Parte I
La única razón por la que siguen usando la gastada frase: "No juzgues a un libro por su portada." es porque es cierta.
No todo lo que parece oro, lo es.
Ronnie está llorando, mientras trato de no dejar que mi molestia nuble más los sentidos, de lo único que soy consiente ahora mismo es de la copa de vino a la que le doy vuelta en mi mano. Agotado, sigo con mis ojos el movimiento del líquido.
-Solo desearía que me escucharás, que entendieras como se siente.
Suspiro, una vez más. Ya he perdido la cuenta de los minutos que llevo escuchándola, reclamándome una y otra vez.
Puedo ver en sus ojos el daño que le hago, lo mal que se siente. Su cara roja debido al llanto, y su voz que se corta tratando de explicarme lo que sea que hice ahora para hacerla sentir miserable.
Aún así no puedo con la presión, no puedo con sus palabras, su histeria y sufrimiento, sin importar que yo lo haya causado. Me abruma el intercambio, por ello me levanto de la silla sin verla directamente.
-¿No me dirás nada, cierto?
Pero no respondo, me alejo, saliendo de la habitación, y estampado la copa de vino contra la pared del pasillo. De un golpe, su contenido se derrama por el suelo y uno de los vidrios me lastima la palma. Siento la sangre caliente como un ancla, que me hace aterrizar de mi frenesí interno.
No quiero pensar, no puedo, de quedarme allí, sé que todo empeoraría. Sé que la lastimaría mucho más.
-¿Cómo puedes ser tan Ruín, Meza?
Ni yo lo sé...
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