1- Thomas, el chico gris

"Ambos sabemos que esto terminara en un inminente desastre, pero será nuestro desastre"

A Thomas Miller no le quedaba nada más que él mismo.

Literalmente hablando.

Sin familia, amigos, pareja ni trabajo, su tristeza iba en aumento, y las ganas de quitarse la vida incrementaban a niveles preocupantes.

La soledad se convirtió en su única amiga y llego a ser un asunto problemático, porque ella nunca se fue, ni siquiera en ese momento.

Lo llevaba pensando durante meses. El suicidio no es una decisión que tomas de un día para otro, necesitas estar al borde de la desesperación como para si quiera plantearte el intentarlo. El no estaba en ningún borde, ni siquiera tan desesperado, simplemente no tenía nada. Solo se sentía solo e inmensamente aburrido.

Aburrimiento, monotonía, no eran las mejores razones, pero lo eran para Thomas en ese instante.

Y ahí estaba él, de pie a la orilla de un puente cualquiera en Londres, uno que daba sin más a un destino horrible. Las estrellas se agrupaban para burlarse de él en el cielo. 

No habían demasiados coches ni gente circulando alrededor como para evitar que lo hiciera. Miró hacia abajo y descubrió el intimidante vacío donde se quebraría la cabeza en unos minutos, y por primera vez, en mucho tiempo, Thomas sonrió un poco.

Podía escucharla. Aún podía escuchar su voz, maniática y extraña, pidiéndole que no lo hiciera, diciéndole que lo amaba, que no lo abandonara nunca, que no abandonara la locura dentro de él. Pero decidió no escucharla, encontrando que lo mejor sería bajar el volumen de la voz en su cabeza, haciéndola disminuir lo suficiente, solo deseando que se detuviera.

A sus 23 años su vida no había sido muy emocionante, sus padres murieron antes de que él tuviera uso de razón y fue criado por sus abuelos quienes también murieron tiempo más tarde por razones que prefería no recordar. Nunca fue muy sociable y los chicos siempre fueron crueles con él debido a su actitud introvertida y a sus padres muertos, nunca tuvo nada estable, los pocos amigos que tuvo se fueron, y lo mismo sucedió con  sus novias cuando descubrieron que él tiempo con el solo era tiempo perdido.

Su departamento era lo suficientemente grande como una caja de galletas. Dejó todo allí, no se molestó en tirarlo, su ropa, sus recuerdos, su dolor, todo seguía detrás de esa puerta casi destruida.

Cerró los ojos y respiró profundamente. Era el momento, iba a saltar, lo haría.

Sonrió una vez más.

–¿¡Qué demonios crees que estás haciendo!?

Se detuvo de forma abrupta tras la interrupción, giró su cabeza y se encontró con un chico de más o menos su edad, en una posición que se parecía mucho a la suya, al borde del salto mortal. Hubo algo familiar en su mirada, quizás era la preocupación reflejada que alguna vez alguien también le mostró. Lo ignoró de todas formas.

–Lo mismo que tu al parecer–respondió molesto.

El chico hizo una mueca escandalizada.

–¡No puedes hacer eso!

¿Qué? Eso era absurdo, el chico estaba a punto de saltar también, ambos en el borde y ¿tenía la jodida cara de decirle a él que no podía hacerlo?

–Ah, ¿y tu si?

–Tengo mis razones.

–Y yo las mías, así que no me fastidies mientras intento matarme.

–No lo hagas...

–Mírame hacerlo.

Sin decir una palabra más se lanzo al vacío, todo ocurrió demasiado rápido, se estrello contra el asfalto y sintió un punzante dolor en la cabeza, estaba seguro que un pequeño hilo de sangre escurría por su cráneo, pero no estaba muerto.

No estaba muerto.

Se giró y miró con rabia como el chico de antes había impedido su caída y lo había jalado hacia el asfalto de la carretera.

Se miraron a los ojos, ambos enrabietados. Thomas juró que lo mataría y luego se mataba a él.

–¡¿Qué te crees que hiciste pedazo de cerdo!?

-¡Te salve la vida, jodido suicida!

–¿Estás bromeando? ¡Tú ibas a hacer exactamente lo mismo!

–Sí pero...la sangre me da cosa-Thomas lo miró con cara de que acababa de pisar mierda.

–No, si tú no te matas lo hago yo-Thomas se alzó amenazante hacia adelante, con los ojos chispeando. Daba la impresión de que iba en serio, pero antes de que sus manos grandes alcanzaran el cuello del otro chico un claxon sonó a los lejos, ambos miraron con los ojos abiertos como una camioneta enorme se dirigía a toda velocidad hacia ellos, con el conductor gritando al aire que se quitaran del camino.

Ambos quedaron blancos y sin perder un segundo se quitaron del camino de un salto, con el corazón desbocado martilleándoles en el pecho.

Una vez que la camioneta salió de su campo de visión, ellos se miraron el uno al otro con los ojos abiertos.

–¿Qué está loco? ¡Pudo habernos matado!–gritó el chico escandalizándose y tomando una actitud ofendida–¿tú qué dices? ¿Es o no un irresponsable? ¿Deberíamos seguirlo y...?–no terminó la frase cuando un puño chocó contra su rostro haciéndole perder el equilibrio.

Thomas esperó a que el chico reaccionara y contraatacara, y sucedió.

Oh, por supuesto que sucedió.

El chico se levantó y le devolvió el puñetazo en el mismo lugar, pronto los golpes llovieron y ellos se volvieron un manojo de piernas, brazos y dientes intentando destrozarse el uno al otro.  Si Thomas​ le daba en el estomago, el desconocido le daba en la cara, si Thomas​ le mordía la pierna, el desconocido hacia lo mismo con su oreja y así se iban.

Estaban rabiosos y con el cuerpo lleno de adrenalina, con ganas de acabarse entre sí. No iban a detenerse.

El sonido de un carraspeo los detuvo, levantaron la vista, aún enredados entre ellos y se toparon con dos oficiales de policía que los miraban molestos.

–Si pueden causar disturbios en la calle no creo que les moleste hacer lo mismo en prisión–dijo el más bajo y panzón de los dos, el otro era altísimo y delgado, eran como los tipos de esas comedias americanas.

–Nosotros...–el desconocido intento excusarse pero Thomas le propinó un golpe certero en la quijada-¡Auch!-se quejó, los policías se miraron entre ellos y les colocaron las esposas.

Genial, jodidamente genial.

Los zarandearon y subieron a la parte trasera de su patrulla, Thomas miró al joven con el ceño fruncido, todo era su maldita culpa.

¿Por qué no pudo dejarlo ir y ya?

El camino fue silencioso, al menos para ellos dos, los oficiales se la pasaron de lo más entretenido soltando uno que otro chiste sobre ellos, se les burlaban ¡En la cara!

Se detuvieron en la entrada de una farmacia diciendo algo sobre unas rosquillas, si, definitivamente estaban sacados de una comedia americana.

Los dejaron solos en el auto y el silencio se extendió como pólvora. Thomas no pensaba decir nada, estaba tan cabreado que seguro haría lo que fuera solo por golpear una vez más al joven de al lado.

Se suponía que para esta hora el ya estaría en el cielo, el infierno o donde sea que se fueran las almas, pero no, estaba atrapado en una patrulla con un suicida indeciso y entrometido que le tenía miedo a la sangre.

–Y... ¿Por qué ibas a matarte?–preguntó el desconocido, como si hablara del clima, Thomas intento que no se notara como lo descoloco con eso.

–¿Tú eres idiota?–¿Quién era ese niño que venía a hablarle como si nada luego de todo, luego de arruinar su muerte?

–Oh, lo siento, soy muy indiscreto, ¿Cómo te llamas?

Thomas rodó los ojos.

–Thomas–respondió secamente, el otro le miro insistente, como si tuviera que decir algo más.

–¿No me vas a preguntar cómo me llamo?–preguntó luego de un rato.

–No me interesa saberlo.

–Al menos por educación, yo ya te pregunte cómo te llamas, ahora es tu turno.

Thomas sintió la furia fluir en su interior, estaba volviendo.

–Agh, está bien ¿Cómo te llamas?

–William, pero puedes decirme Will-Tom gruño– ahora que sabemos nuestros nombres ¿Por qué ibas a saltar?-Thomas le miró. Will de pronto se veía serio, aunque no parecía del tipo de personas que se tomaba las cosas muy enserio, por favor, el tipo era un chiste.

Le miró las marcas de los golpes y de paso le analizó el rostro, William no era feo, no parecía pasar de los 20 años, quizás más joven que eso. Sus ojos y su cabello eran marrones, sus labios gruesos y muy rojos (Lucían como si usara un tipo de bálsamo labial) su cabello parecía haber sido cortado por un niño pequeño, sus mechones  cayendo traviesa y desordenadamente, y tenía unos cachete regordetes, era perfecto para esas reuniones con tus tías solteras. Thomas podía adivinar que era el tipo de chico que conseguía lo que quería solo con su aspecto de no romper ni un plato. Seguro se rodeaba de chicas que le apretaban las mejillas y le decían lo lindo que era, además era pequeño, pequeño y delgado. Todo un querubín.

Thomas tampoco era feo, es más, con un chasquear de dedos y una sonrisa ladeada podía conseguir desde entradas de cine gratis hasta bebidas que iban por la casa en los bares. A pesar de las ojeras bajo sus ojos grises y su rostro cansado, Thomas era un tipo fornido, con la mandíbula cuadrada y una nuez de Adán grande.

Tom suspiro ruidosamente, Will era un grano en el culo.

–Porque no tengo familia. Mis padres murieron cuando yo era un bebe y mis abuelos, quienes eran los que me criaban murieron también. No tengo a nadie más aparte de ellos, no consigo un empleo decente, mi apartamento es una mierda, estoy seguro de que el rentero me echaría por la mañana de todas formas, no tengo amigos ni pareja, llevo solo un largo tiempo y siento que mi vida es aburrida–suspiró de nuevo–ah, y a mi hámster se le salieron los ojos.

Will hizo una mueca triste a pesar de su demacrado aspecto por los golpes.

–Que putada–Thomas asintió indiferente, girándose a ver al chico a los ojos, por fin a los ojos. Fue extraño como su imaginación le jugó una mala pasada, porque pareció que Will se quedo momentáneamente congelado cuando vio sus ojos.

–¿Por qué ibas a saltar tu?

–Mi novia me dejó.

Thomas lo miró incrédulo.

-¿Me estás diciendo que ibas a quitarte la vida porque una chica te dejo? ¿Estás bromeando?

Definitivamente, ese tipo era un chiste.

–No bromeo, pero ahora pienso que no lo volveré a hacer, esta noche me demostré a mi mismo que líneas estoy dispuesto a cruzar y además, te conocí.

Thomas soltó una risa forzada.

–¿Qué tengo que ver yo con que ya no quieres reventarte el cráneo?

–Que si me voy entonces ya no habrá nadie que intente detenerte la próxima vez.

Thomas abrió los ojos de par en par y lo miró como se le mira a un chiflado.

–Voy a evitar que vuelvas a hacerlo, si estas tan solo como me cuentas entonces no tienes a nadie a quien le importes lo suficiente como para que sufra cuando te vayas. Yo voy a ser a quien le importe, quien se preocupe, y sabiendo esto tu no volverás a intentarlo porque ya hay alguien que te echará de menos.

–No te estoy pidiendo...mierda ¿A ti te gusta lo complicado?

–Me gusta lo sencillo.

-¿A qué juegas? Acabamos de conocernos-Will se encogió de hombros y sonrió y oh no, ¡tenia hoyuelos! ¡Hoyuelos! Eso lo hacía aun más tierno, para satisfacción de Thomas. No todos los días tenías la oportunidad de reventarle la cara al excremento de algún príncipe de Disney.

–Tienes unos ojos muy lindos-fue su contestación.

Thomas gruño desde su lugar, prontamente sintió un peso en su hombro y...Will estaba recargándose en él, como si fuesen amigos y él simplemente le hubiera dado el permiso de hacerlo.

Sacudió el hombro para hacerlo retroceder, pero esto no alejó al chico, por el contrario le hizo acomodarse mejor sobre el.

–Dormiré un poco durante el camino, despiértame cuando lleguemos allá.

E inevitablemente gruño aun más.

Las puertas de adelante se abrieron y entraron los dos oficiales cada uno con una rosquilla impregnando el aire con dulce.

-Volvimos nenes-dijo el gordo-espero que se lleven bien ahora, porque van a pasar juntos toda la noche en una celda fría, oh y bajo nuestra supervisión, así que también esperamos haberles agradado. 

Definitivamente esta noche había salido muy diferente a sus planes, iba a matar a Will por esto.

¡Hola!

Bueno quería dejarles unas pocas cosas que me gustaría que leyeran:

Bien, esta es mi primer historia y de verdad espero que salga bien, y siendo una novata desde ahorita les aclaro que no van a encontrar perfección aquí, que si hay alguna incongruencia o falla me avisen por favor.

También Les voy a tener que pedir mucha paciencia con los personajes (luego se enteraran porque)

Finalmente, todo lo que escribo es ficción, no es algo real. Y tengo que aclararlo porque pueden haber un par de cosas que les ofendan o confundan en el transcurso de la historia, déjenme saber si eso sucede.

y bue eso es todo, chau.

Próxima actualización: 11 de noviembre 

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