019
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Su habitación estaba lo bastante cálida luego de la ducha rápida que se había dado, en otras circunstancias, en otro momento de su vida Seokjin se hubiese puesto su pijama y se habría acurrucado entre sus mantas para descansar luego de un turno largo realmente agotador, pero no era el caso.
Seokjin sonrió mientras se echaba un poco de perfume en su cuello, revisó su atuendo y suspiró un poco nervioso lo cual era ridículo porque no era la primera vez que iría al departamento de Jimin, pero el solo hecho de volver a estar cerca de él lo tenía más inquieto que lo que alguna vez estuvo en su vida.
Apagó la luz de su habitación luego de tomar su chaqueta negra y cruzó la sala para tomar su llave y el teléfono que había dejado sobre la encimera de la cocina. Cuando tuvo todo en su mano se dirigió a la puerta y salió cerrándola para luego cerciorarse de que esta estuviera bien cerrada.
Caminó hasta el ascensor y mientras esperaba recordó que había comprado algo para el rubio y que lo había dejado sobre su mesita de noche.
Giró hacia su departamento y abrió la puerta, prácticamente corrió hasta su habitación y tomó el pequeño macetero que contenía dos orquídeas blancas, era arriesgado lo que estaba haciendo y es que no quería molestar al rubio con un regalo que quizá podría ofenderlo, aunque Seokjin estaba casi seguro que a Jimin le gustaría la flor que había elegido para él ya que el dependiente de la tienda le había dicho que las orquídeas blancas eran para ser obsequiadas tanto a parejas como familiares ya que el significado era pura admiración para esa persona, pero por otro lado, por el lado romántico era una muestra clara de amor y de la profundidad de este. Seokjin no quería ser demasiado intenso pero al ver la flor elegante, delicada y sumamente hermosa solo le hizo pensar en Jimin, en todo él.
Con la flor en sus manos volvió a la puerta, la cerró y caminó hasta el ascensor, apretó el botón y las puertas se abrieron de inmediato. El azabache entró y se miró al espejo, peinó sus cabellos y los acomodó fuera de su frente. Apretó el número 13 y respiró profundamente mientras el ascensor subía hasta el piso de Jimin. Cuando se detuvo él salió a paso confiado y seguro llegó hasta la puerta negra y tocó el timbre.
Esperó varios segundos antes de repetir la acción pero nada pasó. Jin miró la hora en su teléfono, no era tan tarde pero quizá Jimin se había quedado dormido por lo que no quiso insistir. Un poco desanimado giró para volver al ascensor cuando la puerta se abrió de golpe y un Jimin agitado apareció.
—¡¿Puedes creer que entró una paloma?! ¡No la puedo sacar!
Seokjin sonrió un tanto confundido y siguió al rubio hacia el departamento, dejó la flor sobre la encimera de la cocina y cruzó la sala para ir hacia el rubio que gritaba en su dormitorio.
—¿Cómo entró?
Jimin rodeó su cama y se agachó muy despacio para acorralar a la paloma que estaba en una esquina —abrí las puertas del balcón… Quería ventilar un poco.
—Ya veo —Seokjin miró por el lugar y cuando vio una frazada de polar negra la tomó y la arrojó hasta donde estaba la asustada paloma. Se acercó y la tomó en brazos tratando de no hacerle daño —abre la puerta del balcón.
Jimin corrió hasta la sala y abrió de par en par las puertas de vidrio, luego observó como Seokjin avanzaba con la frazada entre sus manos hasta salir hacia el balcón, luego estiró la manta y la paloma se fue volando hacia el edificio del frente. Seokjin volvió a entrar y rápidamente el rubio cerró la puerta suspirando cansando.
—Nunca se me hubiese ocurrido eso. —Jimin se giró para cerrar la cortina también, no quería ver a esa paloma nunca más en su vida.
—Es raro que haya entrado, a nosotros nunca nos ha pasado.
—Ni idea, espero que no vuelva a entrar —Jimin se quitó de la puerta y miró al hombre alto que estaba su lado. Sonrió sintiéndose un poco tonto frente a Seokjin, pero lo olvidó de inmediato cuando el azabache se acercó y lo tomó de la cintura para luego besarlo.
Él cruzó sus brazos sobre el cuello de Seokjin y cerró sus ojos de inmediato cuando fue empujado suavemente hacia la puerta de vidrio para encontrar algo de estabilidad. Sus dedos acariciaron los cabellos de la nuca del más alto y un sonido de satisfacción llenó el silencio del lugar cuando sus lenguas se unieron haciendo todo más suave y húmedo.
Seokjin acarició sobre la tela del suéter negro que Jimin tenía puesto y luego se separó unos centímetros para poder ver los lindos ojos del rubio. —Hola —murmuró haciendo que Jimin sonriera.
—Hola Doctor Kim, ¿tomaste tu medicina?
—Tal y como usted lo recetó Doctor Park.
—Buen paciente —Jimin deslizó sus manos por el duro torso de Seokjin y deseó poder verlo sin ropa.
—Pero no creo que esté del todo recuperado, ya sabes, quizá necesito un chequeo más completo —Seokjin lamió sus labios viendo el deseo inequívoco en los ojos hermosos de
Jimin. —¿Que opinas Doctor Park?
—Creo que tienes razón, un buen médico debe cerciorarse de que su paciente esté completamente recuperado antes de darle el alta ¿no?
Seokjin asintió y volvió a besar esos labios rosados y llenos. Empujó un poco más a Jimin contra la puerta y se frotó descaradamente sobre el cuerpo del más bajo mostrándole lo duro que estaba, lo malditamente excitado que estaba gracias a él.
Jimin alejó a Seokjin y con una sonrisa llevó sus manos hasta su suéter y se lo quitó, luego fue el turno de su cinturón y finalmente su pantalón de jean negro.
—Ya veo, será el postre primero —Jin dijo hipnotizado ante la visión de Park Jimin en ropa interior. Estiró su mano y con la punta de sus dedo índice acarició el tatuaje que lo había vuelto loco desde la primera vez que lo había visto. Luego se acercó y se agachó solo un poco para pasar la lengua por todo el contorno de la tinta negra que contrastaba sobre la piel palida del rubio. El gemido inmediato que salió de la boca de Jimin solo hizo que él repitiera la acción amando como su cabello era tomado por una mano firme.
Las manos del azabache apretaron los glúteos a su disposición mientras se enderezaba. Su lengua se deslizó por el centro del pecho de Jimin y luego fue directo a uno de sus pezones humedeciendolo. Jadeó cuando Jimin volvió a gemir y Seokjin solo quería escucharlo una y otra vez por lo que chupó la protuberancia un poco más fuerte mientras los sonidos de Jimin bajaban por su cuerpo directo a su pene que ya estaba duro.
Jimin maldijo y se aferró al cabello suave y que olía de maravilla. Lamió sus labios y empujó a Seokjin hacia arriba para poder besarlo, sonrió cuando torpemente el más alto se paró frente a él. Sus ojos se encontraron y pasaron segundos mirándose sin decir palabra alguna.
Entonces Jimin avanzó un paso, luego otro más y Seokjin fue retrocediendo hasta que cayó sobre el sofá. Ambos se rieron pero no pasó mucho tiempo antes que comenzaran a besarse nuevamente esta vez un poco más rudo, un poco más húmedo y por supuesto mucho más caliente porque Jimin sentía que se derretía cada vez que Seokjin lamía sus labios o mordía su labio inferior haciendo que su cadera se moviera para poder obtener un poco de fricción.
—Sácame la ropa —Jin gimió en el beso y esperó a que la orden fuera realizada.
Jimin se arrodilló entre sus piernas y obediente como en realidad no era, quitó la chaqueta para tirarla al piso y luego comenzó a quitar botón por botón esa camisa que se había puesto el azabache esa noche. A cada botón quitado podía ver una muestra de la suave piel de Seokjin que ya quería probar. Lamió sus labios cuando deslizó sus manos sobre su pecho y quitó la tela para poder besar el cuello de Seokjin y así ir bajando por el torso, luego por su abdomen plano y un poco más abajo lamiendo bajo su ombligo la tierna piel que encontró.
El pantalón de tela voló lejos del cuerpo de Seokjin y ambos en ropa interior y sin calcetines se acostaron en el sofá mirándose de frente ambos con las manos en el otro en un abrazo cariñoso antes de avanzar un poco más.
—Que bueno que tu sofá es grande. —Seokjin acarició la mejilla del rubio y se acercó un poco hasta rozar sus labios.
—Está pensado para una ocasión como esta. —Bromeó el rubio y luego quedó sin aliento cuando Seokjin lo besó con su lengua buscando la suya en un beso demandante y malditamente sexy que hizo que desesperadamente quisiera sentir a Seokjin un poco más.
—Me alegro ser yo quien está disfrutando de esto… De ti —Jin mordisqueó el labio del rubio, sonrió cuando este cerró los ojos y un suspiro tembloroso dejó escapar de sus labios.
A Seokjin le encanta Jimin, todo de él le gusta. Sus gestos, sus sonidos excitados y la necesidad con la que le devolvía los besos lo tenían completamente entregado.
—Jin —susurró Jimin tomándolo por la cintura para que pudieran rozarse de alguna manera.
—¿Dónde…?
Jimin se levantó y se echó a reír ante la mirada confundida de Seokjin —no te vayas.
Seokjin negó con su cabeza mientras veía al rubio abandonar el sofá, con su palma se acarició el duro bulto entre sus piernas y cerró los ojos unos segundos.
No pasó mucho antes de que Jimin volviera y se enrollara a su lado nuevamente. Un paquete de condón y una pequeña botella negra de lubricante quedó cerca del cuerpo de ambos.
Unos besos más fueron entregados y sus manos acariciaron el cuerpo del otro antes de que Seokjin se sentara y Jimin se subiera a horcajadas sobre él.
La ropa interior cayó al piso de madera y Seokjin muy pacientemente preparó a Jimin y eso era algo que disfrutaba mucho, adoraba que el rubio lo dejara cuidar de él, de prepararlo entre besos y palabras susurradas.
Jimin juntó su frente con la de Seokjin mientras se mecía suavemente frotando su carne dura contra la de Seokjin. Dos dedos del azabache lo estaban preparando y llevando al maldito cielo. Jimin gimió fuerte cuando su próstata fue tocada y luego una vez, y otra más haciendo que se retorciera sobre el pene de Seokjin.
—Mierda —Jin cerró sus ojos ante el balanceo del rubio sobre él y quitó sus dedos lentamente del estrecho lugar. Tomó el condón pero Jimin se lo quitó.
Con una sonrisa pícara el rubio se movió un poco más atrás casi cayendo de sus piernas y deslizó el preservativo sobre el duro pene del azabache pasando un poco más de tiempo moviendo su mano de arriba hacia abajo mientras miraba el rostro contraído del más alto. La excitación en sus ojos y sus labios levemente abiertos hicieron que dejara la tarea de lado para avanzar hasta la posición inicial sobre los muslos de Seokjin. Alzó su cuerpo y se apoyó en los hombros fuertes del azabache mientras se dejaba caer.
Seokjin echó su cabeza hacia atrás y llevó sus manos hasta las caderas ajenas, solo las dejó allí sin siquiera hacer presión porque quería que Jimin lo montara como quisiera. Sin presiones, sin apuro.
—Si —Jimin saboreó sus labios sintiendo la quemazón inicial y una risa grave salió de su boca. Su rostro fue tomado por unas manos calientes y pronto su boca fue devorada por Seokjin mientras terminaba de enterrarse por completo.
Ambos gimieron en el beso y todo se puso más caliente cuando Jimin comenzó a moverse acostumbradose a la intromisión buscando enterrarse más y más profundo el pene del azabache.
Seokjin alzó su cadera para darle lo que Jimin le estaba pidiendo con sus gemidos agudos y las palabras sucias susurradas en su oído.
—Si, así —Jimin se acercó nuevamente a Jin tomando su cabello mientras comenzaba a moverse mucho más rápido apoyando sus rodillas sobre el sofá para poder tener mayor movilidad deseando que el momento se extendiera por siempre, pero no iba a durar mucho. Su orgasmo se estaba construyendo realmente rápido y mucho más cuando sentía el pene de Seokjin palpitar dentro de él.
—Mierda —sin aliento Seokjin detuvo a Jimin —harás que me corra. —Jin mordió el labio del rubio ante la risa burlona y se encantó un poco más del hombre hermoso y sexy que era Park Jimin.
—Quiero que te corras Doctor Kim.
Seokjin cerró sus ojos para buscar un poco de control pero sabía que no se podría contener, no mientras Jimin volvía a ese ritmo tortuoso que lo tenía sudado y gimiendo sintiéndose realmente bien y en sintonía con su compañero.
Su cabeza cayó hacia atrás y luego de unos minutos se corrió ruidosamente dentro de Jimin haciendo que este también colapsara gritando su orgasmo, liberandose como nunca antes Seokjin lo había visto.
Verlo así hizo que su corazón latiera más rápido y fuerte.
Amó ver a Jimin completamente entregado a él.
—Jinnie —susurró Jimin apoyándose en el hombro.
—Si —Jin lo abrazó por la cintura acariciándolo lento de arriba hacia abajo sobre su espalda.
—¿Tienes hambre? —Jimin se enderezó y miró los ojos brillantes de Seokjin.
—Ya no —Jin sonrió y le dio un beso corto en los labios —te ves aterradoramente atractivo en este momento.
—¿Te da miedo mi belleza? Eso es algo nuevo. —Jimin sonrió con sus párpados caídos y su cuerpo satisfecho.
—No me da miedo, me gusta verte así, me gusta esto Jimin. Me gustas mucho.
—Tú también me gustas, demasiado.
Seokjin apretó un poco más el cuerpo delgado de Jimin y cuando este se acomodó a su lado se pasó una mano por su frente para quitar el sudor. Giró su cabeza y observó como Jimin se reponía de su orgasmo.
—Creo que ahora sí tengo hambre.
Jimin asintió y se sentó en el sofá, luego tomó su boxer y se limpió el abdomen que aún tenía restos de su semen.
Seokjin en tanto se quitó el condón, le hizo un nudo y se levantó del sofá hacia la cocina, no se molestó en vestirse y lo botó en el basurero a un costado de la encimera en donde estaba el macetero con la orquídea que había comprado para Jimin.
—Yo también tengo hambre.
Seokjin se giró y le sonrió al rubio, pero estaba tenso, toda la comodidad anterior fue reemplazada por el nerviosismo al saber que debía entregarle el regalo y ahora, mientras veía el rostro de Jimin, ya no parecía una buena idea.
—Si —dijo mirando hacía cualquier lugar.
Pero al parecer Jimin tenía poderes o algo así porque se acercó a él y lo miró con una ceja perfectamente alzada.
—¿Pasa algo? —el rubio arrinconó a Seokjin contra la encimera y sonrió ante la visión de Seokjin avergonzado.
—Yo... No —el azabache arrugó su ceño —yo solo traje algo.
Jimin alzó sus manos y apretó las mejillas de Seokjin —muéstrame.
Seokjin suspiró realmente fuerte y es que era tan tonto estar avergonzado por una tonta flor luego de lo que habían hecho sobre el sofá, pero así era exactamente como se estaba sintiendo.
—Es esto —Jin estiró su mano y tomó el macetero que estaba cerca de ellos, seguro que Jimin ya lo había visto y solo estaba jugando con él. Le entregó el macetero y su corazón dolió al ver los ojos brillantes de Jimin mientras veía las flores.
—Ahora es cuando me gustaría estar con ropa. —Jimin miró las orquídeas blancas y luego alzó la mirada para ver a Seokjin —esto es demasiado dulce, muchas gracias.
—No sabía si me estaba pasando de la raya...
—No pienses así, me gustan las flores y viniendo de ti es el mejor regalo del mundo —Jimin sonrió y se puso en puntas de pies para besarlo.
Un beso dulce y cariñoso que hizo que sus corazones latieran más rápido y en armonía.
Se quedaron abrazados en medio de la cocina, desnudos y un poco sudorosos pero con sus corazones agitados por el amor que estaba creciendo rápidamente entre ellos y que a cada momento se hacía más natural, como si ellos hubiesen estado destinados a estar juntos.
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