Capítulo Cinco: AI
Acordó consigo misma mantenerlo como secreto. Por un lado, creía que nadie la iba a comprender, seguramente juzgarían con severidad el uso que le había dado a los lentes y aquello tan solo fue... un pequeño descuido. De igual forma, sabía que quizá tampoco importaría que hablara de la parte positiva, de lo mucho que le gustó tener una amiga, lo divertido de hacer el castillo. Sí, en definitiva era el tipo de cosas que requería guardar.
Las reflexiones que volaban por su mente, iban planeando una detrás de la otra, como un enjambre descontrolado. Todo, mientras ella se admiraba en el espejo y coronaba las marcas que ya estaban sanando, con los lentes.
El llamado de atención de la oficina de recursos humanos no había sido tan terrible. Afortunadamente, y algo muy poco usual, la empresa consideró lo buena trabajadora que era y dejó pasar las ausencias injustificadas. Liliana agradeció e ignoró por completo la mirada extrañada de la encargada mientras observaba sus lentes.
Apenas estaba regresando a su cubículo, cuando vio un círculo de personas a la distancia. Se encontraban rodeando a alguien que no se apreciaba bien. Liliana dejó su bolsa sobre el escritorio, no sin antes lanzar una última mirada curiosa.
Se sentó con la sorpresa de lo que había visto. Era otro empleado que tenía los lentes. Así como la atención se le fue entregada en un envoltorio de galletas, en ese instante, era ese chico el que tenía todos los halagos y las preguntas.
No sabía cómo sentirse, quizá un poco celosa... o comprendida. ¿No era esa la queja que tuvo en la mañana?
Encendió los lentes y entró con rapidez a Connected Friends. Activó la función de "buscar", para ver si el dispositivo encontraba a su nuevo compañero. Así fue, su nombre de usuario era "wolf_danger00."
Levantó su dedo índice con la intención de enviarle una solicitud de amistad, pero después la atención se desvió al grupo de personas. Giró un poco en su silla para observarlos bien por el pasillo.
Aquel chico lucía tan contento, con una sonrisa brillante, los brazos bien extendidos, como si tuviera el mundo justo sobre su pecho. No, era probable que él no fuera al tipo de usuario con el que conectaría. No era como Connie o como ella, que tan solo tenían el mundo virtual. Él parecía manejar bastante bien el mundo real.
Cerró la aplicación y colocó un video tutorial mientras la computadora encendía.
🎀
El trabajo lo hizo a medias. No se dio cuenta de primer momento, pero a pesar de que estaba técnicamente terminado, el documento presentaba varios errores. Aquellos habían pasado desapercibidos, porque la atención de Liliana se dedicaba profundamente a la serie de tutoriales para personalizar los lentes.
También había averiguado cómo llevar a Connie a la playa. Le envió un mensaje rápido por los lentes durante su descanso y procuró no reírse demasiado fuerte de los chistes que hacían mientras las sillas que la rodeaban en la vida real rebotaban ecos de soledad.
🎀
Salió de la oficina desapercibida como siempre. Su momento de súper estrella había pasado. Tomó el metro y se fue directo a su departamento para iniciar una llamada con Connie.
—¿Qué tal te fue ayer? Me alegró mucho recibir tus mensajes. Estaba aburrida en el trabajo —decía Connie apareciendo frente a ella. Era extraño observarla de pie, con su avatar en la sala, así que pronto colocó un fondo virtual para que tuviera más sentido.
—Ni me lo menciones, fue muy extraño. ¿No sentiste que pasamos mucho tiempo en la cafetería?
El avatar de Connie se llevó una mano a la barbilla y después se movió a manera de risa.
—Un poco, sí. Estaba muy entumida y los lentes se marcaron, pero valió la pena, ¿no crees?
Liliana percibió un bálsamo por todo el corazón. Era cierto, había valido toda la pena del mundo. Probablemente estaba exagerando con el hecho de haber abusado del uso de los anteojos, así que se relajó e inició una sala nueva en Virtual Realities con las configuraciones que había aprendido.
Durante su infancia, fue a la playa una sola vez. Aquel viaje la tenía llena de expectativas. En la mente pintaba las playas profundas de posibilidades. El océano le recordaba un cuento que tenía mucha curiosidad por leer; pero cuando se vio frente a todas esas maravillas, el miedo la invadió.
La arena le pareció demasiado caliente, el agua era inmensa. Su madre notó el miedo, pero en vez de calmarlo, procuró que su hija no tuviera que enfrentarlo. Extendió una toalla enorme para que no interactuara más con el suelo y le permitió quedarse todo el tiempo a su lado, jugando con su muñeca preferida.
Ahora las cosas eran diferentes, nada de lo que veía le daba terror, porque sabía que estaba bajo su absoluto control. Si el mar estaba demasiado inquieto, ella podía configurar que se calmara. Las nubes que se aproximaban amenazantes, se alejaban con tan solo el mover de sus dedos. La arena no ardía para nada, sino que ayudaba a Connie y a ella a construir un montón de figuras.
Todo era justamente como lo soñó de niña.
Miró el reloj con cuidado, porque no quería que el tiempo se le fuera de las manos de nuevo. Así que cuando dio media noche, la chica se despidió de su amiga y se quitó los lentes para beber un vaso entero de agua y comer un poco de fruta que compró de vuelta de la oficina.
Se durmió con la idea de que esta vez había equilibrado todo, así que la culpa por querer tanto esos lentes se escurría. Curiosamente, se escurría como la mirada de Liliana de vuelta hacia los lentes. Los observaba en la oscuridad, con esa luz roja prendida al costado, indicando que estaban realizando su carga. Lucían tan apetitosos, le hicieron tener mariposas en el estómago.
Empezó a pensar que aquel había sido el mejor regalo de toda su vida. La realidad siempre había parecido confusa, violenta, daba la impresión de que nunca estaba de su lado. Le hería profundamente saberse abandonada por la misma. Los lentes, eran otro mundo, las cosas por primera vez giraban a su suerte. Era la favorita de ese mundo.
🎀
Una nota roja yacía sobre el informe de su escritorio. Era un llamado de atención que los lentes escanearon y registraron en sus documentos.
"¡La AI llega a tu sistema! Registro automático de notas, traducciones, configuraciones exteriores y más. Presiona el botón de "más información" para saber todo sobre estas funciones".
Liliana no pudo evitar soltar un gritito de emoción ahogado. Miró alrededor y era cierto, todo estaba difrente. Ahora las cosas de su oficina marcaban pequeñas notas interactivas. Probó tocando una que enfocaba una planta lejana. Un panel de opciones se desplegó, podía cambiar el color de la maceta, el tipo de planta que visualizaría, ¡justo como con su apariencia!
—Ahora puedo personalizar el entorno —susurró emocionada.
Intentó terminar otro informe, pero era prácticamente imposible. La pantalla se conectaba a sus lentes una y otra vez. Tenía la posibilidad de mirar las gráficas y los números tan cerca que parecían una creación propia.
Su concentración era nula en lo que debería, pero estaba a toda velocidad en las nuevas funciones de los lentes. Podía registrar a las personas que quisiera, añadir su nombre y registro de voz o rostro, para que los lentes le notificaran cada que esa persona estuviera cerca.
Cambió muchas cosas que no le gustaban de su oficina, como las paredes blancas ya aburridas y ese reloj con el logotipo de la empresa. Siempre le había parecido tan tonto y soso, pero ahora, ahí mismo, había un reloj con la forma de un sol. Los lentes, que cada vez parecían pensar con voluntad propia, le permitieron sentir que toda la oficina estaba hecha para ella.
Salió del trabajo más feliz que nunca. Con la ciudad reflejada en sus lentes. Los edificios que le parecían feos y desentonados, los cambió por unos mucho más modernos. El ajuste de luz y de las alertas de movimiento que ahora tenían los lentes, se actualizaban con estas modificaciones, para que nunca sufriera un accidente por personalizar el exterior.
Estaba extasiada, el mundo que amaba empezaba a extenderse, no solamente estaba en su sala, sino que el exterior ahora también era suyo.
Liliana llegó a su casa, lista para contarle todo a Connie, pero la chica no respondía los mensajes y se encontraba fuera de línea todo el tiempo. Pronto, Liliana recordó la lista de personas a las que les había enviado solicitud. Se fue a su lista de amigos y encontró que todos le habían respondido.
Ya no tuvo miedo de lo que podría pasar, porque con Connie todo salió a pedir de boca. Envió mensajes a todos y, tal y como le había pasado todos esos días, las cosas resultaron a su favor.
Pronto, una divertida conversación comenzó con todos y no tardó demasiado en que los convenciera de abrir un chat de grupo.
Las risas iban y venían con mucho entusiasmo. Ellos sí eran el tipo de personas que a Liliana le gustaba conocer, por lo que, sin lugar a dudas, estaba pasando un momento maravilloso.
La chica intentaba ver el reloj una y otra vez para no pasarse del tiempo, pero la convivencia era tan divertida que no podía detenerse. De pronto, se le ocurrió una idea brillante, pidió un momento para ir a su cocina y tomar un vaso con popote que había guardado. Lo desempolvó, lo llenó, al igual que un plato con frituras. Se alentó a comer y beber frecuentemente para que las necesidades no volvieran a ganarle.
De vez en cuando se paraba al baño y volvía a conectarse a la sala, quitando el silencio a su micrófono. Cuando creía que había encontrado el sistema perfecto, los lentes le lanzaron una nueva notificación.
El sistema había detectado el patrón que estaba creando y le preguntó si gustaba recibir notificaciones para beber y comer. Liliana no pudo en su alegría, se relajó.
Llevó a sus nuevos amigos a la cafetería y disfrutó sin preocuparse por el tiempo. Algunas notificaciones buscaban arruinar el momento, pero ella las quitaba de inmediato. A lo lejos, en la cafetería, se miraba el atardecer hermoso que pintaba el cielo virtual de un rosa divino.
Sus amigos comentaron sobre lo divino de la vista. Ella concordó, aunque le gustaba mucho más la vista de sí misma. Se sentía segura, bonita, elocuente. A sus amigos los percibía cercanos, interesantes, bien parecidos y, bueno... perfectos. Todo era perfecto.
Nadie realmente lo quería, pero la reunión eventualmente terminó. Todos se despidieron y Liliana volvió a su departamento. Se alegró de no sentir esa hambre y sed destructiva, pero sí que percibió las extremidades dormidas de nuevo.
Miró el montón de bolsas de frituras que había en el suelo, por todas las veces que había tenido que rellenar su plato, y las botellas de agua que utilizaba para no tener que rellenar el bote de agua principal.
Sonrió por su excelente técnica y se quitó los lentes para cargarlos... sin embargo, sintió que el mundo se le oscurecía. No respiró por un instante y creyó que toda la felicidad del universo se estaba escurriendo hacia el vacío. El foco rojo, el que casi la seducía por las noches, no estaba prendiendo.
Conectó y desconectó el enchufe una y otra vez, verificó los cables y sopló en la entrada de la conexión, por si aquello podía ayudar a que la corriente pasara.
Empezó a sentir que la desesperación ya estaba llegando a su mente, a sus manos, a todas partes. Intentó prender la luz para que todo fuera mucho más sencillo, pero el foco tampoco prendió. Fue ahí que se levantó y comenzó a intentar encender todas las luces y ninguna funcionaba.
Se llevó las manos al pelo rizado, con desesperación. Solo una luz brilló y fue la de su celular. Tenía 5% de batería, pero fue suficiente para que al fin mirara las notificaciones del correo:
"Aviso de suspensión de servicio por falta de pago".
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