Capítulo 16: Donde sintonizan sus corazones
Dicen que el viento es el elemento más noble y piadoso de todos por su sabiduría y su capacidad de hallar el equilibrio sobre el desorden, pero, también dicen que, cuando es el viento quien dicta sentencia, nada puede hacerlo cambiar de opinión y no existe apelación alguna que pueda detener al tornado desenfrenado. Entonces, ¿por qué Eolo perdonó a los mortales aquella vez?
Ajena a toda verdad, Anastasia contempló con amargura el cuerpo hecho piedra del mayor quien se había partido por la mitad. Unió sus manos en posición de rezo y cerró los ojos.
—Que tu alma encuentre el camino al descanso eterno. —Le dedicó sólo algunos segundos de silencio y luego regresó junto a Ellery. Lo sostuvo en brazos y éste la observó respirando entre cortado por la sensación de agonía—. Dime dónde encuentro a Darién.
—En el ala este... Siempre... Hemos procurado que esté... Donde sale el sol... —Tosió sangre—. En cuanto a Kane... Jamás la encontré... No sé dónde la escondió Darién... Sólo le mentí... —Ellery lloró y contempló a la sílfide con la mirada cubierta de arrepentimiento—. Sólo quería... Protegerlo... Porque así... Así juré a Darrel...
Finalmente, sus ojos perdieron aquel brillo y su cuerpo cayó inerte sobre los brazos de la sílfide. Anastasia lo devolvió al suelo y le dedicó la misma breve despedida que al mayor. Hecho todo eso, se marchó sin más, ya que, no había pena alguna que sentir por esos hombres.
Caminó entre las instalaciones de la OCI y lo encontró completamente vacío, como si los soldados hubiesen corrido la voz de que el mayor había muerto. Junto con el silencio, flotó la incertidumbre, pues sabía que los habitantes de la dimensión 21 no perdonarían a los ocultos por lo ocurrido
«Una cosa a la vez, Anastasia —se dijo a sí misma—, encuentra a Darién primero».
Fue al ala este y ahí, sólo había una puerta que estaba cerrada, lo cual hizo que Anastasia se preguntará por qué habían dejado a Darién atrás, pero al recordar cómo se había petrificado el mayor, lo entendió todo.
«Ellos le temen a Darién».
Así que, inhaló y exhaló, moviendo las manos con gracia para conducir aquella técnica de viento sobre la puerta, eso bastó para derribarla e ingresó al lugar.
El joven de cabello negro bajó el libro y levantó los ojos grises hacia la recién llegada. Anastasia pasó dos años imaginando cómo sería su reencuentro, pero, nada fue como lo idealizó.
Darién estaba leyendo el mismo libro que ella le había prestado cuando se conocieron, luego, la miró con el entrecejo fruncido, como si intentara distinguir quién fuera ella y al final, se incorporó de la cama con una serenidad que sólo Darién podría. Se aproximó a ella y le tendió el libro.
—Al fin puedo devolverlo —habló con esa voz suave que lo caracterizaba.
Anastasia cogió el libro con las manos temblorosas y Darién sonrió, provocando con ese simple gesto que ella llorara.
—¿Por qué lloras mi Anastasia? —preguntó Darién, acariciando su melena dorada.
—¡¿Tienes idea de todo el tiempo que ha pasado?! —gritó Anastasia— ¡¿Por qué lo primero que haces es darme un libro?!
—¿Qué le pasó a tu cabello? —preguntó Darién extrañado, mientras acariciaba los mechones de Anastasia y ella tomó su mano con fuerza, atrayendo sus ojos de vuelta.
—Darién, ¿por qué actúas como si nos hubiésemos visto apenas ayer?
—Nos vimos ayer —respondió él, extrañando a Anastasia—. Dormimos juntos en tu cama, luego me levanté para ir a buscar tu libro y aquí está... Te lo he devuelto. Ah, sí, que Ellery me encontró, pensé que me tomaría más tiempo salir de aquí... —Se llevó la mano al mentón de forma meditativa—. Pero me encontraste antes. —La miró sonriendo—. Gracias.
Anastasia tomó la cara de Darién entre sus manos con angustia y él la miró preocupado.
—Darién... —La voz se le cortó por el llanto—. Pasaron dos años.
Darién abrió enormemente los ojos, plagado de sorpresa y luego analizó a Anastasia con más detenimiento.
—¡Por eso estás más alta!
—¿Qué te hicieron? —preguntó ella—, ¿por qué tu percepción del tiempo estaba tan errada? ¡Oh, mi Darién!
Anastasia lo abrazó y se echó a llorar sobre su hombro, así que, Darién le devolvió el abrazo, sin desarmar su expresión de desconcierto.
Cuando se calmó, Anastasia tiró de su mano y lo sacó de la habitación, por lo que, Darién la siguió contemplando a su alrededor, enmarcando el arco de sus cejas como si no acabara de entender que había pasado dos años encerrado en la OCI.
—Lo siento —dijo Darién, mientras avanzaban—, esto también me pasó cuando era niño.
—¿Malinterpretar el paso del tiempo? —preguntó Anastasia confundida y él asintió.
—Ellery me dijo que estaba demasiado estresado por un tema de mis clases particulares y porque recientemente había conocido a mamá...
» Dijo que me puse plateado y me dormí, desperté dos meses después y pensaba que sólo habían pasado unos minutos. Ellos lo nombraron "Ilusión auto infringida" y Ellery me dijo que era una especie de mecanismo de defensa en la que me protegía a mí mismo de las situaciones estresantes, pero dos meses no son los mismo que dos años...
Anastasia bajó la mirada al escucharlo decir eso y pensó que debía ser algo muy triste, sobre todo porque se imaginó la crisis emocional en la que se debió haber encontrado hace dos años para aislarse de esa manera.
—Anastasia, ¿te cortaste el cabello porque es la nueva moda? —preguntó Darién con curiosidad—, ¿qué pasó mientras dormía?, ¿te casaste?, ¿ya tuviste bellos hijos?
«Así que, tampoco se olvidó de eso —Anastasia se lamentó haberle dicho aquello hace dos años».
—Fui capturada por la OCI —decidió ser honesta—, y estuve en prisión durante estos dos años.
—La OCI... —Darién se mostró preocupado y luego atormentado—. Fue por mi culpa...
—Te equivocas. —Anastasia sonrió con amabilidad—. Ellos ni siquiera sabían que tú y yo nos conocíamos, simplemente, yo era una oculta más que invadía su mundo...
—Pero tú estuviste sufriendo, mientras yo dormía —respondió Darién impotente y Anastasia se detuvo al sentir que apretaba su mano.
El cabello de Darién destelló a la par de su sentir y mientras su cara expresaba tormento, su cabello manifestó el inmenso poder que poseía aquel glorioso ser. Entendió por fin por qué los humanos tenían miedo de Darién a tal grado que los soldados de la OCI prefirieron dejarlo abandonado en su prisión. A su vez, pensó lo errados que estaban sobre el muchacho.
—Sufrí —admitió Anastasia, acunando la mano de Darién—, pero no cambiaría lo que viví, porque eso me enseñó muchas cosas que no quiero borrar.
Darién volvió sus ojos a los de Anastasia y aquella gentil sonrisa que la caracterizaba, lo ayudó a calmarse. Era una verdadera curandera.
—Ven, salgamos de aquí —instó Anastasia, tirando de su mano al verlo más calmado—, quiero ver el exterior.
Finalmente, lograron encontrar la salida de emergencia y Anastasia corrió hacia allá con entusiasmo. El viento fresco acarició su cara cuando el sol la encandiló y luego, ahí estaba, una extensa hilera de cordilleras y una hermosa pradera.
—¡Naturaleza! —exclamó Anastasia con alegría, pues, no pensó que se encontraría en un lugar así— ¡Bella Naturaleza!
Deslizó sus pies descalzos con gracia sobre la tierra, parándose de puntillas y movió los brazos interpretando una bella danza.
Darién la alcanzó de inmediato y se detuvo a mirarla sorprendido. La sílfide bailó y se carcajeó llena de júbilo.
—Baila conmigo, Darién. —Anastasia tomó sus manos y lo atrajo hacia ella.
—Espera, yo no soy bueno... —trató de refutar el muchacho, pero se detuvo al verse tan cerca de su amada y se limitó a admirarla sin disimulo.
—Yo te enseño —respondió Anastasia con una sonrisa.
Llevó las manos de Darién a su cintura y se enganchó a su cuello, percibiendo el nerviosismo del muchacho, pero Anastasia no estaba dispuesta a dejarlo ir esta vez. Así que, le indicó cómo moverse sobre el suelo y seguirla al ritmo de un tranquilo vals. Darién lo pudo manejar, con algo de torpeza, pero con una conexión tal que hizo que el corazón de Anastasia saltara de la emoción.
—Uno, dos, uno dos —Anastasia contó los pasos con una sonrisa y aquella alegría suya, contagió a Darién, cuyo cuerpo se relajó y se movió con más libertad, sonriendo por lo lindo.
La sincronización fue inmediata y aunque Darién no era un experto, sí que sabía moverse bien, por lo que, los dos aumentaron el ritmo de aquella danza. Fue una mezcla del ballet de Anastasia y un inusual baile por parte de Darién quien deslizó los pies sobre la tierra, volviéndose parte de ésta.
Así, con cada movimiento, el viento y la tierra se estremecieron, como sí el elemento de cada uno respondiera a sus corazones en sintonía.
Anastasia se rió alegremente, disfrutando de aquella experiencia y Darién la siguió moviendo las caderas con una sonrisa. Luego, ella dio una vuelta y regresó a los brazos de Darién, donde él la estrechó con fuerza. La sonrisa de Anastasia fue reemplazada por una expresión de añoranza cuando él la tomó del mentón y la miró directo a los ojos. En aquel inesperado momento, Anastasia se sintió al borde de sus propios sentimientos y a punto de estallar de amor. Amor por Darién.
—Te amo. —Suspiró Darién, rozando los labios de Anastasia con su cálido aliento—. Sé que no soy correspondido, pero quiero que lo sepas, porque, ya no lo aguanto más...
» Me encanta cómo eres y me encanta lo que siento cuando estoy contigo. Tú sólo existes y yo me siento capaz de amar la vida, porque tú vives... Te amo mi Anastasia y amo que estés tan viva.
Darién la flexionó lentamente hacia atrás, como continuando el baile y Anastasia se sostuvo de su cuello, sin romper la cercanía de sus rostros. Se miraron el uno al otro con intensidad y la atmósfera se impregnó de aquella tensión que ansiaba romper los últimos centímetros de distancia.
Darién la trajo de regreso y se apartó de ella lentamente, pero Anastasia sostuvo su mano con fuerza, impidiendo que él se alejara más y le pareció que sus latidos hacían eco en su cabeza.
—Si eres correspondido... —Le tembló la voz al decirlo y sin apartar la mirada de sus ojos, volvió a acercarse a él—. Porque yo también te amo, ojitos de plata. —Tiró de la camisa del muchacho y lo besó.
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