07
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—Algo se quema y no somos nosotros precisamente.
Seokjin alzó su cabeza y se arrodilló entre las piernas de Jimin. Lamió sus labios y luego de recobrar el aliento giró su cabeza hasta la cocina y la salsa que al parecer se había quedado.
—Mierda —el azabache se levantó de un golpe y corrió hasta la cocina.
Jimin se rio bajito y llevó su mano hasta su entrepierna. Masajeó con la palma de su mano y lamió sus labios. Estaba duro, tan duro que pensaba que su erección rompería el cierre de su pantalón. Y como no estarlo cuando Seokjin lo había besado tan malditamente bien sobre el sofá en el que ahora descansaba.
El rubio miró al guapo hombre que se movía ágilmente por la cocina. Ese hombre que había cocinado para él, que lo había consolado cuando lo necesitó y el cual besaba tan bien que Jimin quería saltarse el almuerzo para comer directamente el postre.
Se sentó en el sofá y ajustó su erección. Se levantó luego de darse cuenta que el azabache al parecer no volvería por lo que decidió ir a acompañarlo, quizás así podría apurarlo y volver a lo que estaban haciendo.
—¿Necesitas ayuda? —Jimin apoyó su cadera en la encimera y se deleitó con la enorme espalda del médico. Esperaba pronto poder verla sin tanta ropa de por medio.
—Uhm, esto definitivamente se quemó. Lo siento, quería hacer una buena comida para ti. —Seokjin abrió el grifo del agua fría y comenzó a raspar el fondo de la olla. Se detuvo enseguida al sentir los brazos de Jimin sobre su cintura queriendo mirar hacia el desastre que habían ocasionado esos besos calientes en el sofá.
—Siempre podemos pedir comida a domicilio.
Jin asintió y cuando raspó lo suficiente la olla cerró la llave y se giró, con sus manos húmedas tomó el rostro del rubio y le dio un beso a esos labios gorditos y besables.
—No sería lo mismo si pedimos comida, puedo hacer una salsa rápida…
—¿Estás seguro? —Jimin acarició con las palmas de sus manos el pecho del azabache. Alzó su mirada y sus ojos se encontraron.
—Tus ojos son tan bonitos… —Seokjin acarició con su pulgar la ceja de Jimin y sonrió levemente cuando este cerró sus ojos dejándose tocar.
Jimin respiró un poco más rápido. Su corazón comenzó a latir fuerte en su pecho y cuando abrió los ojos tragó saliva. La mirada de Seokjin era intensa, como si quisiera conocer de todos sus secretos y lejos de asustarse a Jimin le pareció interesante, porque Seokjin era un tipo que lo había encandilado desde la primera vez que lo había visto aún si saber quien rayos era. Se sentía bien cerca de él aún si las cosas habían avanzado rápidamente entre ellos.
—Vamos a comer. —Jimin bajó la mirada porque era demasiado, se sentía expuesto aún con toda su ropa puesta.
—Haré una salsa boloñesa normal… bueno sin ajo.
—El ajo es lo de menos —Jimin se echó a reír —definitivamente puedo comer sin extrañar el ajo.
Seokjin le regaló una sonrisa y luego lo envolvió con sus brazos y lo tiró más cerca de su cuerpo.
Jimin se dejó hacer y estiró sus labios en una linda mueca que tuvo una reacción automática en el más alto.
—Lindo.
Eso fue lo último que el rubio escuchó antes de que su boca fuera tomada y él cerrara sus ojos relajándose en los brazos ajenos, aquellos brazos que sabían sostenerlo y contenerlo.
Sus lenguas se entregaron a la otra y un quejido de pura excitación salió de la boca de Jimin cuando su trasero golpeó la encimera detrás de él. Sus manos bajaron por el torso del azabache y sin pensarlo dos veces metió sus manos bajo la camiseta holgada de Seokjin. Su piel era suave y se erizó cuando las yemas de sus dedos tocaron su pecho.
De pronto Jimin dejó esa boca experta y miró los ojos brillantes y lujuriosos del más alto. Había estado prácticamente una hora en ese departamento y recién caía en cuenta que Jackson no había aparecido por el lugar. Sus ojos eran de pánico mientras miraba hacia el pasillo de las habitaciones.
Jin frente a él lo miró y arrugó su ceño ante su cambio de actitud. Se asustó, claro está, el rubio parecía como si hubiese visto un fantasma. Le dio espacio y Jimin se alejó mirando hacia el pasillo.
—¿Jackie no está?
—¿Quién? —Seokjin ladeó su cabeza sin entender, aunque en realidad era su cerebro retrasado luego de ese beso que lo había dejado literalmente en otro planeta.
—Jackson, Jackson Wang, tu compañero de departamento —Jimin dijo mordiendo su labio mientras veía las puertas.
—Oh… ¿Jackie? —Seokjin se echó a reír —no, no está, salió temprano. Fue a cubrir un turno en urgencias por lo que no volverá pronto.
Jimin botó el aire que había acumulado, nervioso porque durante su corta estadía en ese lugar había demostrado con sonidos muy sugerentes lo bien que se había sentido tener la lengua y manos de Seokjin sobre él.
Sus mejillas se tiñeron de rojo y es que hubiese sido demasiado vergonzoso tener que almorzar con Jackson luego de los sonidos de satisfacción que habían salido de su boca sin pudor alguno.
Jimin se llevó una mano a su cuello y masajeó. Sintió los pasos de Seokjin detrás de él y se giró para poder verlo. Antes de que pudiera hacer algo el azabache tomó sus mejillas y lo observó detenidamente.
—¿Estás bien? —llevó sus labios a la frente ajena —¿te sientes enfermo? Estás un poco caliente.
—Casi me muero, Dios, que vergüenza —Jimin se llevó sus manos hasta sus mejillas y tapó de alguna manera el rubor que no quería abandonarlo.
Seokjin sonrió enternecido y quitó las manos de la linda cara del rubio —dime que pasó, de un momento a otro pareciera que hubieses visto un fantasma.
—No es eso… Yo pensé que él estaba aquí y bueno —Jimin suspiró sintiéndose como un tonto —me hubiese dado vergüenza que me escuchara. Eso es todo.
—Oh. Entiendo.
—Aunque no lo creas no suelo hacer esto.
—¿Porque no lo creería?
—Todo el mundo piensa que soy un hombre mhm… ¿fácil? Porque soy amable y todo eso.
—No lo pensé, jamás pensaría eso de ti, no lo vuelvas a decir —Jin tomó el mentón del médico y alzó su rostro —¿se te olvida que yo fui quien saltó sobre ti?
—No me refiero a eso… Nos conocimos hace poco —Joder, Jimin quería darse con una piedra en la cabeza, él era un hombre que siempre iba detrás de lo que quería, pero aún así se sentía un poco inseguro cerca de Seokjin, no por su apariencia ni nada de eso, sino por su actitud. No quería que Seokjin pensara algo negativo de él.
—Si, tienes razón nos conocemos poco… ¿Y eso qué?
—Uhm… Bueno no esperaba esa respuesta —Jimin sonrió avergonzado.
Bajó la mirada y tomó aire. Él era así, siempre le pasaba lo mismo. Tenía la apariencia de hombre seguro y avasallador porque sí, él se había encasillado así mismo en esa faceta después de su fallido matrimonio, luego de ser humillado el día en que se casaría. Él se había obligado a mostrarse de una manera fuerte, no demostrar nada, no dar demasiado cuando conocía a alguien porque de todos modos Jimin sabía que nadie se quedaba por mucho tiempo a su lado. Todo pasajero, todo sin compromiso porque así era mucho mejor vivir la vida.
Pero en el fondo Jimin seguía siendo un hombre extremadamente sensible y cariñoso que tenía miedo de enamorarse nuevamente y ser engañado de una manera tan dolorosa.
Y aunque no quería, aunque echara todos los pensamientos románticos fuera de él, no podía negar que Seokjin era más que una distracción, ese hombre tenía todo lo que a él le gustaba y luego de probar un poco de Seokjin, Jimin quería más. Mucho más.
—Si crees que vamos muy rápido entonces hagamos esto —Seokjin miró por su departamento y sus ojos cayeron sobre el perchero —vamos a comer fuera y de paso hablamos un poco más...
—No… Estoy bien quedándome aquí para comer lo que preparaste para mí, en serio que es lindo que hayas hecho tú la pasta. Quiero probar.
—Me gusta cocinar.
—Y a mi comer —Jimin más tranquilo miró hacia el hombre alto. No quería escuchar las voces en su cabeza, las voces románticas de su cabeza que le exigían suspirar por cada cosa que el azabache hiciera o dijera. —Mhm, ¿puedo usar tu baño?
—Claro, en el pasillo, la primera puerta.
—Gracias —Jimin balanceó sus caderas dándole a Seokjin una buena vista de él ya que sabía que lo estaba mirando.
Cuando cerró la puerta detrás de él cerró sus ojos y se quedó varios segundos regularizando su respiración.
Luego se acercó al lavamos y se echó un poco de agua en el rostro. Se miró en el espejo y asintió lentamente.
Él podía separar las cosas, le atraía Seokjin, a pesar de lo poco que lo conocía podía reconocer claramente cuando sus latidos se volvían más rápidos y se ponía a decir o hacer estupideces.
Sabía que se había encandilado con Seokjin y eso era malditamente malo, eso no debía pasar.
—Puedes hacerlo, puedes separar las cosas… No te puede gustar un tipo tan rápido ¿cierto?
Jimin asintió. No podía gustarle Seokjin así como así, no lo conocía lo suficiente y seguramente el tipo tenía un montón de defectos que haría que él lo viera como un ser humano y no como un maldito príncipe de película que llegaba a rescatar su destrozado corazón.
Si, Seokjin no era todo lo que él necesitaba para su vida.
Eso era lo que Jimin quería creer.
***
Mierda.
Seokjin volvió a la cocina y suspiró al ver el desastre. Buscó una olla nueva y comenzó de cero. Suerte que había ido al supermercado días antes. Revisó la alacena y sacó varias especias y dos tarros de salsa de tomate, revisó una vez más los ingredientes de dicha preparación aunque sabía que no contenía ajo ya que él mismo se había asegurado de que así fuera, se los compraba a una mujer adulta, a una abuelita en realidad que tenía un pequeño puesto en una de las tantas ferias de la ciudad de Rain. Pero como se sentía nervioso y un tanto inquieto después de ver los ojos de Jimin, esos ojos tan expresivos que ocultaban muy poco, él leyó la etiqueta para distraerse y luego las dejó sobre la encimera.
Encendió nuevamente el fuego y comenzó nuevamente a cocinar. Revolvió los ingredientes que había incluído en la salsa y de vez en cuando miraba sobre su hombro par a saber si Jimin había salido del baño.
Dios, él esperaba que al menos pudieran almorzar, pero tenía el presentimiento que el rubio bonito iba a inventar alguna excusa y se iría del departamento.
Moviéndose por la cocina, tomó otra olla y la llenó de agua. Encendió otro quemador, puso la olla sobre este y la tapó. Limpió sus manos en el paño que estaba sobre la encimera y lo colgó sobre su hombro. Revisó la olla con la nueva salsa y revolvió suavemente para luego darse vuelta. Pegó un salto al ver al bonito rubio a otro lado de isla.
—Me asustaste —dijo como si su pequeño grito no hubiese alertado aquello.
—Lo siento, no quería interrumpirte.
Jin asintió y apoyó sus manos sobre la superficie fría —¿te sientes mejor?
—No me sentía mal.
—Bien, el almuerzo estará listo en 10 minutos.
—Me parece bien, ¿necesitas ayuda? ¿Donde comeremos?
Seokjin sintió el momento exacto en que su estómago comenzó a retorcerse y pequeñas descargas eléctricas recorrieron su cuerpo.
¿En serio?
¿Estaba así de feliz porque Jimin iba a almorzar con él?
Seokjin se giró para no ser tan obvio y miró por sobre el hombro —comeremos en la terraza.
—Genial —Jimin sonrió amplio mostrando sus dientes y se acercó hasta el más alto —yo aún no pruebo mi terraza.
—Hay que aprovechar antes de que el clima se vuelva más frío.
Jimin asistió y luego de unos minutos comenzó a llevar las cosas hasta la mesa redonda para dos personas que había en el extenso balcón.
Jin se aseguró de sazonar muy bien la pasta y cuando tuvo los platos listos tomó una bandeja grande y los puso sobre esta. Atravesó la sala y se paró justo al la lado de la puerta corrediza, sus ojos de inmediato encontraron a Jimin que estaba apoyado en la baranda de hierro. Sus cabellos rubios y lacios se movían al son de la brisa de aquel domingo.
Si no hubiese sido porque la comida se iba a enfriar él se hubiese quedado todo el día mirándolo. Jimin era un hombre atractivo, besaba increíble y tenía un cuerpo que era de su total gusto, pero había algo más, algo que había atraído a Seokjin desde que lo había conocido. Y aunque todavía no sabía que era exactamente lo que lo mantenía de esa manera cerca de Jimin, él quería averiguarlo.
—¿Estás listo?
Jimin giró su cabeza de inmediato y asintió rápidamente. Luego se acercó hasta Seokjin y tomó uno de los platos. Lo puso en el puesto correspondiente y luego fue por el otro, repitió la acción y cuando la bandeja quedó vacía él se acercó a Seokjin y le dio un beso corto en los labios.
—Vamos a comer.
Seokjin bajó la bandeja y siguió al rubio para sentarse frente a él.
Era un primer almuerzo juntos y Seokjin quería repetirlo, porque una vez más se dio cuenta de que se sentía realmente cómodo cerca de Jimin.
Y tan cómodo que ni siquiera tomó en cuenta su teléfono y los varios correos electrónicos que llenaron su bandeja de entrada mientras él trataba de conocer un poco más al bonito rubio que tenía por nombre Park Jimin.
🌧️
Vamos lento que nadie nos apura?
Esta es la primera publicación de la maratón, creo que será una por día porque debo escribir más historias 🤭
Espero que les haya gustado y como pueden ver nuestro Jimin es como muchas personas que quizá conocemos, se muestra de una manera pero dentro de él es completamente otra.
Él solo quiere proteger su corazón aunque no tiene sentido hacerlo porque mmm parece que ya cayó por nuestro Jinnie no?
Nos leemos pronto 💕
Lxs amo mucho ❤️
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