𝔏𝔞𝔡𝔯𝔬𝔫𝔷𝔲𝔢𝔩𝔬 𝔠𝔬𝔡𝔦𝔠𝔦𝔬𝔰𝔬
Rolan se había entretenido escuchando con profundidad a la rubia, le contaba como había sido su vida en la torre y su anhelo de ver las luces flotantes de cerca, se sintió tan conmovido como indignado ¿qué clase de madre aislaba a su hija de vivir?
Mierda, entendía por completo las razones que la madre había dado, los humanos eran peligrosos, demasiado, la ambición y el placer propio los llevaba al egoísmo enfermo destruyendo a gente buena e inocente como Rapunzel.
Era asqueroso pensar en la cantidad de cosas que la gente hacia, las maldades y las vidas que destruían porque si. Entendía porqué la madre la había encerrsdo pero no la justificaba, Rapunzel era una chica brillante en actitud, era un sol resplandeciente que te atraía como una polilla con su positivismo y buen corazón y había gente enferma capaz de hacerle daño a alguien así.
Por eso se prometió a sí mismo, por ella y su ilusión, independientemente de lo que sucediera con la rata ladrona, Rolan llevaría a Rapunzel a ver las luces flotantes cuantas veces quisiera.
Tal vez desde su balcón, había una preciosa vista del cielo iluminado.
Abrió los ojos ligeramente, estupefacto que el solo pensamiento indirecto de su cumpleaños no le causará dolor.
Con el ceño fruncido se llevó la mano al pecho, confundio por carecer de dolor y que el vacío de tristeza que había en él se hubiera esfumado así como así.
Y todo desde qué....
Su mirada temblante fue a ella.
Ojos verdes esmeralda, como los suyos.
Cabellos dorados, como el suyo.
Era imposible, simplemente imposible.
¿Qué probabilidad habría de encontrar a su hermana perdida después de que su tiara fuera robada?
Su respiración se acelero.
Pero ya no dolia.
Ya no dolia.
Y era igual a ella.
Rapunzel era una versión más joven y rubia de su madre.
Había pasado toda su vida encerrada en una torre apartada y escondida de cualquier ojo humano ¿por qué? ¿Los peligros del mundo? ¿A los que todos los seres humanos se enfrentaban en condiciones desiguales? No era suficiente, no tenía sentido.
Cabello rubio.
Ojos verdes.
Cabello rubio.
Ojos verdes.
Cabello rubio.
Ojos verdes.
Cabello rubio.
Ojos verdes.
Cabello rubio.
Ojos verdes.
Cabello rubio.
Ojos verdes.
Cabello rubio.
Ojos verdes.
Cabello rubio.
Ojos verdes.
¿Cuál era la probabilidad....?
¡¿Qué importaba la jodida lógica cuando su cabello emitía luz cuando cantaba?!
¡Esperen un momento!
La solución era clara.
Pero no podia arriesgarse.
Mordió su labio con fuerza viendo de reojo al rufián Flynn Rider que mantenía un temple indignado por lo acontecido hace más de una hora mientras el par de rubios charlaba.
Su cabello singular era un secreto real.
Por miedo a que el unico hijo que les quedaba les fuera arrebatado por manos pervesas y egoistas, el rey y la reina mantuvieron su don en un secreto que sólo ellos además del médico real y el capitán de la guardia real conocían.
¡¿Pero qué jodidas mierdas importaba eso cuando estaba frente a su hermana desaparecida?!
Todo iba en la misma dirección para ser falso.
Pero también era demasiado perfecto para ser real.
Suspiro cansado, viendo enternecido como la chica saltaba asustada a los brazos del ladronzuelo apuntando a un arbusto con una ¿sarten? aterrada por el moviento en este.
Había otra forma de saberlo, sin necesidad de quedar como un raro o exponer el secreto real.
La madre de Rapunzel.
Si esa mujer era la misma de sus sueños, la misma mujer arrugada que rejuvenecia en sus pesadillas....
Significaba que la desgraciada mujer no sólo secuestro a su hermana, sino que la encerró y le hizo creer una mentira a medias para mantenerla eternamente confinada en las altas paredes de una torre, donde viviría por una eternidad por y para rejuvenecer a la mujer que creia su madre sólo para cumplir sus deseos egoístas.
Para saber la verdad debía acercarse más a ella, algo que gustoso estaba bien dispuesto a hacer.
Con una sonrisa y un corazón cálido, se acerco al dúo que veía al pequeño conejo que había salido de los arbustos, la rubia avergonzada por su exageración bajo de la espalda del ladrón soltando una pequeña risa nerviosa.
—lo siento, es que me siento un poco nerviosa—sonrio apenada.
—no tienes de que avergonzarte, es la primera vez que sales al mundo como tal, es normal tener miedo—una sonrisa comprensiva, con todos sus dientes adorno su perfecto rostro y Rider no pudo evitar bufar por lo bajo ¿ahora si se comportaba como un príncipe? ¿Por ella?
A diferencia del primer encuentro entre ellos, la chica no había cortado el cabello lindo y dorado del príncipe pero lo había colgado y chantajeado ¿eso no era peor? Pero ahí estaba él, no enojado como estaba con él, no. Rolan le sonreía con dulzura y comprensión a la rubia, su mirada principesca no se despegaba de ella ni por asomo encuadriñandola con la más pura luz y cariño.
¿De qué diantres se había perdido?
En términos ¿no deberían estar mejor entre ellos que con la niña de casa?
—me parece mejor evitar a rufianes y ladrones—solto un comentario burlon, le fue inevitable.
Rolan le envió una mirada dura.
¡¿Es enserió?!
Solo decía que si convivían por días al menos deberían tener una buena convivencia, en especial ellos porque bueno, el hombre quería llevarlo a la horca y tal vez si cooperaba un poco podría cambiar su destino.
—si, pienso eso también—Rapunzel fue ignorante a aquel gesto, aun apenada por lo sucedido pero con su angustia calmada por el reconfortante rubio.
Flynn decidió superarlo, solo un poco.
Buscando la oportunidad perfecta en un gruñido de estómago para escabullirse o lograr que el aterrador pero atractivo príncipe no le rebanara el cuello.
—¿tienes hambre? ¡conozco un lugar para almorzar!
—¿donde?
—ah tu descuida ¡lo sabrás cuando lo huelas!
El príncipe alzo una ceja viendolo con desconfianza, no creía ninguna palabra que saliera de su boca pero podría manejarlo.
Rider era una rata escurridiza pero fuera de su ágilidad, podría con él, era mucho más ancho y se notaba más fuerte que él, sabía como manejar distintos tipos de arma e incluso pelear sin ellas.
Aun si Flynn Rider intentaba escapar de sus manos, estas se aferrarian con firmeza y no lo soltaría hasta dar con su condena.
—entonces...¿vamos?
El ladronzuelo ratuno busco su aprobación sacandole una sonrisa complacida.
—vamos
Rapunzel caminaba por adelante haciendo preguntas al aire para Flynn que respondía con su sarcasmo burlon hasta que sintió la gran mano del príncipe Rolan posada en su espalda baja apurandolo.
Su cerebro dejó de funcionar y terminó por caer al suelo sorprendiendo al par.
—¡¿Flynn, estas bien?!
—si, de maravilla
No queria levantar la cabeza, estaba bien con hundirla en el lodo cual ave cobarde, escondiendo su colorada cara de la mirada filosa del príncipe intimidante.
Si, esta convivencia no sería fácil.
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