Capítulo 13: El origen de una sabia
Anastasia contempló con amargura el montón de envolturas de jabón que había estado recolectando desde su llegada y que ahora, según la cuenta, indicaban un año.
«Darién seguro ya se olvidó de mí —pensó».
No obstante, guardaba cierta esperanza porque, cada vez que tenía alguna pesadilla, aparecía esa luz plateada que la transportaba a un sueño más agradable, por lo que, ella aún creía que la ilusión de Darién seguía cuidándola.
Mientras reflexionaba sobre todo el tiempo transcurrido, los soldados de la OCI volvieron a invadir su prisión y les cortaron el pelo. Anastasia agradeció que no hubiera un espejo en el que pudiera verse y acabar con su autoestima, aunque, ciertamente, ya había olvidado cómo era su aspecto antes de ser capturada.
Cuando los soldados concluyeron su labor, Brigitte y Anastasia se sentaron a meditar.
Con el pasar del tiempo, Anastasia ya no había necesitado que Brigitte la guiara en su meditación y ahora, era bastante capaz de concentrarse por sí misma. Meditar se había vuelto un hábito.
Brigitte le había explicado a la sílfide que la meditación bien implementada podía desprender el alma del cuerpo y llevarla a través de un viaje astral, lo cual, había servido para explicar por qué los escenarios durante la meditación se sentían tan vívidos. Sin embargo, era algo muy difícil de controlar y en el caso de Anastasia, su alma siempre aterrizaba en el bosque sagrado.
Por eso, ya no le resultaba extraño volverse a encontrar con ese lugar tan familiar como su prisión.
Deambuló por el bosque, descubriendo que ahora florecía la primavera. Aún en su forma astral, Anastasia era incapaz de volar, pero había aprendido a ser paciente consigo misma y creía en su proceso. Ahora tenía más fe que nunca.
Veía a las hadas y a las sílfides que habitaban en el bosque, las cuales danzaban y cumplían con sus labores sagradas. Anastasia se unía a ellas para bailar y trataba, en lo mínimo de lo posible, sentirse parte de algo.
Sin embargo, aquel día, decidió regresar pronto a su cuerpo, porque todas las sílfides anunciaban con júbilo que era el día en que los silfos regresaban al bosque y ella no quería encontrarse con su padre o su prometido, por lo que interrumpió la meditación y se echó sobre su cama.
—¿Sucede algo, princesa Fayrel? —Brigitte fue hacia ella.
—Brigitte, ha pasado un año, pero, siento que todavía no soy capaz de conectar con mi verdadero ser, dime, ¿qué crees que me hace falta?
—Tú dímelo. —Brigitte se sentó junto a ella— ¿Qué te mantiene atada?
—Más que atada, creo que simplemente ya no sé lo que quiero —respondió Anastasia—, desde que me exiliaron del bosque sagrado, vivía soñando que regresaba y me convertía en la sílfide que se suponía debía ser. Me casaba con un silfo, tenía bellos hijos y cumplía mi labor sagrada, pero, creo que ya no quiero eso.
—¿Qué te hizo cambiar de opinión?
—Conocí a un chico con bellos ojos de plata... Pienso en él muy a menudo y sólo deseo volver a verlo, pero no sé para qué exactamente quiero verlo.
—El amor suele tomar formas muy difíciles de interpretar. En tu próxima meditación, deberías tratar de conectar con ese sentimiento, ¿a qué lugar o recuerdos te lleva el amor? Ahí hallarás la respuesta.
Así que, al siguiente día, Anastasia hizo caso al consejo de Brigitte y se sentó a meditar. Inhaló y en su exhalación decretó la palabra "amor". Luego volvió a inhalar, descubriendo que el amor era una emoción de fuego también, ya que, todo su cuerpo se calentó, pero no la quemó porque ella estaba hecha de viento y era capaz de dispersar el calor con sabiduría e inteligencia.
De principio, Anastasia pensó que el amor la llevaría a Darién o a Des, pero para su sorpresa, su mente viajó a un tenebroso recuerdo...
Se quedó petrificada cuando vio a Ninnin ante ella y su siniestra sonrisa al ser poseída, diciendo que destruiría el bosque sagrado.
«¡No! Tengo que salir de aquí —pensó Anastasia».
Agitó las alas, tratando de desplegar el vuelo, pero fracasó en el intento y aterrizó sobre el suelo de su inconsciente.
—Ven aquí, hermanita querida. —Ninnin se abalanzó sobre ella y Anastasia escondió la cabeza entre las manos.
Esperó sentir el dolor, pero no fue así, sino que, repentinamente, escuchó aquella nana y Anastasia volvió a abrir los ojos.
Ahí estaba ella, siendo una niña y acurrucada entre los brazos de su madre.
—Somos aire, somos tierra...
Al escuchar la melodiosa voz de su madre y al sentir sus brazos alrededor de su pequeño cuerpo, Anastasia levantó la mirada para poder verla. Era una sílfide tan hermosa. Tenía los rasgos de su cara afilados y bien definidos; y el cabello largo y castaño.
La matriarca cantaba con una voz encantadora y sonreía gentilmente, mientras la niña se maravillaba con su voz.
—Mami... —Suspiró Anastasia.
—Mi Anastasia querida —respondió la matriarca, mientras apoyaba el cachete sobre la cabecita de la niña—, te quiero mucho, mi amor.
Anastasia abrió los ojos al sentir las diminutas manos de Brigitte en su cara, quien secó sus lágrimas y la trajo de regreso. Brigitte volvió a sentarse frente a ella y la miró fijamente.
—¿Qué viste? —preguntó.
—A mi hermana y a mi mamá —respondió Anastasia, sorbiendo los mocos.
—¿Quieres hablar de eso?
Anastasia llegó a la conclusión de que ya era hora de enfrentar el más grande de sus remordimientos, por lo que, le contó.
—Soy la hija de la matriarca de las sílfides, eso tú ya lo sabes, pero, durante mucho tiempo, eso implicó un gran peso para mí que fracasaba en todo lo que "ser una sílfide implicaba".
»Las otras sílfides me molestaban mucho porque no era buena danzando, ni era tan bella como todas las demás. De todas mis hermanas, yo era la más parecida a mi padre y esa fue mi peor desgracia; pero para mi mamá o mis hermanas, yo no era ningún error y todas me querían mucho. Tengo cuatro hermanas mayores, o más bien, tenía cuatro hermanas mayores...
»Yo era la menor y por eso, todas me cuidaban bastante. Ninnin era con la que mejor me llevaba, ya que, al ser la mayor, era casi como una madre para todas. Nos cuidaba cuando mamá se ausentaba debido a su labor como matriarca y también era la sílfide más respetada después de mi madre. Solía pensar que quería ser como Ninnin al crecer, pero un día, Ninnin desapareció.
»Mi mamá solía pasar horas conmigo para consolarme durante la ausencia de mi hermana y todas las demás, pasaban horas durante el día buscándola. Una noche tormentosa, me levanté a causa de un relámpago y fui a buscar a mi mamá para que me consolara porque estaba asustada. Ninguna sílfide, hada o ninfa salía durante la noche a causa de la invasión de los corruptos y yo tenía tanto miedo como el resto de la comunidad...
»Cuando llegué a la habitación de mi mamá, ella estaba llorando y le decía a su acompañante lo mucho que le dolía la ausencia de su primogénita. Para mí fue muy impactante verla llorar, porque mi mamá era la matriarca, la más fuerte y era el pilar de todas las sílfides sobre el bosque sagrado. Era tan fuerte como hermosa y gentil, por lo que, llegué a la conclusión de que había sido una hija muy desgraciada al estar dependiendo de ella para que me consolara cuando ella también sufría. Entendí que toda mi familia sufría y que eso sólo se perpetuaría hasta que Ninnin no apareciera.
»Quise ser la valiente de la familia y decidí salir a buscarla. Era de noche y fueron los propios gritos de mi hermana los que me condujeron a ella. La encontré pariendo en una cueva, por lo que me apresuré a ayudarla con su alumbramiento...
»Nació una niña... —Anastasia rompió en llanto, pero, decidida, continuó con su relato—. Una niña sin alas... Y esa niña sólo podía significar que Ninnin se había involucrado con un hombre que no era un silfo. Mi hermana se puso muy mal al verla, dijo que se había equivocado y que su hija era un error. Traté de calmarla, pero Ninnin estaba desesperada por lo que dirían las demás sílfides del bosque o nuestra madre...
»De repente, Ninnin comenzó a retorcerse, escupió sangre y espuma por la boca. Sus ojos se volvieron rojos y entendí que se había corrompido. Quise contenerla, pero se había vuelto muy fuerte y me apartó de ella. No fui capaz de detenerla y Ninnin... Ella se comió a la bebé. La vi mientras lo hacía y por los cuatro espíritus. —Anastasia se llevó las manos a la cara con desespero—. Sentí tanto terror...
»Ninnin me persiguió, queriendo comerme y luego dijo que destruiría todo el bosque sagrado, ya que, en su retorcida manera de ver las cosas, culpó a la comunidad de lo que le había sucedido. Traté de hacerla entrar en razón, pero Ninnin ya no era Ninnin, era un demonio y tan pronto lo entendí, volé hasta la cabaña de mi padre, ahí dónde él solía entrenar cada vez que venía de visita al bosque sagrado.
»Mientras mi hermana me perseguía y me atacaba, tomé la espada de mi padre y la apuñalé, pero eso no la mató. Ninnin siguió atacando y estaba decidida a arrasar con el bosque sagrado. Yo estaba decidida a salvarla y a salvar a mi comunidad. Luché contra ella y luego la expuse al amanecer, sólo de esa forma, Ninnin dejó de luchar...
»Junto con el amanecer, llegó el día en que los silfos nos visitarían y cuando me vieron junto al cuerpo inerte de mi hermana, me capturaron y me llevaron frente a mi madre. Le dijeron que yo había matado a Ninnin y mi madre me dio la espalda, otorgándole mi destino a mi padre y a la noche siguiente, él me condenó a muerte, pero un espíritu de viento me salvó y me ayudó a escapar.
—¿Un espíritu de viento? —preguntó Brigitte sorprendida.
—Sí... —Anastasia asintió, empapada en lágrimas y con el cuerpo tembloroso por los recuerdos—. Ese día lo perdí todo y viajé hasta la dimensión 21, donde un Desuellamentes quiso comerme, pero como me vio dispuesta a entregarle mi vida porque estaba deprimida, se interesó por mi historia y luego de que le contara, se compadeció de mí y me acogió. Des se convirtió en mi lugar seguro después de eso.
—¿El mismo Desuellamentes que quiso comerte? —preguntó Brigitte desconcertada.
—Al final no me comió —replicó Anastasia—, y me cuidó durante siete años. Me dio un lugar donde vivir, comida, libros y mucho más.
—A pesar de eso, la meditación te llevó a los recuerdos de tu madre y tu hermana...
—Yo tampoco lo entiendo...
—Entonces, sólo queda preguntar... ¿Qué sientes por tu mamá y tu hermana?
La pregunta fue de verdad devastadora e hizo llorar a la sílfide de una manera desgarradora.
—¡Las amo! —gritó—. Y me muero en vida porque deseo recuperarlas, cuando sé que no podré hacerlo jamás... Ninnin ya no existe y mi mamá me odia.
Finalmente, Anastasia entendió por fin por qué estuvo tan empeñada en querer volver para casarse con un silfo y tener bellos hijos. Lo que en verdad quería era lo que obtendría a través de eso, el amor y el respeto de su madre junto con sus demás hermanas.
—Supongamos que tu deseo se hace realidad, que vuelves al bosque sagrado y te encuentras junto a tu familia de vuelta, ¿qué pasaría con Des y el chico de los ojos de plata?
«Nunca más volvería a verlos».
—Necesitas meditar mucho, princesa Fayrel y darle claridad a tu corazón.
Así que, Anastasia meditó durante un largo tiempo, remontándose cada tanto a sus viejos recuerdos y tratando de encontrar un equilibrio entre sus deseos y sus posibilidades. Dentro de esa prisión tuvo que aprender a ser realista y entendió que nunca más recuperaría el amor de su familia, porque, sin importar que Anastasia fuera parte de ellos, también era la asesina de su hermana.
Pensó que para su mamá debió ser muy difícil aceptar que Anastasia había asesinado a su primogénita por muy poseída que aquélla estuviera. Se basó un poco en Darién para entenderla, quien amaba y protegía a su madre sin importar que ésta estuviera poseída.
«La posesión rompe a la persona poseída, pero no sus vínculos con sus seres queridos —pensó Anastasia—, por eso, el resto de nosotros, queremos encontrar en ellos a la persona que alguna vez fueron».
Danzó con el resto de las hadas, entendiendo mejor la situación y a cada movimiento de su cuerpo, sentía que aterrizaba mejor sobre la realidad.
«Mi verdadero ser... -pensó-. Mi verdadero ser es como un lienzo en blanco, el cual fue salpicado de pintura por otras personas, quienes quisieron introducirme normas y formas de identidad. No lo hicieron con mala intención».
Entre meditación, yoga y danza, Anastasia fue sacando sus propias conclusiones, redescubriendo su verdadero ser.
«Hoy tomaré el lienzo y lo pintaré por completo de otro color, borrando de esa forma las salpicaduras... Rojo porque no olvido la ira ni el amor. Azul porque no olvido la tristeza; y verde porque me siento viva. Soy Anastasia Fayrel y a partir de ahora, yo decidiré mi destino. Y mi deseo... Es Darién».
Abrió los ojos en medio de la meditación y se descubrió flotando sobre la cama. Las demás hadas observaron maravilladas el revoloteo de sus alas y Brigitte sonrió orgullosa.
—¡Princesa Fayrel! —exclamó.
Las hadas la abrazaron y Anastasia les devolvió a todas ellas el abrazo, llena de gratitud.
Aquel día, Anastasia Fayrel se convirtió en Anastasia la más sabia y fue capaz de volar.
Holiiii 🥰🥰🥰
Gracias por seguirme hasta aquí, junto con Anastasia, de verdad que poder compartir este capítulo al fin con todos y todas me llena de orgullo 🥺 Del mismo modo, me siento muy orgullosa de nuestra pequeña sílfide y en esta ocasión no agregué texto a la imagen porque sentí que ya no había nada más que pudiera decir para transmitir lo que la narración y la imagen por sí mismas transmiten 🥺🥺 Espero que les haya gustado este capítulo y no se preocupen que la acción volverá muy pronto 🤭 Anastasia es una sabia ahora, pero también es una guerrera 💪🏻
Así que, realmente espero que nos sigamos leyendo y no me queda nada más que darles muchos besitos cariñositos en agradecimiento por su apoyo 😚😚😚😚😚
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