Z e h n.

Apenas obtuvo un asentimiento positivo fue a acostarse en el lado izquierdo de la cama como si fuese la propia, realmente la calidez del cuerpo contrario era demasiado cómoda y le hacía imposible no querer acurrucarse sin preocupaciones al menos un rato pero había trabajado mucho para lograr que sus sobrinos fuesen a Norteamérica como para quedarse varado en medio de Eurasia rodeado de la gente que había destruido su hogar.

—Mañana vuelven Rusia y algunos de mis hijos, intenten llevar la fiesta en paz –Habló el de suéter negro volviendo a tomar su libro en lo que el alemán se le apegaba—.

—No fui yo quien lo golpeó en el rostro.. –Weimar maquilló su tono de tirria por el bicolor, ya luego se las cobraría todas con ese mocoso molesto y estorboso—.

—Hablé con él mientras estaba en Moscú, se va a disculpar porque en este hogar no está permitido lastimar a la familia –Aquello dejó algo pensativo al menor, que únicamente se enfocó en buscar el sueño para evitar la charla hasta que lo consiguió—.

Rato después ya estaba totalmente dormido abrazando recelosamente la cintura ajena con una expresión de tranquilidad en su rostro, la diestra del azabache acarició en el cabello ajeno mientras tanto, sintiendo así lo suave que era y la forma de sus ondas doradas que se acomodaban por todos lados haciendo ver su cabeza como una mata de rizos.

•   •   •

El de ojos cielo se contuvo la mueca de fastidio cuando vio llegar al maldito mocoso ruso con otras dos más incluyendo a la de piel verde que conoció antes, nada lo jodía más y a sus planes que estar rodeado de gente estorbosa.. sobre todo cuando el objetivo era tener un acercamiento lo suficientemente sexual con el más alto para poder obtener pruebas falsas y acusarlo con las demás naciones.

—¿El alemán vive aquí? –La no ante avista habló con todo algo despectivo mirando al tricolor de ropa impecablemente planchada a quien le tembló la ceja, aunque sintió curiosidad cuando esté miró de soslayo al de parche y este inmediatamente le hizo una seña de que parara de hablar– Hm.

—El almuerzo ya casi está, vayan a dejar sus maletas y cambiense el uniforme –URSS ordenó en tono neutral para que se dispersaran al igual que la incomodidad, aunque al girarse en dirección a la cocina no notó que su primogénito chocó a propósito con el hombro del foráneo—.

Frunciendo el ceño Weimar se retuvo de partirle la cabeza con un adorno que tenía convenientemente cerca, pero siguió con su actuación de niño tranquilo y fue también a la cocina para excusarse con que echaría una mano al dueño de casa.

—¿Puedo ayudar? –Le dijo con un tono más relajado apoyándose en el lado izquierdo del cuerpo ajeno que se detuvo ante la cercanía—.

—Puedes poner las cosas en la barra, por favor –Tras pensar un poco el de gabardina señaló al cajón de cubierto, recibiendo un asentimiento y una ligera presión en su cuerpo al haber tenido tan apegado al tricolor que luego se impulsó para alejarse por sus órdenes– Ven, abre.... ¿Qué tal?

—Caliente.. pero sabe bien, ¿Es Borsch? –Terminando de saborear el contenido de la cuchara que el mayor le acercó a la boca se relamió los labios, ciertamente sentía un sabor a remolacha pero estaba rico—.

—Exactamente, les gusta mucho así que lo preparo cada vez que vienen por descanso –Dijo en lo que sus repúblicas bajaban la escalera con ropa igual de gris que el más bajo a su lado—.

Este lo ayudó también acercando los plato humeantes a la barra para ambos de nombre similar ya que el escarlata dejó primero un plato para la niña de cabello corto que comenzó a comer sin esperar a nadie, ya había puesto el plato para la pelirroja pero cuando estaba por acercarse al otro este de manera sutil puso un pie en un camino haciéndolo caer junto al plato caliente que se rompió en pedazos esparciendo la comida por el suelo y haciéndolo solar un grito cuando sintió su pecho quemar.

El de hoz y martillo que apenas estaba sirviendo para ellos dos dejó lo que hacía parar correr luego del ruido estridente viéndolo arrodillado en el suelo quejándose en intentando deshacerse de su abrigo para ver si había una quemadura, inmediatamente lo tomó en brazos para llevarlo al segundo nivel justo a su habitación en busca del botiquín y el ungüento de quemaduras. Mientras tanto en la cocina ambas jovencitas miraron sin expresión a su contemporáneo que hizo un mueca mirando los pedazos de loza en el suelo... tal vez se le había pasado la mano esa ocasión.

—Me duele, cuidado –Sus ojos claros se habían llenado de lágrimas pero tenía que evitar soltar alguna de las groserías que rondaban en su cabeza en lo que el más alto revisaba su piel luego de haberlo desvestido de la parte superior—.

La unión pasó despacio un paño humedecido para alivianar el ardor ajeno y también limpiar un poco de las marcas rojizas hechas por el jugo de la comida, luego colocando en ungüento con cuidado, estando tan concentrado sin notar que el europeo observaba algo hipnotizado como sus grandes dedos le recorrían el pecho que había tomado un tono algo rosa por la irritación de su piel de por si delicada.

—Hay que esperar a que se absorba para poner otra capa hasta que se desaparezca la marcha roja, ¿Te molestaría quedarte aquí o te llevo a tu habitación? –El de ojo dorado habló tomando la ropa manchada del contrario que se veía algo agitado seguramente por el dolor, tal vez debería agregarle también una cucharada de remedio para que descansara tranquilo hasta la noche—.

—Tengo sueño, no me quiero mover.. me duele –Se aprovechó de su oportuna pero jodida situación para encogerse con cuidado entre las sábanas de URSS que comprensivamente asintió ayudándolo a acostarse y cubriéndolo hasta la cadera con una manta ligera– Vendré en un rato a revisar, descansa.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top