Capítulo 28

Recomendación de canción: The Heart Wants What It Wants - Selena Gomez

Puede que no tendría que quejarme de todo. ¿Cierto?

Meza trataba algunas veces de ser la persona que yo necesitaba que fuera. No podía negar aquello.

Él se colocaba una careta y decidía interpretar el papel del novio perfecto, ese que sabía que duraría al menos dos días antes de hacerme llorar de nuevo. Y si bien lo sabía, ya se había vuelto un patrón que caracterizaba nuestra inestable relación.

Aunque me lastimaba, también era lo suficientemente masoquista para decidir vivir en la completa desilusión, y permitirme disfrutar de esas 48 horas donde imaginaba lo fácil y feliz que sería mi vida a su lado si tan solo...Si tan solo fuera así en realidad.

Parecían apuñaladas impuestas a mi magullado corazón, cada adjetivo con el que buscaba señalarme al presentarse una riña.

"Inmadura."

"Sentimental."

"Exagerada."

"Eres una niña, ve las mierdas que dices."

"Si porque tú eres perfecta y nunca haces nada mal."

Se quejaba de la rudeza de mis respuestas cuando él me había moldeado a lo que era. Mi carácter, mi método de defensa, mi personalidad, todo suponía una molestia.

Me hacía sentir estúpida, sin valor. Como si no hubiese nada bueno en mí, solo cuando él lo decidía.

Meza había tomado a la chica dulce y amorosa en mi, dejando en su lugar a un desgastado y roto recipiente en pedazos; Le había dejado si. Pero él había insistido tantas veces que se sentía como un vaso que se partía en millones para luego ser remendado. El agua se escapaba sin importar cuántas veces lo llenaran.

"Yo no voy a seguir con esto, si quieres matarte hazlo. "

Lo usual es que se defendía con aquel conjunto de palabras. -No te lo tomes personal. ¿Por qué dejas que todo te afecte? Esa es mi molestia.

Hasta el hombre más alto puede ser convencido de que es pequeño, si se le repite 100 veces al día por un año.

¿Qué tan pequeño se sentiría en tres?

¿Acaso el maltrato verbal no existía?

Pero....para eso también había respuesta: -Tu me has dicho cosas peores...

¿Antes o después de que me haya lastimado hasta más no poder? ¿Antes o después de quebrarme la cabeza con sus palabras? ¿Antes o después de compararme con cada mujer con la que había estado? ¿Antes o después de mutilar mi alma hasta el punto de perderme a mi misma? ¿Antes o después de engañarme?

¿Antes o después, Meza?

Podía haber elegido sufrir más de lo que debía, podría haberme ido antes y ahorrarme demasiadas cosas. Tuve que irme al primer golpe. Tuve que huir antes de que idealizara todo el maltrato con la excusa de que él solo era incomprendido.

No lo hice.

Nadie me preparó para algo así, para la ausencia de autoestima, para la dependencia emocional, la manipulación de un narcisista, el bombardeo de amor, las mentiras y el abuso.

Nadie me dijo que el amor no dolía, no quemaba desde el interior.

Y cuando lo supe, fue demasiado tarde...ya lo quería más de lo que alguna vez quise a alguien.

Para ser una persona que odiaba los hospitales, me la pasaba bastante tiempo en ellos. Claro no por voluntad propia, pero me hacía gracia lo irónico de mis situaciones.

La doctora con quien no me había visto antes era agradable, tal vez tenía unos cincuenta años aproximadamente. Llevaba unas lentillas de pasta negra bastante grandes y me sonreía despreocupada durante el examen médico.

-No noto nada fuera de lo común, pero ya sabremos más cuando me entreguen los resultados de los exámenes de sangre.

Asiento, aún en la camita pequeña donde realizan la rutina.

-¿No tengo que preocuparme?

Ella niega. -Probablemente sólo fue alguna comida que te cayó mal, inclusive hasta consecuencia del estrés, tal vez un síntoma de la menstruación, nada fuera de lo habitual.

Asiento, entre distraída y ausente. No había tenido cuidado conmigo misma. Y se notaba en estos días, ya era demasiado como mi salud se deterioraba por estar tan sumergida en asuntos que drenaban mi energía.

Sonreí de forma forzada a la mujer, mientras me recetaba algunas medicinas para el malestar, recalcándome que apenas tuviera los resultados de sangre me los enviaría y que seguro no era nada grave.

-Has avanzado mucho en tu recuperación, tranquila.

Fruncí el ceño, no se sentía así.

Entonces la duda surcó mi mente. -¿Es posible que todo el malestar afecte con mi regularidad? -Tenía retraso pero usualmente no era regular, aún así no quería algo más por lo que preocuparme.

La doctora enarcó una ceja. -Es probable. ¿Sospechas alguna anomalía?

Desecho la idea tan pronto cruza mi mente y trato de estar serena.

Me encojo de hombros. -Pura curiosidad.

-¿Estás nerviosa?

-¿Qué?

-Es que no has dejado de moverte desde que nos sentamos, pareces ansiosa.

Le miro bien, dándome cuenta que sigo en moviendo mi pierna sin cesar en la silla. Me detengo apenada, aún bajo la mirada de Leah.

-Si estoy algo nerviosa.

-¡No te preocupes! Todo saldrá bien, la verdad hay grandes esperanzas para esta película.

Le sonrío apenas. La premier de la película me tenía con los nervios de punta, por las críticas sobre el guión que saldrán luego del estreno y obviamente por la expectativa de que él viniera.

-¿Crees que se presente?

Tal parecía mi asistente ahora leía mentes.

-¿Quién?

-Pues, Meza. -Ella se acerca para hablar más bajo por sobre la gente. -Después del escándalo de su familia y sus problemas legales que siguen en pie, no creo que se atreva a aparecer en la premier.

No sabría decir si Leah en realidad lo preguntaba o esperaba una reacción de mi, me costaba creer que fuera tan despistada como para no deducir nada de las incontables interrupciones de Meza a la oficina, pero parecía genuinamente curiosa.

Crucé una pierna sobre otra, detallando a mi alrededor si alguien más llegaba a la zona de invitados. Kate Hill había sido de las primeras personas en llegar, emocionada y ansiosa sobre la adaptación de su libro, según tenía entendido la película se desarrolló con éxito, gracias a la asesoría del guión y la buena disposición de producción. Había sido invitada para asistir a la premier, y Leah prácticamente había rogado, con una prestación de power point)) detallando porque sería la perfecta acompañante para esta noche.

No pude negarme si no quería que mi asistente hiciera huelga por un año.

Entonces el bullicio de la gente se hizo oír inclusive en la distancia. Y fue que ella estiró el cuello para ver que pasaba en la pantalla lateral, esa que nos daba imagen de quien iba llegando al teatro.

Tragué en seco apenas le vi.

Había asistido.

La imagen me mostraba a Meza, pasando por la entrada del teatro designado para la premier, y no estaba solo, venía del brazo con una pelinegra de rostro familiar.

Sentí que el corazón me subía a la garganta solo para que bajara a mis pies.

-¡No puede ser! -Soltó Leah. Pero estaba muy ocupada viendo cómo posaban frente a los fotógrafos con una sonrisa de oreja a oreja, y como su mano se mantenía en la espada baja de la chica, ella le veía con adoración.

No había transcurrido un mes siquiera desde que estuvimos juntos.

Él iba vestido de traje oscuro, con un pañuelo azul cielo decorando uno de sus bolsillos. En todo lo que podía pensar era en el juego perfecto que hacía con ella, en su vestido claro y la piel ligeramente más oscura que la mía. Lucían perfectos a la par.

Pero ella...La reconocía de algún lugar.

-Es Emma Barceló. ¡Por su puesto que está con ella! -Bufó.

-¿Qu-quién?

-Emma Barceló, la hija del abogado Adrián Barceló, uno de los mejores en Elavec. -Leah chasquea la lengua en desagrado. -Ese hombre tiene las mejores conexiones con la política y la policía.

Entonces vino la imagen a mi mente, la reconocía porque era la misma mujer que llevó a la inauguración del Hotel Vienna.

Le mire bien. -¿Tu crees que...?

Pero Leah me interrumpe, ciertamente nunca había visto esta parte cotilla y despreocupada de ella. -Seguramente está con ella buscando el beneficio de su padre. ¡Que horrible!

Así es como se crean los rumores, pero eso no le quita lo correcto que pueden ser sus conclusiones. Imagino que como ella, habrán más personas que piensen lo mismo.

Meza se encamina seguido de ella, y me tenso. Desaparecen de la pantalla pero eso solo significa que hacen su camino hacia donde nos encontramos.

Noto de inmediato su presencia, como si el aire hubiese cambiado en composición. La pelinegra es quien le sigue mientras ingresan a la sala. Agradezco haber elegido un vestido negro que me hace pasar desapercibida, lo menos que quiero en estos momentos es llamar su atención.

La repartición de asientos es bastante correcta puesto a que la autora, productores y actores están en las primeras filas, yo me encuentro en la tercera apenas, si me escondía detrás del cabello y de Leah, era posible que no me viera con las luces encendidas aún. ¿Por qué no quería que me notara? Porque me sentía avergonzada, no solo él pensaba que yo había sido la causante de que lo atraparan, sino que aparte de ignorarme, se presentaba luego de todo con otra mujer. La misma con la que había acudido a la inauguración del hotel.

¿Qué me garantizaba que no había estado con ella en todo este tiempo? Jugando a que me amaba y planeaba su vida a mi lado, pero teniendo una agenda diferente en mente. Me empezaban a arder los ojos de solo pensarlo. Leah noto mi inquietud cuando la pareja se sentó justo en la fila frente a nosotras.

La pelinegra tropezó con una de las personas ya sentadas y su bolso voló hasta caer a mis pies. Contuve el suspiro de molestia que quería dejar salir.

-¡Lo siento! -Susurro, girándose para vernos apenada, seguida de Meza quien tenía una expresión de fastidio hasta que dio con mi rostro.

Sus ojos se abrieron ligeramente, pero nadie habló. Pareció transcurrir una eternidad cuando mi asistente tomó el bolso de mano y se lo entregó a la chica.

Fueron segundos los cuales me vio, pero habían bastado, sentía algún tipo de electricidad recorrer mi cuerpo como el torrente de agua más potente. Una parte de mi quiso levantarse y salir corriendo antes de que empezara la función, mi lado más consiente me lo impedía. No dejes que piense que tiene tanta influencia en ti.

Se dieron la vuelta tomando asiento, para mal chiste él estaba justo en el conjunto de sillas frente a mi. Fantaseé con una pequeña escena caótica en mi mente, donde lo golpeaba en la parte trasera de su cabeza, diciéndole que era un imbécil y lo repudiaba, hasta que quedara en ridículo. Aunque sabía perfectamente que elegiría cualquier opción antes de avergonzarme en público.

Para cuando mi corazón decidió ralentizar sus latidos, las luces en el teatro fueron disminuyendo su intensidad y la pantalla empezó a transmitir la película de Once Again.

Los primera media hora traté de ignorar mi alrededor, inclusive estuve en el móvil. Pero no podía dejar de ver como ella hablaba en su oído y se reía, compartiendo un chiste interno que dejaba en claro su complicidad. Habían estado el uno con el otro demasiado juntos.

La película hasta los momentos estaba resultando estupenda, me encontraba orgullosa. Y por esa parte era feliz, no quería que la noche se arruinara por él, aunque me era imposible no sentir tristeza y celos. Me sacaba de mis casillas, la sensación de incomodidad que me generaba verle con alguien más.

Había estado semanas preocupada por él, intentando arreglar algo que en principio no hice. Y claro, él estaba muy ocupado jugando a la parejita con alguien más.

Me levanté del asiento excusándome con Leah, la pelirroja asintió apenas, absorta en el film.
Salí a hurtadillas por las puertas traseras hacia la parte del lobby del teatro, afuera seguían los reporteros, así que tomar aire fresco era una idea insensata. Al menos no había nadie más ahí por lo que podía dejar salir lo que necesitaba sin ser juzgada.

Busque mi móvil para dar con la llamada entrante de un número desconocido, fruncí el ceño. ¿Sería él?

-¿Hola?

-Ronnie.

Eduardo.

Me sentí culpable por la decepción que me invadió.-¡Eduardo! ¡Hola! ¿Que ha pasado? ¿Y este número?

Él ríe. -He tenido que cambiar de servicio. ¿Estás bien?

Asiento antes de reprenderme mentalmente, él no podía verme. -Si si, Patricia me había dicho que vendrías, bueno, el equipo.

-Si, en realidad ya estamos aquí.

Se me aceleró el corazón nuevamente, a este paso me daría un infarto.

...-Y quisiera verte. En realidad necesito hacerlo.

El retorcijón en mi estómago hizo acto de presencia apenas terminó de hablar. Tuve que sujetarme de la pared conjunta. No puede ser que necesite vomitar en este momento.

-¿Puedes enviarme un texto? Tengo una emergencia. -Dije de forma atropellada.

No llegue a escuchar que respondió, pero aproveché para colgar y salir corriendo al tocador. Ya la dinámica de vomitar cada comida que ingería me estaba hartando, necesitaba recibir los exámenes de sangre ya. Es más, necesitaba dejar de ponerme a mi misma en situaciones estresantes.

La cabeza me daba vueltas y no podía con mi propio cuerpo, caí de redondo en el suelo del baño sosteniendo mi cabeza con la mano. El sabor amargo en mi boca como un recordatorio de que tal vez esto era el augurio de algo malo.

Parecía que últimamente había una nube gris a mi alrededor y que tenía el nombre del moreno en toda ella.

Saque el botecito de pastillas que me habían recetado y me tragué una de golpe. Al principio pensé que estaba alucinado pero luego la voz de Meza se escuchó nuevamente a través de la puerta.

-Ronnie ¿puedes salir?

Gruñí para mis adentros. ¿Hasta cuando los encuentros en el baño? ¿Es que no podíamos ser normales para nada? ¿Qué hacía aquí de todas formas? Era mejor que se quedara con su acompañante, tranquilo. Pero no. Para Meza no existía la paz aparentemente.

-No. -Respondí.

-Si no sales, entraré yo.

-No creo que entres al baño de mujeres habiendo tanta gente fue..

No me permitió terminar de hablar cuando ya estaba ingresando al baño. Verlo de cerca era incluso peor. No quería saber ni como lucía tirada en los azulejos del baño mientras él se veía de porte elegante con el traje oscuro y el gesto serio. Parecía injusto que pudiera verse como ese tipo de modelos de portada sin mucho esfuerzo.

Levantó una ceja. -¿Qué haces ahí?

-¿Qué quieres? -Dije sin ganas, no haciendo el más mínimo ademán de levantarme.

-¿Estás bien?

Ahora fue mi turno de arquear la ceja. -¿Estás de broma?

-¿Por? ¿No puedo preguntar cómo estás?

-Sinceramente debes tener un problema psicológico para venir como si nada luego de lo que ha pasado y además luego de presentarte con otra mujer de tu brazo.

Nauseas, de nuevo. Coloqué una mano en mi boca para aguantar, necesitaba irme de ahí.
Él se acuclilló a mi altura.

-¿Qué pasa? ¿Qué tienes?

Negué. -Déjame en paz.

-Ronnie...

-¡No! -Dije levantándome como pude. -¿Te estás escuchando? Pareces demente. Te vas creyendo que yo te delaté cuando fue obvio que Iván planeó todo. No me dejas verte, no me dejas acercarme a ti, ignoras mis llamadas. Y yo pienso "Bien, tal vez está muy cargado con todo esto. Tal vez necesita tiempo." -Me río sin gracia viendo su expresión sin rastro de emoción. -Y resulta que soy una idiota como siempre porque apareces aquí con la misma mujer que en la apertura del hotel, una modelo, la hija de uno de los mejores abogados de Elavec. ¿Por qué será?, ¡Eres tan asqueroso! ¿De verdad harás eso?

Retrocede. Casi como si le hubiera golpeado.
-¿Te doy asco?

Asiento con rabia. Viendo como él parece aceptar solo esas palabras y nada más de lo que he dicho.

-No es que tenga que explicarte pero a diferencia de ti, Emma me conviene. Ella no tiene todos los problemas que tú, puede ayudarme y su familia no busca quebrarme, como...

Como la mía. Ella le conviene a diferencia de mi.

Se corta en sus palabras pero ya lo principal lo ha dicho, no es necesario silenciarse. Trago, tratando de disipar el nudo que se forma en mi garganta. De pronto las náuseas pasan a un segundo plano, el dolor en mi corazón es más potente.

Asiento un par de veces sosteniendo la mirada que ahora luce café oscura.

-Ella te conviene y yo solo soy alguien dispensable, una más de la que no obtienes beneficios. Parte de la familia que quiere dañarte.

Para él soy nadie.

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