◤Confort: Día 1◥
Prompt: Primer beso.
Fandom: Vocaloid.
Pareja: Gakupo x Kokone.
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Oh, no tenía por qué ser tan tímida.
Sin embargo, no podía evitarlo, la sola idea de haber logrado su sueño de confesarse a Gakupo y que éste la aceptara a desestabilizado todas las barreras que había creado a la hora de darse valor; de todas formas, eran muy débiles, sólo bastó estar cerca de él para que se destruyeran de tal manera que por poco no se caía al suelo, incapaz de levantarse de la vergüenza y los nervios hasta dentro de un mes.
No obstante, lo hizo, lo logró.
Gakupo es su novio.
Apretó sus labios, reprimiendo el comenzar a tararear cualquier dulce melodía por la felicidad de ya no tener que vivir en la fantasía.
Todo el mundo lo notaba, ella estaba radiante, tan así que daba la sensación de atraer más clientes hoy.
No había nada que pudiera arruinar su buen humor.
Nada, excepto una cosa.
No lo ha besado.
Cuando Gakupo aceptó, se dio cuenta que aún no estaba preparada mentalmente para besarlo, por lo que su interior entró en caos debido al pánico; convenientemente recibió una llamada del jefe, exigiéndole que volviera de una vez
Aprovechó la oportunidad para irse de allí, aunque eso significara rechazar el beso que él intentó darle a modo de despedida.
Se arrepentía de ser tan cobarde; por eso mismo se animó a que la próxima vez que lo viera lo besaría.
Como si Dios hiciera caso a sus pensamientos, la campana sonó, revelando la alta figura de Gakupo ingresando en la florería.
Ahí, todo ánimo que se echó no sirvió de nada. Su mente de nuevo se había reiniciado.
Gakupo giró la cabeza, sonriendo al localizar a la pelo marrón, a paso calmado se acercó a ella, quién estaba detrás del mostrador, y recostó sus brazos allí, observando con diversión a la nerviosa fémina.
—¿Y bien?—él preguntó en un tono suave y juguetón, confundiendo a Kokone por la falta de contexto.
—¿Bien... qué?
—Todavía me debes el beso de ayer, si tardo más en recibirlo la deuda aumentará y tendré que cobrar más.
El carmín coloreó las pálidas mejillas de la fémina, quien se quedó sin palabras, incapaz de responder ante aquellas palabras soltadas sin ningún tipo de escrúpulo.
El masculino acercó la diestra hacia ella, jugueteando un poco con su lisa cabellera morena antes de posar esa misma mano en la mejilla de la fémina, sintiendo y transmitiendo el calor de ambas partes.
—Kokone, he esperado un buen tiempo por este momento, y ahora que te tengo así, frente a mí, no estoy dispuesto a esperar más.
Se estremeció ante aquella voz que se había tornado más bajo y por lo tanto, ronca. Era una sensación tentadora que calaba por toda su piel, Gakupo sabía cómo conquistarla a ella y a tantas mujeres.
No pudo rechazarlo, no quería, ella también lo deseaba.
El mostrador separaba sus cuerpos; no obstante, no presentaba ningún impedimento para que sus labios se juntaran; un movimiento suave que contrastaba con la personalidad usualmente mostrada por Gakupo, alguien que era la literal definición de "ardiente"; en cambio, con Kokone cuadraba perfectamente, después de todo, este es su primer beso.
Sintiéndose dichosa, cuando se separaron ambos sonrieron, las mejillas de la fémina rojas a más no poder.
La magia desapareció cuando escucharon la voz del jefe y también padre de Kokone, quien soltó un pequeño grito del susto al ser pillada in fraganti.
—No sabía que ya tenías novio—el hombre mayor habló con voz severa, sus dedos golpeteando el antebrazo produciendo un sordo tap—. ¿Desde cuándo?
—De...desde ayer...—la fémina se sentía intimidada, cuando se trataba de su padre no era común; por muy estricto que él sea, para él ella es su querida princesa.
Es por eso la reacción del mayor al ver a su hija junto a un tipo que tenía toda la pinta de tener mucha experiencia.
Gakupo no se intimidó ante la forma en que lo miraba, consciente de que las miradas —afortunadamente— no mataban.
Él se irguió, mirando fijamente al suegro, la ira y la calma expresada en esos rostros contrastaba de forma aterradora.
—Buenas tardes, soy el novio de su hija—Gakupo sonrió encantador, esperando una respuesta que pronto llegó.
—Ven conmigo, quiero hablar de unas cosas—el hombre hizo un ademán con la cabeza, señalando las escaleras que llevaban al segundo piso y también su casa.
El pelo morado asintió en silencio; más sin embargo, como despedida le dio otro beso a Kokone en los labios, tomando tanto a padre como a hija desprevenidos.
Gakupo subió rápido las escaleras, ignorando las quejas del hombre.
Kokone se quedó toda tiesa después de eso, no reaccionando hasta que una clienta la llamó por cuarta vez.
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