A c h t z e h n.
Dos semanas después tanto los jóvenes como el de hoz y martillo estaban en Moscú, más precisamente en el Kremlin por asuntos de soberanía en su parte del territorio germano, el de ojos cielo retenía su expresión de fastidio jugando con la diestra del menor para distraerse en medio de la reunión que le importaba un completo carajo.
Hasta que oyó a alguien mencionar algo sobre una cumbre diplomática entre los aliados para celebrar su victoria sobre el fascismo en Europa, ante eso ya se concentro en lo que el resto decía hasta que al final se confirmó, esa semana viajarían al centro del viejo continente.
Lo que significaba que había gran probabilidad de ver a Deutschland, pero también de que América abriese la boca al saber la verdad, lo cual hacía más complicados sus nuevos planes pero ya pensaría en algo.
—¿Si? –Al oír que tocaban la puerta de la habitación que le asignaron tuvo que acercarse a abrir, notando que ella el rojiazul–.
—¿Puedo.. dormir contigo? –Preguntó el castaño con las manos entrelazadas y cubriendo su pijama con una gabardina, su habitación estaba a un par de puertas a la izquierda—.
—Hoy no, Russland, nos vemos en la mañana. –El alemán suspiró disponiéndose a cerrar la puerta, aunque antes se estiró un poco para darle un beso en la mejilla, le convenía que él siguiese de su lado incondicionalmente—.
En la entrada del pasillo, entre la oscuridad, el de ojo dorado observaba la interacción con el ceño fruncido y apretando un puño, se quedó ahí hasta que ambas puertas se cerraron. Solo entonces entró a su propia habitación cerrando la puerta con un poco de fuera y sentándose en la cama con una mano en el rostro debido al estrés, el tricolor no le había dirigido ni una mirada en días por estar más cercano a su propio hijo quién muy servicial hasta le hacía algunas tareas.
Un par de horas después ya pasando de la media noche oyó una puerta abriese por lo que se asomó a la suya para ver, tratándose del rubio que descalzo y con la bata abierta caminaba hacia uno de los ventanales para apoyarse a ver la ciudad nocturna con visible aburrimiento.
—Deberías estar durmiendo ya, el camino hasta Mitte es largo y tendremos que salir temprano –URSS le habló desde la puerta de la habitación que siempre ocupaba, pero notaba algo extraño en el otro por lo que se puso más atento entre la oscuridad—.
—.......No puedo, pisar de nuevo el lugar donde vi muerto a mi.. mi padre, me provoca mucha ansiedad. –Con tantos recuerdos y sentimientos mezclados se le estaba bajando la presión, se apoyó como pudo en el alféizar cuando se sintió mareado y tambaleó antes de ser tomado en brazos por el más alto—.
—Tranquilo, tranquilo.. vamos a descansar –El azabache lo llevó hasta su propia habitación y lo acostó entre las sábanas, tocando su frente y buscando algún pañuelo para humedecer debido a que lo sintió algo afiebrado—.
Tras colocar todo lo que debía se acostó a su lado y lo rodeó con sus brazos aspirando un poco su aroma y acariciando su espalda como hacía antes hasta que lo notó quedarse finalmente dormido, aprovechando eso para llevar su mano izquierda hasta el rostro ajeno y recorrerlo con el pulgar, sus eran facciones tan finas pero lo suficientemente afiladas para matarte con una sola mirada de frialdad haciéndole honor a su familia. Suspiró profundamente y trató de retener una vez más todos esos pensamientos incorrectos sobre el menor, pero tenerlo tan cerca finalmente parecía un premio a pesar de que este apenas le hubiese dirigido una frase.
De igual manera lo abrazó de la cadera y durmieron así todo el resto de la noche hasta que su reloj biológico lo despertó a las seis en punto, reparando en que el tricolor estaba hecho ovillo acurrucado contra su pecho, entonces enredó con cuidado sus dedos en el suave cabello ajeno hasta que lo vió despertar también en un bostezo frotándose los ojos.
—¿Qué hago aquí? –Weimar inmediatamente frunció el ceño cuando su vista conectó con la del eslavo, lo último que recordaba era estar sentado en su cama pensando en su hermano—.
—Anoche saliste de tu habitación teniendo fiebre, casi te desmayas en el pasillo y te traje para ver que no empeorases durante la noche –Respondió rápidamente mientras se perdía un poco en las gemas que tenía el otro por ojos, tan brillantes e incluso fríos—.
—Pues sigo vivo. –Se limitó este a responder levantándose de la cama para salir, debía ducharse antes de buscar ropa nueva y luego comer algo con el ruso para disimular que estaba andando por ahí memorizando el lugar—.
• • •
No le gustaban para nada los aviones, estaban tan tenso que se aferró a la mano del castaño buscando distraerse con algo que no fuese mirar a la ventana que mostraba un sin fin de nubes, prefería verlas desde la seguridad del suelo. Aunque por lo menos estaban hasta atrás del de parche que leía muchos papeles seguramente por el tema de la cumbre, por ello tenía la libertad disimulada de permitir que el tímido ruso le acariciara la pierna.
No era muy fanático del sexo pero ciertamente el mocoso podía llegarlo a calentar con cierta frecuencia, además que como antes de irse lo llevó a caminar por las oficinas de inteligencia le estaba premiando con dejarlo meter la mano en su pantalón, le hacía algo de gracia no saber quién era más jodidamente desviado; Si él que se había acostado con un hombre o el jovencito que se desvivía por tocarlo y frotarse contra su cuerpo.
—Buen chico –Susurró al oído ajeno, mordiéndole la oreja muy despacio y sonriendo burlón cuando este tembló soltando un jadeo bajo, ya comenzaba a agradarle su nerviosa compañía—.
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