido y la invitaba a pasar. Lo observó intentando comprender el comportamiento de Will, no lo hizo así que solo cerró la puerta.

Will la llevo al sofá y ella parecía tan familiarizada con la casa que hizo el camino hacia allí por si misma, como si ya hubiese estado allí antes, pero Thomas sabía que no había sido así, no al menos durante los últimos meses.

No había ni un poco de incomodidad entre ellos, y era tan extraño, y admite que se sentía un poco decepcionado. Había tenido ese extraño sueño un par de veces donde Will y Abigail se reencontraban y peleaban entre ellos a muerte, con rayos láser y espadas Jedi y Tom siendo el espectador principal.

-¿Qué estás haciendo aquí?-Thomas pregunto mordaz, celoso de la atención que ella estaba recibiendo.

Ella se encogió asustada en su suéter, sus ojos grises brillaban como los de él nunca habían brillado. Era tan linda, mierda, Abigail era tan hermosa que el apenas podía mantenerse estable.

–No seas así Tom–suplicó Will mirándolo directamente. Thomas trato de ignorar esa punzada que sintió en su corazón, ese dolor entrañable que le recordaba cuando perdido estaba, al ver como Will la observaba de forma tan cariñosa. Tal vez no la tenía tan superada después de todo.

Y Thomas lo entendió cuando la vio sonreír para calmarlo, ella tenía una sonrisa capaz de iluminar mil ciudades.

Sinceramente, ella era totalmente como la versión femenina de Will.

–No pasa nada–dijo la rubia balanceando sus pies, Thomas suspiró asintiendo y camino hasta la cocina, recogió los platos aun llenos en silencio. Había perdido el apetito y dudaba que Will apareciera para seguir desayunando, estaba muy ocupado riendo en la sala con Abigail.

Recogió también las pastillas para el dolor de cabeza que había sacado para Will, tampoco parecía necesitar de ellas ahora.

El timbre volvió a sonar luego de un rato, él también fue a abrir, pasando por la estancia principal. Sus pupilas se inundaron al verlo ahí, tan fresco, tan él, sonriendo, no pudo evitar pensar en lo patético que seguramente se miraba ahí parado.

Detrás de la puerta, de nuevo, se encontró con una presencia femenina, pero esta no le puso tan nervioso como la ultima.

Jalo el brazo de Alex hacia afuera y cerró la puerta tras ellos, ella llevaba una bolsa de plástico en sus manos, su cabello corto como un desastre y nada de maquillaje en su rostro.

–¿Qué sucede?–preguntó divertida, su sonrisa lo calmo, le tranquilizo ver que ella podía ser linda sin hacerlo enloquecer como Abigail–estaba preocupada por Will como ayer lo dejamos solo, y ya sabes, escuche rumores–Thomas no respondió, solo la miró en silencio–¿Entonces puedo pasar o me vas a ver así toda la mañana?

–No–se apresuró a decir–acompáñame, quiero caminar un poco.

–¿Está todo bien?–preguntó escéptica, intentando pasar de nuevo.

–Sí, pero dudo que si entras Will te preste un poco de atención, está muy ocupado con su ex novia–él no quería que su voz saliera de esa manera, no como si estuviera quejándose de algo, no cuando no tenía derecho de quejarse de algo.

Pero demonios ¿Por qué Will le había besado y le había dicho que le amaba la noche anterior si iba a ignorarlo por estar con su estúpida noviecita esa mañana?

–¿Abigail esta allí?–la sola mención del nombre le incomodó–no puedo creerlo ¿Por qué esa perra está adentro?–pero sinceramente, eso le incomodó aun mas.

–¿Es ella tan perra como dices?–preguntó temeroso de haber dejado a Will con una persona así.

Alex dejó escapar una risotada, no muy amable de su parte, pensó él.

–No, en realidad Abigail es un encanto, es como Will en versión chica, pero un poco más torpe. Lo que la hace una perra, es simplemente el hecho de que hizo a Will llorar, nadie hace llorar a mi mejor amigo–Thomas suspiró, pero no se sintió aliviado–si tanto odias estar aquí podemos dar una vuelta alrededor, estas muy ansioso y eso me pone ansiosa también.

Thomas asintió, agradeciéndole con la mirada y ella le regaló una sonrisa simpática.

Caminaron un rato, en completo silencio, solo con el sonido de la bolsa de plástico que Alex sujetaba siendo golpeada contra su propia pierna por el balanceo.

Thomas no podía dejar de pensar, Will y Abigail solos, y Will pareciendo tener solo ojos para ella otra vez. Le dolió, pero le dolió mas escucharse preguntando.

-¿Cómo se conocieron?

Alex le miró desde abajo, sus ojos cafés inspeccionándolo. Él no necesito decir nombres para que ella entendiera a lo que se refería. La pregunta parecía tan extraña viniendo de su boca, y lo era, que después de todos esos meses viviendo juntos Will aún no le hubiera contado de la razón por la cual se habían conocido en primer lugar.

–Fue un poco después del asunto de Sam, eso seguía fresco y...

–¿Sam?–eso sorprendió tanto a Tom que hasta después de haberlo dicho se dio cuenta de que debió permanecer con la boca cerrada, casi había olvidado ese nombre, no había vuelto a escucharlo de la boca del niño desde el día de la visita de su padre.

Sam.

–Sí, Samuel...-ella se detuvo, mirándolo una vez más, abrió la boca como si no se lo creyera–¿no sabes lo de Sam?

El negó, apenado, esperando que con eso ella se lo contara, pero Alex permaneció callada, mirando la calle desierta que se extendía frente a ellos.

–No puedo contártelo–decidió luego de unos segundos.

–¿Por qué no?–no pudo morderse la lengua.

–Si William ha decidido no contártelo es por algo, yo no soy nadie para decidir sobre eso.

Thomas suspiró comenzando a exasperarse.

–Lo he intentado, no voy a conseguir nada de la boca de Will, la ultima vez enloqueció–ella le dio una mirada horrorizada y el supo que dio directo en el clavo–no pude ayudarlo, el no saber nada sobre el tema me hace difícil ayudarlo.

Estaba siendo un egoísta, el lo sabía muy bien, pero no estaba mintiendo del todo. Su quería ayudar a Will, pero también quería saciar su morbosa curiosidad, había hecho tantas teorías que se iba a volver loco.

–No sé–ella dudo, viéndose arrinconada, Thomas la tenia arrinconada.

–Por favor Alex.

–Thomas entiéndeme, no puedo...

–Quiero ayudar, déjame ayudar–aunque ciertamente, el no tenía idea de a que debía ayudar con exactitud.

Ella lo miró una vez más, terminó por asentir.

–De acuerdo, te lo contare si tú me prometes que no mencionaras a Sam nunca delante de Will otra vez y que no has oído nada salir de mi boca.

Eso no fue tan difícil, a Alex le gustaban los chismes tanto como hacerse la interesante.

Tom prometió, incluso lo juro, hambriento por saber.

–Entonces sentémonos en algún lugar, mis piernas me duelen y no quiero decirte lo que está sucediendo entre ellas.

Asintió, siguiéndolo hasta una banca en un parque cerca de ahí, vacío, porque hacia tanto frío para que los niños fueran a jugar y porque nadie salía a esas horas de la mañana.

Thomas notó el rostro sereno de Alex contraerse en una mueca extraña cuando tomaron asiento en la banca fría, casi como si sufriera.

–¿Qué sucede?–le preguntó frunciendo el ceño.

Ella lo miró como si agonizara por dentro.

-Estoy en días de guerra, compañero.

Él rio forzosamente, suponiendo que se trataba de un chiste, se vería como un idiota al no entenderlo.

–¿De qué hablas?–preguntó de todas formas.

–Es fácil-ella rodó los ojos–¿Qué se hace en las guerras?

–Asesinan–contestó sin entender el punto.

–Se derrama sangre–le aclaró, mirándolo seria.

El la miro fijo por unos segundos, tratando aun de entender, hasta que luego de un rato, y ella se fijo, una mueca de asco apareció en su rostro de forma casi mágica, dirigió una rápida mirada a la bolsa que la chica sostenía y viendo a través del plástico todos los paquetes de toallas femeninas.

-Así que, haz un comentario fuera de lugar durante mi historia y voy a golpearte con la que estoy usando justo ahora.

Él asintió rápido, aunque sabía que Alex no haría algo así, considerando la actitud pasiva-agresiva de la chica, tenía que tomar sus precauciones.

Alex dejo salir un largo suspiro luego de eso, cepilló su cabello corto a un lado y habló:
–Sucedió hace dos años o más, cuando conocí a Will ya le conocía a él, a Samuel, su hermano mayor. Era de hecho adorable, como Will parecía hacer cualquier cosa para obtener su aprobación, siempre intentaba ser como él o hacer las cosas que le gustaban a Sam, eran como inseparables, Will era algo retraído y durante ese tiempo no hablaba mucho, Sam era más extrovertido y amigo mío y de Demian en primer lugar.

>>La primera vez que vi a Will fue en su propia casa, era tan tímido y pequeño para tener 16 años, era fácil de querer, aún lo es, Demian y yo lo adoramos al instante, siempre fue un imán de atención femenina, pero el solo tenía ojos para Sam.

>> Sam siempre había sido responsable, así que fue extraño para todos nosotros cuando comenzó a faltar a clases y no decía nunca el porqué, desaparecía por las noches y no volvía hasta un día después. Will siempre lo esperaba despierto, durante ese tiempo Sam se veía ausente y como si le diera vueltas a algo todo el tiempo, y un día simplemente no volvió de sus rondas nocturnas.

>> Y Will se volvió un desastre, estuvo llorando por los alrededores por los siguientes días, todos estábamos preocupados pero Will, el solo...-Alex se detuvo abruptamente, Thomas la sintió tragar saliva y ponerse tensa a su costado-la investigación sobre su desaparición se cerro un año después y lo dieron por muerto.

Thomas sintió un agujero formarse en el lugar donde se encontraba su corazón.

–Will enloqueció, no quiso aceptar nada que viniera de ellos, lo vi recortar el rostro de Sam en cada foto que tenían juntos y actuar como un demente. Will creía que Sam lo había abandonado por ser un mal hermano, enloquecía cada vez que alguien nombraba a Sam y con el tiempo dejaron de hacerlo.

>>Ahí fue cuando conoció a Abigail, ambos estaban sufriendo un abandono de diferente tipo. La ruptura de Des y Abigail había sido reciente, el la había engañado tantas veces y ella no pudo soportarlo después. Llevaban juntos años y él la dejo de un día a otro, Will la encontró un día, a la sombra de un árbol, lo que Will me dijo que le dio fue una rosa en un listón amarillo "porque ella era una niña linda y odie verla triste"

>>Al día siguiente el listón de la rosa estaba en su muñeca, lo hizo con cada rosa envuelta en un listón que Will le daba, y él lo reemplazo. Reemplazo el dolor que sentía por la pérdida de Sam con las ganas de ver a Abigail sonreír otra vez, y comenzó a odiar a Des, era gracioso, Desmond había sido amigo de Sam y le tenía un extraño cariño a Will, nunca respondió de mala forma los insultos de William.

>>Poco a poco ella sonreía de nuevo, cuando Will estaba a su lado, ya no se sentía molesta con Des, incluso les vi hablar un par de veces sin gritos o llanto de por medio. Ella y Will salieron cerca de un año, después ella lo dejo de la misma forma que hizo Des con ella, repentino y sin explicación, Will fue un grifo viviente luego de eso.

Ella frunció el ceño y se llevo su mano de uñas mal pintadas a la boca, mordisqueándolas, era tan poco femenina.

–Siéntete afortunado de que sea tan chismosa, es todo lo que se.

Thomas asintió, cuando volvía a casa de Will horas más tarde, llevaba una caja de donas en una mano y una bolsa de bebidas en la otra, se había pasado por casa de Alex y ella le había dado suministros que consideraba infaltables (pan y bebidas), como no.

Serian alrededor de las 10 de la noche cuando Thomas se detuvo frente a la puerta, rezó internamente porque Abigail ya no se encontrara ahí, al parecer sus oraciones mediocres fueron escuchadas, porque cuando entro lo único que vio allí fue a Will descansando en bóxers y una camisa interior blanca en uno de los sillones de la sala.

–¿Todo bien?–preguntó al entrar, chequeando su alrededor de forma rápida para asegurarse que todo estuviera en su lugar.

Will ignoró completamente su pregunta y se acerco a husmear en las bolsas como un niño pequeño, con ojos brillantes y su nariz olfateando como si buscara un premio, sacó las botellas de alcohol.

–Ah, eso, Alex creyó que tal vez las necesitarías–comentó, Will la alzó sobre su cara y le observó a través del cristal–pero yo te veo muy bien...bueno, no del todo bien, pero eso es porque eres Will.

Will no respondió.

–O no...estas bien ¿cierto?

El asintió, mirando a Thomas​ con una sonrisa y hoyuelos.

–Bebamos juntos.

Y por más extraño que suene, Thomas ya se lo venia venir, no se hizo mucho del rogar y acepto de forma inmediata. Necesitaba un trago, y necesitaba a Will lo suficientemente inconsciente como para contestar un par de preguntas, de Sam, seria ahora o nunca.

Pero no calculó que en poco tiempo después el inconsciente no solo seria Will.

Reían como dos idiotas mientras sus cuerpos se balanceaban graciosos de un lado al otro, sin equilibrio, de ida y vuelta, sus manos flojas y sus ojos brillantes.

Will se recostó sobre el piso, fingiendo hacer un ángel con la suciedad y haciéndola pasar por nieve en su mente borracha.

–Soy un ángel–exclamó divertido para luego echarse a reír, acompañado de la risa ronca de Thomas, quien abrazaba una de las botellas contra su pecho como si se tratara de un tesoro, nada ni nadie lograría arrebatársela.

–Eres un ángel estúpido–afirmó Thomas.

–Soy el puto rey.

Y solo segundos más tardes un silencio les envolvió, Will descansando contra el piso y Thomas dando un par de tragos mas a la botella.

–¿Aún te importa?–preguntó Thomas arrastrando las palabras. Will le miró desde el piso, sin entender, y Thomas fingió ignorar la picazón que sintió en el cuello y en el cuerpo en general–Abigail ¿Aún te importa?–más que pregunta sonaba a queja, un tono innegable de reproche en su voz.

Will rio desde su lugar, una risa tan histérica como si le hubieran contado el mejor chiste de su vida.

se recostó sobre el piso frió y murmuró por lo bajo.

Asintió.

–Joder, me importa mucho–respondió alegre, aún quedaba un deje de melancolía en su voz.

Thomas sintió algo apretándose y retorciéndose en su pecho, podría ser su corazón o la botella contra su piel, el no lo sabía.

Así que, lo que Will había dicho una noche anterior pudieron haber sido solo mentiras. Si, no se sentía decepcionado, por supuesto que no.

La vio en sus peores momentos, ella incluso le había ayudado a superar la muerte de su hermano, era imposible que Will se olvidara de algo como eso de la noche a la mañana.

–Pero es injusto, tú me importas más–sonrió triste, alzándose en su lugar y sosteniéndose a sí mismo con los codos–Tu eres mi primera opción, siempre–gruño, arrugando su frente–por una vez, me gustaría considerarme tu primera opción también.

Entonces se enfrentó a sus ojos, a esos ojos grises y vacíos que nunca mostraban más que soledad, estaban mostrando algo, por primera vez, y se sentía tan nervioso.

se observaron fijamente, luego todo a su alrededor se volvió pesado, como si quisiera comprimirlos, aplastarlos y no dejarlos ir.

Thomas le regalo una sonrisa guasona, se lamió los labios y Will de pronto lo tenía sobre él, besándolo con fuerza y tanta rudeza que hizo a su corazón sentirse agotado y a sus piernas temblar.

Usó la ayuda de sus manos para sostenerse en el piso y no caer cuando Thomas comenzó a moler sus caderas contra las suyas, casi como un cachorro necesitado, golpeando intencionalmente sus partes intimas una y otra vez. Sus manos le subieron la camiseta con desesperación, temblando, mientras su lengua se dedicaba a explorar la cavidad bucal del otro, sus manos exploraban su espalda y su torso.

Sensaciones, eran un mar de sensaciones y Thomas ya lo estaba llevando hacia la habitación, con las temblorosas piernas de Will envolviéndole el torso y sus miembros sin separarse, tropezaron un par de veces, rieron como idiotas sin darle un descanso a sus labios y continuaron subiendo.

Thomas no perdió tiempo y le arrojó contra la cama, paseo la lengua por su cuello sudoroso, sabia a sal y dulce, impregnándose del sabor de Will.

Will sentía su erección tan real y presente, y por sensación dura contra su pierna no tenía dudas de que Thomas se sentía igual.

La ropa voló lejos, como cada pensamiento racional que pudieran seguir teniendo en ese momento.

Y se sintieron como ángeles, volando a través de la noche estrellada, rebosando en sensaciones y emociones, con la mente abierta y el corazón latiendo, sintieron las nubes en sus dedos y el sol en sus corazones. Y fueron libres.

Próxima actualización: 29 de Enero.

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