Día nueve (parte II)
Creo que fue una mala idea entrar sin algo con lo que defenderme, por suerte encontré un caño oxidado que podría servirme.
Capté movimiento con el rabillo del ojo y me di la vuelta, Timcampy salió de una cubeta con herramientas tirada en el piso. Así que de ahí vino el sonido, ¿eh?
Apenas me vio, se acercó y comenzó a frotarse en mi tobillo— ¿Sabes dónde está? —me agaché y como si entendiera lo que dije, caminó por el pasillo estrecho con la cola en alto buscando que lo siguiera. Me llevó hacia la cabina de mando y para mi sorpresa finalmente encontré un micrófono antiguo y los aparatos de transmisión que el Moyashi usa para comunicarse por la radio. A pesar de lucir más viejos que mi padre, están bien cuidados.
Hay una escotilla que conecta con la cubierta; del lado opuesto, algo llamó mi atención y desvío mi mirada siendo el piano viejo. De inmediato lo imaginé tocando una de las múltiples canciones que escuché a través de la radio.
Estuve a punto de poner mi mano sobre él cuando sentí la presencia de alguien a mis espaldas. Una ráfaga de viento me tomó con la guardia baja y me golpeó con la fuerza suficiente para hacerme perder el equilibrio.
Caí, no sin antes tomarlo del cuello de la camisa, quedando sobre mí. Por un instante nos miramos con real sorpresa.
Tiene un rostro pálido, cabello blanco, una marca roja sobre su ojo y lo más llamativo, las alas que cuelgan en su espalda. Su ropa es extraña, se parece a la ropa que la gente usaba hace varios años.
—¡¿Tu otra vez?!
—¿Moyashi?
—¿Huh?... ¿A quién llamas Moyashi? Mi nombre es Allen. Pe-pero ese no es el asunto aquí. ¿Cómo pudiste encontrarme? —me cuestionó.
Con la fuerza que reuní, me moví hasta quedar sobre él y aprisionar sus manos. Puede que sea fuerte, pero no dejaré que se escape ahora que finalmente lo encontré.
—Usando una radio para quejarte de la vida, es tan sencillo como ir a buscar cerca de la única antena de transmisión en la ciudad —respondí con ligero sarcasmo, conteniendo la poca paciencia que me quedaba.
Lo vi abrir los ojos por la lógica de mis palabras. Se soltó con facilidad y nos pusimos de pie.
—El sello que puso Cross se desvaneció entonces. No veo otra manera de que pudieras encontrar mi escondite... —murmuró, supongo que para sí mismo ya que no tengo idea de lo que está hablando. Quizás está relacionado con esa luz verde que vi la noche que me atacó ese monstruo, porque antes de eso puedo jurar que no había señal de un enorme agujero en el acantilado y menos un barco completo en su interior.
Me miraba con recelo, tenía derecho pues un desconocido había descubierto su secreto e invadido su "hogar", además que aún tenía en mi mano el caño. Lo solté para que se diera cuenta que no tengo intenciones hostiles.
—Vete de aquí. Soy peligroso y si te acercas demasiado puedo lastimarte —ordenó, erizando sus alas para lucir más intimidante, pero sólo me causó gracia. Parece como si tratara de imitar a una gaviota enojada porque un mapache robó su comida.
—No me iré —me opuse, cruzándome de brazos para ver qué tan lejos podía llegar.
—Entonces no me dejarás otra alternativa que echarte. Ya te has metido en un enorme lío al descubrir que existo —me amenazó dando un paso al frente, pero puedo notar en su mirada que no lo dice en serio. Además, el sonido de su estómago por el hambre le hizo perder mucha credibilidad.
Levanté una ceja y sólo suspiró rindiéndose— Haz lo que quieras entonces, pero no husmees en mis cosas... Sígueme —dijo con incomodidad, dando la vuelta para salir por la escotilla y buscar algo de comer. Lo seguí hasta la cubierta.
Pasaron unos minutos, el Moyashi con su gato terminaban de comer un pez casi carbonizado. Estaba sentado sobre unas cajas apiladas en la proa, frente a una parrilla improvisada. Afuera de la cueva se notaba la lluvia torrencial, falta poco para que sea de noche otra vez.
Me di cuenta que sobrevive cazando peces para no acercarse mucho a la ciudad, también descubrí que un "hechizo" realizado por su maestro era el que mantenía el barco escondido de la vista de los humanos, pero eso no explica por qué el cambio de actitud tan repentino luego de encontrarnos.
—¿Por qué no desconfías de mí? —pregunté, teniendo esa duda en mi cabeza ya que no estaba a la defensiva. Estoy seguro que de haberlo querido me habría echado con facilidad.
—No percibí malas intenciones en ti y no te agradecí en persona por haber salvado a Timcampy —se encogió de hombros—. Además, creo que no vienes por esto —dijo, mostrándome su mano; su brazo está enrojecido y en el dorso de la mano tiene una piedra preciosa incrustada, llenando mi mente con preguntas— ¿No me dirás tu nombre, Blue?
—Te lo diré si me dices primero qué eres, Moyashi.
—Allen... es Allen Walker, no Moyashi —se bajó de un salto hasta quedar frente a mí. Al observarlos fijamente, noté que sus ojos son grises pero parecen desprender un extraño brillo púrpura.
Su vista se desvió a los vendajes en mi brazo que sobresalen de la manga del abrigo— Oye, ¿qué haces? —forcejeé molesto cuando tomó mi mano y encogió la manga. De su mano rojiza salió una luz blanca que se transformó en plumas que se extendieron hasta mi brazo, dejándome atónito.
Pese a que no pude ver en realidad lo que pasó debido a las vendas, supe que la herida en mi brazo ya no estaba, sintiendo un extraño cosquilleo en mi piel donde me sostenía con su mano.
—De nada... —me soltó y se alejó para cargar a su gato.
—Si podías hacer eso, ¿por qué no lo hiciste cuando me salvaste? —gruñí sin ocultar mi molestia.
—No podía hacerlo porque no tenía fuerza suficiente —respondió, un poco ofendido por mi actitud—. Mi cuerpo exige más comida de la que puedo conseguir pescando y sin mi maestro idiota no puedo esconder mis alas para ir a la ciudad por comida —no supe qué responder a eso más que solo chasquear la lengua.
Como vio que no le di respuesta continuó, relajando su semblante— Los de mi especie han tenido bastantes nombres a lo largo de los años: dioses, demonios, ángeles o incluso sirenas. Me gusta más el último porque los humanos también se refieren como sirenas a las nereidas... ¿Ahora me dirás tu nombre?
—Yuu... Kanda —dije, arrancando los vendajes de mi brazo para corroborar que las puntadas y la herida habían desaparecido. Lo vi sonreír y extender su mano rojiza como saludo oficial.
—Mucho gusto, Yuu —contestó animado. Escuchar mi nombre salir de su boca fue extraño por decir poco.
Parpadeé y de inmediato regresé a mi postura seria— Kanda... Odio que me llamen por mi nombre —Vi su mano y extendí la mía para estrecharla. Era lo mínimo que podía hacer luego de que curara mis heridas.
Luego de la incómoda presentación, llegué a un par de conclusiones simples. Parte de ello siendo lo poco que ya había mencionado antes en la radio, que está siendo perseguido por humanos... podría ser por sus poderes de curación o algo más que aún oculta.
Pero por más que intenté, no obtuve mayor respuesta además de muchos rodeos y sonrisas un tanto falsas. Tampoco es que hubiera esperado una conversación profunda cuando apenas nos conocemos, aunque podía notar que se contenía de hacerme preguntas también, sin despegar sus ojos de mí en ningún momento.
Me costó mucho tener que regresar a mi apartamento, por supuesto que evitando la calle cerca a la playa y rompeolas ya que no había garantía que a la mañana siguiente el Moyashi desaparecería junto al barco. El principal motivo fue la maldita tormenta y el granizo que iban empeorando conforme la noche caía, así que no me podía quedar más tiempo ahí.
Además, si quería ayudarlo primero debía ganarme su confianza, cosa que pareció funcionar. No olvidaré su cara de estupefacción cuando le dije que me iba a casa. Tsk... Pensó que pasaría la noche ahí o qué sé yo.
...
El tiempo se escurre como la arena y aun me encuentro en un debate mental frente a la radio donde todo esto dio inicio.
Se acerca la medianoche. La encendí y mientras esperaba la voz del Moyashi revisé las 58 llamadas perdidas de mi padre y los mensajes de Marie y Alma preguntando dónde estaba. ¿Se creen que soy un maldito mocoso que debe cuidar? Son un fastidio...
Pero pasaron los minutos y el ruido blanco era el único sonido en la sala. Mi dedo comenzó a golpear impaciente el respaldo del sillón como ya era costumbre cuando no escucho su voz llegada la hora. Quizás la tormenta volvió a afectar la señal de nuevo, pero en el fondo no quería pensar en la posibilidad que el Moyashi huyera tras haberlo encontrado.
Liberé el aire de mis pulmones cuando finalmente lo escuche tras los parlantes viejos.
| Allen reportándose, como ya es costumbre estos últimos días.
Jamás pensé que me encontraría con un humano tan curioso. Eres demasiado testarudo y necio. Te dije muchas veces que no me buscaras pero eso no te detuvo... aun así... agradezco tu compañía de hoy. No había hablado con un humano en muchos años. Sin embargo, insisto en que soy peligroso... | Tsk, si querías permanecer oculto no debiste aparecer en la radio en primer lugar.
| No quiero que mis problemas te afecten a ti también. Solo espero que aún no sea demasiado tarde para reparar el sello. Debo mantenerme oculto de la vista de los humanos.
Realmente agradecería que guardaras el secreto, Blu-.. digo, Kanda. O quizás deba llamarte BaKanda. No me gusta tu sobrenombre "Moyashi" así que inventé uno que va perfecto con tu nombre. | Escuche su risa y los maullidos de Timcampy.
¡¿A quién llamas BaKanda, idiota?!
| Mi maestro me decía que no confiara en los humanos, que hay muchos con intenciones oscuras y ambiciosas haciéndose pasar por caballeros o personas nobles. Quizás tenía razón, o quizás desconfiaba hasta de su propia sombra... pero yo todavía creo que hay buenas personas en este mundo, sólo que es muy difícil encontrarlas. |
Tsk... es casi tan difícil como haberte encontrado, Moyashi.
| Han sido muchas emociones el día de hoy, ¿no crees?... Descansa, Yuu Kanda. Espero te guste la melodía I giorni. Buenas noches. |
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Holo there...
¡Finalmente se encontraron! Ahora Kanda corre contra reloj para descubrir el motivo principal por el cual Allen planea terminar con su vida y buscar una forma para salvarlo.
Lamento el atraso con este capítulo. Tristemente es temporada alta en mi trabajo más horas extra, lo que me deja exhausta y sin mucho tiempo libre últimamente, por lo que me disculpo de antemano si no logro completar a tiempo el capítulo de la siguiente semana. Muchísimas gracias por leer este fic, sus comentarios me llenan de ilusión y alegría.
La ropa que Allen lleva puesta es de ese estilo gótico Victoriano como en el de la imagen, sólo que lo pensé originalmente en color beige. El chaleco le queda un poco grande porque era de Mana. *Perdón por el edit feo, es sólo como referencia jajaja xD
¡Los dejo con un Bye Bye Dango... y nos leemos en unos cuantos días! ^^
Radio 014.0 By Varela D. Campbell ウァレラ・デェー・キァンベル。
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