Parte II
ADVERTENCIA: AUTOLESIÓN
¿Era obvio?
Quisiera saber como me veía, a los ojos de otros, si les daba lástima o pena, si parecía muy estúpida o que me amaba poco a mi misma.
Quería saber que pensaban, todas estas personas que al principio detestaba, que me juzgaron sin conocerme. Quería saber que pensaban todos lo que vieron como me trataba al principio, como me trataba ahora.
¿En qué momento se había involucrado tanta gente? En qué momento empecé a recibir mensajes de sus amigos, esos que ni conocía. ¿Cuándo las cosas dejaron de ser nuestras para ser de todos?
Miro hacia atrás y solo me encuentro ese día, la primera vez que hablamos, donde me reí por horas, donde éramos algo privado, donde estaba ansiosa por quererle.
Ahora no me reconocía, sentada en la baldosa del baño, con el agua de la ducha cayendo y mi cabello empapado, llorando mientras el agua se teñía de rojo por las cortadas sin terminar en mi muslo, el teléfono a pocos metros del suelo mojado, donde hace segundos Meza me decía: "No voy a cargar con esto de nuevo, si tú te matas no es mi culpa."
Abrazándome a mi misma, sollozando, sola y con el nudo en la garganta, con la vista borrosa y todo dando vueltas. No sabía quién era, porque está versión de mi era una que nunca pensé ver.
La mujer derrotada por un hombre, la que contemplaba acabar todo porque el dolor era demasiado.
Me levanté del suelo luego de dos horas, vendé mis heridas y me puse un pijama, al día siguiente lucía una sonrisa falsa ya practicada hasta la perfección.
Él no era el responsable, tenía razón. No tenía que cargar con el daño que yo permití que me hiciera.
Si había un culpable, era yo.
Había sido yo, aunque él hubiese colocado la pistola en su cien, minutos después de mis cortadas, amenazando con ser él quien se fuera.
Ninguno tuvo el valor.
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