Capítulo 8

Recomendación de canción: Mentally Cheating - Natalie Jane

El sonido del cierre en mi vestido, deslizándose hacía abajo, fue como un preámbulo. Sus manos tocándome con suavidad pero demanda. Dejando entre ver la ansiedad que tenía por mi, como si estuviese sediento, y yo fuera lo único que saciaría su sed.

-Estoy enamorado de ti, te lo juro. -Dijo, respirando en mi nuca, la oración había salido espontánea.

En un principio le creí, ciega por los sentimientos y el deseo de poder tener más razones para que pensara en mí. Pero... ¿Lo juras? Meza... ¿Acaso si sabías que era estar enamorado?

Mi vestido cayó al suelo.

¿Que considerabas amor? ¿Los te amo mientras la cama cedía por nuestro peso? Los susurros ahogados mientras me apoyabas en el mesón de la cocina.

¿Me amabas, Meza? O amabas que estuviera para ti. Dolía. Porque sabía la respuesta.

"Si eres lo que quiere, si actúas como él quiere. Te querrá." Mi mente me decía, tú me lo decías.

"¿Por qué no puedes hacer esto?"

Sexual, emocional. Siempre querías controlarme.

Y mientras te entregaba mi cuerpo, te daba mi tiempo, te llenaba del amor más puro que alguna vez pudiste tener. ¿Te detuviste a pensar en lo único que pedía de ti?

Atención, tiempo; Una relación normal...Sana.

Y bien amabas el calor de mi piel, mi respiración acelerada y la lencería negra descansando en mis tobillos...Pero no amabas que te contara como fue mi día.

¿Me entendías? ¿Acaso me prestabas atención? Habías oído más no escuchado. Y cuando te pedí que estuvieras para mi por qué te fuiste.

¿Por qué el amor es solo a tu manera y con tus reglas? Porque el amor en tu definición es egoísta.

Cuando me ves desnuda. ¿En realidad me ves? ¿Soy solo piel y calor? ¿Solo era eso cuando tú eras mi hogar?

Si te preguntara detalles de mi. ¿Serías capaz de responder?

¿Cuál era mi color favorito? ¿Qué parte de Italia quería conocer? ¿Cuál es la comida que más amo? ¿Las flores que me gustan? ¿Qué libro no paro de leer?

Se que no podrías contestar.

Pero ¿yo? besando cada lunar, sintiendo tus caderas embestir contra las mías, escuchando cuánto me adoras cuando eres preso del placer....Yo podía recitar todo de ti.

Tu signo zodiacal: Leo, tú fecha de nacimiento el 11 de Agosto. Tus colores favoritos el negro y el azul. Amabas el estofado pero solo por la salsa en la comida.

Te daba pereza cocinar pero no ingerías ningún alimento de nadie más al menos de que fuese preparado por tú madre.

Amabas los perros, los animales en general, y mantenías una relación quejosa con aquella ave que pertenecía a tu abuela.

Sabía que el ejercicio te ayudaba a calmar tus problemas de ira, que te aislabas en vez de procesar tus sentimientos, que odiabas la peleas así tú las empezarás.

Amabas las películas de terror, y eras una enciclopedia de facts acerca de ellas. Veías misterios en línea y videos curiosos, como los de las personas que hacían casas con arena.

Tenías el ego alto y eso solo reflejaba inseguridad. Te mostrabas serio, rudo, pero si te trataba como a un bebé, eras feliz. Me dejabas amarte, me dejabas hacerte mi prioridad. Pero tú no me hacías la tuya.

Tenías miedo, miedo de que te dejaran solo porque al final siempre lo hacían, todos...Pero yo no me iba, yo nunca me iba.

Y bebías, bebías demasiado, amabas el vino pero cualquier alcohol fuerte hacia el trabajo. Tenías resistencia, aunque vivieras enfermo de los riñones.

Tu....eras peculiar Meza, porque sabía tanto de ti qué tal vez las páginas de un libro no alcancen.

¿Tu de mi? con suerte rellenarías un papel.

-Nadie me hace sentir de esta forma.

Y con el sudor bajando por tu frente, te creí.

Mientras jugaba con tu cabello y descansabas en mi pecho, tu barba sin afeitar raspado la tez y haciéndome cosquillas. Sintiendo el latir de tu corazón.

Suspiré, ambos estábamos cansados.

Yo solo pensaba en lo mucho que tenía que amarte, lo mucho que te amaba más que a mi misma. Porque solo alguien que no se ama, deja que la utilicen como tú lo hacías.

Era Viernes, lo que significaba que mi cita con Jonathan sería hoy. Decidí conducir al lugar en vez de que me recogiera. Pues no tenía esa confianza con él. Además extrañaba usar mi auto desde que estuvo en el taller.

Jonathan era un caballero, y se notaba, todo en él gritaba respeto y atención. Iba vestido de jeans y sudadera, con un logo extraño de alguna banda de rock que no conocía.

Al verme me había sonreído abiertamente, Como si fuera la persona más genial del mundo. No estaba acostumbrada a eso.

-Te ves hermosa. -Me dijo.
Sonreí, algo incómoda, no me gustaba que me coquetearan directamente, no sabía el porqué. Solo no estaba a gusto con ello.

-Tu también te ves bien.

Y entre pequeñas platicas -Más que todo del trabajo. -habíamos llegado a la entrada del cine, en el gigantesco centro comercial. Estaba distraída, y eso estaba bien porque ese era justo mi objetivo.

Necesitaba pasar más momentos agradables, olvidarme de las cosas que me fastidiaban y seguir adelante. Me lo debía. Y el pelinegro a mi lado lucía muy feliz de que estuviésemos ahí.

A pesar de todo, no podía negar que estaba de nervios, y no por el plan específicamente. Sino por la hora.

Trate olímpicamente de evitar que llegáramos cerca de la hora de estreno de La mentira entre nosotros.

Lo que menos quería era ocupar la sala donde se proyectaría junto con las demás personas que compraron boletos exclusivos y babeaban por Meza.

Se supone que la película era un film pequeño, nacional, Elavec no era un lugar grande. Pero había tenido éxito y tal parece que con ello, crecido bastante por la demanda de los fans.

Meza se estaba volviendo famoso. Y para mi suerte, irónicamente tenía que ver su cara muy seguido así no fuera en la vida real.

Había tenido éxito en ignorar la existencia del moreno por una gloriosa semana, donde su enojo no le permitió contactarme y tal vez también influía el hecho de mis bloqueos en todas las redes existentes.

El tema de Meza estaba muerto. Tal como le había dicho a mis amigas. Tenía que estarlo.

Lo ocurrido en casa de su madre había cambiado mi perspectiva, me había abierto los ojos. Yo sabía que esto no iría a ningún lado, me lo había dicho hace dos meses. Y mantendría la poca dignidad que me quedaba.

-¿Quieres popcorn verdad?

Le miré a Jonathan como si tuviera dos cabezas, claro, estaba absorta en mis pensamientos y no le presté atención

-Si, gracias.

-Me das dos popcorns con poca mantequilla. -Dice y me ve. Sus ojos azules muy brillantes. -Ya se que no te gusta que tenga tanta porque se te embarra en los dedos.

Parpadeo varias veces sin palabras, él solo me muestra su sonrisa de comercial, antes de abrir mucho los ojos como si hubiese olvidado algo.

-¿Tienen chocolate, cierto? -Dice a la chica de la caja.

Ella señala el mostrador delante de donde está, detrás del vidrio se muestran los tipos de chocolates y caramelos.

-Escoge lo que te guste.

Le agradezco, muy conmocionada. Y no es que no pudiera comprarlos por mi misma, sino por los actos de servicio, los detalles mínimos, me estaban acelerando el corazón. Me sentía idiota porque era algo pequeño. Pero nadie nunca hacía eso por mi.

No creía importarle a alguien lo suficiente como para que supiera esas cosas pequeñas de mi. Menos a un compañero de trabajo.

Recargo mi cuerpo del mostrador para ver mejor los dulces, sin embargo me me congelo cuando escucho el chillar de la gente.

Hay una conmoción, personas gritando y coreando el apellido/apodo que me persigue en mis sueños.

¡Meza! ¡Meza! ¡Meza!

¡Jodida película de mierda!

Y me paralizo, ¿Acaso ya es hora?

La sala está un poco vacía pero no pensaba que sería por eso.

-¿Qué ocurre? -Le pregunta Jonathan a la chica, ajeno a mi expresión de miedo.

Ella con una cara de fastidio monumental le responde: -Hoy es el estreno de La mentira entre nosotros, los actores vendrán a firmar autógrafos antes de que empiece.

Los actores vendrán.

Los. actores. vendrán.

-Ah, sabía que era el estreno hoy, ¿Recuerdas que tenía boletos para esa? -Me pregunta, señalando el póster.

El póster que había decidido ignorar y que ahora veía por compromiso, donde los actores principales recrean la portada del libro. Donde Meza, casi besa a la co-estrella. Y si así es en la publicidad impresa, no quiero ni saber la película.

-Sí, sí. -Suelto queriendo terminar con esto y entrar a la sala.

-Que cool que estén.
haciendo eso.

Bufo. -Si cool. -No soy la mejor disimulando y se nota. Pero trato de componerme cuando me dirijo a él. - ¿Por que no entramos ya?

Jonathan me mira confuso pero se dispone a pagar. Aunque no hace mucha diferencia, Meza y su co-estrella-otra pelinegra.-entran al pequeño stand habilitado para la firma, los guardias de seguridad le rodean, detrás de ellos una fila considerable de chiquillas que no pasan de los dieciséis años, todas batiendo sus pestañas y camisetas del film hacia ellos.

Meza hace un escaneo del lugar, con la mirada aburrida y su típica cara de desinterés. Hasta que da conmigo, y me doy cuenta que estoy apretada del brazo de Jonathan. ¿En que momento lo sujeté?

Nuestras miradas se encuentran, ninguno deja de verse en el distancia. Se que él no apartará la vista porque aquello significaría que le intimidaba. Su ego no le permitiría eso. Y yo cansada de juegos, y con una expresión triste volteo la cara para marcharme dentro con el pelinegro.

Me alegra que tenga éxito, me alegra que triunfe. El hecho de que Meza no sepa como amarme, el hecho de que me haya hecho tanto daño, nada de eso me quitaba los buenos deseos que tenía para él.

Tal vez perderme sea suficiente castigo...

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