V i e r U n d Z w a n z i g.

El rubio jadeó por reflejó levantando su diestra, la cual estaba llena de la usual sustancia blanquecina que goteó un poco a la cama a causa de la velocidad al apartarla, realmente no se esperaba ser descubierto así que quedó pasmado mirando directamente al carmesí que se encontraba de la misma manera aún en la puerta sosteniendo la manija.

—¿Папа está todo...bien... –Rusia, quien se asomó por un lado junto al hombro de su padre, enrojeció inmediatamente viendo también la escena hasta que el "menor" se cubrió con las sábanas—.

—¡¿Qué hacen?!, ¡Malditos comunistas sin noción de privacidad! –Estaba demasiado avergonzado a pesar de ser dos personas con las que ya había tenido roces sexuales, pero aún así no le gustaba ser atrapado con la guardia baja– Joder, lárguense ya.

El primero en volver a pensar fue el azabache que retrocedió un par de pasos dispuesto a alejarse en su habitación, pero el jovencito parecía estar embobado con la apariencia del alemán agitado como tanto le fascinaba imaginar. Así que Weimar tomó una almohada a ciegas y se la aventó a la cara haciendo que se alejase también de la puerta, la cual tuvo que miserablemente levantarse a a cerrar de portazo mientras se cubría la entrepierna que aún estaba un poco dura por lo anterior.

Aunque antes de hacer un berrinche ya nuevamente en privacidad, recordó que esa vergüenza la podía usar para chantajear al soviético con algo de igual valor cuando lo necesitara, así que sonrió y se desnudó para cambiar su ropa interior húmeda por otra nueva y el pantalón de dormir, finalmente iba a poder conciliar el sueño esa tarde. Así que se acostó dándole algunos golpes a la almohada y cerró los ojos suspirando tranquilo mientras que del otro lado los eslavos se miraban entre sí sin decir nada aún procesando que habían visto al tricolor apenas terminando de masturbarse.... y que eso les había causado una erección a ambos, por suerte cubierta por sus respectivas gabardinas.

El de hoz y martillo se retiró a su habitación a darse una ducha helada reprendiéndose mentalmente y el bicolor se encerró en la suya a tocarse con el recuerdo ajeno.

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El mensaje de su asesinato al maldito eslavo abusador ya se había comenzado a propagar como la pólvora más que nada por la firma que dejó, pero como ya estaban empacando sus maletas se iba a librar de ello, observó a los anglosajones con fastidio a la distancia y subió al auto para acostarse en el asiento de atrás ignorando que su cabeza se apoyó en las piernas del ruso menor que tragó duro mentalizándose en que no era momento de pensar cosas sucias a pesar de la posición, con el sonido del motor encendiéndose se hizo ovillo y intentó dormir un poco durante del camino al aeropuerto pesar del ruido externo.

Al bajar del auto media hora después estaba soñoliento simplemente bajando primero para subir al avión, dejando su maleta atrás que fue cargada por Rusia junto con la suya propia, se acostó en los asientos del medio y se cubrió con la manta que había estado llevando encima tras simplemente sacarla de su habitación asignada sin importarle nada más que dormir. Soltó un bostezo mientras los otros dos subían con las maletas y se acurrucó usando su abrigo doblado como una almohada, realmente lo único que esperaba era llegar rápido a esa casa para no hacer absolutamente nada durante el resto del día y esperaba que el siguiente también, por lo menos ya había conseguido entregarle el manojo de cargas dirigidas a sus sobrinos al canadiense que se retuvo de hacerme preguntas cuando le dio una mala mirada.

Durante todo el viaje durmió profundamente bajo la mirada de soslayo del de parche y la atenta del rojiazul que de sentó lo más cerca que pudo pero sin invadir los asientos en la fila del rubio para evitar que este pudiese enojarse más por lo de esa mañana, hubo algo de turbulencia que retumbó las ventanas generando algo de preocupación en el eslavo mayor pero finalmente no pasó a mayores y no fue necesario hacer parada de emergencia.

—Mierda... mi cabeza.. –El europeo se levantó lentamente con los ojos entrecerrados y atrayendo la tención de los otros de inmediato, tenía el rostro algo pálido y trataba de parpadear pero no podía abrir más los ojos por el terrible dolor de cabeza que experimentaba—.

—¿Te sientes bien?, falta muy poco para aterrizar –URSS inmediatamente se levantó de su lugar para sentarse en uno de los asientos del más bajo que no dejaba de tocarse la frente—.

—Córtame la cabeza –Le gruñó ya malhumorado, no había nada que detestase más que que la jaqueca y la fiebre, ni siquiera estaba seguro de cuál de las dos tenía—.

—Sabes que no puedo hacer eso, Rusia tráeme una botella de agua del compartimiento de provisiones –Pidió el de ojo dorado antes de levantar su mano para peinar hacia atrás el cabello ajeno y soplarle buscando enfriar un poco esa zona—.

—Ten, Папа –El castaño no tardó mucho en entregarle lo pedido, también algo preocupado por las quejas del más bajo—.

—No me toquen tanto.. ugh –Dando algunas palmadas sin fuerza a la mano ajena el de piel amarilla luego optó por quedarse mejor quieto antes de sentir de que se le caía la cabeza ahí mismo– Ya, dame la jodida botella...

Se la entregaron destapada y le dio un par de sorbos largos jadeando al finalizar por el esfuerzo, quería llegar a dormir pero seguro tras aterrizar estarían vigilándolo para que no se desmaye como un estúpido.

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