Día uno
Johnny se fue temprano en la mañana entre cientos de disculpas por haberse quedado dormido.
Aquella voz en la radio la noche anterior no me había dejado descansar con normalidad. Sin embargo, decidí no decirle nada de lo sucedido.
No debo darle importancia, no es mi problema lo que le pase a ese tonto de la radio y lo que haga con su vida. Pasaré por el Dojo para entrenar y meditar en la tarde, eso me ayudará a dejar de pensar en este asunto.
—Oi... oi... oi... Tierra llamando a Yuu.
Y para terminar de amargar mi día, Lavi no desaprovecha la oportunidad de jugar con mi poca paciencia. Cuando mi puño termine en su cara hará todo un drama después.
—Te he dicho mil veces que no me llames por mi nombre, maldito conejo suicida. Tendrás un moretón en el ojo si no me dejas en paz.
—Estás más amargado y distraído de lo normal —comentó como si no hubiera tomado en serio mi amenaza, sentándose al lado. Buscando un lugar tranquilo como lo es la biblioteca, había olvidado por completo que mi autoproclamado "amigo" es un nerd que vive entre libros e inevitablemente estaría aquí—. Cuando algo te molesta de verdad, frunces las cejas de forma distinta —hizo la observación.
—¿Además de molesto ahora eres acosador? —pregunté con sarcasmo, él solo rió y siguió insistiendo en saber qué me sucedía hasta que colmó mi paciencia. Para que se callara, le expliqué con brevedad lo que había ocurrido ayer.
Lavi apoyó su cabeza en la mano— Un chico misterioso se aparece a media noche en una emisora de radio anunciando que se va a suicidar. Suena a creepypasta de internet.
—Ahora piensas que me estoy volviendo loco.
—Para nada —alegó, moviendo las manos—, es solo que me cuesta entender qué motivos puede tener. Además está el hecho que dice tener más de doscientos años, cosa totalmente ilógica y también que consiguiera robar la señal de un canal de radio. ¿No es más fácil sólo escribir una carta de despedida y ya? A lo mejor estaba ebrio o bajo el efecto de alguna droga... o a lo mejor es un vampiro. Los cuentos y leyendas de abuelos son más reales de lo que crees.
—Tsk... que voy a saber yo —contesté irritado, queriendo pensar en otras cosas más importantes en mi vida.
Tras haber conversado un rato con Lavi (o solo escuchado su monólogo) y terminado el resto de mi rutina diurna, me dirigí una vez más a mi departamento. A cada día que pasa, el clima en el cielo se torna más oscuro. La vista del mar a través de las casas de piedra está cubierta de niebla, por lo que no se puede ver más allá de la orilla de arena y los rompeolas.
Al insertar la llave en el pomo de la puerta, la voz de Johnny me sacó de mis pensamientos.
—Hola, Kanda.
—Si vienes por otro favor, me niego. No estoy de humor para visitas.
—No, no es eso —ladeé mi rostro para verlo. En sus manos traía la radio que reparó— Venía a agradecerte por haberme ayudado ayer. Logré presentar mi proyecto a tiempo. Como compensación, te traje la radio. Noté que no dejabas de verla en la mañana, así que pensé que sería el regalo perfecto. Si no la quieres usar también puede servirte como decoración.
Genial... lo que me hacía falta. Algo debe estar mal en mí porque accedí y tomé la radio. No me quitaría mucho espacio y justamente estaba pensando en comprar una planta o algo así, ya que Lavi no se cansa de decirme que mi apartamento parece el hogar de un anciano aburrido. Quizás no esté tan equivocado, una radio antigua no ayuda en mucho.
Finalmente en la tranquilidad de la sala, mi pie se movía con indecisión mientras seguía pensando que no era una buena idea haber aceptado esta cosa. La dejé cerca de la ventana, sobre una mesa que compré hace poco cerca del sofá.
Saqué la laptop, preparé mi té y me dispuse a hacer la investigación de mi tarea. Cada cierto tiempo mis ojos se desviaban a esa radio y luego regresaban al monitor.
Eran las 11:47 pm cuando terminé y comenzaba a sentir el cansancio, sobre todo en los músculos tensos de mi cuello y espalda. Dos noches de desvelo no son una idea tentadora.
Pero me descubrí buscando donde conectar la radio. Cuando finalmente la acomodé me detuve a pensar en la locura que estaba haciendo. Llevando mi mano al cabello que tenía suelto.
—Tsk...
Mandando mi sentido común al demonio, presioné el botón de encendido que finalmente supe dónde ubicar y busqué la estación 014.0 en la que había escuchado la voz del Moyashi.
Sí... no es más que un simple brote de soya, tonto e impulsivo, por lo que el nombre le queda perfecto.
Sólo se oía estática, más estática y ruido blanco. Pasaron los minutos y cuando decidí que había tenido suficiente con mi curiosidad me puse de pie para desconectar el aparato. El ruido comenzó a distorsionarse hasta que apareció de nuevo su voz, justo cuando la hora de mi móvil marcaba la medianoche.
| Hola de nuevo, aquí Allen... No esperaba que de verdad alguien hubiera escuchado mi lamento de ayer, pero según el contador del canal tengo un espectador nocturno. ¿Eres hombre o mujer? |
Aquello llamó mi atención, mi mirada seguía analizando el contorno de la radio a medida volvía a tomar asiento en el sofá.
No fue una alucinación, fue real y volvió a aparecer esta noche.
| Me conformo con que alguien pueda escucharme.
Respecto a lo que dije ayer, hablaba muy en serio. Tengo mis razones para hacerlo y en este punto cualquiera sea el pensamiento que cruce por tu cabeza, dudo que me haga cambiar de opinión. Lo único que me queda para ofrecer es la música... música que ha sido parte de mi vida desde que tengo memoria. Quiero que escuches una parte de mí, una canción de piano cada noche hasta que llegue ese día | Comenzó a narrar. A veces su voz flaqueaba, la tormenta eléctrica también hizo que la señal se perdiera en ocasiones.
| Gracias a mi maestro, tengo un pequeño piano a mi alcance. Advierto que no está del todo afinado, las goteras no ayudan a la madera tampoco... En fin, ¿A qué iba?... Ah, sí. La primera pieza, Nocturne in C minor No. 20. Buenas noches. |
Dejó de hablar y en cambio comenzó a tocar una melodía de piano. Era claro que no tendría respuesta a muchas preguntas que pasaban por mi cabeza porque el inútil Moyashi no me puede escuchar.
Me costó admitir que pese a ser un mocoso, toca el piano con destreza, no mentía en eso. No soy del tipo que le gusta la música de piano, prefiero los instrumentos de cuerda... pero algo en cada nota me hacía imaginar a un joven de mirada melancólica moviendo sus dedos sobre las teclas, como si estuviera frente a mí.
No supe en qué momento dejé de escuchar la melodía y mis ojos cayeron rendidos ante el sueño, el ruido blanco de la radio, y el sonido de la tormenta en el exterior.
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Holo there...
En la descripción añadí "Songfic(?)" pues no estaba del todo segura, ya que en efecto, Allen tocará una canción de piano en cada capítulo, pero la historia no gira en torno a dichas canciones. Fueron un plus que pensé en un primer momento y me gustó mucho así que decidí dejarlo en el Fic. También quiero agradecer los comentarios y opiniones constructivas sobre el primer capítulo y la descripción.
Como datos adicionales:
Lavi es compañero de Kanda, comparten varias clases juntos y estudian la misma carrera.
El estilo de piano que Allen toca es un piano de cola vertical color blanco, similar al que toca en el arca, solo que más desgastado y de aspecto viejo.
Tengo una playlist en spotify con la canción de este y los próximos capítulos, si tienen problemas con el link, pueden buscarme como VarelaDCampbell o poner Radio 014.0 en el buscador. No tengo una playlist en youtube aun, pero colocaré los links en el comentario adjunto a este párrafo. Algunos títulos dan ligeras pistas de lo que pasa más adelante.
¡Los dejo con un Bye Bye Dango... y nos leemos en unos cuantos días! ^^
Radio 014.0 By Varela D. Campbell ウァレラ・デェー・キァンベル。
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