A c h t.

—No me gusta alejarme de casa por tanto tiempo, las cosas están muy tensas y Dritte se está quedando solo.. –Algo impaciente miró a través del ventanal del rascacielos en el que vivía el americano justo en el último nivel causándole algo de vértigo por su falta de costumbre al ver el suelo firme tan lejos—.

—No te preocupes, solo es un día más, sabes que me gusta mucho dormir contigo a mi lado –América lo abrazó desde la espalda haciéndolo dar un paso más hasta apoyarse ambos en el grueso ventanal reforzado quedando en una pose sugerente que aprovechó para darle un pequeño beso en su cuello expuesto—.

—Mm.. –El rubio suspiró inclinando su cuello hacia la izquierda para dejarle mayor acceso que el otro sin perder tiempo aprovechó para lamer y dejar más besos sujetándolo de la cadera haciendo caso omiso a la increíble vista frente a ellos—.

Desde que habían comenzado con los préstamos para pagar la estratosférica deuda impuesta por Europa al territorio germano el de franjas rojas mostró esa faceta suya con el heredero del difunto Kaiser, aunque de cierta manera este también lo disfrutaba y buscaba sus labios con ligero toque a tabaco, también sentir sus manos frías recorriéndole bajo la camisa causándole escalofríos acompañados de jadeos indecorosos.

×

El anglosajón despertó otra vez solo entre sus sábanas costosas de algodón egipcio, mirando alrededor de su habitación llena de cosas pero a la vez vacía de alguien más, se limitó a suspirar y únicamente se levantó de la gran cama para tomar su bata y salir, era domingo por lo que siendo su único día libre lo iba a aprovechar haciendo absolutamente nada en la nueva casa.

Bueno tal vez se sentaría con ambos niños tricolores para jugar o enseñarles a cómo escribir y pronunciar algunas palabras tanto en inglés como en francés para ayudarlos a incorporarse mejor a la zona fronteriza en la que vivían a pocas millas de territorio canadiense.

—Guten Morgen Herr Amerika –Saludaron al unísono los gemelos con el cabello adorablemente revuelto y caritas soñolientas aún—.

—Buenos días, Democratic y Federal –Mirando a ambos niños con sus pijamas afelpados cargando un peluche de oso cada uno en la puerta de su propia habitación le hizo recordar a cuando tenía a oportunidad de ver a la República recién levantada—.

Por lo que se acercó a ambos pequeños y les dejó un pequeño beso en la frente antes de encaminarse a la cocina para rebuscar algo de fruta y hacer jugo, más que nada para molestar a su hermano con el ruido de la licuadora tan temprano, lo que provocó un grito de maldición desde el segundo nivel apenas encendió el aparato tras echarle fresas y plátano con algo de naranja. Eso hizo reír a los tres presentes.

•   •   •

No entendía porqué demonios el soviético no lo dejaba irse a su habitación, además de hacerlo acompañarlo de comprar y ordenar lo de las alacenas, ahora tenía que estar picando cosas para ayudarlo a cocinar, aunque ciertamente el olor de las patatas asadas le estaba abriendo el apetito ya que no había desayunado más que una manzana y un zumo envasado de la misma.

—¿Alguna vez alguien te enseñó a cocinar? –Preguntó de la nada el de hoz y martillo apartando la mirada de la olla para observar atento al más bajo—.

El de ojos cielo pensó rápidamente, no podía responder que si ya que se suponía que era un niño que únicamente creció rápido para tomar control del territorio al final de la guerra.

—..No, teníamos personal de cocina –Hizo una ligera mueca, no era realmente una mentira pues mientras vivía en Berlín si fue así—.

—Hm, nunca es tarde para aprender, agrégale la carne y verduras con cuidado o el vapor te quemará –El de camisa negra dejó sobre las manos ajenas el tazón con lo mencionado esperando a que acatara su indicación—.

Maldiciéndolo mentalmente el de ropa gris tuvo que seguir lo dicho asegurándose de no terminar con una molesta quemadura, aunque inmediatamente el aroma de la carne incorporándose al caldo del guiso se le hizo encantador.

Entonces se dispuso a continuar cumpliendo con las indicaciones de manera más tranquila terminando por hacer un guiso a simple vista apetitoso lo que lo animó a querer servirse un plato ya. Pero el flash de una cámara lo tomó por sorpresa habiéndolo girar inmediatamente para ver al eslavo con dicho aparato en manos como si nada mirándolos, lo que lo hizo fruncir el ceño mientras arqueaba una ceja.

—En esta familia se acostumbra tomar una fotografía para rememorar cuando alguien hace bien algo por primera vez –URSS se mantuvo sereno ante la expresión ajena, el tricolor era tan idéntico al de esvástica que hasta sentía que podría ser este.. pero no tenía sentido ya que él mismo lo enterró en el bosque tras la mansión para evitar que profanaran su lugar de descanso por venganza—.

El menor por media década no respondió pero trató de disimular su mala mirada, él no era si sería parte de su familia nunca, tenía la suya con los dos gemelos a quien lucharía por recuperar el irse a esconder a algún territorio que ni siquiera consideren pisar, mientras tanto el otro se disponía a dejar la cámara en la sala para revelar luego la fotografía en el estudio del sótano.

Weimar sirvió su propio plato y no se molestó en esperar dueño de casa para sentarse en la barra a comer ansioso lo que había cocinado el mismo, ya luego tendría que hacer un par de tareas extra como limpiar las ventanas exteriores y barrer el pórtico pero sería más fácil que las compras.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top